A Golpes

Anadeli Bencomo

Joaquín Hurtado,
Los privilegios del monstruo,
Ediciones intempestivas, Monterrey, 2008.

 

Joaquín Hurtado cumple a cabalidad en los textos incluidos en este volumen lo anunciado en la contraportada, al referirse a que sus palabras darán un solo golpe, uno demoledor. Es éste, sin duda, el efecto central que produce la lectura de estos relatos. La fuerza de los textos es brutal y la sensación que nos queda es la de asomarnos a un infierno delineado en el más macabro detallismo propio de las tecnologías de alta definición.

¿Cómo narrar la perversidad? ¿Cómo encontrar el lenguaje preciso para construir el espacio de lo abyecto?¿Desde dónde representarlo? Estas son algunas de las preguntas que pueden haber antecedido a la escritura del último libro de historias de este autor regiomontano. Una compilación anterior de cuentos, La dama sonámbula (2007), había prefi gurado temáticamente el universo narrativo que se presenta como el núcleo indiscutible de Los privilegios del monstruo. El asunto de la perversión humana no es nada nuevo, pero uno de los logros de estos textos es abordar el territorio de la abyección desde una intensidad narrativa que no se permite respiros. Los relatos son sumamente breves, estructurados a veces como un encadenamiento de imágenes tremendas y contados a través de un coloquialismo y una jerga que como registros discursivos contribuyen a la sensación de que estas historias están siendo directamente narradas por sus protagonistas.

La representación de la violencia, la personal, la erótica, la social, cuenta hoy en día con múltiples canales para comunicarse y para impactar al público receptor. El lenguaje sensacionalista de muchas secciones rojas de los diarios nos ha habituado al discurso sobre los horrores cotidianos, mientras los videos, la computadora y sus redes nos han interpelado frecuentemente a partir de un repertorio hiperbólico. Y es dentro de este panorama actual de los registros de la violencia que un libro como Los privilegios del monstruo nos recuerda acerca de la eficacia del lenguaje literario, el narrativo, para recrear escalofriantes pesadillas de esa región norteña de México que se ha convertido en una fuente prolífica para el imaginario acerca de la violencia actual. La galería de personajes en este libro incluye una gama variada de monstruos, desde el secuestrador que fulmina a su víctima en un arranque de enojo (“El cumpleaños del gato”), pasando por el esposo burgués que se encierra en su estudio para disfrutar del cibersexo con su ahijado adolescente (“La belleza de lo perfecto”), al padre fi licida (“Allá abajo”) o al policía violador (“Nada de nada a nadie”), entre otros. Dentro del conjunto de los relatos, “El Zombi”, que cuenta el plan de un asesinato para convertirlo en video en YouTube, me pareció el mejor en materia de “tremendismo” narrativo.

Aunque la ilustración de la portada del libro es potente y acertada, no estoy segura de que la inclusión de las ilustraciones de Livier Fernández Topete a lo largo del libro sea imprescindible. Por el contrario, lo explícito de ciertas imágenes corre el riesgo de recontextualizar algunos de los relatos como cuentos pornográficos. Mientras el lenguaje escrito gana gracias a su intensidad y su carácter explícito, el recurso de la imagen no encuentra la continuidad que los relatos alcanzan, pasando de la gráfica de un sexo masculino o femenino en primer plano, a figuras más difusas y de sentido oblicuo.


Posted: April 16, 2012 at 6:12 pm

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