Flashback
Razones para la benevolencia humana

Razones para la benevolencia humana

Noam Chomsky

Stuart Alan Becker es escritor y periodista especializado en temas de Asia desde hace muchos años. Actualmente trabaja en una historia de la política exterior de Estados Unidos a partir de la Segunda Guerra Mundial y en un libro que contiene un animado intercambio de correspondencia: Cartas a Chomsky. En la siguiente conversación Chomsky, considerado uno de los intelectuales más importantes del orbe, habla sobre su participación en las protestas en contra de la guerra de Vietnam y, asimismo, de la situación actual en Birmania.

* * *

Stuart Alan Becker: Usted se opuso a la guerra de Vietnam mucho antes de que se pusiera de moda hacerlo. ¿Cuándo y por qué tomó esa decisión? ¿Siente que usted hizo alguna diferencia?

Noam Chomsky: Me opuse a la Guerra de Vietnam desde mediados de la década de 1940 cuando los franceses lo invadieron, pocos años más tarde, con el apoyo de Estados Unidos. Pero no hice mucho más que firmar declaraciones y cosas por el estilo hasta 1962, cuando en la contraportada del New York Times se informó de manera casual que la Fuerza Aérea de Estados Unidos estaba participando en gran parte de las misiones de bombardeo contra Vietnam del Sur con los aviones disfrazados de naves vietnamitas. En ese momento me di cuenta de que sería bueno saber más sobre el asunto, indagar con más cuidado, y que debía tomar una difícil decisión. Ya contaba con suficiente experiencia en el activismo político para advertir que, si me involucraba, esto se convertiría pronto en un gran compromiso y tendría que abandonar mucho de aquello que era realmente importante para mí. Decidí meterme de lleno, no sin cierta reticencia. Tomó años de arduo y difícil trabajo en protestas y resistencias antes de que se desarrollara un verdadero movimiento en contra de la guerra. No hay duda de que eso hizo una diferencia. Hay una ilustración que apareció en el diario del Pentágono, en la última sección, que trataba sobre la reacción inmediata contra la revuelta Tet; en el argot imperial se llama “ofensiva Tet”, bajo el supuesto tácito de que una revuelta contra nuestra ocupación militar es una agresión. El gobierno consideró enviar cientos de miles de tropas más a Vietnam del Sur, pero decidió no hacerlo porque necesitarían las tropas para poder controlar una revuelta civil en casa, en el muy probable caso de que se desatara un levantamiento masivo de proporciones sin precedentes. También sabemos que, para entonces, el 70% de la población estadounidense pensaba que la guerra era “absolutamente incorrecta e inmoral”, no “un error”, mientras que las élites intelectuales discutían si los “esfuerzos de hacer el bien” de Washington eran un “error” que comenzaba a costarnos mucho. (Anthony Lewis del New York Times estaba al borde de la disidencia dentro de la principal corriente de pensamiento.)

Es difícil decir cuánto ha contribuido una sola persona en el cambio radical de conciencia y entendimiento del asunto, así como en la disposición de hacer algo con respecto de los crímenes de Estado.

SAB: Usted ha dicho que Estados Unidos jugó un papel muy importante en las acciones que llevaron a la instalación de la Junta Birmana en 1962. ¿Cuál es su lectura entre líneas? Es decir, ¿cuáles son las consecuencias de la gran inversión hecha por los británicos en Birmania, las ventas anteriores de armas de Estados Unidos y las más recientes por parte de Israel, así como el continuo abastecimiento de millones y millones de dólares en petróleo de la compañía Chevron Oil a la Junta?

NCH: Birmania tuvo en la región uno de los pocos gobiernos que resultaron de unas elecciones públicas en la década de 1950, y estaba decidido a buscar un curso neutral. La administración Eisenhower realizaba esfuerzos enérgicos para enlistar a los gobiernos de la región en su cruzada por la Guerra Fría. Como parte de esta extensa campaña de subversión y violencia, Washington instaló miles de tropas con artillería pesada de la China Nacionalista en el norte de Birmania para realizar operaciones en la frontera con China. Birmania se opuso rotundamente, pero en vano. Las fuerzas de China comenzaron a armar y apoyar minorías insurgentes en esa región turbulenta. Como consecuencia, el poder dentro de Birmania comenzó a militarizarse, culminando con el golpe de Estado de 1962. Audrey y George Kahin han abordado el tema en su libro Subversión como política extranjera. George Kahin fue uno de los intelectuales académicos a la vanguardia en temas del sureste de Asia; virtualmente el fundador en Estados Unidos de los estudios académicos especializados sobre esa zona. Las consecuencias de las operaciones que llevaron a cabo Estados Unidos, el Reino Unido e Israel de que usted habla son, por supuesto, para reforzar la Junta. Estos hechos no fueron registrados y son desconocidos en Estados Unidos, con la excepción de especialistas y activistas, porque interfieren drásticamente con la doctrina de “nosotros somos buenos” y “ellos son malos”; la base de prácticamente cualquier sistema de propaganda estatal.

SAB: ¿Cree que un levantamiento popular en Birmania podría tener éxito o piensa que aquellos que se levanten simplemente serán asesinados porque no hay ninguna posibilidad de que los generales renuncien a su poder?

NCH: No tengo suficiente conocimiento para responder con seguridad, pero sospecho que habrá una matanza. Por otro lado, los líderes militares se están haciendo viejos y tal vez se estén desarrollando fuerzas populares que puedan desgastar el poder desde dentro.

SAB: ¿Estaba moralmente justificado el Reino de Tailandia para albergar bases militares estadounidenses durante la Guerra de Vietnam? ¿Cuáles fueron los efectos a largo plazo de esa guerra en Tailandia y la región? ¿Es esta la razón por la cual Tailandia es una isla con una vida relativamente sencilla, comparada con la de sus vecinos que tienen problemas más graves?

NCH: Que Tailandia se hubiera involucrado en las guerras de Estados Unidos con Indochina fue una pena. Supongo que los tailandeses, al menos algunos, tuvieron buenas ganancias como resultado de su participación en la destrucción de Indochina. Sé que Japón y particularmente Corea del Sur, ganaron sumas considerables. Todo contribuyó a sus “milagros económicos”. Para evaluar los efectos a largo plazo tenemos que imaginar lo que habría sido del sureste asiático sin las sádicas intervenciones de occidente (principalmente de Estados Unidos) durante el periodo de la posguerra —sin mencionar lo que sucedió después—. Este es un tema para un libro de investigación detallada, no para una breve charla. Y aún así, necesariamente, sería un texto de mucha especulación.

SAB: ¿Cuál cree que sea la reacción de China si hubiera un levantamiento exitoso desde dentro de Birmania?

NCH: Es muy probable que China tolerara e, incluso, diera la bienvenida al derrocamiento de la Junta, básicamente algo vergonzoso. En Birmania misma, desde luego, Estados Unidos jugó un papel muy importante en las acciones que condujeron al golpe de Estado que instaló a la tiranía que hoy continúa. Pero tampoco sé cuánto de esto se refleja en la situación actual.

SAB: ¿Puede ofrecernos un panorama del comportamiento de los generales birmanos, sus motivaciones, y de cómo es probable que resulten las cosas para el pueblo de Birmania?

NCH: Los gobernantes tienen ciertas ventajas: no ganan nada cediendo el poder y no corren grandes riesgos al usarlo violentamente. Así que, seguramente, eso harán, hasta que la milicia se desgaste desde dentro. La protesta masiva contra la violencia se orienta hacia la humanidad del opresor. La mayoría de las veces no funciona, pero en ocasiones sí y sucede de formas inesperadas. Las opiniones sobre esto tendrían que basarse en un conocimiento profundo de la sociedad y de sus varias ramificaciones.

SAB: Si un régimen es tan terrible que sus generales saquean la riqueza de los recursos del país en beneficio propio, llevan a cabo asesinatos, encarcelamientos políticos y condenan a la oposición a realizar trabajos forzados, ¿hay una justificación moral para que el pueblo oprimido realice un levantamiento armado?

NCH: Definitivamente la hay, desde mi punto de vista, pero con una condición: el levantamiento armado tendría que evaluar cuidadosamente las posibles consecuencias que dicho movimiento traería para el pueblo oprimido. Considero que es adecuado que la gente se levante en armas, pero yo no soy nadie para decirle que se arriesgue a un genocidio. En cuanto a los líderes que cometen asesinatos, la interrogante es parecida a preguntar si es correcto matar a asesinos. Deberían ser aprehendidos sin violencia, de ser posible. Si ellos toman un arma y comienzan a disparar, es legítimo matarlos en defensa propia, si no hay otra opción.

SAB: El Budismo tiene una historia muy rica en Tailandia y cada ciudad cuenta con un templo budista. ¿Para usted, la tolerancia del budismo va de acuerdo con su propia filosofía? ¿Podría comentar algo sobre lo que usted entiende del budismo y si considera que su mensaje y práctica son una influencia positiva en el mundo?

NCH: Prefiero no hacer comentarios sobre temas de verdadera importancia cuando mis conocimientos y comprensión son superficiales, como en este caso.

SAP: ¿Cuáles son los dos mayores peligros que enfrenta la especie humana en el mundo actual y qué podemos hacer para resolverlos de manera efectiva?

NCH: Existen dos peligros que pueden llegar tan lejos como para poner en riesgo la supervivencia de la especie humana: una guerra nuclear y un desastre ambiental.

Sobre la guerra nuclear, sabemos perfectamente qué debemos hacer. De hecho, la Corte Internacional ha emitido la orden de que los firmantes del tratado en contra de la proliferación de armas nucleares están obligados legalmente a cumplir con su responsabilidad de eliminar todas las armas de este tipo. También se pueden suscribir los que no firmaron el tratado. Voy a darle un ejemplo que en estos momentos tiene gran relevancia: el pueblo de los Estados Unidos está completamente de acuerdo en que se establezca una zona libre de armas nucleares (NWFZ por sus siglas en inglés) en Medio Oriente, incluyendo Irán e Israel. Estados Unidos e Inglaterra están comprometidos formalmente con esta política. Cuando trataron de articular una excusa legal para invadir Irak apelaron a la resolución 687 del Consejo de Seguridad, la cual conmina a Irak a eliminar armas de destrucción masiva. Los invasores estadounidenses y británicos sostuvieron que Irak había hecho caso omiso. La Resolución 687 también compromete a los firmantes a establecer una NWFZ en la región. Si Estados Unidos fuera una democracia funcional, en la que la opinión pública tiene injerencia en la política, la confrontación entre Estados Unidos e Irán, peligrosa en extremo, podría mitigarse, tal vez terminarse.

Naturalmente, nada de esto puede quedar en un informe ni discutirse, y es impensable que un candidato político viable se inclinaría hacia la abrumadora mayoría de la población. Podríamos recordar un comentario que hizo Gandhi cuando le preguntaron qué pensaba de la civilización occidental. Su respuesta fue que podría ser una buena idea. Lo mismo sucede con la “democratización”; la cual, si es honesta, debería comenzar en casa.

Con respecto a cómo evitar la amenaza de una catástrofe ambiental el asunto es menos claro, aunque algunas medidas resultan obvias: procurar la conservación ambiental, fomentar la investigación y el desarrollo de energías renovables, así como tomar medidas que reduzcan de tajo las emisiones de gases tóxicos, entre otras. Lo que sí es evidente es que mientras más nos tardemos en confrontar estos problemas, más graves serán las consecuencias para las futuras generaciones.


Posted: April 15, 2012 at 5:13 pm

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