Essay
El canto y el vuelo, de Alberto Blanco
COLUMN/COLUMNA

El canto y el vuelo, de Alberto Blanco

Adolfo Castañón

Palabras preparadas para la entrega del premio Xavier Villaurrutia 2016

Giros de faros
Antes de Nacer
A la luz de la noche
Tras el rayo
La luciérnaga,
Amanecer de los sentidos
La hora y la neblina
El corazón del instante
La raíz cuadrada del cielo
Quince volcanes
Miradas en el tiempo
La parábola de Cromos
Canto a la sombra de los animales
El libro de los pájaros
Las voces del ver
El eco de las formas.
Paisajes en el oído
Materia prima
Este silencio
Trébol inverso
La raíz cuadrada del cielo
Un año de bondad,
Teñido de la lana con plantas
Runas para una mesa redonda
Pequeñas historias de misterio
Romances de ultramar
Medio cielo
El libro de las piedras
Relámpagos paralelos
Tiempo extra
Música de cámara instantánea
Todo este silencio

 ¿Se reconocen  algunos de los títulos de Alberto Blanco enunciados arriba como si fuesen un poema?

I

Doy gracias a la Sociedad Alfonsina Internacional, organizadora del Premio Xavier Villaurrutia, o al azar y sus precisas leyes,  por haber pensado en mí para formar parte del jurado de esta edición 2016. No puedo dejar de confesar que me sentí, además de honrado, investido por una delicada responsabilidad. Por fortuna, los otros jurados —Angelina Muñiz Huberman y Jorge Aguilar Mora, quien recibió el premio en la edición anterior—, aunque no se conocían entre ellos, son excelentes lectores y compañeros de viaje en el camino de las letras desde hace años y aunque no fue fácil la decisión que llevó a distinguir a El canto y el vuelo de Alberto Blanco —un libro excepcional de un autor notable nacido en 1951 y creador de una vasta obra—, ésta se dio luego de una amigable e instructiva sesión de debate que tuvo lugar el miércoles 5 de abril en el Centro Cultural Xavier Villaurrutia, como consta en el acta. La decisión no fue fácil por  razones de peso: La cantidad y calidad de los manuscritos recibidos en todos los géneros, poesía, novela, ensayo, cuento, teatro, imprimió a nuestra deliberación una vivacidad poco habitual. Debo decir aquí que, además de sentirme honrado, y en cierto modo reconocido yo mismo por el galardón concedido a El canto y el vuelo, tuve la fortuna de poder sostener con los compañeros del jurado una intensa discusión literaria sobre los diversos manuscritos presentados como hace mucho no la tenía, y en particular sobre El canto y el vuelo de Alberto Blanco cuyo nombre civil completo es  Alberto Federico Blanco Sánchez, también conocido como Beto o  nada más como Blanco. Esa circunstancia, la de la conversación puramente literaria con Jorge Aguilar Mora y Angelina Muñiz Huberman, fue para mí  un aguinaldo que, desde ahora, asocio a El canto y el vuelo de Alberto Blanco. Una obra que suscita la conversación, la discusión y que dialoga vivamente con las letras de su tiempo, con la poesía de nuestra edad y que pone sobre el tapete de la discusión la función de la escritura poética en esta edad en apariencia tan poco propicia para  ellas (la discusión, la escritura.)

II

Doce ensayos se recogen en El canto y el vuelo de Alberto Blanco. Sus temas buscan situar y orientar, ordenar, los debates en torno a la poesía en el mundo contemporáneo. Los informa un vasto conocimiento y los respalda una amplia experiencia. Su escritura no parece gratuita. Surge como necesaria, al menos para el autor y sus lectores. El canto y el vuelo puede ser leído de varias formas: como un diagnóstico de la poesía y de su lugar, de sus deberes y deudas en nuestro tiempo; como una serie de reflexiones que se le han venido imponiendo al poeta, artista y pensador que es Alberto Blanco; como una autobiografía literaria sui generis; como una bitácora y guía de lecturas; como un mapa, como una historia del arte, la poesía y aun la ciencia contemporáneas. Libro poético y político; presupone un poema, una poética,  una ciudad y una política.

III

Los asuntos que ensarta el tejedor en su trama no están aislados. Se comunican como vasos vegetales que se compensan y absorben. Un ejemplo es el de la ecología. Un asunto que trata el autor no solamente o no tanto con los consabidos razonamientos en torno al tema de lo sustentable; los pone en relación y los aplica, buscar ponerlos en relación con el ejercicio y el pensamiento mismo de la poesía y su quehacer. Esto lo lleva a plantear una original conceptualización en torno a los deberes de la escritura poética y alrededor del hecho mismo del oficio artístico en nuestro tiempo. La sensatez, la juiciosa ponderación se barajan en esta canasta reflexiva con la elegancia y soltura del alfarero que conoce bien, al derecho y al revés, por arriba y de lado, el juego que se trae entre manos. Juego, es por cierto, una de las categorías implícitas en esta partitura que toca asuntos como “el azar”, el “humor”, el “sueño”, el “silencio”, pero que no se enuncia aunque es, de hecho, una de las paredes contra las cuales lanza sus esferas este empedernido volador y cantor, preocupado por socializar el don y la responsabilidad de haber sido llamado a darse cuenta de la presencia ubicua de la poesía en la creación y en la transcripción, en la traducción y el traslado ya no solo de las palabras sino de las formas.

IV

El canto y el vuelo es un libro de ensayos escrito en torno a la poesía, el poema, el canto y alrededor de la inspiración, el arrebato, de lo que el joven Alfonso Reyes llamaría el “impulso lírico”. Los ensayos han sido escritos por un cantor y, a las veces, un cantante y por alguien que domina el arte del vuelo verbal, además de ser un estudioso de las leyes de la gravedad y de ser él mismo un asiduo viajero por los aires y ritmos de la palabra poética. No es El canto y el vuelo un libro improvisado, con él, el autor cierra el tríptico compuesto por otros dos títulos: El llamado y el don y La poesía y el presente que forman con El canto y el vuelo un triángulo conceptual que Blanco empezó a publicar desde el 2011 sobre el lugar y  el tiempo de la poesía y de la escritura poética entre las otras artes —como la música y la arquitectura— y entre otras experiencias intelectuales o espirituales como la religión, la ciencia, la ecología, la filosofía. El autor es un cantor y un volador de larga data. Puedo dar fe de que, desde hace más de cuarenta años, cuando lo conocí en la casa de nuestro querido maestro Huberto Batis, a Blanco lo desvelaba la página en blanco, la blancura de Mallarmé, el tenso vacío presente en los poemas de Xavier Villaurrutia, José Gorostiza y Jorge Cuesta; puedo dar fe de que a este otro magno Alberto le interesaba la ciencia —pues venía de estudiar química—, pero que no desdeñaba interesarse por otras prácticas cognoscitivas, desde el Zen, la filosofía de la ciencia y del arte hasta las artes menos formales del collage y la improvisación. La curiosidad aventurera y generosa que movía al joven Alberto informa y da sabor a El canto y el vuelo donde conviven Jackson Pollock, Seamus Heanney y Leonardo da Vinci, César Vallejo y Vicente Huidobro junto con las constelaciones de la Vía Láctea o las ideas de Goethe en torno al arte. El canto y el vuelo es, ante todo, un libro legible y elegible como libro de cabecera y obra de referencia, un conjunto de ensayos que se deja leer y releer y que, al mismo tiempo, habla de la polinización por el arte, poliniza él mismo y es capaz de suscitar en el lector el impulso de Ícaro y el vuelo de los antiguos bardos irlandeses. Sus doce ensayos se suman a los otros 24 de sus otros libros y forman un conjunto de 36 estaciones o jornadas en los que el anónimo peregrino puede encontrar pero no decir su nombre. Son éstas algunas de las razones en las cuales coincidí y suscribí gustosamente, junto con Angelina Muñiz Huberman y Jorge Aguilar Mora, para que se le concediera a Alberto Blanco el Premio Xavier Villaurrutia 2016 otorgado por la Sociedad Alfonsina Internacional.

Este reconocimiento no es casual. Lo respalda una amplia obra cuyos registros abarcan numerosos libros de poemas, ensayos de crítica, de pintura y de artes plásticas, libros de arte y de artista, libros para niños; su obra desborda lo puramente literario y se atreve a producir y exponer en México y el extranjero trazos, dibujos, collages, huellas y pinturas propias, acomete la organización de exposiciones y oficios de curaduría; anida en la música a través del Rock & Roll en el que él mismo anda como compositor y ejecutante; ha hecho discos como El libro de los pájaros, películas como La tribu de las palabras; su obra es a la vez individual y colectiva, el autor esta desvelado por la insularidad ensimismada y por la comunidad; se ha dado tiempo para lanzarse a hacer una ambiciosa arte poética en tres volúmenes: El llamado y el don, (2011); La poesía y el presente, (2013; El canto y el vuelo, (2016). María Zambrano diría que Alberto Blanco es uno de esos poetas que no necesita protección y que puede prescindir de los primero auxilios de un hermeneuta o un teórico de ocasión. Su obra ha sido publicada no sólo en México sino en el extranjero y traducida a otras lenguas. Además Alberto Blanco, nativo de los signos de Acuario en la astrología tradicional y del Conejo en la China, ha sido un traductor de libros no exentos de dificultades, como: Plantas de los Dioses, de Richard Evans Schultes y Albert Hofmann, 1982. El lado izquierdo de la creación, de John D. Barrow y Joseph Silk, 1991. El día de Miranda para bailar, de Jackie Jasina Schaefer, 1994. Dhammapada, 1997, Allen Ginsberg, breve antología, 1982. Emily Dickinson, breve antología, 1982; 55 poemas de Emily Dickinson, poesía, 2010. Kenneth Patchen, breve antología, 1986. Bertolt Brecht: Las visiones y los tiempos oscuros, en colaboración con Pura López Colomé, 1989. Ivan Malinowski: El corazón del invierno, en colaboración con Francisco Uriz, 1991. Runas para una mesa redonda, poemas de W. S. Merwin, 1994. Más de dos siglos de poesía norteamericana II, edición bilingüe, (52 poemas traducidos), 1994. W. S. Merwin: Después de los alfabetos, antología poética 1952-1993, 1996. La ecuación del fuego, de Jean-Marc Debenedetti, en colaboración con Danièle Bonnefois, 2001, entre muchos otros productos salidos de la fragua y taller del autor de El canto y el vuelo.

Palabras preparada con motivo de la entrega del premio “Xavier Villaurrutia 2016”, el día  martes 27 de junio del 2017.

Imagen: Alberto blanco, foto © Dana Blanco Revah

Adolfo Castañón. Poeta, traductor y ensayista. Es autor de más de 30 volúmenes. Los más recientes de ellos son Tránsito de Octavio Paz (2014) y Por el país de Montaigne (2015), ambos publicados por El Colegio de México.  Twitter:@avecesprosa

 

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Posted: June 21, 2017 at 9:59 pm

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