Current Events
Un blog en 2019
COLUMN/COLUMNA

Un blog en 2019

Alberto Chimal

Es el año 2019 y tengo un problema relacionado con internet. Como otros problemas similares, desde afuera puede parecer poca cosa, pero a mí me preocupa mucho.

No es que yo sea un troll, que reciba amenazas de muerte porque me gusta (o no) una película, que me hayan hecho un deepfake porno ni que me haya contagiado de alguna de las religiones fanáticas de nuestra época. (No, señora, las vacunas no causan autismo. No, señor, el deterioro del clima mundial no es invención de un empresario de origen húngaro.)

No.

La mía es una dificultad más rara y antigua. Tengo un blog.

*

A estas alturas del siglo XXI, habrá personas que ya no recuerden, o no hayan sabido nunca, qué significa esa palabra. Es un término de fin de milenio: de los últimos años noventa y los comienzos de la década siguiente, cuando el uso de internet prometía aún una transformación social distinta de la que realmente sucedió. Cuando la gran mayoría de sus usuarios no había sido explícitamente confinada a una pequeña variedad de actividades cotidianas en línea, esencialmente monopolizadas por un puñado de grandes empresas.

La palabra es una deformación de web log: bitácora en línea, o en la web. Web, desde luego, proviene de la metáfora de la red mundial (world wide web), que se usa todavía para identificar el sustrato de herramientas y protocolos de comunicación por internet que soporta a la mayor parte de los canales visibles de la actualidad. Hoy, muchas personas creen que Facebook es internet, que “conectarse al mundo digital” es ganar acceso a los servicios que ofrece la empresa de Mark Zuckerberg. Por desgracia, también hay que recordar que no es así: que Facebook es sólo un conjunto de herramientas que utilizan la comunicación por internet para captar la atención de sus usuarios, impulsarlos a entregar información y explotar ambas comercialmente.

El blog es, simplemente, una herramienta distinta: una reliquia del tiempo en el que varios grupos de programadores y otros usuarios “avanzados” de la web comenzaron a experimentar con diferentes maneras de publicar y transmitir información que pudiera visualizarse utilizando un navegador de internet en una computadora personal (los teléfonos inteligentes no se habían inventado todavía).

Nombrado por primera vez en 1997 por Jorn Barger, el blog era, inicialmente, una página modificable, una simple hoja digital a la que se podía ir agregando más y más texto: un objeto análogo a una bitácora o diario. Hubo muchos refinamientos posteriores con diferentes fines: facilitar o automatizar la entrada de nueva información, modificar y complicar el diseño de la página, distribuir, clasificar y recuperar de diferentes maneras la información almacenada a través de un sitio entero, admitir diferentes tipos de contenido (video, audio, hipervínculos, etcétera), agregar formas de interactividad… Actualmente, toda esa tecnología se sigue utilizando, pero se le ha asociado a una categoría más abstracta: los CMS (content management systems, o sistemas de manejo de contenidos). La gran mayoría de las revistas y depósitos de información en línea (de los enlaces sobre los que usted hace clic cuando los ve en una red social, digámoslo así) son creados con la ayuda de algún CMS. Son CMS, de diferentes modos, sistemas y plataformas muy utilizados como Blogger, Tumblr, WordPress, Drupal, Joomla, Medium, Reddit o Wikipedia. Siguen siendo el sustrato de la parte más diversa (aunque no necesariamente del mayor número de terabytes) de la información disponible en internet.

*

Igual que es posible, en principio, escribir cualquier cosa en una hoja de papel en blanco, la tecnología de los blogs nunca ha limitado de qué puede tratar una publicación. Sin embargo, a comienzos de este siglo, el periodo de auge del blog fue afectado por sus primeros usuarios, por la presentación que éstos eligieron para sus publicaciones y por un fenómeno que entonces no se tomó en cuenta: el muy bajo grado de educación en internet, de alfabetismo digital, que tenía (que tiene aún) el usuario promedio de la red.

Como ya dije, la analogía que se utilizó como principio de diseño del blog venía precisamente del concepto de log o bitácora: una serie de anotaciones en orden cronológico. Una de las primeras “reglas” de diseño web de la época fue que la información más nueva o relevante debía aparecer primero, porque el usuario promedio sería demasiado perezoso para ir más allá del primer vistazo de una pantalla; por esta razón los primeros blogs tenían un orden cronológico pero inverso, con el contenido más reciente primero.

Al mismo tiempo, la escritura –el punto de vista, la perspectiva– de los primeros blogs tenía también algo de bitácora, o más precisamente, de diario. Buena parte de lo publicado entonces ya ha desaparecido de internet (igual que están prácticamente borrados varios periodos anteriores de publicaciones aún más heterogéneas y rudimentarias), pero aún se recuerda y puede hallarse un buen número de blogs cuyos creadores intentaban lo mismo que Barger y otros precursores. Al no tener un interés especial tan pronunciado como los de ellos, derivaban hacia otras formas de escritura episódica y en especial hacia el diario: la colección de textos más o menos informales, más o menos subjetivos, que finalmente no documentaban otra cosa que la interioridad de quien los escribía. Fue una transformación muy curiosa de las pretensiones de la “red mundial”, que muchos habíamos abrazado como una herramienta para derribar barreras entre el mundo exterior y nuestra propia cotidianidad en vez de como una nueva pared, o un espejo.

Entre otros, Cristina Rivera Garza escribió en aquel tiempo, en su propio blog, acerca de lo que significaba esta curva inesperada en la “supercarretera de la información”. De hecho, como notó Rivera Garza, había en ello al menos un efecto positivo, que era el surgimiento de nuevas formas de escritura habilitadas por la comunicación digital, hechas posibles por ese medio y sin precursores inmediatos en el mundo de la cultura impresa. Muchas personas retomaron esa noción y siguen, hasta hoy, experimentando con diferentes formas de escritura (se les llama digitales, extendidas, horizontales, etcétera).

Por otro lado, ahora podríamos considerar al blog íntimo, informe más allá de su secuencia cronológica, en muchos casos sentimental o visceral porque sus autores no conocían ninguna otra aproximación a la expresión personal, como precursor del vuelco hacia el yo, el retroceso de la comprensión y la fragmentación de una experiencia consensuada de lo real que padecen las redes actuales. Hace quince años se hablaba ingenuamente del blog como “género literario”. No lo era, pero ahora igual se podría llamar “géneros” a selfies, memes, anécdotas sentimentales repletas de lugares comunes, invocaciones a la divinidad, opiniones lapidarias, expresiones irracionales de descontento, troleo, shitposting, llamamientos al odio y otras prácticas cotidianas de expresión en las redes. Todas están prefiguradas en blogs realmente existentes del temprano siglo XXI, en sus limitaciones y en su deriva hacia la sensiblería, el pensamiento tribal y la explotación de la emotividad.

*

Algo más que se está borrando en la actualidad es la evidencia del ascenso de los blogueros de fama mundial: aquellos que mejor supieron aprovechar las posibilidades del medio durante sus años de esplendor para darse a conocer a un público numeroso. No debe haber muchos que evoquen –o relean– hoy los textos de hace diez o veinte años de Hernán Casciari, Yoani Sánchez o Wil Wheaton (ni de nadie más, en realidad), pero también es cierto que, aun si todos tienen todavía algún canal propio de comunicación en internet, el trabajo que los hizo famosos ya no está en la red, se ha integrado en otros sitios o ha sido subsumido en posteriores empresas periodísticas o mediáticas.

Y pasó lo mismo en México, donde los dos blogueros más destacados fueron, probablemente, la articulista, comunicadora y editora Tamara de Anda “Plaqueta” y el escritor Heriberto Yépez. De Anda, quien ahora es conocida por sus publicaciones en redes sociales y medios tradicionales, abandonó su primer blog en 2012 y uno posterior, Crisis de los 30, también (la etapa inicial de éste, un sitio en dominio propio, ha desaparecido por completo). Yépez, el intelectual emergente más destacado de la década previa en este país y considerado por años una figura ineludible, provocadora en los debates públicos, empezó borrando selectivamente porciones de su presencia en línea, y el año pasado eliminó prácticamente todos los archivos de sus blogs incluyendo un sitio personal, Border Destroyer, activo hasta aquel momento, así como su presencia en redes sociales.

Esta destrucción de una memoria histórica valiosa y reciente, sea intencional o por desinterés o descuido, es lamentable porque volverá mucho más difícil comprender del todo una porción crucial de la evolución de nuestra vida pública y del pensamiento colectivo en el siglo XXI. Y esto no se debe únicamente al oscurecimiento de lo dicho por un número de celebridades, mayores o menores, de su momento. 

Hoy parece tentador llegar a la conclusión que los males de hoy en nuestra comunicación digital eran inevitables: que los blogs únicamente anunciaban una tendencia dominante, nefasta e incontenible de la naturaleza humana al verse alterada, penetrada, por las que entonces eran nuevas tecnologías. No es así: al mirar el pasado desde el punto de vista del presente es necesario recordar las alternativas que existían entonces, los caminos que no se tomaron. ¿Qué habría sucedido si no hubiera aparecido Facebook, o si ésta no hubiera logrado crear su monopolio de un enorme segmento de la comunicación en línea? ¿Qué habría sucedido si las redes sociales en general no se hubieran dedicado a monetizar la atención de sus usuarios, explotando sin escrúpulos las peores emociones humanas?

Sin embargo, también es cierto que como lectores, receptores o consumidores de contenido digital, empezamos a acostumbrarnos a esas conductas destructivas en el mundo de los blogs, y heredamos nuestra indiferencia a muchas de ellas a las generaciones que se iniciaron en las redes después de nosotros. En los blogs de Casciari muchos vimos por primera vez el acto, ahora habitual, de comentar algo antes de leerlo, o sin leerlo siquiera. Varios textos de Wheaton lo hicieron víctima de fans tóxicos. Los públicos de de Anda o Yépez, por el contrario, se unieron en más de una ocasión en contra de enemigos reales o percibidos que interactuaban con las publicaciones de alguno de los dos. Otras personas, sin duda, podrían dar testimonios similares, de otros espacios que yo no visité en esos años.

Por último, los peores efectos psicológicos de estas conductas, como la anhedonia, la reducción de la empatía, la disonancia cognitiva, el descenso al pensamiento fanático, también estaban presentes desde entonces. Todavía hoy, muchas historias de radicalización y conversión a ideologías extremistas ocurren no en redes sociales, o no sólo en ellas, sino en foros manejados mediante CMS, es decir, coetáneos o descendientes de los blogs.

*

Todas estas cuestiones pueden agregarse a las tareas pendientes que tenemos para comprender y arreglar (si aún es posible) el que ya se llama el desastre de la red internet. Y también tienen que ver con mi problema. ¿Qué hago con mi blog?

Lo he tenido durante 14 años, desde 2005. Se llama Las Historias y está en un dominio propio, manejado mediante WordPress. Es el tercero: me deshice de dos anteriores, uno de 2002 y otro de 2004, cuando me harté de ellos (no diré que no tenía mis propios problemas de ánimo al estar expuesto a troles de primera generación, shitposters disfrazados de intelectuales y otras alimañas). Nunca me gustó el tono confesional, autorreflexivo que parecía exigir la blogósfera nacional, y finalmente me decidí por crear una bitácora centrada no en mí, sino en la narrativa, que es más o menos lo que me he dedicado a hacer en mi vida adulta: ejercicios y concursos de escritura creativa, cuentos propios y ajenos en una antología digital, anotaciones relacionadas con los libros y la lectura. Lo sigo prefiriendo a plataformas como Medium porque, aun si yo mismo no gano dinero con la escritura en línea (y no lo he ganado nunca), no le doy de comer a una empresa ajena, que gana dinero con mi trabajo; también lo prefiero a Facebook, donde la labor es todavía más ingrata y de hecho hay que pagar para lograr la “visibilidad” que daría sentido a ciertas publicaciones.

Pero el sitio, que se ha transformado en mi “cara” pública en línea, se ha vuelto más difícil de manejar con los años, debido al crecimiento excesivo de su base de datos, y también a que la precariedad del trabajo de la escritura, que ha crecido pronunciadamente, me ha vuelto imposible el mantenimiento regular de sus secciones.

No quiero borrarlo: mientras pueda seguir pagando el dominio y el alojamiento en línea, seguirá allí, aunque sea como un archivo. Algún interés tendrán sus textos –incluso aquellos con los que ya no estoy de acuerdo, o que no llegaron tan lejos en sus propuestas como hubieran debido– y la evolución de la comunidad a su alrededor. Nunca quise jugar a la creación de una personalidad cínica, tribalista, mesiánica o autoritaria, y si esa es la razón por la que el proyecto no se masificó, no me importa.

Pero entonces, ¿qué? ¿Necesito una cara pública? ¿Me vuelco exclusivamente en Instagram o Twitter? ¿Levanto otro sitio, desde cero, con un blog menos ambicioso y más estrictamente informativo? ¿Me escondo en una red de las que nadie visita? ¿Me salgo por entero de internet? ¿Me dedico a revisar las estadísticas de mi pobre página de Facebook, con el fin de hacer notas que den a su público “lo que pide”, y luego ahorro para promoverlas con anuncios? ¿Me compro un mimeógrafo?

(El poder seductor de internet radica en que nos hace creer que sin él estamos solos: que no acabamos de existir por completo, de tener un sentido, en el mero mundo material. Pero en esta época esa idea alarmante tiene algo de verdad, al menos como metáfora. Usted llegó hasta aquí gracias a la red.)

Todas sus opiniones serán bienvenidas en la sección de comentarios de… esta misma página, por supuesto. Un poco más abajo de estas palabras.

 

Alberto Chimal es autor de más de veinte libros de cuentos y novelas. Ha recibido el Premio Bellas Artes de Narrativa “Colima” 2013 por Manda fuego,  Premio Nacional de Cuento Nezahualcóyotl 1996 por El rey bajo el árbol florido, Premio FILIJ de Dramaturgia 1997 por El secreto de Gorco, y el Premio Bellas Artes de Cuento San Luis Potosí 2002 por Éstos son los días entre muchos otros. Su Twitter es @AlbertoChimal

 

©Literal Publishing. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación. Toda forma de utilización no autorizada será perseguida con lo establecido en la ley federal del derecho de autor.


Posted: July 14, 2019 at 4:39 pm

There are 41 comments for this article
  1. Jadzia Gorenc at 6:52 pm

    Carlos Chimal:
    Ignoro tus “números” de seguidores. Yo te leo en fb y las pocas veces que entro a twitter, y la verdad, en este mar oscuro de las redes, leerte es un remanso, ayuda a pensarme y a tener esperanza al encontrar inteligencia y compromiso literario en tus publicaciones.

  2. Estela PMolatore at 9:15 am

    ¡Excelente artículo!

    Entre los blogs hay verdaderas joyas, son como bibliotecas que sólo se encuentran surfeando y buceando en la red, y es que la “navegación” cada vez más se parece a “una excursión de 7 días a Europa recorriendo las 19 ciudades más importantes del viejo continente”, frenética y superficial: youtubers, influencers, instastars, tuitstars y quién sabe que otros títulos honorarios para los 5 minutos de fama de esas “estrellas” fugaces.

    Las bibliotecas se deben cuidar y conservar, así que conserva tu blog, por favor. Si no ¿dónde encontraré el “cuento del mes”? Es un archivo invaluable. No importa si lo actualizas con regularidad o no.

  3. María Elena Rodrigue Aguilar at 9:16 am

    Alberto. Muy bueno tu texto. Primero que nada, quiero comentarte que, en lo particular, siempre he estado pendiente de tus publicaciones relacionadas con cuentos que recomiendas. He conocido a muchos autores y me reencontrado con otros. Por lo general es importante una buena sugerencia.
    Respecto a lo que dices, que son muchas cosas, la internet y sus redes son infinitas. Todo cada vez es más inmediato, lo cual es una pena, porque como tú sabes, un trabajo creativo y serio tiene unas exigencias de rigor y constancia que son imprescindibles. Si has logrado crear una comunidad de seguidores o fans, que los tienes, creo que es bueno y valioso, porque es un punto de referencia de información y aprendizaje para todos los que te seguimos.
    En lo personal, soy poco afecta a aquellos influencers que pasan exhibiendo su vida privada. Me parece chévere e imitable tu concepto e idea del blog como una bitácora personal, una parte de tu biblioteca que es compartida. Se puede aprender mucho.
    Finalmente, por mi experiencia, me gusta más el Twitter porque veo que la interacción es más frecuente que en el Facebook. Puedo relacionarme con gente de todo el mundo sobre un tema que me apasiona, que es la escritura y la lectura. La posibilidad de conocer a nuevos y buenos escritores y conocer su obra, se profundiza gracias a la presencia de un blog.
    Estoy también buscando el espacio para hacer el mío. Me tomo de tiempo, porque como tú sabes, eso también significa disciplina y constancia.
    Espero que podamos seguir disfrutando de Las historias.
    Abrazos.

    María Elena

  4. Federico Jimenez at 9:34 am

    No lo borres, por favor. Muchos acudimos ahí por ayuda en nuestros talleres y enviamos a nuestros alumnos a visitarlo para que se ejerciten y lean. Saludos

  5. Diana Echevarria at 9:53 am

    Nuestros recursos son limitados (tiempo y dinero), pensemos en tu blog cómo se puede pensar en un auto clásico, no cualquiera tiene uno, y para quien lo tiene, sus cuidados son “especiales” refacciones únicas o casi inexistentes, el uso limitado por el riesgo de la avería o perdida irrecuperable. Pienso que tu blog es un lugar acogedor, cuando sabes de que va y de que se trata. A mí me gusta tu blog, pero también me gustan tus videos de youtube con Raquel, tus minificciones, las “Apariciones” y los “Buenos días”. Pero que a mí me guste no resuelve tu problema. Probablemente un millón o dos de pesos para pagarle a una persona que haga ese mantenimiento durante los años que alcance un fondo así, esa sería una solución muy concreta y aún no sé si sería LA solución. Quisiera un fondo así (todo ser humano sobre la faz de la tierra supongo) para llegar con una propuesta así, y pues no tengo más ideas con las que ayudar. Quien sabe tal vez en 5 años desaparezcan los blogs (así como el Hi5 o Myspace o tantas otras cosas que ya no existen) y la decisión de conservarlo o no, ya no quede en tus manos siquiera.

  6. Gustavo at 9:57 am

    Yo pediría que no dejes tu sitio, que para mi es un referente. Pero también creo que habrá más comentarios sobre esta columna en tu cuenta de Twitter que aquí, pues ya nos acostumbramos a lo inmediato, aunque caduque pronto.

  7. Carlos Alejandro at 9:57 am

    Deberías enfocarte en Twitter e Instagram que son las de moda. Lo pienso así, porque son las que yo uso.

  8. Karen at 1:10 pm

    ¡Gracias! ¡Gracias! Todavía no sé para qué sigo con mi blog semanal. Es una ventana al mundo en la que he intentado dejar las miradas tóxicas. Recuperar la literatura y la escritura.
    Gracias por tu sinceridad

  9. Román Alonso. at 2:39 pm

    Alberto Chimal, su columna me recordó la opinión de Jaron Lanier: “Yo todavía soy un verdadero creyente de Internet, pero unas pocas compañías monopólicas han tomado el control de Internet y lo han arruinado. Nunca he tenido una cuenta en una red social, ni Facebook, ni Twitter, ni nada. Nunca. ¿Cómo lo hago? Porque estos servicios realmente no añaden nada a los que Internet te da. Usando las capacidades normales de Internet, como hacer una página web o mandar un email, no necesitas estas compañías. La gente ha llegado a la conclusión de que las necesita, pero no es verdad. A lo que me opongo es a ese control por parte de monopolios gigantes en el que cualquier conexión entre personas sólo se puede financiar si hay una tercera persona que quiere manipular a esas dos personas. Creo que eso es la receta para la locura y la negatividad. Y ha calado tanto que quizá no sobrevivamos. Internet en sí mismo sigue siendo genial”. Y mire: para escribirle no necesité de las redes sociales (aunque llegué aquí por Twitter). Saludos cordiales, Román.

  10. Citlali at 8:31 pm

    Sí tuve un blog y leía varios. El tuyo lo consulté muchas veces y todavía hace poco acudí a él para tener recomendaciones de lectura. Si no lo conservas como blog, al menos sería bueno tenerlo como archivo para seguir acudiendo a él cuando se necesite. Ojalá surjan otros proyectos y otras formas de mantener algún tipo de comunicación similar. Saludos 🙂

  11. Rodolfo Munguía at 10:34 pm

    La idea de que un blog como Las Historias quede sentenciado al archivo es melancólica. Pero la carga de trabajo que representa seguir manteniéndolo activo suena agotadora. Una propuesta, Alberto: bien podrías delegar responsabilidades que tengan que ver con la página para relanzarla como una revista digital y que despegase de nuevo.
    Me dió nostalgia leer el texto. Internet avanza vertiginosamente y no se detiene.
    Saludos.

  12. Ricardo Rivón at 5:38 am

    Alberto, tu blog forma parte del reducido porcentaje de cosas buenas que tiene la red. Si por mi fuera, lo mantendría y seguiría actualizando y enriqueciendo. Pero lo digo desde la comodidad de saber que quien lo mantiene eres tú.

    Tu artículo es de los que hay que leer más de una vez y reflexionar más de tres. Se nota la fuerza de la tecnología devorándolo todo y reciclando la fragilidad humana.

    Gracias y saludos.

  13. Patricia García at 7:56 am

    Los ejercicios que propones en Las Historias son muy interesantes y, aunque no siempre los puedo llevar a la práctica, los leo con atención. Ojalá conserves el blog, voto porque así sea. Siempre GRACIAS por tus generosas aportaciones al ejercicio de la escritura, también los veo en las grabaciones de youtube que haces en compañía de Raquel. Claro, también los leo en los libros que han publicado ambos.
    Saludos

  14. Pedro Zagitt at 11:53 am

    Mi muy estimado Don Albertico, Ay Dio mío!, Primero felicidades por lo impecable de tu artículo, un maestro artesano de la palabra como siempre. Ante las cuestiones que planteas al final del texto, me temo que no hay respuestas fáciles pero estoy seguro que las piezas comenzarán a acomodarse pronto (lo del mimeógrafo no es mala idea…). Me limito a compartir mi experiencia y quizá te sirva de algo. Creo que en otra ocasión te conté que descubrí Las Historias a través de un programa del Canal 22, lo hice en un momento clave en mi vida, cuando más lo necesitaba. Tú a través de tu bitácora ha sido mi brújula literaria en muchos sentidos, gracias a los ejercicios, a los concursos, a las recomendaciones de libros, a los textos compartidos, a tu siempre generosa voluntad de esclarecer mis dudas. Has sido un gurú literario por más de una década. Ahora también lo es la buena Raxx y a ambos se los agradezco. Gracias a Las Historias he escrito, me han publicado, me han traducido. Quizá no seamos legión, pero estoy seguro que no soy la única persona que ha sido beneficiada por tu arduo trabajo en la divulgación de no solo de la literatura sino de la cultura. Muchas suerte en cualquier camino que tomes en esta bifurcación. G-r-a-c-i-a-s.

      • Themis at 10:04 pm

        Seré breve, estimado Alberto: Por favor no dejes tu blog, porque es un puente que une, que derriba muros, que acerca mentes y corazones.
        Ni te imaginas lo mucho que he aprendido a través de tu blog, y eso me ha arrancado del aislamiento y de la lejanía, me ha devuelto la alegría de saber que siempre hallaré algo nuevo e interesante, que me rete a seguir leyendo, investigando y escribiendo.
        Te agradezco que dones tu talento y tu tiempo con tanta generosidad.
        No importa que la frecuencia de tus publicaciones sea limitada, sencillamente continúa alumbrando el camino.
        Abrazos sin fronteras.

  15. Pingback: Alberto Chimal sobre el blog – [LD]
  16. Pingback: Un blog en 2019 – Alberto Chimal
  17. Mario at 10:53 am

    Si estás en el camino que se bifulca para tomar una desicion ,por favor no dejes el blog y si te place usa el mimiografo, los que lo usamos sabemos la emoción de la espera
    Gracias por estar .

    PD : entre tus seguidores seguro están muchos mediadores que han leído el cuadernillo que publicaste en Salas de Lectura…gracias

  18. Pingback: El archivo de Las Historias — Las Historias | Antología de cuento y archivo de Alberto Chimal, escritor mexicano

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *