Essay
Producción de libros como acto de resistencia  (Premio al Mérito Editorial UANL 2014)

Producción de libros como acto de resistencia (Premio al Mérito Editorial UANL 2014)

Dulce María González

La poeta, narradora y editora Jeannette L. Clariond recibió el Reconocimiento al Mérito Editorial UANL 2014 en la Casa Universitaria del Libro. El día de la premiación, la  escritora Dulce María González pronunció este discurso como acto introductorio al Mérito Editorial.

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En 1455, el alemán Johann Gutenberg produjo el primer libro impreso. Esto provocó cambios profundos en la historia de la humanidad. El oficio de “escriba”, es decir, la actividad de leer y escribir, desapareció como medio de sustento y se convirtió en un ejercicio compartido por muchos. Las ciudades y pueblos, conformados por conjuntos de casas, iglesias, mercados y posadas principalmente, empezaron a llenarse de letras. ¿Cómo imaginar el mundo sin letreros, sin periódicos, sin los objetos llenos de signos llamados libros?

No obstante, el principal cambio, el más importante, sucedió en la mente de quienes, motivados acaso por la novedad de ese extraño objeto conformado de palabras y ahora accesible a muchos, se dieron a la difícil tarea de aprender a leer y escribir. Si hacemos el ejercicio de imaginar la época, caeremos en el más profundo asombro. Con los viajes de Colón el mundo se amplía y adquiere dimensiones jamás antes imaginadas. Con el ejercicio de la lectura, el modo de pensar centrado en el hombre y sus posibilidades se expande con rapidez.

De esta manera, los libros escritos a mano, guardados como tesoro en los palacios de los nobles y accesibles a muy pocos, dieron lugar a los libros impresos que, al ser leídos en voz alta, reproducían la voz del autor, cuyo discurso alcanzaba los confines del mundo conocido. Así estuvimos durante casi 600 años.

El siguiente salto evolutivo en lo que al libro y la lectura se refiere nos ha tocado vivirlo nosotros. Muy seguramente, nuestra generación será recordada como aquella en la cual el mundo, que al inicio de la era moderna y gracias a la invención de la imprenta se había ampliado, en el cambio de milenio se redujo al tamaño de un chip capaz de contener grandes cantidades de información en un espacio reducido. Esta reducción se relaciona también con la creación de la Internet, que acorta las distancias y a través del cual la información viaja de manera instantánea.

Así, hemos ido de las carretas cargadas de libros al click que realizamos con la yema del dedo en la pantalla del celular. En una especie de acto de magia hemos adquirido de esta manera un libro que, esté donde esté, llegará a nuestra casa en un par de días. Esto en el caso del libro como objeto, porque si se trata de un libro digital, empezaremos a leerlo unos segundos después de haberlo elegido y pagado en un par de movimientos rápidos.

¿Cuál es el sentido de las profundas transformaciones que van desde la época de las historias trasmitidas de viva voz, de generación en generación, a partir de una especie de fraseo medido y rimado para facilitar la memorización, hasta llegar a nuestra época de contenidos digitales de fácil acceso? Lo que cambió fue, sin lugar a dudas, el contenedor; esos cuencos a través de los cuales viaja la memoria de nuestros ancestros y en los cuales dejaremos las huellas de nuestro paso por el mundo. Tablillas de barro, pergaminos, hojas de papel cosidas a mano, tecnología digital. Los contenedores son el lecho de ese río formado de palabras, es decir, formado de signos, que corre a través de la historia desde los inicios de la humanidad. Los libros como contenedores de experiencias, de conocimiento, de sueños, con la esperanza de que aquello que fuimos no se borre del todo.

De ahí la importancia de quienes, como Jeannette L. Clariond, se abocan a la tarea de dar forma a estos cuencos, elaborando así los canales por los que corren los signos de lo humano. La tarea del productor y editor de libros es, en este sentido, vital. Con mayor razón si se trata, como en el caso de la Editorial Vaso Roto, fundada y comandada por Jeannette L. Clariond, de libros que se resisten a la tendencia reduccionista de nuestro tiempo, en que las megafusiones de las ya de por sí enormes editoriales tienden a estandarizar los contenidos por motivos comerciales.

Ante los contenidos de fácil lectura producidos por las megaeditoriales y elaborados a partir de recetarios y temas de moda, profundos libros de poesía, ensayo y narrativa que retan al lector y lo provocan. Frente a la enorme corriente reduccionista del main stream editorial que apuesta por ofrecerlo todo predigerido, libros cargados de belleza que provocan en nosotros la necesidad de ir construyendo una lectura que nos atañe en lo más profundo y nos incluye.

En “Poesía y fin de siglo”, Octavio Paz propuso el discurso poético como alternativa ideológica para el nuevo milenio. Con su actitud de resistencia ética al reduccionismo editorial contemporáneo, esfuerzos como el de Jeannette L. Clariond, a través de su editorial Vaso Roto, asumen el reto alguna vez decretado por poetas como Paz, a la vez que honran su memoria.


Posted: May 20, 2014 at 5:11 pm

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