Flashback
Cien años de la Bauhaus

Cien años de la Bauhaus

Efraín Villanueva

La firma del Tratado de Versalles, el 28 de junio de 1919, concretó el final de la Primera Guerra Mundial. Los alemanes vieron su derrota como una oportunidad para establecer un sistema político que permitiera una unidad estable entre todos sus estados y cobijara a sus habitantes por igual –una esperanza que albergaban desde las revoluciones europeas de 1848. Sin emperador (el Kaiser Wilhem II había abdicado en 1918), un Bundestag liberal decidió tener su primera sesión en la ciudad de Weimar. Un gesto simbólico para distanciarse del Berlín que evocaba guerra.

Pero esta nueva era, que la historia recordaría como la República Weimar, también tuvo un componente cultural. En esa misma ciudad, lugar de nacimiento de Goethe y Schiller, y en el mismo año, el arquitecto Walter Gropius estableció la nueva Escuela de arquitectura, arte y diseño, reconocida mundialmente como Bauhaus. La idea detrás del nombre (literalmente: casa de construcción) era evocar los talleres de arquitectura y albañilería que pulularon durante la Edad Media, alineados a las técnicas de fabricación del siglo XX. Una combinación de tradición y modernidad.

El manifiesto de la Bauhaus

Para Gropius, las artes visuales no podían definirse y vivir aisladas como meras expresiones artísticas. Su propósito era mucho más grande que la creación de objetos decorativos o de expresión personal. No bastaba con que un pintor pintara un cuadro, si estaba en la capacidad y tenía la obligación de crear productos concretos y útiles. Su afán era fusionar artesanía y arte en una escuela de artes que no enseñara artes (aseguraba que esto era imposible) sino oficios artesanales de producción.

Bauhaus fue una comunidad de artistas. Nadie era profesor, ni alumno. Sus miembros eran “maestros, jornaleros y aprendices” que convivían en un ambiente que priorizaba la creatividad y la libertad individual, aunque sí que exigía mucha disciplina. Invitado por Gropius, el pintor ruso Wassily Kandinsky trajo con él sus ideas sobre las correspondencias de los colores (los triángulos son amarillos, los cuadrados rojos, los círculos azules).

Gropius consideraba que artistas y artesanos pertenecían al mismo nivel. “El artista es un artesano exaltado. En raros momentos de inspiración, trascendiendo la conciencia de su voluntad, la gracia de los cielos puede causar que su trabajo florezca como arte. Pero la capacidad de crear es esencial en todo artista. Esa es la principal fuente de la imaginación creativa”. Gropius imaginaba un mundo en el que las habilidades artísticas, fusionadas con los métodos de producción modernos, permitieran masificar productos funcionales y estéticamente hermosos.

Para Ulrike Bestgen, curador del Museo Bauhaus en Weimar, la cuna diseñada por Peter Keler es un ejemplo perfecto de la visión Bauhaus. Un producto visualmente llamativo y altamente funcional que permite mecer al bebé sin que se corra el riesgo de voltearse y “en cada lado, cuenta con un panel de mimbre para mantenerlo ventilado y confortable”. Para intentar que sus hijos se comportaran, los padres alemanes de los 1920 solían amenazarlos: “Wenn du nicht artig bist, dann komms du ins Bauhaus” –si no eres bueno, vas a terminar en la Bauhaus”. Después de todo, en el colectivo imaginario, la Bauhaus representaba una revolución artística promovida por artistas excéntricos, chiflados, de ideas extrañas.

Mujeres del Bauhaus

Aunque generalmente relegadas a un espacio pequeño, u olvidadas del todo, algunas artistas también fueron figuras importantes en la historia de la Bauhaus. Ise, escritora, editora y esposa del fundador Gropius, supervisaba las actividades, finanzas y relaciones públicas de la escuela. Una labor que en aquel entonces no era insignificante porque se trataba, después de todo, de una mujer que no trabajaba en su casa, sino fuera de ella. Ise fue una precursora que abrió el camino para que otras artistas se unieran a la Bauhaus.

Antes de ingresar a la Bauhaus como maestra de diseño de interiores, Lily Reich trabajaba diseñando muebles para industrialistas alemanes famosos. Luego, en conjunto con el arquitecto Ludwig Mies van der Rohe, diseñó el pabellón alemán de la Exposición Internacional de Barcelona de 1920; ella fue la Directora Artística del proyecto. La autoría de el diván de Barcelona, producto de este proyecto y que hoy es considerado un clásico, siempre ha sido atribuida a Mies van der Rohe. Pero hay evidencias concretas que apuntan a que fue obra de Reich. Afortunadamente, historiadoras y autoras contemporáneas, como Christiane Lange y Jana Revedin, se han dado a la tarea de redescubrirlas y rescatar sus legados revolucionarios y misionarios.

Nazis

Las elecciones estatales de 1924 llevaron al poder del estado de Turingia a los conservadores, quienes redujeron en un cincuenta por ciento la financiación de la Bauhaus, lo que obligó a cambiar la sede a Dessau, en Sajonia. En 1928 Gropius renunció y la Bauhaus adquirió un tono mucho más de izquierda, aunque inicialmente se había constituido como una institución apolítica.

Además del optimismo inicial, el Tratado de Versalles también trajo sanciones severas contra Alemania. Una economía que sufría de hiperinflación, índices de desempleo por los cielos, un gobierno incapaz de gobernar y una retórica populista, pero prometedora, le permitió al partido Nacional Socialista de Hitler tomarse el poder. Los nazis, como todo lo bueno que tocaban, cerraron la Bauhaus en 1933, alegando que se trataba de un centro de cultura bolchevique, marxista, judía.

Pero también eran impulsores de la modernidad y necesitaban nuevas ideas de producción, así que les permitieron a muchos de los artistas de la Bauhaus continuar su trabajo de forma independiente.  En realidad, afirma Bestgen, los nazis “no tenían problema con los diseños de la Bauhaus, pero sí con lo que representaba: independencia y libertad”. Muchos otros artistas huyeron del país y promovieron la filosofía Bauhaus desde el exilio –la Universidad de Yale se convirtió en una de sus ‘sedes’ más significativas. Cuando Franz Erlich fue encarcelado en el campo de concentración de Buchenwald se le asignó diseñar las verjas del complejo e incluir la frase “A cada uno, lo suyo”, un lema con el que los nazis justificaban su derecho a asesinar con impunidad. A modo de contraataque silencioso, Erlich empleó una tipografía inspirada en sus años como miembro de la Bauhaus.

Cien años después

El legado de la Bauhaus traspasó las fronteras alemanas. Tibor Weiner, exiliado en Chile en 1933, aplicó su aprendizaje en la Bauhaus cuando en 1939 ayudó en la reconstrucción de Concepción y Chillán luego del terremoto de aquel año. Como profesor de la Universidad de Chile, inspiró a varios arquitectos chilenos que más tarde implementarían diseños tipo Bauhaus en el país, como el edificio Calle Pio X con Holanda de Santiago (de Abraham Schapira), entre otros.

De forma similar, los principios arquitectónicos funcionales y modernistas de la Bauhaus inspiraron los edificios del campus de la Universidad de IFE en Nigeria. Pero también una nueva tendencia de construcción de casas minimalistas y modernas en sus principales ciudades. El trabajo de la artista textil mexicana Amor Muñoz no está estéticamente inspirado en los diseños de la Bauhaus, pero participó en la Residencia Artística de Bauhaus en Dessau en 2017 y uno de sus objetivos es promover la protección de las técnicas artesanales mexicanas, ligándolas con los medios de producción actuales.

Curiosamente, para el artista irlandés Michael Craig-Martin, el Bauhaus vive en nuestros días, de cierta forma, a través de la firma sueca IKEA, diseñadora de muebles y productos para el hogar. “Tiene todo lo que la Bauhaus soñó, producción en masa de cosas bien diseñadas, creadas a bajo costo para un público masivo […] Muchos diseños de la Bauhaus no eran posibles en aquellos tiempos. No se podía doblar el metal en ciertas formas o producirlo en masa”. La gran parte de los artículos de la Bauhaus, incluyendo la cuna de Keler, se siguen vendiendo hoy.

En los territorios que después de la Segunda Guerra Mundial se convirtieron en la República Federal Alemana, la Bauhaus es una representación de la democracia. Para quienes vivieron bajo el régimen de la Alemania del este, por el contrario, la Bauhaus es parte del modelo de producción comunista que buscaba suplir las necesidades del pueblo. Sin importar que la Bauhaus represente una identidad algo confusa dependiendo de la procedencia de a quién se le pregunte, lo cierto es que ha sido, durante cien años, un reconocido símbolo del arte y la cultura alemana.

 

* Con información de Germany – Memories of a Nation (Penguin Books, 2016), de Neil MacGregor y varios videos en línea del especial bauhaus World de la Deutsche Welle  

 

Efraín Villanueva. Escritor colombiano radicado en Alemania. Su primer libro, Tomacorrientes inalámbricos (2018), fue galardonado con el Premio de Novela Distrito de Barranquilla. Su primera colección de cuentos, Guía para buscar lo que no has perdido (2019), fue ganadora del Concurso Nacional de Cuentos de la Universidad Industrial de Santander. Es MFA en Escritura Creativa de la Universidad de Iowa y tiene un título en Creación Narrativa de la Universidad Central de Bogotá. Sus trabajos han aparecido, en español y en inglés en publicaciones como Granta en español, Revista ArcadiaEl HeraldoViceColombia, Literal MagazineRoads and KingdomsLittle Village Magazine, entre otros. Su Twitter es @Efra_Villanueva

 

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Posted: June 11, 2019 at 8:57 pm

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