Essay
The story is the thing….La feroz narrativa de Lucia Berlin

The story is the thing….La feroz narrativa de Lucia Berlin

Gerardo Cárdenas

Lucia Berlin pega con patada de mula. Su narrativa no tiene contemplaciones. La vida no tuvo muchas con ella. Sin embargo, hay en ellas una ternura que no deja de surgir a la superficie en el momento menos esperado.

En su vida (1936-2004), Lucia Berlin publicó 76 cuentos, recopilados en su mayoría en tres volúmenes que publicó Black Sparrow Press: Homesick, So Long y Where I live now, que aparecieron, respectivamente, en 1991, 1993, y 1999. Otros se publicaron en varias revistas.

A Manual for Cleaning Women es la recopilación posiblemente definitiva, con 43 cuentos reunidos por Picador, publicada en 2016 con prólogo y edición de Stephen Emerson y una excelente nota introductoria de Lydia Davis. Quien no conozca a Lucia Berlin –yo me encontraba en ese grupo– puede asomarse a las 400 páginas de este volumen y maravillarse. El libro fue escogido entre los diez mejores de 2016 por el New York Review of Books. Yo lo pongo, por lo pronto, como lo mejor que he leído en lo que va de 2017, con mucho.

En su nota, Lydia Davis define el estilo narrativo de Berlin como autoficción, es decir, una narrativa basada en hechos de su vida, pero en la que los hechos son narrados con innumerables giros ficticios. Berlin reconocía las muchas libertades que tomó con su propia vida pero, como ella misma le escribió a Davis, “la historia es lo que importa (the story is the thing)”.

Y la vida de Lucia Berlin es una historia, una novela en sí misma. Nacida en Alaska, pasó su infancia y juventud en viajes forzados por el oficio de su padre, que era minero. Así, de Alaska viajó a Idaho, Kentucky, Montana, Texas, Chile y luego México. Hablaba perfectamente español.

Tuvo muchos amores, tres matrimonios, una escoliosis que terminó por precipitar problemas de salud que eventualmente la llevaron a la muerte. Se ganó la vida como profesora en Nuevo México y Oakland. Fue alcohólica. Tuvo cuatro hijos. Y vivió un tiempo en la Ciudad de México cuidando a su hermana que ahí murió de cáncer. Entre 1994 y 2000 se estableció en Boulder, Colorado, donde dio clases en la Universidad de Colorado, hasta que su salud la llevó a vivir con sus hijos en California, donde murió en 2004.

La inestabilidad de su vida, la adicción al alcohol y la lucha contra la misma, el tropel de sus amores, y la batalla contra su cuerpo ocupan los temas centrales de los 43 cuentos de antología. En palabras de Lydia Davis, “su vida fue rica y llena de incidentes, y el material que tomó de ella para sus cuentos era colorido, dramático y de amplio alcance”.

No puedo dejar de subrayar su profunda relación con América Latina, en especial con Chile y México. México se convierte para ella en un segundo hogar, un refugio, un punto de reencuentro con su hermana (ambas marcadas por el aparente suicidio de su madre). Chile, en cambio, es un lugar de transición, donde la niña se hace mujer. Chile y México son polos, y en medio parece estar el caos, que incluye una curiosa variedad de empleos (además de ser catedrática fue, en diversos momentos, enfermera de sala de emergencias y limpiaba casas).

Los cuentos carecen de todo intimismo. Se basan en cosas que pasaron. Muchas cosas: un abuelo enloquecido al que ayuda a quitarle todos sus dientes, la expulsión de una escuela por golpear a una monja, un romance submarino con un buzo mexicano. Hay historias de largo aliento, y otras como “Mi jockey” que ocurren en sólo seis párrafos. Y unas y otras me dejan sorprendido, a ratos asustado. Ningún cuento me dejó indiferente.

“¿Cómo lo logra? Es que nunca sabemos realmente qué va a suceder después. Nada es predecible. Y aún así todo es natural, verdadero como la vida, honesto con nuestras expectativas de psicología y emoción”, escribe Lydia Davis.

Davis agrega: Berlin “tiene una percepción natural de la forma, de la estructura de un cuento. ¿Natural? Lo que quiero decir es que sus cuentos tienen una estructura sólida y equilibrada, y aún así avanza con gran ilusión de naturalidad de un tema a otro o, como en algunas historias, del presente al pasado, aún dentro de una misma frase”.

Coincido con Davis en la apreciación de los finales de los cuentos de Berlin: son avasalladores, brutales, contundentes. A veces, no es más que una frase pero siempre son sorprendentes.

Y coincido totalmente, y comparto, la observación final de Davis en la nota introductoria: “Siempre he tenido fe en que los mejores escritores subirán a la cima, como la nata de la leche, tarde o temprano, y serán tan bien conocidos como les correspondería: que su obra sea discutida, citada, reflexionada, escenificada, filmada, musicalizada, antologada. Tal vez, con éste volumen, Lucia Berlin comenzará a recibir la atención que merece”.

Imagen: Lucía Berlin en Acapulco, 1962. ©www.luciaberlin.com


Gerardo Cárdenas es autor de A veces llovía en Chicago (2011), del poemario En el país del silencio (2015) y de la obra de teatro Blind Spot (2014), publicada por Literal Publishing. En 2015 obtuvo el premio Nuevas Voces de Repertorio Español. Es editor de la antología de relato breve en español de Estados Unidos Diáspora, de próxima publicación. Su poemario Twitter: @el gerrychicago

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Posted: July 4, 2017 at 10:38 pm

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