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El nuevo oficialismo periodístico

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Diversos autores

Sobre la lista de becarios del FONCA según Notimex

En días pasados Notimex dio a conocer un reportaje del equipo de producción de la agencia de noticias: “Los estímulos del Fonca: entre la opacidad y el despilfarro”, en el que se dio a conocer una lista con los nombres de varios escritores que han tenido el “privilegio” de recibir becas del Fonca desde 1993, año en que se fundó ese sistema de apoyo a los creadores. El reportaje oficial, realizado por periodistas en la nómina del Estado, desató una polémica de la que Literal Magazine ofrece a continuación algunas opiniones. 

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Naief Yehya

Muchos dirán ahora que era absolutamente predecible que el gobierno de AMLO desataría una resaca conservadora, cargada de culpa y penitencia en contra de los artistas e intelectuales. Las señales parecen inconfundibles, recortes, cierres de bibliotecas, nombramientos inexplicables, recriminaciones contra científicos, amenazas y denuncias desde Notimex a creadores con largas y probadas trayectorias por “abusar” del erario al ganar demasiadas veces un reconocimiento. Los aires de purga cultural tienen un tufo reconocible. La pregunta es ¿para qué? ¿Con qué fin el gobierno morenista confronta a ciertos intelectuales si lo que recibe la cultura equivale al 0.22% del presupuesto total? Por tanto más que un ahorro esto tiene un carácter punitivo y la respuesta no puede ser de sometimiento. No debemos caer en el juego de las acusaciones mutuas. No podemos dejar que la sin razón de la venganza y del resentimiento se imponga al desarrollo de la creación. No he perdido la confianza de que el cambio que representa este gobierno eventualmente traerá una mejor sociedad, paz, decencia y una era de progreso sin paralelo. No obstante, no tengo la menor duda de que sin la cultura la nación no tiene sentido y sin las artes nuestro país es tan sólo un terregal sobre una fosa común.

 

Alberto Chimal

Me entristece mucho que la imagen y el video estén hechos con mala fe. Los nombres de los artistas se ponen como si fueran los de criminales que han robado enormes cantidades de dinero, cuando todos sabemos que los verdaderos grandes ladrones están en otra parte, han robado miles o hasta millones de veces más que esas cantidades, y en algunos casos no están siendo perseguidos siquiera. Los debates sobre el funcionamiento y la reforma del FONCA, sobre el valor de las artes en este país, solamente se empañan, se vuelven más confusos, con acciones como esa.

 

Ana V. Clavel

Fatal la campaña de desprestigio y desinformación por parte de Notimex. Los apoyos del SNCA no son becas asistenciales, sino estímulos a la excelencia de propuestas a partir del trabajo realizado y la trayectoria. Con la reiteración al otorgarlos varias veces se busca no sólo apoyar a un autor sino también un proyecto de creación en proceso continuo. Habría que recordar la función para la que fueron creados: “estimular, fomentar y apoyar la creación individual de artistas de trayectoria y excelencia para su ejercicio creativo en condiciones adecuadas, así como contribuir a incrementar el patrimonio cultural de México”. No todo mundo puede obtenerlas por más que un populismo engañoso y pseudodemocrático así lo pretenda. La excelencia no debe confundirse con elitismo. El arte, decía Stendhal, requiere manos limpias. Juan Rulfo tuvo dos becas del Centro Mexicano de Escritores para escribir Pedro Páramo, y todo creador que no se crea el cuento de la productividad ramplona sabe el privilegio que es poder dedicarse al trabajo propio sin demasiadas penurias por la sobrevivencia diaria. ¿Que México es un país de increíbles desigualdades? Nadie lo duda, pero poco bien se hace a los pobres empobreciendo también los recursos para el arte y la cultura. El SNCA es por supuesto perfectible, ha sobrevivido a los cambios de administración, pero debería fortalecerse, mejorar y transparentar sus funciones, sus alcances, su derrama social, sus reglas de operación, la designación de sus comités, la selección de sus miembros. Pero en vez de pretender desmantelarlo y satanizar a los creadores, deberían buscarse esquemas para darle continuidad, convertirlo en un sistema más permanente, más inclusivo, y más profesionalizado de un sector desprotegido laboralmente, sin servicio médico, ni pensiones de retiro, condenado al freelance, pero que a la par forja el patrimonio intangible e invaluable de la cultura propia y universal.

 

Ana García Bergua

Quizá ya tengo paranoia, pero estoy empezando a pensar que cada que ocurren cosas graves y preocupantes (muy a menudo por desgracia) como aceptar ser el muro de Trump o la entrega de la labor de rescate del tejido social a las iglesias, alguien, ya sea Jesusa o Notimex, ataca al FONCA. Parece olvidarse que hace un par de meses tuvieron lugar las discusiones sobre el FONCA; personalmente fui a llevar las propuestas de un grupo de escritoras y esperamos los resultados de esas mesas. ¿Por qué seguir azuzando resentimientos y atacando a la comunidad cultural si no es para distraer la crítica de los temas graves? Por ejemplo, a mí me aterra que el dinero que se ha quitado a tantos rubros –entre ellos la ciencia y la cultura—vaya a parar a las iglesias, ¿a ustedes no?

 

Jazmina Barrera

Hace dos años obtuve la beca de Jóvenes creadores del FONCA. Gracias a ella pude escribir dos libros, uno de ensayos y otro que se llama Linea nigra, que se publicará el próximo año. Recibí la beca casi al mismo tiempo que nació mi hijo y escribí los libros en el poco tiempo que me quedaba, entre las desveladas y la lactancia a libre demanda. Sin la beca, esto habría sido imposible. Al mismo tiempo, mi madre, que es pintora, recibió la beca del Sistema Nacional de Creadores, y gracias a ella pudo seguir pintando, en el tiempo libre que le dejaba el tratamiento para el cáncer. De nuevo, sin la beca, esto también habría sido imposible.

Hace unos días, un reportaje nombraba a los artistas y autores que más veces han tenido el SNCA, y se empezó a hablar de ellos como si fueran criminales. Yo, al contrario, pienso que son pocos. Si comparamos con los beneficiarios del Sistema Nacional de Investigadores, parecen un puñado y el dinero que han recibido, una bicoca. Ojalá hubiera más becas, ojalá alcanzaran para ellos y para la gente talentosísima que conozco que ha sido rechazada en todas sus solicitudes. Y ojalá, también, hubiera más mujeres en esas gráficas del reportaje, más diversidad en general. Hay mucho que mejorar en el FONCA, pero hay que echarlo para arriba y no para abajo. (Le leo estos párrafos a mi marido, que es un escritor chileno, y me dice que en México hay que cambiarlo todo menos el FONCA, Tierra Adentro y los Chiles en Nogada.)

Por supuesto, en un mundo ideal, estas becas no serían necesarias. Si el estado garantizara a los creadores seguridad social, si hiciera efectivas las leyes necesarias para sobrellevar la competencia voraz del neoliberalismo, quizás muchas de estas becas (no me atrevo a decir que todas) no tendrían por qué existir. Hasta entonces, que viva el FONCA.     

 

Tanya Huntington

Me encantaría opinar sobre el tema en términos abstractos, pero desafortunadamente, para mi marido, Francisco Hinojosa, y otra veintena o más de creadores, éste ha sido un ataque personal. Francisco Hinojosa no solo ha escrito más de cincuenta libros, sino que se dedica incansablemente a dar charlas en eventos, escuelas, ferias, etcétera para promover la literatura infantil y juvenil a modo de retribución social. Resulta difícil tomar a la ligera acusaciones en su contra desde la agencia oficial de noticias de haber cometido un abuso, o de ser miembro de una inexistente mafia literaria priísta en un video que lleva como título “Los estímulos del FONCA: entre la opacidad y despilfarro”. ¿El Sistema Nacional de Creadores de Arte no fue creado justamente en la imagen y semejanza del Sistema Nacional de Investigadores, para apoyar a creadores con trayectoria a largo plazo, siempre y cuando sometieran a consideración proyectos considerados dignos por los miembros de jurados independientes? ¿Hubiera sido mejor que Francisco Hinojosa se dedicara a otra cosa para cubrir sus gastos básicos, que no existiera la mitad de su obra, que no hubiera promovido la lectura entre generaciones de mexicanos? Además, ¿qué clase de periodismo declara en una infográfica que $32,173 pesos es el monto mensual que recibe, así en tiempo presente, como si fuera un sueldo fijo cuando de haber investigado sabrían que está en un periodo de descanso de dos años antes de que pueda volver a solicitar el apoyo para un proyecto específico –medida que abre la puerta para que entren candidatos nuevos? Parece que ni siquiera se tomaron la molestia los de Notimex de entender cómo funciona el SNCA, o por qué existe. Y que en lugar de recomendar cambios a un programa cuyo presupuesto es nimio en la gran escala de las cosas, eligieron lanzar acusaciones que solo puedo considerar como difamatorias.

 

Sandra Lorenzano

El imprescindible debate que hay que plantear en la sociedad mexicana sobre políticas culturales parece haberse desviado –por obra de un video realizado por la propia agencia de noticias del Estado– hacia una suerte de linchamiento de creadores que propicia que se instale un sentimiento anti-intelectual y anti-cultural. En un país tan injusto y desigual como el nuestro, la discusión en torno a la cultura es fundamental y debe ser una de las prioridades de este nuevo gobierno en el que tanto aún queremos confiar. Pero no para polarizar todavía más nuestra realidad, sino para crear puntos de encuentro y reflexión compartida. Durante siglos se ha excluido a los sectores más desprotegidos del concepto de “cultura”. Sin duda es hora de incluirlos como creadores, no sólo como “atracción turística” o consumidores. ¿Implica esto excluir a los otros sectores? La cultura es un concepto amplio y complejo que abarca muy diversas realidades y objetivos, y que establece las bases de la creación de ciudadanía. No lo olvidemos ni lo banalicemos con miradas simplificadoras: nosotros y ellos. O peor: nosotros contra ellos.

El otro punto al que parece atacar el video de Notimex es al sistema de becas y estímulos para creadores (FONCA-SNCA), aunque más bien ataca a los creadores que se han beneficiado con ese sistema, propiciando un linchamiento que parte de bases falsas. ¿Son los creadores que solicitan las becas quienes propician la desigualdad de oportunidades? Dudo mucho que obras de indiscutible mérito artístico como las de David Huerta, Elsa Cross, Alberto Ruy Sánchez o Francisco Hinojosa –por citar sólo a algunos de los mencionados allí por haber tenido el “descaro” de haber recibido seis veces la beca– sean responsables de siglos de injusticia. Por el contrario, sus obras, como todo gran arte, son clave para fortalecer la diversidad de puntos de vista, de opiniones, de perspectivas, de lecturas del mundo, que toda democracia debe defender antes que nada. No es pintando la realidad de un solo color como se fortalece un sistema de derecho. De ahí el valor del arte y del trabajo artístico en nuestra sociedad. Pensar, reflexionar, crear y compartir son acciones en las que se funda la cultura. Aunque esto, como bien lo dice Nuccio Ordine –y lo retoma Adriana Malvido en el primer artículo que discutió la postura de Notimex–, le parezca inútil a las mentalidades productivistas del capitalismo tardío, aun cuando vengan disfrazadas de progresismo. 

La pregunta de cajón y que dio origen a la polémica es ¿le corresponde al Estado apoyar este trabajo? El mecenazgo es una institución antiquísima que ha permitido durante siglos el desarrollo de grandes expresiones artísticas. Lo ideal sería un Estado en el cual esas oportunidades se ampliaran y democratizaran cada vez más, convocando, ¿por qué no? a la iniciativa privada que tanto y tan fácilmente se enriquece. Algo absolutamente contrario a los recortes, las burlas, el desprestigio y la polarización.

 

 

Miriam Mabel Martínez

Ni el linchamiento ni la exposición son la estrategia idónea para revisar un sistema. Revisar tampoco puede convertirse en eliminar. Pero tampoco debemos estar en contra de una revisión, la cual no implica necesariamente un rompimiento ni un replanteamiento, sino una revisión, un reordenamiento. Para mí reordenar es parte de ordenar.  Me resulta, más que injusto, arrogante reducir a una infografía inquisitiva un sistema de becas que en un amplio porcentaje sí ha dado resultados. Revisar ayuda a mejorar. Es ingenuo no pensar que ha habido fallas, pero esas fallas están muy por debajo de los aciertos. Quizá si haya gandallas (los hay en todas partes, los depredadores son partes de los sistemas), pero no son la mayoría. Los tiempos cambian y los contextos se modifican. Personalmente siempre he creído que lo que necesita el FONCA es mediación y vinculación entre los programas para así tener un impacto más amplio. Estoy a favor de la retribución social, y creo que hay muchas alternativas para hacerlo, desde los talleres, hasta la generación de materiales que respondan al presente como podcast, gacetas, ¡qué sé yo!, acciones que inviten a la comunidad a participar. Al artista solitario no le afectaría salir de vez en cuando. Existen muchos espacios, temas y tareas en todo el país que requieren del trabajo, visión y apuesta de los creadores, desde exposiciones, hasta lecturas, ensayos, mesas redondas, coreografías, conciertos, proyecciones de películas. Nos falta más discusión profunda y crítica, más propuestas, más allá de los egos. No sólo se trata de si deben conservarse las becas (desde mi punto de vista sí) sino de cómo hacer que esas becas funcionen mejor para que los beneficiados no sea únicamente el becado sino el sistema; que estos apoyos sirvan para fortalecer una tradición artística mexicana como lo ha hecho. Necesitamos de discusión para promover la creatividad, la imaginación. Creo que es demasiado simplista ver únicamente la parte económica, y me resulta sumamente conservador aprisionar a los creadores a “una casta de privilegiados”, no nos lo merecemos; pero también me resulta demasiado cómodo creer que la creación en solitario basta (tampoco nos lo merecemos) o que la obra en sí es la única posibilidad de aportar, porque también nos limitamos como creadores a la posibilidad de contagiar al otro, de compartir una mirada, una sensibilidad. No se trata de pelearse entre la comunidad, ni de permanecer aislados en la creación solitaria, tampoco de abandonar la propuesta-proceso-trabajo-reflexión artística para hacer campañas culturales, no es tan simple como quitar o perpetuar a las becas, sino de revisar cómo el sistema puede mejorar. Me parece dañino señalar. No es una cacería de brujas. Me parece arrogante no asumir que hay instancias –como el FONCA– que sí funcionan, tan arrogante como creer que no necesita ajustes. Para mí un ajuste necesario es la mediación entre los programas, saber que entre todos podríamos hacer crecer lo que se ha construido dentro también afuera, entonces sí impactando en la esfera social. Me entristece la incapacidad por proponer alternativas y no mirar todas las posibilidades que se abren entre la necedad de ambos polos.

 

David Miklos

Es cierto: el Sistema Nacional de Creadores de Arte es un programa que ha beneficiado, de manera constante, a un grupo pequeño de artistas, muchos de ellos pertenecientes al programa desde su fundación, en 1989: en ese año, un artista de 35, la edad a partir de la cual es posible acceder al estímulo, había nacido en 1954. Tal era la idea y tal sigue siendo la idea de dicha iniciativa: reconocer trayectorias maduras y velar por su continuidad y consolidación. Ingresar al Sistema como una voz relativamente nueva, perteneciente al grupo de creadoras y creadores nacidos en décadas recientes (desde los 1960 a los 1980), no es fácil, aunque tampoco imposible: las becas son escasas y la competencia fuerte. Sin embargo, con el paso de los años, el Sistema, gracias a sus comités de evaluación y selección, se ha vuelto más abierto, más inclusivo y, sin lugar a dudas, más transparente: todos sus procesos de selección son abiertos y públicos, con el objetivo de erradicar la discrecionalidad de la que se ha acusado al programa. No es un programa perfecto, sobre todo por la reducida partida presupuestal que se brinda a la cultura en México, pero sí es perfectible. Consuelo Sáizar, cuando dirigía el Conaculta, lo intentó: consiguió triplicar el número de becas, crear niveles de estímulo, por edades, y velar por la continuidad de los beneficiarios que cumplieran con lo propuesto en sus proyectos. Este cambió duró dos años: cuando el PRI regresó al poder, se volvió al esquema operativo anterior, aunque dentro de un marco de transparencia y rendición de cuentas distinto. Uno habría esperado que con la llegada de la llamada Cuarta Transformación al poder nuevos y sanos cambios se instalarían en el Sistema, pero ocurrió lo contrario: el Sistema se mantuvo, pero, el dedo flamígero del gobierno y su agencia de información señalaron a los artistas y los acusaron de, para decir lo menos y no recurrir a su lenguaje de odio, vividores. No deja de ser curioso que, dentro de esta misma esfera, un programa editorial público como Tierra Adentro ceda al autoritarismo a través de la cancelación de dictámenes externos, aupado por el FCE, y conceda a su director la voz única y última para la publicación de obras pagadas con nuestros impuestos: allí sí, por lo visto, son bienvenidas la opacidad y la discrecionalidad. ¿Cómo lidiar con esta contradicción? ¿Cómo demostrar que los artistas no somos enemigos de los aires de cambio y de la lucha contra la corrupción, muchos de nosotros votantes del mandato actual? Habrá que encontrar la respuesta, porque las preguntas son muchas, lo mismo que el azoro.

 

Rose Mary Salum

Mientras México no pueda ofrecer las vías necesarias para que sus creadores tengan la posibilidad de realizar su obra  (como lo hacen tantos otros países) y no verse en la necesidad de sacrificarla en aras de la sobrevivencia, las becas, por mínimas que estas sean, son imprescindibles para incrementar el “patrimonio cultural del México” como reza la misma convocatoria del FONCA. Es lamentable que el movimiento de la Cuarta Transformación quiera dejar fuera a este sector de la sociedad cuando lo óptimo sería propiciar el bien común,  y no sólo el de los grupos que a ellos les interesa.

 

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Posted: June 23, 2019 at 7:33 pm

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