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Almazán Reloaded

Almazán Reloaded

Paul Medrano

Autor: Alejandro Almazán

Título: El más buscado

Año: 2012

 

Para escribir sobre el Chapo Guzmán, el Dath Vader de la Guerra por las Galaxias psicotrópicas en nuestro país, no basta con tener una computadora, escuchar corridos y fumar yerba. No. También hacen falta varias cajas de producto Bachoco, experiencia comprobable en el tema, una tonelada de lecturas previas, paciencia de Kalimán y un estilo definido para que no los confundan con vocalista de los Buitres de Culiacán.

Porque la fama del Señor de la Montaña es proporcional al halo de misterio que lo rodea. Nadie sabe bien a bien dónde termina el mito y dónde empieza la exageración. Hay rastros de su paso o de su riqueza por toda la República Mexicana. Pero ninguno se ha confirmado a cabalidad. No pasan de ser rumores que alimentan el mito, un mito que actualmente posee una fortuna estimada en mil millones de dólares. Un mito con influencia en Europa, Asia y Australia.

Consciente de ello, Alejandro Almazán se ha animado a escribir sobre el delincuente más buscado del mundo. Por fortuna, lo ha hecho desde la tribuna de la literatura.

Pero vamos por partes.

En 2007, Alejandro Almazán, siguiendo el ejemplo de grandes reporteros que funcionaron todavía mejor como escritores (Hemingway, Faulkner, Mailer, Thompson, Orwell, por mencionar algunos), dio ese paso natural y sacó Gumaro de Dios el caníbal (Mondadori, 2007), una crónica que primero vio la luz en La revista, una publicación que El Universal sacaba cada lunes. En esta novela de no ficción, Almazán nos mostró el arsenal narrativo que el periodismo le impedía desarrollar a plenitud.

Hasta hoy, celebro que Almazán haya dado ese paso para lanzarse al vacío oscuro e incierto que es la literatura. Me vienen a la mente las palabras de Jack London: “Hubiera podido trabajar mucho como reportero, pero tuve el suficiente sentido común para no ser esclavo de ningún periódico”.

Alex también ha mostrado sentido común. Posteriormente publicó Placa 36, donde volvió a dar una cátedra de reportaje novelado. Una historia verídica, con fuentes, argumentos y una dosis de alta literatura, muy cercano a lo policiaco. Pero faltaba que se soltara de adeveras. Entonces vino Entre perros, de casi 400 páginas, la cual figura entre las cinco mejores novelas narcopoliciacas que he leído. En ella, Almazán nos lleva, en unas cuantas líneas, de la risa al asco, del asombro al miedo y la calma al terror.

Ahora, el buen Alex se ha lanzado al ruedo con un toro difícil. Un astado que todos torean desde lejos, pero que nadie se anima a ponerle el capote enfrente.

Apoyado en la trinchera de la ficción, cuenta la vida de un tipo llamado el Chalo Gaitán. Jefe de jefes. Capo de capos. Un tipo que se fugó de una cárcel de máxima seguridad. Un hombre con una fortuna descomunal y una red de poder que incluye empresarios, políticos y gobernantes. ¿Les suena a alguien conocido el Chalo Gaitán?

A mí también.

Parece que Almazán tomó en cuenta el consejo de ese infravalorado escritor policiaco que fue Juan Hernández Luna: “una buena novela debe comenzar con un capítulo en el que el personaje se encuentre en una situación límite”.

Y así pasa en El más buscado: comienza con un bazucazo. Prosigue con las confesiones del Chalo Gaitán, plagadas de humor filoso, guiños a la realidad mexicana y su afán por desaparecer de la escena. El otro personaje principal es el Cuervo, una suerte de Mario Quintero, Teodoro Bello y Paulino Vargas. Juglar moderno que cuenta sus historias mediante corridos.

El Chalo buscará al Cuervo para que le componga corridos. Pero después, verá en el compositor la puerta más discreta para jubilarse del jale chacaloso.

En El más buscado, Almazán nos entrega una novela que funciona como un minucioso paisaje de lo que ocurre y ha ocurrido en el país. Petros Márkaris, el gran autor griego de novela policiaca, afirma que la novela negra también puede ser política. Almazán construye una trama narcopoliciaca, pero que está agarrada de un escenario político que no nos es ajeno: negocios oscuros, pactos horrendos, trampas imperdonables y actos inhumanos. Al leer las revelaciones del Chalo y sus arreglos con la clase política, no nos cuesta trabajo creer que así ocurre en la vida real. Parafraseando al italiano Carlo Lucarelli: “Lo sabemos todo, pero no nos sirve de nada”.

Almazán nos ofrece pasajes de la vida del Chalo Gaitán, pero que posiblemente están basados en hechos reales —aunque eso no lo sabremos, porque queda difuminado ante el manto de ficción que tiende sobre la historia.

Guillermo Cabrera Infante consideraba a la ficción como los momentos en que el ojo que lee no cree lo que ve, “es necesario siempre que el lector confunda el presente de la lectura con el pasado de lo narrado y que ambos tiempos avances en busca de un futuro que es la culminación de la acción en la narración”.

Así ocurre en El más buscado: la vida del Chalo nos remitirá, en automático, a la vida del Chapo. Por tanto, el planteamiento de Cabrera Infante se cumple a cabalidad.

Además, Almazán sabe que la sangre en la realidad pesa más que la sangre en el terreno de la ficción, como bien dice el ex señor de la literatura basura y ahora convertido en erudito global, Guillermo Fadanelli. De tal modo, la ficción le permite echar mano a pasajes horrendos, indescriptibles y locos, sin que haya remordimientos por la sangre derramada en estas páginas. Finalmente, es Almazán el hacedor del mundo en el que habita el Chalo Gaitán.

Porque en el terreno de lo real tenemos muchos tristes sucesos que nos llenan de asco e incertidumbre. Y de pronto, los libros de no ficción que tratan sobre el narcotráfico abonan muy poco al sosiego que anhelamos, luego del comienzo de una pesadilla de la que todavía no se despierta, como afirma David Espino.

Según Roberto Saviano, “no existe nada en el mundo, orgánico o inorgánico, objeto metálico u elemento químico, que haya causado más muertes que el AK-47. El kaláshnikov ha matado más que la bomba atómica de Hiroshima y Nagasaki, que el virus del sida, que la peste bubónica, que la malaria, que todos los atentados de los fundamentalistas islámicos, que la suma de los muertos de todos los terremotos que han sacudido la corteza terrestre”.

La respuesta moral que todos buscan no la encontraremos en la literatura del narcotráfico. Tampoco la hallaremos en la poesía o la literatura clásica. No la obtendremos de ahí porque la literatura, dijera Borges, es una forma de felicidad, no es para dictar formas de comportamiento humano.

Entonces, disfrutemos la faena de Almazán a El más buscado y dejemos que la sociedad, nuestra sociedad (no los gobiernos) se encargue de los problemas. Seguro que esta novela nos dará un poco de felicidad en estos tiempos aciagos.

 

@balapodrida

 


Posted: October 22, 2013 at 9:39 pm

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