Flashback
El padre de la bomba atómica

El padre de la bomba atómica

Efraín Villanueva

En 1941, los científicos Ernest Lawrence y Mark Oliphant hacían parte de un grupo secreto del gobierno estadounidense. Su tarea era establecer las bases para el posible diseño de una bomba atómica. En un encuentro casual entre ellos y J. Robert Oppenheimer, Oliphant empezó a discutir el optimismo de los más recientes reportes de su proyecto. Mientras Oliphant hablaba, Lawrence intentaba llamar inútilmente su atención con gestos. Fue Oppenheimer quien se percató de la embarazosa situación y le advirtió a Oliphant que lo más conveniente era cambiar a otro tema porque él no hacía parte del proyecto. Dándose cuenta de su error, Oliphant sólo alcanzó a decir: “Es terrible. Te necesitamos”. Ninguno de los tres podía saber que aquella indiscreción iniciaría una reacción en cadena que convertiría a Oppenheimer en el padre de la bomba atómica.

Fisión nuclear

La fisión nuclear había sido descubierta apenas dos años antes, en Berlín, por Otto Hahn y Fritz Strassmann. Cuando Oppenheimer se enteró de la noticia su primer instinto fue escepticismo: la fisión nuclear no era posible. Pero en el instante en el que presenció una demostración del experimento de los alemanes su mente empezó a imaginar posibles aplicaciones prácticas. Las primeras que se le ocurrieron: la generación de energía y el diseño de bombas. Pero más allá de este entusiasmo inicial, Oppenheimer no intentaría involucrarse en el tema y continuó su trabajo sobre agujeros negros.

Pero sí lo hizo una parte de la comunidad científica, incluyendo a científicos de renombre como Niels Bohr, Leo Szilard, Enrico Fermi, Edward Teller y Eugene Wigner. Uno de los hallazgos más importantes fue que con átomos de uranio 235 sería posible generar una reacción en cadena que provocaría una explosión. Algunos de estos científicos se percataron del potencial devastador de este descubrimiento e intentaron advertir al gobierno estadounidense. Fermi se reunió con el almirante Standford C. Hooper, asistente del Jefe de Operaciones Navales, pero durante la charla habló demasiado de aspectos físicos y técnicos que no resonaron en la mente militar y su advertencia no fue tenida en cuenta. Años después de la guerra, la esposa de Fermi le preguntó: “¿Cómo fue que no pudiste despertar el interés del almirante en la bomba atómica?” Fermi se defendió: “Estás usando palabras muy grandes. Olvidas que en 1939 había una probabilidad muy baja de una bomba nuclear”.

Un intento inútil

Szilard, Fermi, Teller y Wigner intentaron convencer a Bohr de no publicar nuevos resultados sobre sus investigaciones atómicas, al menos por el momento. Bohr se negó porque consideraba que la transparencia era esencial para el progreso de la ciencia. Pero al mismo tiempo era escéptico sobre la factibilidad de construir una bomba debido a las cantidades enormes de U-235 requeridas. Los alemanes, quienes también sabían de los avances en las investigaciones, impusieron una prohibición en la exportación de uranio e iniciaron su propio programa atómico.

Szilard y Wigner explicaron a Albert Einstein la situación y captaron su atención. Le escribieron una carta al embajador belga en Estados Unidos (en ese entonces, el Congo era una colonia belga y la fuente más importante de uranio del planeta) y al presidente Roosevelt, quien dio inicio al programa atómico estadounidense.

El reporte que inadvertidamente Oliphant reveló a Oppenheimer estaba basado en un reciente hallazgo de 1941. Ernest Peierls y Otto Frisch descubrieron que para producir una reacción en cadena capaz de provocar una bomba atómica no se requerían, como inicialmente se pensaba, toneladas de uranio, solo unos cuantos kilógramos (equivalente a varios miles de toneladas de dinamita). Aunque la dificultad de extraer uranio 235 del uranio natural seguía latente, Peierls y Frisch diseñaron el borrador de una bomba que sería, en esencia, la bomba que cinco años más tarde, el 6 de agosto de 1945, sería lanzada sobre la ciudad japonesa de Hiroshima.

El papel de Oppenheimer

El ingreso de Oppenheimer al proyecto no fue sencillo. Para 1941, una considerable parte de la comunidad científica estadounidense había sido reclutada, de una forma u otra, para trabajar o apoyar proyectos militares. Oppenheimer, quien era miembro del Partido Comunista y estaba bajo vigilancia de baja prioridad por parte del FBI, se sentía excluido y deseaba ser partícipe de algún proyecto de guerra. Solo luego de la insistencia de Lawrence, quien creía que Oppenheimer podía traer nuevas ideas al grupo, se le dio acceso a una reunión inicial.

El 7 de diciembre de 1941, aviones Kamikazes de Japón atacaron la base naval en Pearl Harbor. Estados Unidos entró oficialmente en la Segunda Guerra Mundial y Roosevelt le dio al grupo de científicos, nombre código: Sección Uno, seis meses para determinar de una vez por todas si la construcción de la bomba atómica era posible. Inicialmente, Oppenheimer trabajó para este grupo de manera informal, una especie de consultor externo. Pero una vez sus credenciales fueron aprobadas, demostró que su inclusión había sido acertada y demostró habilidades que sorprendían a colegas que lo conocían desde antes. El físico nuclear Hans Bethe aseguró: “…podía ver de primera mano el tremendo poder intelectual de Oppenheimer, líder incuestionable de nuestro grupo”.

La Sección Uno, efectivamente, logró su objetivo y el gobierno asumió el Proyecto Manhattan como un proyecto militar, a cargo del coronel Leslie Groves. Cuando Oppenheimer lo conoció, insistió en que una de las falencias de la investigación era la falta de: “… un laboratorio central donde el grupo pueda hablar con libertad, donde las ideas teóricas y los hallazgos experimentales se empaten mutuamente, donde se elimine el desgaste y la frustración y los errores de experimentos realizados por separados…”. A Oppenheimer lo perseguían sus afiliaciones comunistas, el hecho de no ostentar un Premio Nobel como otros miembros del grupo y, en palabras de Groves, “su falta de experiencia administrativa” y la falta de “prestigio entre sus colegas”. Y, sin embargo, Groves decidió que, en efecto, el proyecto requería un sitio de trabajo científico. La construcción del denominado “Proyecto Y” en Los Álamos constituyó la asignación de Oppenheimer como director científico porque, asegura Groves, “era obvio que no encontraríamos a alguien mejor”.

La bomba

J. Robert Oppenheimer, fue un físico teórico, nacido en Nueva York en el seno de una familia judía acomodada, un hombre considerado como una figura arrogante por sus colegas en la Universidad de Berkeley, pero admirado por sus estudiantes. Pero había un lado que pocos conocían, como lo explica Ray Monk en su biografía: Oppenheimer “escribía poesía e historias cortas, le encantaba y tenía un amplio conocimiento en literatura francesa, encontraba las escrituras hindúes tan inspiradoras que aprendió sánscrito para leerlas en su lenguaje original”. Fue este hombre quien lideró a un grupo de científicos para diseñar, construir y probar exitosamente la primera bomba atómica de la historia de la humanidad. Lo logró en tres años de desarrollo y gastando dos billones de dólares de la época.

El 16 de julio de 1945, el trabajo de Oppenheimer y su grupo fue probado por primera vez. A las 5.29 am y 45 segundos, ocurrió la primera explosión nuclear de la historia. En 1965, Oppenheimer grabó para un documental de televisión su impresión de aquella prueba: “Algunos pocos rieron, otros lloraron. La mayoría permaneció en silencio. Yo recordé una línea de las escrituras hindúes, el Bhagavad Gita: Visnú está intentando persuadir al príncipe para que ejecute su deber y, para impresionarlo, se presenta en su forma de brazos múltiples y dice: ‘Ahora soy la muerte, el destructor de mundos’. Supongo que todos pensamos eso de una forma u otra”.

 

*Con información de Monk, Ray. Robert Oppenheimer: A Life Inside the Center, Knopf Doubleday Publishing Group (2012).

 

Efraín Villanueva Escritor colombiano radicado en Alemania. Es MFA en Escritura Creativa de la Universidad de Iowa y tiene un título en Creación Narrativa de la Universidad Central de Bogotá. Sus trabajos han aparecido, en español y en inglés en publicaciones como Granta en español,Revista ArcadiaEl HeraldoVice Colombia, Literal MagazineRoads and KingdomsLittle Village Magazine, entre otros. Su Twitter es @Efra_Villanueva

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Posted: August 5, 2018 at 9:28 pm

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