LA PEDOFILIA SEGÚN EDWARD ST.AUBYN
Mónica Maristain
En una entrevista que da al periódico español El País, el escritor Edwar St.Aubyn (Cornualles, 1960) dice que “el snobismo es universal”. No se trata de justificar cómo su padre abusó de él entre los cinco y ocho años, sino de intentar poner en una caja y en una costumbre de la clase social alta británica esa actitud que más allá de todo a él lo hizo pedazos.
La historia es contada en El padre (Las novelas de Patrick Melrose): la vida de un aristócrata que es él mismo (Patrick Melrose), un padre tiránico y que siempre pide en la vida “sólo lo mejor; si no, nada”, una madre que bebe y toma pastillas de todos los colores a todas horas del día y una casa en el sur de Francia que por ahora es de la madre, pero que más tarde será de una institución benéfica (decir benéfica con un tono irónico pues nada aquí es más oportuno que la ironía).
“La hormiga huyó a una velocidad pasmosa y estaba a punto de alcanzar el final del muro cuando David, estirándose un poco, la tocó ligeramente con precisión de cirujano. Se le hicieron ampollas en la piel y el animal murió retorciéndose violentamente”, escribe Patrick sobre su padre y en una aparentemente fútil matanza de los insectos uno ya descubre cómo es David.
“Eleanor (que por entonces no se emborrachaba, solo era tímida y nerviosa) acababa de comprar la casa de Lacoste y se quejó a David del desperdicio de los higos que caían del árbol y se pudrían en la terraza. Lo mencionó de nuevo al día siguiente estando los tres sentados fuera. Vi cómo a David se le endurecía la expresión. Sacó el labio de abajo (siempre mala señala, mitad gesto brutal, mitad puchero) y dijo: Venid conmigo. Fue como ir a despacho del director. David nos condujo a la higuera a grandes zancadas, Eleanor y yo lo seguimos a trompicones. Cuando llegamos al árbol vimos los higos desperdigados por el empedrado. Algunos viejos y aplastados, otros reventados, con abejas danzando alrededor de la abertura o comiendo de la carne pegajosa, roja y blanca. Era una higuera enorme y había un montón de higos por el suelo. Y entonces David hizo algo asombroso. Le ordenó a Eleanor que se pusiera a cuatro patas y se comiera todos los higos de la terraza”, contó el amigo Nicholas Pratt.
La relación entre el padre y la madre se resume cuando Patrick le cuenta a Eleanor que había sido violado por David y ella lo único que responde es: A mí también me violó.
Mientras las violaciones del padre él las cuenta con un último suspiro, como si a partir de ahí la vida ya no valiera nada: “De vuelta en el suelo, Patrick se sintió derrotado. No vio destellos de capas púrpuras. Ni soldados especiales. Ningún geco. Nada. Intentó alzar otra vez el vuelo como hacen las aves marinas cuando una ola rompe contra la roca donde se han posado. Pero había perdido la capacidad de movimiento y se quedó atrás, ahogándose”, el progenitor lo narra con ese “snobismo universal” del que habla mucho más tarde su hijo en una entrevista.
“Durante el almuerzo David tuvo la impresión de que quizá hubiera llevado demasiado lejos su desdén por la mojigatería de la clase media. Ni siquiera en el bar del Cavalry and Guards Club podía alardearse del incesto pedófilo homosexual con la confianza de obtener una acogida favorable. ¿A quién podía contarle que había violado a su hijo de cinco años? No se le ocurría ni una sola persona que no prefiriese cambiar de tema (y algunas reaccionarían mucho peor). La experiencia en sí había resultado breve y brutal, pero no del todo desagradable. Sonrió a Yvette, le dijo lo hambriento que estaba y se sirvió una brocheta con habichuelas verdes”.
“No cabía duda, era un sensualista y no por este último episodio, no había hecho nada que implicara un riesgo médico, sólo se había frotado un poco entre las nalgas, nada que no fuera a ocurrirle al chico en la escuela a su debido tiempo. Si había cometido algún delito, era aplicarse demasiado en la educación de su hijo. Era consciente de que ya tenía sesenta años, le quedaba mucho que enseñarle y muy poco tiempo”.
A Patrick Melrose las continuas violaciones de su padre (“A ninguna persona le puedes hacer eso”, le dice a David en uno de los encuentros) lo destruyeron, al punto de que en la adultez perdido entre la heroína, el alcohol y el esplín, porque nada, ni los hijos, ni la esposa, ni siquiera su madre todavía viva le llamaban la atención, casi sucumbe.
El retrato de su familia disfuncional le sirve también a Edward St.Aubyn para ofrecer una visión crítica de la clase alta británica, un mundo lleno de decadencia, amoralidad, codicia y esnobismo.
Algunos comparan al escritor con Oscar Wilde (1854-1900), pero esta novela que no es del todo biográfica (“Tiene una verdad artística”, dice su autor) se condensa sobre todo en la gran experiencia personal del escritor, al punto que uno se imagina las cosas que no cuenta, por un tema de pudor.
“La única libertad que le queda a Patrick es la de poder hablar de ello y explicar toda la verdad. Eso es lo que Patrick tiene en común con el autor. Estos tres libros no son una confesión, no son unas memorias, son un intento de entender la dramática verdad de unas circunstancias profundamente trágicas y desestabilizadoras. Y lo hago a través de una novela porque una novela me permite presentar los diversos puntos de vista de los diversos actores”, dice Edward.
Los libros renacen porque acaba de salir la serie Patrick Melrose, protagonizada por Benedict Cumberbatch, de una forma exquisitamente soberbia y dolorosa, en un papel que estuvo durante muchos años tras él. El actor es de hecho uno de los productores ejecutivos de este programa de cinco capítulos que en México comenzaremos a ver en septiembre.
La serie, de Showtime (en EEUU) y Sky Atlantic (en UK), hace pensar que va a estar en todas las premiaciones para la televisión que conozcamos y sobre todo el gran trabajo interpretativo de Benedict Cumberbatch, quien ha declarado en el estreno en USA: “Esta es la mejor prosa del siglo XXI y ser parte de la dramatización –con guión de David Nicholls- es un verdadero placer. Este es un gran papel y un gran logro para cualquier actor, una gran oportunidad para mí, solo espero haber hecho justicia a los libros”, afirmó.
Mientras tanto, Edward St.Aubyn sigue escribiendo y su novela Mother’s Milk fue finalista del Man Booker Prize 2006 y ganadora del Prix Femina Étranger 2007 y del South Bank Show.
Su última novela es Dunbar (la reinvención de Rey Lear), aún no traducida al español.
Mónica Maristain (Concepción de Uruguay, Argentina). Editora, periodista y escritora. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales como Clarín, Página 12, La Nación y la revista Playboy. Ha sido colaboradora en las agencias EFE y DPA. En 2010 publicó “La última entrevista a Roberto Bolaño y otras charlas con grandes autores” . En n 2011, coordinó la antología El último árbol. Cuentos de navidad. El hijo de Míster Playa fue publicado originalmente por Almadía en 2012. Su título más reciente es Antes, poema largo editado por Literal Publishing en 2017.
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Posted: July 16, 2018 at 9:14 pm