Las crisis de los presidentes
Donald Nuechterlein
Muchos presidentes tienen que enfrentar todo tipo de crisis y pruebas importantes en el extranjero durante su primer año de mandato. George W. Bush se enfrentó a sus críticos después de los ataques del 9/11 en 2001. Hoy Joe Biden parece abrumado por la caótica retirada de Afganistán.
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Otros presidentes
En 1945, Harry Truman tuvo que decidir entre utilizar la bomba atómica contra Japón, o arriesgar la vida de medio millón de sus tropas que en ese momento invadían la isla. Decidió usar las bombas atómicas en dos ciudades japonesas y la guerra terminó rápidamente. En 1953, Dwight Eisenhower se enfrentó a una guerra estancada en Corea con la muerte de soldados estadounidenses que iban en aumento. Amenazó a China con armas atómicas y las peleas pronto terminaron en un alto el fuego.
John Kennedy lo intentó a principios de 1961 para derrocar al régimen de Castro en Cuba utilizando una fuerza de invasión cubana entrenada por la CIA. Esto resultó en un desastre total en la Bahía de Cochinos, y Kennedy asumió toda su responsabilidad. En 1964, Lyndon Johnson heredó una insurgencia comunista en Vietnam del Sur. Decidió enviar a medio millón de tropas, pero en 1968 se enfrentó a su propio fracaso y decidió no buscar la reelección.
Richard Nixon en 1969 tuvo la desalentadora tarea de retirar el ejercito estadounidenses de Vietnam sin que se perdiera la credibilidad de los Estados Unidos en el extranjero. Para 1973, las tropas ya estaban fuera, pero su sucesor, Gerald Ford, fue presionado por el Congreso para evacuar a otros estadounidenses de manera humillante a medida que las tropas vietnamitas del Norte barrían con Saigon.
Jimmy Carter fue más afortunado. En 1977 concluyó un tratado de paz con Panamá en el que entregaba la propiedad del Canal de Panamá. La crisis de Carter llegó dos años después, sobre su manejo de la crisis de rehenes de Irán.
Ronald Reagan fue menos afortunado en su primer año. Después de sobrevivir a un atento de asesinato a principios de 1981, se enfrentó a una Unión Soviética muy beligerante con estrategias militares en Europa. Eso trajo consigo trajo un nuevo liderazgo soviético y la guerra fría no terminó sino hasta 1990.
George H.W. Bush fue un segundo presidente muy afortunado. Después de que el muro de Berlín cayera en 1989, se negoció un acuerdo con los nuevos líderes soviéticos que permitieron que una Alemania reunida permaneciera en la OTAN. Bill Clinton también tuvo suerte: en 1993, Estados Unidos emergió como la única superpotencia. Falló al principio por su indecisión respecto a una nueva dictadura en Haití, pero en 1994 envió tropas para restaurar al presidente derrocado.
George W. Bush fue severamente enfrentado durante su primer año por los ataques 9-11 en Nueva York. Y en Washington por parte de los terroristas de Al-Qaeda. El país se quedó tremendamente afectado y lanzó una acción militar contra Afganistán por albergar a los atacantes. Los tres presidentes sucesores, Barack Obama, Donald Trump, y Joe Biden fueron enfrentados por el tema de Afganistán durante su primer año en el cargo y decidieron que Estados Unidos no tenía un interés vital que requiriera tropas estadounidenses.
Crisis de Biden
A diferencia de George W. Bush, sacudido por los ataques del 9/11 hace veinte años, Joe Biden tuvo siete meses para prepararse para la retirada de las tropas estadounidense. La mayoría de los estadounidenses acordaron que era hora de salir de Afganistán, pero esperaban que fuera una retirada ordenada, no la debacle caótica que se ha desarrollado allí.
Uno puede argumentar, como hace el Presidente, que cualquier retirada sucede de forma desordenada, pero el presidente estaba dispuesto a pagar cualquier precio para liberar a los Estados Unidos de un posible atolladero. Los medios de comunicación y la mayoría de los comentaristas no lo creyeron así: lo han criticado por forzar la retirada y comportarse ingenuamente respecto de los rápidos avances enemigos que permitieron la toma de Kabul en un fin de semana.
Impacto de la política exterior
La credibilidad de Biden entre los países aliados en Europa y Asia parece mermada tras su afirmación de que “Estados Unidos está de vuelta” como líder del mundo libre. El 21 de agosto, el Wall Street Journal calificó a EE. UU. como un “lamentable gigante, impotente en Afganistán”. Y el Washington Post publicó el siguiente encabezado: “La debacle en Afganistán es de la peor especie: pudo haber sido evitada”(17 de agosto).
En Europa, el daño a la reputación de Estados Unidos es grave. El líder del gobierno británico Tom Hugendhat la definió como “el mayor desastre de política exterior desde la crisis de Suez de 1956”, agregando que Gran Bretaña necesita “pensar nuevamente sobre cómo manejamos a los amigos y cómo defendemos nuestros intereses”. En Alemania, Armin Laschet —el probable reemplazo de Angela Merkel como canciller— llamó la retirada de Afganistán “la mayor debacle que la OTAN ha visto”.
En Japón, el experto en política exterior Tetsuo Kotani afirmó que “A largo plazo, Afganistán tendrá implicaciones profundas en la percepción que Japón tiene respecto de la confiabilidad y credibilidad de los Estados Unidos”.
¿Qué hemos aprendido del fiasco en Afganistán? Hay dos conclusiones que pongo en la mesa de discusión. Primera: EE. UU. no debe utilizar sus fuerzas militares para participar en la construcción de ninguna nación. No es su trabajo y cuesta enormes cantidades de dinero. Segunda: existe la probabilidad de que Estados Unidos no pueda recuperarse de su pérdida de credibilidad entre aliados y amigos en el resto del mundo, lo que abrirá la puerta para que Rusia, China, Irán y, potencialmente, Pakistán, llenen ese vacío de poder.
En cualquier caso, no se trata de resultados esperanzadores después de una guerra de veinte años.
*Imagen de David Axe
Donald Nuechterlein es especialista en temas de la Guerra Fría e imparte una cátedra a este respecto en la Universidad de Richmond. Autor de numerosos libros sobre política norteamericana y exterior, sus títulos más recientes son A Cold War Odyssey (1997), America Recommitted: A Superpower Assesses its Role in a Turbulent World (2000), Defiant Superpower: The New American Hegemony (2005).
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Posted: August 30, 2021 at 6:41 pm