Essay
De los viejos poetas

De los viejos poetas

Gerardo Cárdenas

Con el inicio de agosto me llega una triste noticia: el poeta W.S. Merwin podría estar a las puertas de la muerte. En un par de meses habrá cumplido 90 años. Hace dos, si no me equivoco, su esposa Paula murió. Merwin perdió la vista hace tiempo y Paula se volvió sus ojos. Entre otra cosas, le leía a diario para mantenerlo al tanto de lo que ocurría afuera de la plantación en Hawaii, a donde se habían retirado.

Con Merwin se nos iría una de las voces más auténticas de la poesía estadounidense del siglo XX, una que resonó con especial fuerza en los años 60 y 70, en el contexto de la Guerra de Vietnam, sobre todo con The Lice. Merwin tuvo una voz propia en un momento en que la poesía estadounidense brillaba poderosamente con Denise Levertov, Adrienne Rich, Robert Bly, o Robert Lowell.

Si pienso en qué otras voces siguen resonando, con esa trayectoria y en este aún joven siglo XXI, tengo que mirar hacia dos poetas ligeramente más jóvenes que Merwin, aunque también avanzados en años y carrera: Charles Simic, quien está por cumplir 80, y Billy Collins, que no hace mucho cumplió 76.

Ambos han publicado recientemente: Simic, con Scribbled in the Dark, su vigésimo quinto título, aparecido hace apenas unos meses; y Collins, con The Rain in Portugal, su décimo sexto, publicado en 2016.

Dentro de un mismo canon y una misma generación, es difícil pensar en dos poetas tan diferentes. Simic es un áspero gruñón cargado de sarcasmo y de una secreta esperanza o fe en la vida; Collins es un trovador, un enamorado, un lírico que se cuelga de lunas y que en el fondo no deja de ser irónico.

Tal vez los poetas viejos sean más poetas por ser más viejos, así como los diablos que saben más sobre las cosas; o tal vez conforme envejecen vayan despojándose de palabras o giros innecesarios, buscando a cambio la palabra justa que abra nuevos significados o imaginaciones en un verso. O tal vez simplemente se sientan en las bancas de los parques y dejan que el entorno hable por ellos. Curiosamente, la portada de Scribbled in the Dark es un dibujo de Jeff Ostberg que muestra a un anciano sentado en la banca de un parque, dándole de comer a los pájaros.

La edad ha refinado y agudizado la pluma de ambos. Las patadas de Simic son certeros puntapiés al plexo solar. Los versos de Collins dejan esa sensación de la ráfaga que te arrebata el sombrero en la calle. Siempre ha sido así pero en estos dos nuevos títulos, las patadas de Simic son más precisas, con la economía de movimientos del cinta negra que va directo al mate, y las ironías de Collins más sutiles, más inesperadas.

Leo a Simic y a Collins y no puedo dejar de pensar en Merwin, ciego y solo; o en Sam Shepard, recientemente fallecido pese a que no era ningún viejo.

Es difícil escoger entre todos los poemas que componen los dos volúmenes, pero elegí dos para esta columna que resumen lo que son Simic y Collins –y, por supuesto, sabrán perdonarme cualquier torpeza de la traducción.

• DE SIMIC:

El infinito

El infinito bosteza y vuelve a bostezar.
¿Tendrá sueño?
¿Echa de menos a Pitágoras?
¿O las velas en las carabelas de Colón?
¿El sonido del oleaje le hará acordarse de sí mismo?
¿Se sentará frente a un vaso de vino
       para filosofar?
¿Se asomará de noche a los espejos?
¿Tendrá alguna maleta cargada de recuerdos
       escondida en alguna parte?
¿Le gustará echarse en una hamaca mientras el viento
      le susurra naderías al oído?
¿Entrará en iglesias vacías y encenderá una sola
      vela en el altar?
¿Nos verá como a una pareja de luciérnagas
       que juegan a las escondidillas en un cementerio?
¿Nos encontrará de buen sabor?

• DE COLLINS:

Nota a J. Alfred Prufrock

Justo me atreví a comer
un durazno realmente grande
y tan maduro como el que más

y me he puesto
unos shorts a cuadros
y una camiseta azul que tiene un agujero

y pequeños ríos de néctar
me escurren por la barbilla y la muñeca

y gotean sobre la cubierta de la piscina

 ¿Cuál es tu problema, hombre?

Gerardo Cárdenas, escritor y periodista mexicano, reside en Chicago. Es autor del volumen de relatos A veces llovía en Chicago (2011), del poemario En el país del silencio (2015) y de la obra de teatro Blind Spot (2014), publicada por Literal Publishing. En 2015 obtuvo el premio Nuevas Voces de Repertorio Español. Es editor de la antología de relato breve en español de Estados Unidos Diáspora, de próxima publicaciónSu poemario Silencio del tiempo fue publicado  por Abismos Editorial. Twitter: @el gerrychicago

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Posted: August 6, 2017 at 9:23 pm

There is 1 comment for this article
  1. Juan Manz Alaniz at 6:58 pm

    Buenas tardes, Gerardo. Excelentes retratos escritos que hablan de estos tres destacados poetas estadounidenses. A mí, en lo personal, como escritor de poesía me resulta muy interesante conocer más de la vida y obra de Merwin, Simic y Collins. Gracias por escribir este artículo. Un abrazo desde la distancia

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