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La dichosa diamantina

La dichosa diamantina

Ana Clavel

Antes de volverse una palabra políticamente incorrecta, arma de invasión feminista, bomba de implosión del patriarcado y sus feroces machismos, la diamantina era palabra llana, tetrasílaba, de fulgor inasible como la antes suave y ahora ruda patria.

Según el Diccionario de la Real Academia es adjetivo perteneciente o relativo al diamante, y en sentido metafórico: de condición dura, persistente, inquebrantable. Su origen etimológico la emparenta con el latín adamantinus y a su vez con ἀδαμάντινος (adamántinos). Diamantina es también nombre propio, como el que ostenta la ciudad de Minas Gerais, en Brasil, llamada así a causa de las minas explotadas por la corona portuguesa en el siglo XVII. Algunos cientos de mujeres en España y otros lugares lo llevan por nombre de pila, aunque no aparece mención en el santoral. Por su sonoridad y estirpe bien hubiera podido ser nombre de heroína de García Márquez o de Jorge Amado. También hay en el mundo del hip hop una cantante inglesa que se firma así.

Usada en manualidades y maquillaje por su brillante apariencia y bajo precio, la diamantina o purpurina fue industrializada por Henry Ruschmann en 1934 al descubrir una manera de recortar milimétricamente alúmina cristalizada de forma masiva. Hoy en día, en el proceso se perforan rollos de papel metalizado de donde salen las lentejuelas y como sobrante la diamantina, una variedad muy pequeña (apenas 1 mm²) de fragmentos plásticos copolimerizados, hojas de aluminio y otros materiales de colores metálicos, neón e iridiscentes. Además de las presentaciones tradicionales, también se le encuentra en barniz y spray.

Por su brillo y destellos mucha gente la llama “brillantina”, uso que evitamos quienes conocemos la Glostora o la brillantina Palmolive, una loción aceitosa para el cabello desde el pasado siglo. Otros prefieren el término inglés glitter y así se ha popularizado entre muchos jóvenes. Su uso decorativo y cosmético se ha extendido a la repostería en la que se emplea una diamantina comestible a base de goma arábiga para gelatinas y postres.

Regresando a la dichosa palabra, en un recuento literario somero me la encuentro en la epopeya trágica de Lope de Vega, Jerusalén conquistada de 1609:

“No vi enemigo que mi espada y lanza
Rindiese por la tierra en campo abierto
Como tus bellos ojos, y tu boca,
Con ser mi pecho diamantina roca…”

También en un soneto del autor guanajuatense Antonio Plaza Llamas (1833-1882):

“Si de la aurora diamantina
se dibujan los célicos albores
los pájaros del viento moradores
al éter mandan su canción divina.”

Adjetivo refulgente o epíteto pétreo en los ejemplos anteriores, la palabra cobra bríos de imagen poética grandiosa e inefable en el proemio de La suave patria (1921) de López Velarde:

“Diré con una épica sordina:
la Patria es impecable y diamantina.”

Pero ¿de qué Patria habla el poeta jerezano cuyo gran poema canta las riquezas materiales y espirituales de una nación recién surgida de la Revolución de 1910? De una muy lejana por cierto, no sólo en el tiempo sino en la realidad criminal fehaciente. Según datos del Sistema Nacional de Protección Integral a Niñas/os y Adolescentes, en 6 años crecieron 310 % las denuncias por abuso sexual a niñas de 0-5 años, cada año se embarazan más de 11 mil niñas de 10-14 años por abuso y violencia sexual, 76% de mujeres sufre violencia en el noviazgo y cada mes se registran 270 feminicidios. Un promedio de 9 mujeres muertas cada día, casi el doble de las asesinadas en 2014. Un subtotal de 1,199 mexicanas ultimadas solo en lo que va de 2019 por el simple hecho de ser mujeres.

Fuente: Amnistía Internacional

En este marco, ante la noticia reciente de una presunta violación perpetrada por policías en Azcapotzalco y ante la nula asertividad de las autoridades, el pasado 12 de agosto un grupo de mujeres se manifestó frente a las oficinas de la Secretaría de Seguridad de la Ciudad de México para exigir justicia y roció de diamantina rosa al secretario Jesús Orta.

Y es aquí donde la dichosa diamantina dejó de ser inofensiva para convertirse en material altamente peligroso, arma letal, símbolo de inconformidad e insurrección civil. Algunos ejemplos, plagados de ironía, humor y verdad, que circularon en redes para denunciar la impunidad ante los feminicidios y la criminalización de la protesta por parte de autoridades, medios y sociedad conservadora:

  • “La diamantina se quita, el vidrio se repara, las pintas se quitan, pero el miedo de vivir en una ciudad donde tu cuerpo no es respetado y el trauma derivado de que unos hombres VIOLENTEN SEXUALMENTE TU CUERPO, NO SE VA”
  • “La diamantina no mancha igual que la sangre”
  • “Brillanticidio: Delito consistente en utilizar como instrumento de ‘provocación’ diamantina color rosa que pone en riesgo la integridad y reputación de funcionarios ineptos”
  • “Arma de destrucción machista: trae tu brillantina”
  • “Más brillantina menos violaciones, menos desapariciones, menos asesinatos”

 

  • “Espero que Jesús Orta ya haya recibido ayuda psicológica y médica porque la diamantina causa más daños que una violación, ¿verdad?”
  • “La revolución será con glitter o no será”
  • “¡Mexicanas al glitter de guerra!”
  • “Aquí traigo dinamita, mostró una mujer con un frasquito de diamantina”

 

  • “Diamantina: nueva arma feminista”
  • “Era diamantina, no dinamita. Keep calm and mejor investiga a los que #NoNosCuidanNosViolan
  • “9 mujeres asesinadas al día, cuatro policías libres después de violar a una menor… Pero lo que les indigna es la ‘salvaje agresión’ con diamantina morada al jefe de la policía”

 

  • “No es la purpurina. ¿Es que te tocaron tu orgullo de macho?”
  • “Que no nos falte nunca diamantina en la bolsa, ni en la vida. A falta de huevos, diamantina”
  • “—Esto es inaceptable, me pusieron diamantina en el pelo, exijo justicia.
  • —A mí me violaron y me mataron, exigiría justicia pero ya estoy muerta.”
  • “Arma mortal feminista: ¡Oh no! La diamantina rosa mata mi masculinidad hegemónica”
  • “Se van a abrir carpetas de investigación, ¿bajo qué cargos? ¿Diamanticidio? ¿En serio?”
  • “Ojalá las agresiones y provocaciones en contra de mujeres fueran como un baño de pintura y purpurina rosa”
  • “La ira ante la impunidad se desborda tarde o temprano. Claramente deberían tomarlo como advertencia: ahora fue una puerta. Y —como ya dijeron por acá— luego puede dejar de ser diamantina para ser gasolina”
  • “Estoy tan enojada que sí me apunto a una revolución de glitter y vidrios rotos… Ya! Que el mundo arda… igual nos matan y nos violan”

Como puede verse, en los tiempos recientes la dichosa diamantina se ha vuelto bastante desgraciada e irreverente. “La Patria es impecable y diamantina”, cantaba López Velarde con voz premonitoria. Sí, ante la impunidad y la injusticia, se está volviendo rabiosamente diamantina.

 

 

Ana V. Clavel es escritora e investigadora. Ha obtenido diversos reconocimientos como el Premio Nacional de Cuento Gilberto Owen 1991 por su obra Amorosos de Atar y el Premio de Novela Corta Juan Rulfo 2005 de Radio Francia Internacional, por su obra Las violetas son flores del deseo (2007).  Es autora de Territorio Lolita, Ensayo sobre las ninfas (2017), El amor es hambre (2015), El dibujante de sombras (2009) y Las ninfas a veces sonríen (2013), entre otros. Su Twitter es @anaclavel99

 

©Literal Publishing. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación. Toda forma de utilización no autorizada será perseguida con lo establecido en la ley federal del derecho de autor.


Posted: August 21, 2019 at 8:06 pm

There is 1 comment for this article
  1. Sara at 12:08 am

    Durante los disturbios, las mujeres cometieron diversos actos de violencia contra individuos y dañaron propiedad privada y pública. No fueron solo ataques con diamantina, los cuales también representan un acto de agresión. Detrás de toda esta violencia feminista están los medios de comunicación, ONGs, y organizaciones de izquierda, que han creado una paranoia para aumentar sus ganancias o avanzar su agenda política. No podemos tolerar que este tipo de disturbios continúen ocurriendo y que queden impunes. El pueblo pide cárcel para las extremistas y sentencias severas para las mujeres que hacen denuncias falsas.

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