Flashback
Jean-Clarence Lambert y su Praxis de la poesía
COLUMN/COLUMNA

Jean-Clarence Lambert y su Praxis de la poesía

Adolfo Castañón

Jean-Clarence Lambert publica Praxis de la poesía (Les armes parlantes. Pratique de la poésie) en 1976 a los 46 años. Octavio Paz, su amigo y lector-leído, que le lleva poco más de tres lustros cuenta con 62 años de edad. El primer capítulo, “Quinto sol”, dividido en tres incisos: “Esos lugares no lugares, esos exilios nómadas”, “Tarahumara”, “Ollintonatiuh”, refiere el encuentro de Lambert con el texto ¿Águila o sol? que tradujo en 1950 en “los sótanos de Barthelemy en los antiguos depósitos del mercado de Los Halles, que fueron demolidos para dejar lugar al Centro Pompidou.” En el texto de Lambert se cuenta cómo el entonces joven poeta francés de veinte años iba trasladando a su lengua los poemas del mexicano mientras calaba con una sonda de metal la masa de los quesos (Gruyère, Comté o Emmenthal). ¿Águila o sol? terminaría publicándose, después de numerosos ajustes, aproximaciones, tanteos, versiones y revisiones, años de espera con dibujos de Bona con el sello de Falaize en París. Paz recibió el 5 de septiembre de 1957 el libro recién editado. Entre tanto Lambert ya había viajado a México en el invierno de 1957-1958 y empezaba a ser conocido aquí gracias a su amigo Octavio Paz, quien le anunciaba desde el 12 de abril de 1957 que sus poemas serían publicados en el número 10 de la Revista Mexicana de Literatura, dirigida por Carlos Fuentes. No he podido documentar si esto sucedió así efectivamente. El inciso titulado “Tarahumara” recoge un diario de viaje de Lambert por Chihuahua y por la Sierra madre occidental donde se encuentra la región misteriosa de la tarahumara a cuyo llamado acudió Antonin Artaud. En este diario de viaje se ve cómo el vanguardista francés traductor de los poetas suecos Gunnar Ekelöf  y Artur Lundkvist no sólo encontró las huellas de Artaud sino recibió, por así decir, una iniciación en los misterios del México profundo cuya vida compartió durante varias semanas en compañía de la que sería su segunda esposa sueca: Asa Scherdin, con la que se casó en Chihuahua y de la cual tuvo dos hijos. Lambert no sólo conoció a los indígenas de aquellas tierras sino también convivió con los indigenistas y estudiosos locales de entonces. El viaje de J.-C.L. a la Sierra Tarahumara fue referido en una crónica de éste en la revista francesa Le Nouvel observatreur.

Lambert  anota en una carta personal dirigida al suscrito que el “pequeño cuaderno azul que me acompañaba entonces se encuentra ahora en los archivos OP de Princeton, después de haber sido expuesto (fetichizado) en varias ocasiones.”

* * *

Jean-Clarence Lambert

Les armes parlantes. Pratique de la poésie

Esos lugares no lugares, esos exilios nómadas

(fragmento)

Traducción de Adolfo Castañón

Ya he citado a El laberinto: era el tercer volumen dejado por Octavio. Mi ejemplar está en un estado lamentable: ya no se sostiene más, cubierto y recubierto como está de cinta scotch. Cuadernos Americanos, la edición blanca y azul de 1950. Poco tiempo después de que Octavio se fuera, sometí a la atención algunos extractos a Albert Béguin, para Esprit. Béguin estaba descubriendo entonces a América Latina: acababa de regresar de un viaje a Brasil, del que me hablaba con gusto y buen humor, una mañana en la que lo acompañaba desde la Rue Jacob hasta su domicilio. La loca exuberancia de la naturaleza americana fascinaba a este hombre del Norte. Fue él quien me habló de esas raíces de árbol que levantan el asfalto en las calles de Río: aunque los árboles se encuentran en la jungla, a varias decenas de kilómetros de ahí.

Béguin sin duda pensaba visitar México. En esos años había muy pocos estudios que hubiesen podido prepararlo para el viaje. México seguía siendo un país alejado, que los viajeros profesionales del tipo de los clientes de Serstevens todavía no habían puesto en su cuadricula. El Laberinto, que levantaba el proceso del mexicano, sino es que de México, era bienvenido en Esprit: todo el libro habría debido de aparecer de inmediato. Por desgracia, la muerte prematura de Béguin, irremplazado e irremplazable, enredó las cosas. Y me fue necesario tener paciencia hasta 1958, cuando Max-Pol Fouchet fundó en Fayard la colección “Horizonte libre”, para que fuese publicada ahí la traducción completa del Laberinto: la colección por cierto se inauguró con ella. Por lo menos esos años de espera permitieron que Octavio modificara a fondo los dos últimos capítulos, la conclusión se volvió singularmente sombría. En 1950 Paz todavía creía en “una soledad abierta donde nos espera la trascendencia: las manos de los otros solitarios”; en 1958, el tono es muy diferente: “Soñamos con los ojos abiertos y los sueños de la razón son atroces”. Por desgracia, para la nueva edición que acabamos de preparar para Gallimard, y que contiene los capítulos adicionales de Posdata, lo atroz está demasiado presente, pues la inexorable degradación de la revolución mexicana ha tenido este desenlace fatal: la masacre de los estudiantes en la Plaza de Tlatelolco, preludio de las Olimpiadas de 1968.

8 [p. 26]

Poco tiempo más tarde, estaba yo en Tlatelolco. Feliz logro de urbanización moderna, el sitio es más que espacioso. Está dominado por vastas unidades habitacionales que llevan cada una el nombre de un estado mexicano: Querétaro, Guerrero, Chihuahua. Las fachadas como tableros de estos edificios están cortadas cada dos pisos por el hueco en la sombra de un balcón que se repliega. Setenta mil personas viven ahí; se han juntado también ahí diversos servicios oficiales. El edificio Chihuahua, el de la matanza, bordea la explanada hacia el norte.

 

Tlatelolco, plaza de las Tres Culturas. ¿Tres?

Primero, la cultura indígena, como dirá también Artaud el supliciado: el gran Templo de los Aztecas dedicado al dios solar Huitzilopochtli. Sus plataformas por donde corría la sangre de tantas víctimas han sido reconstituidas por los arqueólogos: estructuras desnudas, sin ninguna decoración, piedra volcánica muy sombría, casi negra. Vestigios siniestros. Cuauhtémoc, Águila que cae, último adversario de Cortés, fue el gran señor y sacerdote de Tlatelolco. Una estela hace la historia de este recuerdo. “El 13 de agosto de 1521, heroicamente defendido por Cuauhtémoc, Tlatelolco cayó en poder de Hernán Cortés. No hubo ni victoria ni derrota, fue el doloroso nacimiento del pueblo mestizo que es el México de hoy.”1

¿Ni victoria ni derrota? La sangre corrió demasiado en este sitio maldito. Un canto triste (Icnocuicatl), compuesto poco después de la derrota de los Aztecas, describe la extensión del desastre:

 

Icnocuicatl

Sobre la calzada yacen las flechas rotas.
Las cabelleras han sido arrojadas a la tierra.
Las casas no tienen techo.
Los muros están rojos.
Los gusanos pululan por las calles y las plazas
y sobre los muros se encuentran cabezas aplastadas.
Las aguas están rojas, como si estuviesen teñidas
y cuando bebemos de ellas, es como beber salitre.

¡El fuego se hizo negro!
(Manuscrito anónimo de Tlatelolco, 1528)2

 

¿Ni victoria ni derrota? La estela conmemorativa mira hacia la iglesia de Santiago, buen ejemplo de barroco franciscano restaurado al gusto del día. Si bien la nave ha sido completamente rediseñada, los muros exteriores, de piedra clara, han sido al parecer mejor respetados. Hoy domingo, hay una gran misa, y he aquí que el portal lateral se abre para dejar salir un tropel de indios disfrazados como aztecas “danzas religiosas de Santiago de Tlatelolco” se lee sobre su estandarte. Con sus tocados de plumas multicolores, sus túnicas engalanadas, sus sandalias complicadas y tres hileras de cascabeles en los tobillos, se ponen a bailar al sonido hipnotizante de las flautas, arrastrando en su ronda a los espectadores que se sienten alma tribal. Sin embargo la ceremonia no tienen nada de convincente, y son raros los bailarines que parecen convencidos. En ese calor seco muy pronto tienen sed: se les dan refrescos. Un bello Azteca, con capa negra engalanada de plata, trae sobre su hombro una caja de Coca-Cola. “Bailamos para Santiago. Hagan sus ofrendas en la iglesia”, explica uno de los bailarines que se ha detenido repentinamente.

Estos indios, folclóricos en relación consigo mismos, que celebran no se sabría decir qué culto para turistas mexicanos ante una iglesia un poco demasiado nueva, ¿son pues la segunda de las Tres Culturas exaltadas por la plaza? ¿Cómo volverse a encontrar a uno mismo entre todas estas máscaras pueriles, estos rostros engañosos, estos simulacros acaso temibles?

Tlatelolco: los grandes inmuebles regulares prohíben todos los horizontes. El más lejano, en el fondo de la inmensa plaza, es el edificio Chihuahua, el de la matanza del 2 de octubre.

“Yo estuve ahí”, me contó finalmente el estudiante que me había abordado en la Alameda, preguntándome con una voz tímida: “¿Qué hora es?3 Mi amigo, mi mejor amigo fue herido, cayó así sobre mí. Habíamos rodado por tierra. Tenía sangre. Nada se ha olvidado.” Hablábamos juntos desde hacía menos de una hora. Me había paseado la víspera anterior por la noche, era viernes.

Por favor, señor, qué hora es.4 Me había detenido ante la vitrina todavía iluminada de la librería Porrúa. Pasaba de la medianoche. Él era originario de Oaxaca, venía de las montañas mágicas. Hijo de campesinos. Pequeño, color cobre, de cabellos brillantes, quién sabe si de mirada humilde o ávida. No fue difícil entablar la conversación; acabábamos de tomar una cerveza, y comíamos quesadillas bien doradas. Había estudiado música. Para pagar sus estudios, trabajaba en una oficina. Sacó de bajo la camisa, como para convencerme, un Método de taquigrafía y un cuaderno que llevaba metido en el cinturón de su pantalón, contra su cuerpo.

  —No puedo comprarme los libros que me hacen falta…

Estábamos en Tlatelolco desde hacía varias horas. Ya era de noche. Había habido discursos sobre el balcón del edificio Chihuahua. Por la libertad de prensa, para que se supiera qué había pasado realmente, durante la huelga. Y luego dos luces de bengala, cohetes azules, verdes estallaron atrás de Santiago. Los granaderos se arrojaron sobre nosotros. Éramos por lo menos quince mil. Familias completas, niños. Los altoparlantes aullaban “¡Calma! ¡Calma!5 ¿Pero qué pasa? Salvas de fusiles, gritos, pánico, los helicópteros, las luces que se apagaban. Tiraban al edificio Chihuahua desde la torre de Santiago. Mi camarada había sido alcanzado, nos echamos al suelo, traté de arrastrarlo fuera de la plaza. Había una mujer de rodillas que suplicaba: “Soldados, no tiren, van a matarnos, van a matarnos.” Creí que… Hubo por lo menos quinientos muertos, y miles de heridos. —Tlatelolco: ¿no se ha olvidado nada?

Desde que sucedió el drama, el edificio Chihuahua está en reconstrucción. Un buen número de los departamentos están ahora deshabitados. No todas las huellas de la fusilata han desaparecido. Las puertas metálicas de los elevadores están perforadas, los muros conservan lúgubres señales. 

La planta baja la ocupan tiendas de curiosidades para turistas y tarjetas postales. También se venden ahí platería y huaraches. Hay una pastelería. Un mes después de la masacre, es decir el 2 de noviembre, día de Muertos, se encontraban ahí como en todas partes, panes de muerto, cráneos de chocolate o de azúcar, con guirnaldas fúnebres y juguetes de muertos para los niños. Y la pequeña y descalza vendedora de flores me ofrecía ramos de cempasúchil, las flores de los muertos. Pero nadie sabía adónde ir para saludar a las víctimas de la Tercera Cultura. Los muertos del 2 de octubre no tienen tumba. ¿Ni vencedores ni vencidos?

Al mismo tiempo que renunciaba a su puesto de embajador de México en Nueva Delhi, Octavio Paz publicaba este poema, página preliminar a los nuevos capítulos de El laberinto de la soledad:

La limpidez
………..(quizá valga la pena

escribirlo sobre la limpieza

de esta hoja)

………..no es límpida:

es una rabia

…………(amarilla y negra

acumulación de bilis en español)

extendida sobre la página.

¿Por qué?

………….La vergüenza es ira

vuelta contra uno mismo:

…………………..si

una nación entera se avergüenza

es león que se agazapa

para saltar.

…………….(Los empleados

municipales lavan la sangre

en la Plaza de los Sacrificios.)

Mira ahora,

………………manchada

antes de haber dicho algo

que valga la pena,

………………la limpidez.6

9 [p. 31]

O.P.

Frente de Aries.

Ojos claros, de mirada lejana, ensimismado —o intensamente interrogante—, casi insostenible.

 

Mandíbulas poderosas

………..y una sonrisa multivalente: “¡Si solamente pudiese reír sin saber por qué!” Encantador o feroz (carnívoro). Sorprendido o salvaje, o tenso. Dispuesto a la admiración, a la decepción, a la humillación, a la rabia. Risa, sonrisa, rictus: enseña los dientes.

Manos pequeñas, como inocentes.

El aire general está marcado por el equilibrio. Este intelectual puro no ha olvidado nunca su cuerpo. Después de medio siglo de uso, y bajo climas extremos, este cuerpo es sorprendentemente joven. (Práctica aplicada del yoga en la India). Entre tanto ¿quién ha sabido interrogar la gaya ciencia del cuerpo más apasionadamente que él? El cuerpo amoroso, el cuerpo amado. “Más allá de ti, más allá de mí, por el cuerpo, en el cuerpo, más allá del cuerpo, queremos ver algo que es algo más.”

10 [p.32]

Carta manuscrita del 14 de abril de 1952. Nueva Dehli. Primero se trata de danza (parece que fue a través de la danza que O. empezó su exploración de la India: “(La tinta, misteriosamente, cambia de color. Escribo bajo una lluvia de insectos. El calor —llegamos hoy a 104º F— empieza a bajar con la llegada de la noche. Esta hora —las 7 pm— es muy hermosa. La grandeza del día se hace femenina. (No puedo seguir. Me intriga este súbito cambio de colores en la tinta))…”7

 

 

SOL ROJO DE TLATELOLCO

………..………..Aquí está tu residencia, Huitzilopochtli,

………..………..¡Aquí reinas!

………..………..………..Veinte mil víctimas inmoladas en la inauguración del Teocalli

Morir por la salvación de los hombres……….. Morir

Morir por la salvación de los dioses……….. …..Morir

………..Tlatelolco, plaza de las Tres-Culturas

………..El 13 de agosto de 1521

………..………..HERÓICAMENTE DEFENDIDO

………..………..………..POR CUAUHTÉMOC

………..………..………..………..TLATELOLCO

………..………..………....CAYÓ EN PODER

………………….DE HERNÁN CORTÉS

………....NO HUBO AHÍ NI VICTORIA NI DERROTA

 

“En el lugar del combate, cerca de la laguna de lodo y de sangre que brota. La batalla duró cinco días antes de que los dioses abandonaran a Cuauhtémoc y a sus guerreros. Todos los prisioneros españoles habían sido sacrificados a Huitzilopochtli, el Colibrí de la Izquierda. Habían sido vistos subir en fila las escaleras de la Pirámide hasta la Piedra de Sacrificio. Los sacerdotes les habían arrancado el corazón para depositarlo luego en la urna sagrada, cara a la terrible efigie del dios. La carne había sido distribuida de inmediato entre los jefes, pero muchos no quisieron probarla a causa de su sabor amargo” —
Tlatelolco, barrio muevo de México,
70 000 habitantes, muchas oficinas de servicio—
un hermoso logro urbanístico
con sus vastas unidades habitacionales de fachada geométrica.
El Edificio Chihuahua bordea la explanada hacia el norte.
A ras del suelo, ante la iglesia franciscana de Santiago
los vestigios del templo de Cuauhtémoc,
zócalos de tezontle oscuro
rodeados de fosos.

………………….NI VICTORIA NI DERROTA

………..“Sobre la calzada yacen las flechas rotas.

Las cabelleras han sido arrojadas a la tierra.

Las casas no tienen techo.

Los muros están rojos.

Los gusanos pululan por las calles y las plazas

y sobre los muros se encuentran cabezas aplastadas.

Las aguas están rojas, como si estuviesen teñidas

y cuando bebemos de ellas

es como beber salitre.”

………..………..Iconocuicatl, canto triste, 1528

………..………..Dos de Octubre, 2 Octobre 1968

 

¡Nadie se mueva si no muere!8

Estábamos en Tlatelolco desde hacía varias horas. Ya era de noche. Había habido discursos sobre el balcón del edificio Chihuahua. Por la libertad de prensa, para que se supiera qué había pasado realmente, durante la huelga. Y luego dos luces de bengala, cohetes azules, verdes estallaron atrás de Santiago. Los granaderos se arrojaron sobre nosotros. Éramos por lo menos quince mil. Familias completas, niños. Los altoparlantes aullaban “¡Calma! ¡Calma!9 ¿Pero qué pasa? Salvas de fusiles, gritos, pánico, los helicópteros, las luces que se apagaban. Tiraban al edificio Chihuahua desde la torre de Santiago. Mi camarada había sido alcanzado, nos echamos al suelo, traté de arrastrarlo fuera de la plaza. Hubo miles de heridos, y quinientos muertos, quinientos.”

 

La muerte moderna……….. Morir

Morir por ………..Morir

 

Señor del Espejo Humeante

El Cojo que se arrastra y merodea

Tú te llamas así

el Sol de la Noche

le dirán de destinos.

 

“A las 23 horas, fue dada la orden de terminar y de limpiar la zona. La fusilada __ por aquí y por allá, durante poco tiempo más. El agua de las tuberías rotas se derramaba sobre la fachada del Edificio Chihuahua. Les sirvió a los empleados municipales para lavarcualquier resto de sangre”

 

Y todo esto sucedió. Lo vimos.

Por ésta suerte lamentable y triste

estamos angustiados.

………..………..………..………..Iconocuicatl

NOTAS

Texto de la placa conmemorativa en la zona arqueológica de Tlatelolco, frente a la iglesia de Santiago.

2 En Visión de los vencidos estos versos se formulan de esta manera:

“Los últimos días del sitio de Tenochtitlan”
En los caminos yacen dardos rotos,
los cabellos están esparcidos.
Destechadas están las casas,
enrojecidos tienen sus muros.
Gusanos pululan por calles y plazas,
y en las paredes están salpicados los sesos.
Rojas están las aguas, están como teñidas,
y cuando las bebimos,
es como si bebiéramos agua de salitre.
3 En español en el original.
4 En español en el original.
5 En español en el original.
6 Octavio Paz, Obras completas. Obra poética I (1935-1970), “Intermitencias del oeste (3) (México: Olimpiada de 1968), “A Dore y Adja Yunkers”, Ladera este, p. 374.
7 Octavio Paz, Jardines errantes. Cartas a J. C. Lambert 1952-1992, liminar de J. C. Lambert, España, Seix Barral, 2008, p. 7.
8 En español en el original.

9 En español en el original.

 

Adolfo Castañón. Poeta, traductor y ensayista. Es autor de más de 30 volúmenes. Los más recientes de ellos son Tránsito de Octavio Paz (2014) y Por el país de Montaigne (2015), ambos publicados por El Colegio de México.  Twitter:@avecesprosa

 

 

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Posted: October 23, 2018 at 10:45 pm

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