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Bitácora de un imaginario

Bitácora de un imaginario

Anadeli Bencomo

Cecilia Eudave,
Para viajeros improbables,
Arlequín, Guadalajara, 2011.

Este reciente libro de Cecilia Eudave constituye una rareza; no es del todo usual o popular en nuestros días escribir narrativa fantástica dentro del formato del minicuento o relato brevísimo. Sin embargo, el aliento temático y la dimensión breve de la escritura de Eudave no sorprende dentro del perfil de narradora fantástica que ha sostenido desde sus tempranos relatos reunidos en Técnicamente humanos (1996).

La improbabilidad aludida en el título de este curioso volumen me hizo pensar además en el tipo de lector que atraerá este libro de minirelatos. De hecho inicialmente pensé en titular esta reseña, “¿Para lectores improbables?”, para referirme de este modo al panorama de la recepción lectora que me parece clave en el caso de la narrativa de Cecilia Eudave. Esta escritora jalisciense no ha logrado alcanzar un lugar destacado dentro del escenario de la narrativa mexicana de las últimas dos décadas. No adjudico esta falta de mayor visibilidad a un problema de calidad narrativa, sino a una dificultad de crear una legión de lectores desde el registro de la literatura fantástica. ¿Y el caso de Harry Potter (J.K. Rowling) no desmiente de manera flagrante esta premisa?, se preguntará quien da lectura a esta reseña. Entonces, debo aclarar que la obra de Cecilia Eudave no es más popular o más leída por la falta real de un público, sino por una cierta indefinición acerca de quién es el destinatario explícito de sus cuentos. En pocas palabras, ¿para quién escribe Eudave? ¿Para un lector joven como en su serie publicada por editorial Progreso: La criatura del espejo, El enigma de la esfera y Pesadillas al mediodía, o para un público más amplio?

Esta interrogante que no viene al caso al detenernos a comentar otros autores y libros, sí me parece pertinente a la hora de comentar la obra de Cecilia Eudave. Los textos breves de Para viajeros improbables nos cuentan las peripecias de personajes imaginarios, míticos, fantásticos, con cierto aliento de fábula. Muchas de las historias, por ejemplo, están ahí para hablarnos de la estupidez, la codicia o la racionalidad chata de los humanos que maltratan a la imaginación y a sus criaturas. Frente a este panorama, Eudave construye una hermosa cartografía de “países que deseamos visitar algún día” pues así estaríamos embarcándonos en ese periplo donde lo improbable representa un punto de llegada o una estación de nuestra bitácora existencial. Este primer apartado dedicado a representar las comarcas imaginarias es el que pone de manifiesto la prosa más lírica del volumen, cuajada en estas sugerentes instantáneas viajeras. Por otra parte, hay que dejar claro que el lenguaje narrativo de todas las piezas recogidas en este libro se ajusta al principio de la intensidad o economía expresivas propias del marco acotado del relato que se cuenta en un par de páginas a lo sumo.

“Apócrifamente hablando” es quizás el apartado con mayor empleo del humor narrativo, que constituye otra de las marcas de estilo de esta autora tal y como muestra su reciente novela, Bestiaria vida, también relatada desde el código de lo fantástico. El humor narrativo constituye así una de las más notables características de este compendio de cuentos, alcanzando una escala de mayor divertimento en el texto que cierra el volumen: “Epílogo menos breve pero con luna de cocodrilos”. Entre los relatos más memorables de este libro, yo apuntaría a los cuentos del Centauro y el de la Medusa, a “Las hormigas”, “La mascota imaginaria”, “Otur, el país de los inexistentes” y “Hui-chui: el país de las cosas perdidas”. También vale la pena mencionar el encuentro afortunado que se da entre estos singulares relatos y la hermosa portada diseñada por Arlequín, una de las casas editores independientes que desde Guadalajara defienden la improbabilidad literaria en tiempos colonizados por otras certezas.

Propongo entonces que en lugar de preguntarnos por el lector ideal que este tipo de relatos convoca, pensemos en revisar ciertos criterios tradicionales que excomulgan de estantes y gustos, lectores adultos, a este renglón narrativo donde se combinan las redes de lo imaginario y lo lúdico, dos pilares indiscutibles de la obra de Cecilia Eudave y de su persistencia narrativa.


Posted: June 30, 2012 at 4:12 am

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