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Genocidio cultural
COLUMN/COLUMNA

Genocidio cultural

Miguel Cane

Reboot / Remake / Remodel… ¿Hasta cuándo?

Desde que se inventó el cine, éste es –amén de tratarse de un arte– un negocio que se rige por dólares y centavos. Por cada película que se arriesga a contar algo diferente, quizá un tema inquietante o algo relevante –o, ¿por qué no?, adaptar un mito clásico, o un relato de intriga, o una novela del siglo XIX, por ejemplo– hay diez que repiten los mismos formatos de satisfacción instantánea en entretenimiento masivo que han prevalecido desde hace más de 35 años, sólo repitiéndose, relanzándose, eternizándose en secuelas o remakes. No sin un dejo de su característica arrogancia (la tiene, ni modo, es su personalidad), Alejandro González Iñárritu ha calificado este tipo de películas como “genocidio cultural” y si bien personalmente creo que es una exageración, lo cierto es que la tendencia de películas de superhéroes, space operas y franquicias  anexas y derivadas, que se relanzan cada equis tiempo, debe tener sus días contados.

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Esto se debe en parte, como decía, a que el mundo del cine comercial –las producciones que los estudios lanzan anualmente para inundar las salas alrededor del mundo– está regido básicamente por dos tipos de personas: los fanboys y teenagers americanos que abarrotan esas salas y presentan una mayor demanda por estos productos y los ejecutivos que, en su momento,  siendo niños de los 70, 80 y 90, crecieron siendo fanboys ellos mismos, de filmes como Superman (1978), Batman (1989) o sagas como Star Wars, Indiana Jones, Jurassic Park, etc. Así que han replicado en las generaciones posteriores sus marcadas tendencias en gustos. Esto no tendría nada de malo si no saturasen el mercado y no buscaran un constante dominio mediante el codiciado target masculino (podría incluirse aquí entre comillas “heterosexual”) de 18-49, que tiene el poder adquisitivo para ir los viernes por la noche a ver una película de mucha acción, adrenalina y testosterona y que, además, tenga la promesa de una secuela para volver a la sala por una experiencia similar. Qué demonios importa si no tiene ningún tipo de lógica o de trama: “yo no voy al cine a pensar”, suele ser el argumento que ofrece el público que acude a estos espectáculos y que verano a verano copan las salas internacionales –y no sólo las salas: usualmente vienen acompañados por un tsunami de publicidad y merchandising.

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En una entrevista reciente, con motivo del estreno de la cinta Big Eyes (realizada prácticamente como un film independiente), Tim Burton, que en ciertos círculos es considerado el responsable de revivir el género con sus dos filmes, protagonizados por Michael Keaton, Jack Nicholson, Kim Basinger y Michelle Pfeiffer como una Catwoman memorable, señalaba que las películas de superhéroes deberían desaparecer por un tiempo, entrar en moratoria, aunque esto ya no es posible: el público ha hablado y demanda cada vez más cintas de este tipo. Los estudios Marvel se han encargado de esto: han creado un universo fílmico tan bien estructurado que pone a los ejecutivos de DC a llorar y a buscar una manera desesperada de competir: aunque no todo es la proverbial miel sobre hojuelas; Marvel tiene una disputa con Fox, a quienes vendió hace casi veinte años –en un momento de pre-quiebra– los derechos cinematográficos de dos de sus propiedades, X-Men y Fantastic Four, la primera, muy exitosa, la segunda un fracaso atroz, que se ve venir este año de nuevo con el estreno en agosto de una nueva cinta basada en los primeros héroes de Marvel (cuya serie fue cancelada recientemente tras 645 números y 54 años de publicación), que nada tiene realmente qué ver con la propiedad y que ha tenido problemas debido al temperamento del director, Josh Trank, quien de fracasar, difícilmente podrá ver su carrera levantar cabeza (de hecho, ya fue despedido de una futura película de Star Wars por la casa Disney, que adquirió Lucasfilm por exclusivas razones de mercadeo).

En junio viene el reboot de la saga Jurassic Park, estelarizada por Chris Pratt, un ex comediante de TV metido a matinée idol gracias al éxito sorpresa de 2014, Guardianes de la Galaxia) y aún antes de su estreno ya se habla de que será Pratt quien protagonice una nueva saga de Indiana Jones, elegido personalmente por Steven Spielberg para reemplazar a Harrison Ford, quien aparecerá en diciembre en el muy anticipado séptimo capítulo de Star Wars, dirigido por JJ Abrams (que también resucitó Viaje a las estrellas), en su legendario rol de Han Solo.

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¿Cuánto más podrá resistir esta tendencia antes de implosionar?

Es difícil saber. Por lo pronto, Avengers 2 no fue el éxito avasallador que su estudio esperaba (si bien tampoco fue un fracaso) y suscitó controversia cuando el muy popular Joss Whedon se quejó abiertamente en Vanity Fair de la intervención de los ejecutivos en su obra, algo que sin duda dañó su ya de por sí endeble relación creativa con el estudio (esta es la oportunidad que DC esperaba para, así, recuperar a Whedon a quien tuvo contratado varios años para dirigir una cinta sobre Wonder Woman que jamás sucedió). Mad Max: Fury Road fue bien recibida por los fans de este género aunque no pudo en taquilla con una comedia vulgar protagonizada por Rebel Wilson y Anna Kendrick que ha sido una sorpresa al colocarse hasta arriba en un fin de semana feriado. (¿Una película, sin importar su temática, con mujeres al frente? ¡Habráse visto!)

El público es veleidoso y tal vez tanto efecto especial empiece a pasar factura. Lo cierto es que la lucha del cine independiente sigue, y si para que éste exista deben hacerse Event Movies cada verano, que así sea. Aunque nadie puede asegurar que tengan un éxito permanente y cuadro caigan en desgracia, las consecuencias pueden ser enormes.

11075008_10155380060380302_6501501300794276094_o-150x150Miguel Cane es autor de la compilación Íntimos ensayos y de la novela Todas las fiestas de mañana. Es colaborador de Literal. Su Twitter es@aliascane


Posted: May 24, 2015 at 9:46 pm

There are 2 comments for this article
  1. Dan Campos at 12:54 pm

    ¡Buena reflexión, Miguel!

    Para bien o para mal, la taquilla y los ingresos en la misma son los que mandan al momento de decidir que cintas se producen.

    ¿Tenemos el infame genocidio cultural? A final de cuentas, la cultura popular también es cultura, y las generaciones que mencionas hemos tenido la enorme ventaja de poder acarrear lo que pudieron ser recuerdos de la infancia a la edad adulta. ¿En México? Recuerdo haber leído hace poco en Cinema Tradicional la visión de varios directores mexicanos en donde, casi al unisono, se quejaban de la invasión de los héroes ya que esto no le daba espacio en cartelera. A nivel personal encuentro absurdo eso, debido en parte a que buena cantidad de realizadores nacionales creen que sin apoyos de gobierno es imposible hacer cine. ¿Eso implica que no podemos hacer cine comercial en nuestro país, que le haga competencia a producciones internacionales? Bueno, eso en buena medida, también es cierto, pero es tema para desarrollar después.

    El éxito de Marvel (que ya demostró que no puede seguir para siempre) quiere ser replicado por todos. De ahí que todos los estudios quieren tener sus familias de películas, sin importar si son reboots, remakes o qué se yo. Este año ya marca las primeras señales de cansancio que se ven reflejadas en la taquilla. Ojalá Warner y Disney replanteen sus estrategias ya anunciadas, para lo que queda de la década.

    Ojalá tuvieramos más cintas como Edge of Tomorrow (adaptación de una noveleta y un posterior manga) o Mad Max: Fury Road. Dos cintas que a pesar de partir de las mismas fórmulas sobreexplotadas, han demostrado que se puede seguir haciendo cine de ese bonito. Lástima que no generan tanta taquilla.

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