Interview
Postales de Cuba

Postales de Cuba

Voces Colectivas

Como complemento del dossier dedicado a Cuba de este número de Literal, invitamos a varios autores y artistas plásticos mexicanos a colaborar con breves impresiones sobre viajes a la Isla. Aquí, el resultado:

Rowena Bali

Una maleta llena de regalos para la familia, un aeropuerto, una mujer ceñuda abriendo la maleta, una regalo para la ceñuda mujer. Una larga fila, un taxi a precio de oro, un regalo para el taxista. Un viaje a Varadero, arena blanca, largas caminatas con el azul en las rodillas. Cerveza y galletas con sardinas a la orilla del mar. Un hombre hermoso. Dos hombres hermosos. Muchos hombres hermosos. Una tienda para turistas a la que no puede entrar la familia. Pantalones de mezclilla y tenis de marca para un ceñudo adolescente. El caballo no morirá pero hay ladrillos para reparar La Habana Vieja. Una heladería llamada Coppelia, la nostalgia de una niña madre y de un adolescente padre; nieve de coco que llega a sorbos desde el pasado y se derrite en el presente. Una Habana veracruzana cruza por mi ineludible mexicanidad. Un aeropuerto, una maleta, un ceñudo hombre… unos billetes para el ceñudo hombre. Despedida, lágrimas y sonrisas para la familia… Al viejo reloj de la abuela, siempre fiel a la revolución, aún le funciona la cuerda.

Alberto Chimal

En 2000 fui a Varadero. Nunca había salido de México y el primer impacto al llegar fue, simplemente, el de notar lo diferente que era yo mismo. ¡Qué vergüenza! Intentaba “conducirme como en casa”, “no darme a notar” y descubrí que todo –no sólo mi acento sino mi complexión, mi ropa, mi modo de caminar– me delataba como extranjero. Y en Varadero, claro, el contraste era aún mayor entre la “prosperidad” clasemediera del hotel y la realidad más allá de sus puertas. En una playa sucia, en el borde de un barrio prácticamente en ruinas, un hombre quiso venderme una penca de plátanos negros y flacos, medio echados a perder. La compré, la tiré a la basura de inmediato y luego pasé horas recriminándome: nunca sabré si aquellas fueron las reacciones adecuadas.

Verónica Gerber Bicecci

De mi único viaje a Cuba, en 1995, sobrevive solamente un souvenir (si es que puede llamársele así). Es un cerdito de cerámica barnizada, parado en dos patas, y con una oreja rota. No recuerdo muy bien cómo fue que nos invitaron a cenar con una familia en La Habana. La señora de la casa me llevó hasta un enorme altar que tenía en la sala, sacó de ahí el cerdito y me lo dio. Ahora pienso que fue un error no haberle preguntado por qué o para qué, pero en ese momento tenía tanto miedo que no se me ocurrió (era raro comer en casa de desconocidos y todavía más extraño recibir un regalo de ellos). Lo tuve en mi tocador muchos años y después me armé de valor y lo escondí en el fondo de una caja dentro de un closet.

Claudia Guillén

Una noche del 1990 visité La Habana y me dirigí al hotel Pico Blanco St, John ya que me auguraba alguna posibilidad de insertarme en ese mundo de la bohemia que se respiraba en cada uno de sus muros. Ubicado en el centro del Vedado, el Pico Blanco, se erguía como una figura que albergaba la memoria del sentimiento. En último piso del hotel estaba el bar El Rincón del Feeling donde grandes trovadores, como José Antonio Méndez –quien murió un año antes en un accidente que le quitó la vida al salir del lugar–, Bola de Nieve y César Portillo de la Luz, se erigieron como una suerte de juglares que lograron que ese espacio estuviera repleto del buen sentido de la música para, así, llenar la noche con sus melodías que traspasaron fronteras emocionales y geográficas. Fue un buen augurio pues aquella noche me convertí en testigo y cómplice del feeling del Rincón en el momento que escuché el primer acorde de “Contigo en la distancia” interpretada por César Portillo de la Luz.

Alejandro Magallanes

Magallanes

Fernando Mata Rosas

De mi serie Centro Habana, lo más complicado fue traspasar lo que yo llamo el primer plano del lugar común, esta franja imaginaria donde se encuentra todo lo atractivo de la isla, su paisaje, su arquitectura, su luz, su gente, su música, la sensualidad, los cuerpos, su ron y su tabaco. Cómo lograr no caer seducido ante la mirada turística y superficial de la cual es muy difícil abstraerse, cómo resistirse a formar parte de esa “fiesta” permanente, cómo lograr apuntar la cámara hacia otro lado, cómo traducir en imágenes las contradicciones y angustias que me causa la idea de la Revolución cubana con la cuál mi generación creció.

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Posted: March 9, 2014 at 4:59 pm

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