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¡Dígale a todo el mundo que yo soy Batman!

¡Dígale a todo el mundo que yo soy Batman!

Jaime Perales Contreras

En mayo de 1939 Detective Comics publicó El Caso del sindicato químico, Bob Kane y Bill Finger fueron los autores de esta primera aventura del misterioso encapotado llamado Batman. En esa época este célebre personaje tenía una imagen ligeramente diferente: su disfraz consistía en una capucha con grandes orejas, una capa inspirada en los bocetos del pintor Miguel Ángel, unas mallas grises con botas negras, portaba un arma de fuego para eliminar a sus enemigos y no usaba los famosos utensilios tecnológicos guardados astutamente en su cinturón.

Según Batman and me (1989), las memoria de Bob Kane publicadas cuando Batman cumplió apenas cincuenta años, Kane aprovechó el gran éxito de Superman, para vender a la National Periodical Publications, lo que sería después DC Comics, un personaje completamente diferente al del inmigrante extraterrestre proveniente del planeta Krypton. Para interesar a la compañía de historietas, su héroe no tendría ningún poder sobrehumano y solamente se valdría de su inteligencia, gran riqueza monetaria y fuerza física para someter a los criminales.

Bill Finger, ex vendedor de zapatos castigado duramente por la depresión económica de la época, cambió su profesión de comerciante por la de argumentista de historietas cómicas y él fue quien le dio rasgos definidos al personaje a través de sus historias, que se difundirían a lo largo de los años: Batman portaría una capucha con orejas de murciélago en lugar de un antifaz como pensaba Bob Kane en sus primeros bocetos; sus ojos, cuando usaba su disfraz, no tendrían pupilas para darle un aspecto misterioso y macabro, sus mallas no serían de colores brillantes, como el de Superman, sino una sobria combinación de gris y negro, y usaría guanteletes para no dejar huellas digitales y conservar su identidad secreta, el nombre del millonario Bruce Wayne fue una aliteración del nombre de Bob Kane, novedad ideada también por Bill FInger. La célebre Baticueva fue producto de un recorte que Finger le enseñó a Kane de Mecánica Popular en donde se retrataba una casa con un sótano enorme en donde podía esconderse incluso una avioneta. Esa foto fue la idea principal para armar el famoso escondite de Batman. Kane en su libro de memorias reconoció las grandes aportaciones de Bill Finger:

A lo largo de los años habría muchos otros escritores de Batman, pero ninguno de ellos capturó el estilo y sabor de los guiones de Bill quien fue el mejor escritor de historietas de la época y ciertamente estuvo destinado a narrar las aventuras de Batman.

El personaje tuvo, a su vez, la inspiración del cine, principalmente de dos filmes fundamentales: The Mark of Zorro (1920) y The Bat Whispers (1930). En el primero, el héroe ficticio de Don Diego de la Vega tuvo una importancia decisiva en la creación del millonario Bruce Wayne, alter ego de Batman. Don Diego era de día un joven de gran riqueza, aparentemente desligado de cualquier tipo de preocupación social, pero que de noche se convertía en el famoso vengador enmascarado llamado Zorro, quien combatía con su espada invencible las injusticias que asolaban a una California decimonónica que todavía pertenecía a México. En el segundo filme, la película retrata a un criminal que se disfrazaba de quiróptero para aterrorizar y embestir a sus víctimas, y en el que, antes de atacar, mostraba en la pared una pequeña señal de murciélago. Este signo fatídico sería el prototipo de lo que posteriormente se convertiría en la famosa Batiseñal, elemento frecuente en las historietas cómicas y películas del octogenario detective enmascarado.

Entre otros personajes que gravitaron alrededor del mundo de Batman, también se encuentra el filme The Man Who Laughs (1928), basado en la novela del mismo nombre escrita por Víctor Hugo. La película inspiró a Kane, Bill Finger y al dibujante Jerry Robinson para diseñar a Joker, el célebre e inmortal némesis del vigilante encapotado. Era a su vez la manera de crearle al famoso detective un enemigo imparable, a la manera de Sherlock Holmes y el Dr. Moriarty, El Napoleón del crimen.

Dick Tracy, de Chester Gould, tenía una numerosa cantidad de villanos con grandes deformidades físicas. Ellos fueron la inspiración para que Kane y Finger desarrollaran personajes como Dos Caras, El pingüino y El acertijo.

A su vez, la famosa Gatubela fue la influencia de la vamp Jean Harlow en la película Hell´s Angels. Gatúbela era una villana que tuvo gran carisma entre las jovencitas lectoras de la historieta porque, a diferencia de Joker, no asesinaba y que, a su vez, atraía físicamente a Batman debido a su belleza y astucia.

La segunda mujer en la vida de Batman fue la periodista Vicky Vale, quien siempre fracasaba en su intento de probar que Batman y Bruce Wayne eran la misma persona. Vale fue un homenaje a Marylin Monroe, quien Bob Kane conoció y que trató inútilmente de conquistar en una fiesta promocional del primer serial de aventuras fílmicas de Batman (1943).

La razón y mística de Batman para perseguir incansablemente criminales provino de un relato que apareció en Popular detective, Pulp magazine de la época. La historia se llamaba El murciélago, en el que Dawson Clade, un detective privado, fue acusado injustamente de asesinato y condenado a ser ejecutado en la silla eléctrica. Clade escapó de su fatal destino debido a un defecto que tenía la silla. Escondido en una cabaña y declarado oficialmente muerto, Clade concibió la manera de vengarse de las personas que lo habían incriminado. En eso, un murciélago quedó atrapado en una de los resquicios de la cabaña. El detective exclamó: “Eso es un vaticinio. De ahora en adelante me llamaré ¡El murciélago!” Algo similar dijo Bruce Wayne cuando maquinaba su disfraz para aterrorizar a los criminales en Detective Comics 39 de noviembre de 1939, número en el que Bob Kane y Bill Finger publicaron el origen de Batman.

Con respecto a las películas basadas en el misterioso encapotado, Bob Kane pudo ser testigo de las dos primeras series de trece capítulos: Batman (1943) y Batman y Robin (1949). Aunque exitosas para la época, ninguna de las dos satisfizo a Kane. Fueron pobremente producidas e, incluso, un periodista se burló de Lewis Wilson, el primer actor que interpretó a Batman, quien recomendó que para ser millonario ciertamente el disfraz que Wilson utilizó en el filme necesitaba ¡urgentemente un sastre! En el caso del otro serial, en una fiesta Bob Kane se encontró con Robert Lowery, el segundo actor que interpretó a Batman, quien le reclamó que, debido al éxito de la serie, Lowery estaba desempleado porque ningún estudio quería contratarlo porque todo el mundo lo identificaba con el justiciero nocturno. Algo similar le pasaría, por cierto, a George Reeves con el personaje de Superman quien, como se sabe, se suicidó debido a ello.

Durante la década de los años sesenta, el personaje de Batman empezó a decaer y la National Periodical Publications, le comunicó a Bob Kane que, si las ventas continuaban igual de malas, se cancelaría la historieta. Entonces, en esa época, se dio un giro de suerte en el que Hugh Hefner, en la mansión de Playboy, se le ocurrió entretener a sus invitados al proyectar los dos seriales completos de Batman y reírse de ellos. Un productor estuvo presente en la fiesta y se le ocurrió comunicarse con la cadena de televisión ABC y sugerir una nueva serie de televisión. El proyecto se aprobó con la idea de que el personaje fuera tomado a la ligera, es decir, una comedia salpicada de ocurrencias y chistes que hicieran reír al televidente y hacerlo olvidar de sus problemas. En vísperas de su estreno, en pleno Super Bowl, fruto de una agresiva campaña publicitaria, un avión voló encima del estadio con el anuncio de ¡Ya viene Batman! Los actores relativamente desconocidos, Adam West y Burt Ward, fueron los intérpretes de la nueva serie en el que hubo diversos invitados célebres: César Romero, Liberace, Zsa Zsa Gabor, Julie Newmar, Burgess Meredith, Eartha Kitt, Rody McDowall, Frank Gorshin, Joan Collins, Victor Buono, John Astin, Vincent Price, Van Williams y ¡Hasta Bruce Lee!, fueron algunas de las luminarias invitadas en el programa. La serie tuvo tanto éxito que se realizó el largometraje Batman: The Movie (1966) con los mismos actores producido por la Twentieth Century Fox. A diferencia de sus predecesoras, que eran en blanco y negro, la nueva serie tuvo como novedad fuertes y vibrantes colores influida por el pop art de Andy Warhol y el uso de onomatopeyas en las feroces peleas que tenían los dos paladines combatientes del crimen. La serie fue decayendo después de tres temporadas y se canceló, a pesar de que los productores intentaron rescatarla al introducir a la bella Yvonne Craig como Bat Girl.

Aunque el creador de Batman estuvo satisfecho con el resultado de la serie, en sus memorias celebró dos novelas gráficas que se publicaron en la década de los ochenta que harían historia y que influirían en los nuevos productos fílmicos basados en Batman: The Dark Knight Returns, de Frank Miller, y The Killing Joke, de Alan Moore. Ambas novelas, junto con el trabajo gráfico de Neil Adams realizado en los años setenta, dejaron atrás al Batman bufonesco de la serie de televisión. Bob Kane ensalzó estos trabajos que le dieron a su personaje la adustez y seriedad de sus primeros años y que fueron orientados a un público adulto. Estas novelas serían una guía para el filme Batman (1989) dirigido por un muy joven Tim Burton. Bob Kane fue contratado por Warner Brothers para servir de consultor de la película. Kane estaba feliz, nunca antes lo habían tomado tan en serio para desarrollar la personalidad del héroe en el filme. Interpretado por Michael Keaton, el Batman del filme de Burton, sobre todo, hacía énfasis en la vulnerabilidad psicológica del personaje. La Ciudad Gótica de Burton tenía como inspiración Metrópolis (1927) de Fritz Lang. El filme generó una ganancia de 250 Millones de dólares y sería la segunda película que utilizó un presupuesto millonario para su producción basada en un personaje de historietas. (La primera fue Superman (1978), de Richard Donner). Las secuelas se hicieron inevitables: Batman Returns (1992), Batman Forever (1995) y Batman and Robin (1997) fueron películas que su éxito comercial iría en declive. No sería hasta el 2005 en el que Christopher Nolan lanzaría Batman Begins, la primera de su trilogía sobre el feroz y oscuro encapotado en el que el personaje volvería a tener nuevamente una gran atracción fílmica. Bob Kane murió en 1998 y no pudo presenciar la versión de Nolan, la cual le dio al personaje un tono y personalidad similares a la de Tim Burton.

A Bob Kane, durante su vida, muchos lo calificaron de ser un egocéntrico oportunista y de no dar el suficiente crédito a algunos de sus colaboradores que fueron definiendo el personaje de Batman a lo largo de los años. En una entrevista con Stan Lee, el otro célebre creador de superhéroes y personajes como El hombre araña, comentó que Kane fue su amigo; sin embargo, reafirmó la arrogancia de su colega al relatar una curiosa anécdota: ambos fueron a cenar a un restaurante que, al parecer, estaba muy concurrido. Para solucionar el problema de evitar una engorrosa espera, Bob Kane le dijo al encargado: Soy el creador de Batman, con gusto obsequiaré autógrafos si nos asignan inmediatamente una mesa para cenar. A Stan Lee le pareció una actitud excesiva y presuntuosa. Sin embargo, quizá no podía culparse a Kane de esta aparente pedantería, sobre todo que Jerry Siegel y Joe Shuster, los creadores de Superman, habían tenido una épica batalla legal para poder adquirir ganancias de su personaje quienes habían vendido sus derechos de propiedad intelectual prácticamente por un plato de lentejas. Bob Kane sabía de eso y con gran tenacidad mercantil vigilaba los productos que derivaban de Batman. Por ello, en esa reunión amistosa entre Kane y Stan Lee, en ese concurrido restaurante de Nueva York, Bob Kane tuvo razón al traicionar el famoso código de superhéroes y revelar al encargado su identidad secreta gritando: “¡dígale a todo el mundo que yo soy Batman. Batman c´est moi!” Era verdad.

 

Jaime Perales Contreras. Escritor, ensayista y comunicador. Trabajó durante doce años en la Organización de Estados Americanos (OEA), en la sede en Washington, D.C., en las áreas de Democracia y Seguridad humanitaria. Entre sus distinciones, ha obtenido la John William Fulbright Scholarship, la beca del Consejo Británico y la del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Se acaba de publicar una nueva edición corregida y aumentada de su ensayo biográfico Octavio Paz y su círculo intelectual (Ediciones Coyoacán/ITAM) (2017)) y su último libro de relatos se titula El gallo que fingió ser Jorge Luis Borges (Fontamara, 2015).

 

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Posted: September 9, 2019 at 7:57 pm

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