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COLUMN/COLUMNA

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David Miklos

1. Anna escucha música en el comedor mientras yo escribo en la sala. Reconozco, de pronto, la melodía, depositada en “7 rings”, una canción reciente de Ariana Grande: “My Favourite Things”. Pienso primero en Coltrane y su saxofón soprano y luego en la voz de Julie Andrews y The Sound of Music, la película cuya semilla, una obra musical, cumple 60 años, lo mismo que Kind of Blue de Miles Davis. Anna aún no entiende lo que Ariana Grande canta, pero yo sí:

Yeah, breakfast at Tiffany’s and bottles of bubbles

Girls with tattoos who like getting in trouble

Lashes and diamonds, ATM machines

Buy myself all of my favorite things (Yeah)

Me muerdo el labio para no reírme y sigo escuchando la canción, que pronto deja la pupa del standard y se convierte en cualquier otra cosa que escuchamos en 2019.

2. A mi madre le gusta mucho The Sound of Music, la película. Ignoro si en 1959, cuando se estrenó el musical en Broadway, mi madre, de 18 años, escuchó la versión originaria en voz de Patti Page, a quienes los compositores Richard Rodgers y Oscar Hammerstein II le pidieron que la grabara previo al estreno del montaje, a manera de anzuelo. Cuando se estrenó la película protagonizada por Julie Andrews, en 1965, mi madre ya vivía en México y mi abuela, Anna, llevaba poco más de un lustro muerta. Siempre que escucho el luminoso inicio de la canción —“The hills are alive with the sound of music”—, me vienen a la mente las montañas que tanto le gustaban a mi abuela y a las que llevaba a mi madre, a veces en pos de una flor de Leontopodium vitale o alpinum, mejor conocida como Edelweiss y que en español no tiene un nombre propio, pero se le conoce como “flor de las nieves”.

3. Anna no conoce la historia anterior, pero sí la comparte cuando canta: en su voz puedo escuchar la propia voz de mi abuela Anna, a la que no conocí, así como la voz de mi madre y la voz de Julie Andrews en la mímica de Ariana Grande. Mi hija no ha visto la película en cuestión, pero sí sabe de su existencia, y cuando le pongo la versión de “My Favourite Things” de John Coltrane se le iluminan los ojos cuando comienza a sonar el saxofón y la melodía estalla en su cabeza. John Coltrane tocó en Kind of Blue, me dice Anna, y entonces es a mí al que le estalla la cabeza: ¿cómo, por qué sabe eso? También toca el piano Bill Evans, el único músico blanco del disco, añade Anna, y luego enlista al demás personal del disco de Davis. Seis décadas se hacen polvo y presente, de pronto, y mi hija y yo nos transportamos al no lugar en el que suena la música de todos los tiempos, los clásicos y los standards que lo han sobrevivido todo y que, hoy, suenan igual que ayer: frescos y vivos.

4. Pero, ¿qué es una, qué es uno sino un standard, otra versión de alguien que nos precede en la línea del tiempo, a quien sobrevivimos porque lo o la llevamos con nosotros, como Anna que fue nombrada como mi abuela materna, a la que ninguno de los dos conoció, pero cuya voz nos interpela desde los Alpes, con un ramito de Edelweiss en mano? Pienso en los Cosmos bipinnatus, luego conocidos como mirasoles, flores originarias de México y que solían pintar de morado claro el parque de mi infancia, no más. Son, los cosmos, asteráceas, igual que la “flor de las nieves”. Y, de algún modo, son una flor estándar, de centro amarillo y pétalos no muy distintos de aquellos de las margaritas, la flor más quintaesencial de todas las flores, rosas aparte. Margaritas, cosmos y Edelweiss son todas asteráceas, es decir, miembros de la misma familia, versiones distintas de sí mismas, por así decirlo.

5. Pienso todo lo anterior ahora que lo escribo, pero antes de escribirlo lo pensé de otra manera cuando nació Nicolás. Mi hijo es un standard, me dije, y no sé qué más me dije porque me abismé en la profundidad de sus ojos, mis ojos, que son los ojos de Anna, mi hija, pero no los ojos de Anna, mi abuela, sino los ojos de Jean Elizabeth, mi madre biológica, abuela de Anna. No pienso más. Canto mejor, aunque en vez de voz escucho el saxofón soprano de Trane que diluye las palabras de Julie Andrews:

Raindrops on roses and whiskers on kittens

Bright copper kettles and warm woolen mittens

Brown paper packages tied up with strings

These are a few of my favorite things.

Y miro a mi gata Lou, otra standard, que duerme mientras Anna escucha música en el comedor, yo escribo en la sala y Nicolás y Bárbara toman una siesta en nuestro cuarto.

David Miklos es autor de La piel muertaLa hermana falsa La gente extraña, así como de La pampa imposible, su novela más reciente. Actualmente es profesor asociado de la División de Historia del CIDE, en donde se desempeña como director de la revista de historia internacional Istor. Es columnista de Literal. Su twitter es @dmiklos.

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Posted: April 30, 2019 at 9:00 pm

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