Essay
Las siete virtudes contemporáneas, de Norma Lazo

Las siete virtudes contemporáneas, de Norma Lazo

Naief Yehya

Cuando pensamos que el mundo ha estado inmerso en una guerra sin fin desde la caída de las Torres gemelas y los ataques del once de septiembre, resulta difícil creer que vivimos una de las eras de mayor paz y estabilidad en la historia humana. El Medio Oriente está en ruinas, millones de inmigrantes de esa región así como de África buscan refugio en Europa, la depredación del Hombre ha desatado el calentamiento global y la sexta extinción está en marcha. Una oleada de populismo autoritario estremece a Estados Unidos y Europa, por no hablar de todos los tiranos y dictadores que se mantienen en el poder en gran parte de las naciones del mundo. Reviven corrientes fascistas que creíamos sepultadas y sin embargo hay un declive de la violencia, así como un aumento de la civilidad. Por lo menos en los números y las estadísticas. De cualquier manera vivimos en tiempos tormentosos, en los que la crueldad fáctica (como la llama Norma Lazo para diferenciarla de la crueldad representada en las obras de ficción), el mal, la negligencia, la ambición desmesurada y el abuso de poder, parecen fuera de control.

Ante semejante ambigüedad las normas sociales y éticas dominantes desde la Ilustración enfrentan una variedad de dilemas morales. Las exigencias de comportamiento de los siglos precedentes no responden adecuadamente a las paradojas actuales. Norma Lazo se ha aventurado a postular un nuevo código de actitudes pensando en las controversias que han transformado la cultura y la política en el siglo XXI, y para eso ha escrito un soberbio ensayo sobre lo más digno y rescatable de la cultura humana y su reflejo en lo que denomina Las 7 virtudes contemporáneas. Una obra sorprendente que analiza la esencia de la decencia a través de obras de arte; una sinfonía en 7 movimientos con temas recurrentes, que parte de alejarse de las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad, así como las cardinales: fortaleza, justicia, prudencia y templanza, para postular un nuevo juego de virtudes elementales para llevar una vida plena. Lazo considera que estas virtudes tradicionales responden a valores religiosos, que en el caso del cristianismo, son en buena medida ocurrencias bíblicas, códigos de comportamiento creados por sociedades agrícolas que son inoperantes y arcaicos. Además de que la moral religiosa tolera la discriminación, el sometimiento y una variedad de formas de explotación que hoy deberían ser inexcusables. Así mismo, el ideario de Lazo se opone a los valores de ese moderno credo de prejuicios, confuso y oportunista que se denomina corrección política, que ha tomado por asalto las comunicaciones tanto virtuales como reales.

Las virtudes que propone Lazo son: singularidad, hospitalidad, empatía, discernimiento po-ético, responsabilidad, discreción, creación de sí. Cada una de ellas es explicada a través de ejemplos del arte, el cine, el cómic, el arte y la literatura, entrelazando filosofía, psicoanálisis y poética. Así la autora recurre a construir un ideario a partir de textos y obras, a la manera de relatos morales. La primera virtud, singularidad, es una revaluación de la individualidad y la dignidad de todo ser que arranca con la famosa fotografía The Backwards Man in his hotel room (1961), de Diane Arbus. A partir de esa imagen melancólica y extraña de un hombre de perfil que tiene la flexibilidad para posar con los pies apuntando hacia su espalda, contradiciendo la elemental anatomía corporal, Lazo reflexiona entorno a la paradoja de ser distinto en una cultura que supuestamente defiende la originalidad e individualidad, mientras que en realidad se horroriza con cualquiera que viola los cánones elementales de la belleza y los lugares comunes del bienestar. Los monstruos no son los seres diferentes que estelarizan la película Freaks, de Tod Browning ni los fenómenos de circo que son explotados para entretener con sus deformidades, sino aquellas personas crueles que sostienen el orden al ridiculizar y estigmatizarlos.

La segunda virtud es la hospitalidad, la cual resulta particularmente punzante en estos tiempos de migraciones forzadas y refugiados que son maltratados en todo el mundo. Pensar en este tema en la era Trump, en que las autoridades de inmigración de Estados Unidos separan familias de inmigrantes que buscan asilo y encierran niños en campos de concentración, adquiere una connotación particularmente lúgubre. En este caso Lazo eligió el filme Dersu Uzala, de Akira Kurosawa, el cual trata acerca de un hombre solitario que vive en la taiga y su encuentro con el capitán Arseneiev, a quien ayuda a entender y descubrir la vida salvaje. Dersu comparte con él y sus hombre su conocimiento y alimentos de manera incondicional, a pesar de que estos hombres representan la destrucción de su mundo y creencias, sin embargo su legado es imborrable.

La empatía es la tercera virtud en este ensayo ganador del premio Sor Juana Inés de la Cruz, 2016 y es un “soplo de emoción solidaria que envuelve a algunos ante la desgracia de otros” y para analizarla usa la novela clásica de ciencia ficción, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, de Philip K.Dick, que fue la inspiración de uno de los filmes más prodigiosos jamás filmados Blade Runner, de Ridley Scott. Dick consideraba que la empatía era realmente el valor que nos hacía humanos, por encima de la capacidad de crear, soñar, pensar o desear. Así, entonces el replicante, un androide indistinguible de un humano, nos obliga a considerar lo que es realmente esencial para ser humano.

La cuarta virtud es el discernimiento (po-ético), lo cual se refiere a una reflexión que permite pensar cuál es el modo de actuar correcto cuando las conductas morales, las aceptadas por la mayoría, entran en conflicto con una decisión ética. En este caso Lazo echa mano de la novela gráfica The Watchmen, de Alan Moore y Dave Gibbons, una historia situada en una realidad alternativa en la que los conflictos de los superhéroes tienen que ver con sus decisiones, su ambición y su misión. Aquí los “vigilantes”, al actuar fuera de la ley, continuamente confunden venganza con justicia y sus propios intereses y prejuicios interfieren en su defensa del orden y los más vulnerables. También escribe sobre el documental The Act of Killing, de Joshua Oppenheimer, un devastador documento sobre las masacres que tuvieron lugar en Indonesia en 1965 y 66. El cineasta logró que algunos de los asesinos recrearan sus crímenes frente a la cámara. Y de esa manera la esencia de la responsabilidad se desvanece, dejando su lugar a un espectáculo cínico y un cuestionamiento de la moral.

“No hay ética posible sin responsabilidad”, escribe Lazo, al respecto de la quinta virtud, la cual “es la virtud de responde a otros y a sí mismo”. El ejemplo elegido aquí es la obra de la artista Teresa Margolles, la cual trata acerca de la muerte violenta. Su trabajo gira entorno a los restos humanos, a las cicatrices sociales y a las huellas que la guerra contra el crimen organizado ha dejado en nuestro país. Margolles trata de dar visibilidad y sensibilizar al público al respecto de la magnitud de la tragedia de un México “convertido en una enorme fosa común”. La escritora precisa: “No confundir responsabilidad con superioridad moral”.

La discreción es prudencia y tacto para juzgar y obrar, y es la sexta virtud que Lazo expone al considerar la cinta La caza, de Thomas Vinterberg, la cual trata acerca de la crueldad del rumor. Un hombre es acusado falsamente de haber abusado de una menor y su vida se desmorona, sin pruebas ni testigos ni una oportunidad de defenderse. La integridad de una persona que ha actuado siempre de manera impecable es destruida por un simple rumor, por las palabras confusas de una niña emocionalmente inestable que se siente traicionada por un adulto que admira. La acusación es hasta cierto punto inocente, pero los mecanismos para desentrañar la verdad entre las suposiciones no existen así que el acusado es condenado sin posibilidad de redención.

La última virtud que enlista Lazo es la Creación de sí, “la oportunidad de elaborar sobre uno, desplazar la mirada crítica incrustada en el otro y redirigirla hacia mí”. Aquí la escritora emplea la obra del novelista recién fallecido, Philip Roth, un autor al que le importa “la invención de la identidad: la creación de sí”. La obra de este formidable novelista trata acerca de cómo nos creamos a nosotros mismos y de la importancia de poder reflexionar sobre nuestros deseos y acciones considerándolas más allá de su pragmatismo y los filtros que imponen las justificaciones racionales.

En su reflexión Lazo recurre a una serie de personajes límite, cazadores cada uno a su manera: Arbus con la cámara; Dersu para la supervivencia; Deckard como blade runner, inicialmente por dinero y después por chantaje; Margolles cazadora de espectros y espíritus y Vinterberg de víctimas inocentes. Estos seres representan en cierta forma una era de

Colapso, no sólo de un orden moral, sino también de la democracia y del discurso civil surgido de la Revolución Francesa, la Ilustración y la declaración de los derechos del hombre. Lazo en cierta forma nos alerta al respecto del colapso del humanismo, de los valores modernos que se hunden bajo el peso de visiones egoístas y la devaluación de la verdad ante una pandemia de fake news, como emblema de una incapacidad de reconocer que la percepción de la realidad se aleja de manera dramática de lo real.

Este ensayo es brillante ya que no solamente aborda con destreza e inteligencia una gran diversidad de elementos y se vale de toda clase de referencias sino que también ensaya sobre la idea del ensayo en sí mismo. Este es un texto oportuno que llega en un tiempo de confusión moral y deterioro del tejido social debido en gran medida a las redes sociales y a las complejidades que implica el ciberespacio, una mediósfera que cada día está más saturada de mentes artificiales, con las que interactuamos, a veces desconociendo su naturaleza. En un tiempo en que tendremos que cuestionar nuestros valores y ética debido a la inminente aparición de inteligencias artificiales, y de mentes aparentemente conscientes, en una diversidad de dominios de la vida será importante contar con nuevos códigos éticos que nos permitan evaluar nuestro lugar en el mundo y servir de brújula moral.

 

Naief Yehya es narrador, periodista y crítico cultural. Entre sus libros recientes están: Las cenizas y las cosas (Random, 2017), Pornocultura, el espectro de la violencia sexualizada en los medios (Planeta, 2013) y de la colección de cuentos Rebanadas (DGP-Conaculta, 2012). Es columnista de Literal y de La Razón. Twitter: @nyehya

 

©Literal Publishing. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación. Toda forma de utilización no autorizada será perseguida con lo establecido en la ley federal del derecho de autor.


Posted: July 15, 2018 at 9:15 pm

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *