La nueva disputa por la nación mexicana
Sergio Negrete Cárdenas
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López Obrador sí hizo, como tanto desea, historia, por lo menos en ese aspecto. Hay en 2024 una nueva disputa por la nación, con posiciones claras y en muchos casos claramente encontradas. La elección será el 2 de junio, y determinará en mucho el futuro del país por décadas.
Por ya más de un siglo muchas elecciones han representado un choque entre ideologías dramáticamente opuestas. Hasta el siglo XIX, las diferencias podían ser importantes en torno a ciertas cuestiones, por ejemplo en los Estados Unidos los candidatos esclavistas y abolicionistas. En ese caso había también ideas, la noción de que ciertos hombres no eran iguales y de hecho eran parte de una raza inferior, pero no pueden catalogarse como batallas ideológicas en el sentido moderno.
Moderno por más de 120 años, esto es. Fue en 1900 cuando se presentó el primer candidato socialista en las elecciones de Estados Unidos, Eugene V. Debs, obteniendo 0.6% del voto popular. Se postularía en cuatro ocasiones más (1904, 1908, 1912 y 1920), con su mejor desempeño teniendo lugar en 1912, en que logró 6.0% de los sufragios. Ciertamente no era un peligro para los candidatos demócratas y republicanos, pero marcó una importante entrada de las ideas colectivistas / socialistas / comunistas en la arena electoral. En 1900 también fue fundado en el Reino Unido el Partido Laborista (en México se habría denominado Partido de los Trabajadores), que recibiría un fuerte empuje con la llegada del sufragio universal a ese país, si bien lo “universal” eran todos los hombres, a partir de 1918. Pocos años más tarde, en 1924, formaría gobierno por primera vez con el Primer Ministro Ramsay MacDonald, quien apropiadamente provenía de la clase trabajadora.
Una división clara, pero movediza
Los enfrentamientos electorales, al menos en términos generales, tendrían lugar desde el siglo XX entre partidos de izquierda y derecha, con temas sociales aparte de económicos, como es el caso del aborto (notablemente en los Estados Unidos). En ocasiones las divergencias son menores y en otras abismales, pero marcan diferentes ideas con las que los votantes puedan identificarse con claridad.
La caída del Muro de Berlín (1989) y la desaparición de la Unión Soviética (1991) habían marcado, al parecer, la supremacía absoluta del capitalismo. Como hubiera dicho Mark Twain, las noticias de la muerte del socialismo resultaron ser exageradas. Reductos que se proclaman comunistas ciertamente quedan pocos, Cuba y Corea del Norte, verdaderos islotes dictatoriales, pero a ello se agregan los numerosos países con gobiernos socialistas, desde el Chile de Gabriel Boric hasta España con Pedro Sánchez. El laborismo tiene fuertes posibilidades de regresar a formar gobierno en las próximas elecciones en Reino Unido. El socialismo quizá no es lo que solía ser, pero pervive.
Pero la división entre izquierda y derecha, o si se le quiere llamar el ancho centro (más bien una zona bicolor en que se mezclan azul y rojo), se mueve. Un gobierno socialista de hoy se centra en desarrollar un Estado de Bienestar, no en instaurar una dictadura del proletariado. No puede descartarse que un gobierno de izquierda incluso privatice ciertas empresas estatales. Las grandes nacionalizaciones, esas sí, llegaron a su fin en muchos países en la década de 1980, aunque la deuda intelectual de ese corrimiento del centro (hacia la derecha) se le debe más a los gobiernos de Margaret Thatcher que a la renuncia de Mikhail Gorbachev. No es que no haya habido intentos de instaurar regímenes de corte socialista como se hubiera entendido a mediados del siglo XX, pero su fracaso ha sido estrepitoso, destacando el mal llamado “Socialismo del Siglo XXI” de Hugo Chávez, devenido con Nicolás Maduro en una dictadura bananera estatista que no merece el respeto, y menos la imitación, de absolutamente nadie.
La batalla interna mexicana
México representó un caso atípico, como tantas veces, debido a la era del priato dominante (1929-2000) que cubrió los periodos del socialismo original y desapareció ya varios años tras abierto el muro berlinés. Pero sería un partido político, pero con una ideología (si se le puede llamar así) amorfa, adaptable y vaga, sobre todo con el transcurrir de los años: la “Revolución Mexicana”, posteriormente conocida también como el “nacionalismo revolucionario”. En realidad, el partido (con diversos nombres, pero PRI desde 1945) seguiría sin reticencias las ideas presidenciales.
Bajo el paraguas tricolor del PRI cabían todos. Las disputas ideológicas existían en México como en muchos países, pero se resolvía dentro del partido hegemónico, con el condensador, árbitro y juez siendo el Presidente de la República. El fundador de lo que inició como Partido Nacional Revolucionario (PNR) en 1929, Plutarco Elías Calles: había ideado el organismo para que los revolucionarios dejaran de dirimir sus diferencias a balazos y sus hijos y nietos siguieron haciendo lo mismo.
Por décadas se consideró que en el partido existía un “ala cardenista” que tenía como sus ideales aquellos seguidos en el gobierno de Lázaro Cárdenas (1934-1940), esto es, estatistas y socialistas. En otro extremo estaba el “ala alemanista”, siguiendo las ideas y acciones de Miguel Alemán (1945-1952), de corte proempresarial y capitalista. Muchos gobiernos navegaron entre ambos (por ejemplo los de Ruiz Cortines, 1952-1958, y Gustavo Díaz Ordaz, 1964-1970).
Luis Echeverría (1970-1976) y José López Portillo (1976-1982) se colocarían con entusiasmo en la franja izquierda, agregando al estatismo la irresponsabilidad fiscal y monetaria. Ambos cerraron sus gobiernos con crisis económicas, con JLP marcando el estatismo extremo (y desesperado, buscando responsabilizar a otros de su desastre) con la nacionalización de la banca y un férreo control cambiario poco antes de entregar la banda presidencial.
Ese cambio de gobierno fue precedido por un libro que marcaría, precisamente, los diferentes caminos ante los cuales se encontraba México: La Disputa por la Nación, escrito por los economistas Carlos Tello Macías y Rolando Cordera Campos (quienes actualmente tienen 85 y 82 años de edad, respectivamente). Cuando se publica ya había tomado posesión el republicano Ronald Reagan como Presidente de Estados Unidos y Thatcher tenía un par de años como Primer Ministro del Reino Unido. Sin ser claro todavía, se percibía un movimiento que correría el centro hacia la derecha, aunque nadie hubiera predicho el colapso del imperio soviético (incluyendo la desaparición de la propia URSS) una década más tarde.
López Portillo había elegido, como todos los Presidentes del priato, a su sucesor. Optó por Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988). Quizá más empujado por las circunstancias que por las ideas, MMH inició un fuerte ajuste fiscal y un retracción del Estado de la economía, si bien relativamente tímido para lo que después ocurriría globalmente. El radicalismo liberal (a la mexicana) lo seguiría Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), con sus sucesores del PRI y, desde 2000, el Partido Acción Nacional (PAN), manteniendo el rumbo. La disputa ideológica de la nación parecía resuelta.
La disputa bajo el obradorismo
La elección de Andrés Manuel López Obrador demostraría que en pleno siglo XXI se había reabierto la disputa por la nación. A su juicio, el largo periodo 1982-2018 fue la “larga noche neoliberal”, oscura etapa que haría lo imposible por enterrar. Con límites marcados más por el presupuesto que por las ideas, regresó el estatismo entusiasta, sobre todo en el campo energético, así como limitadas nacionalizaciones. En 2024 se abandona, en aras de terminar los proyectos emblemáticos del obradorismo (verdaderos elefantes blancos aparte de agujeros negros presupuestales) toda prudencia fiscal. Se espera que este año cierre con un déficit superior a 6% del PIB, el más elevado en 35 años. No hay dinero que se le niegue a Dos Bocas o al Tren Maya.
Un corrimiento del centro hacia la izquierda, sobre todo en el ámbito de la política social. La candidata Xóchitl Gálvez (PRI-PAN-PRD) ha enfatizado que mantendrá las masivas entregas de efectivo vía programas sociales, sobre todo pensiones y becas. La candidata de AMLO (en el sentido más estricto de la palabra), Claudia Sheinbaum, se ha desvivido por prometer que seguirá todo lo dispuesto por quien le pretende heredar el cargo.
López Obrador sí hizo, como tanto desea, historia, por lo menos en ese aspecto. Hay en 2024 una nueva disputa por la nación, con posiciones claras y en muchos casos claramente encontradas. La elección será el 2 de junio, y determinará en mucho el futuro del país por décadas.
Sergio Negrete Cárdenas. Profesor de Tiempo Completo en la Escuela de Negocios del ITESO. Trabajó en el Fondo Monetario Internacional. Profesor en varias universidades de España y México, destacadamente la Universidad Pompeu Fabra y la Escuela Superior de Comercio Internacional, en Barcelona, la UNAM y la Escuela de Periodismo Carlos Septién en la Ciudad de México. Doctor en Economía y Maestría en Economía Internacional por la Universidad de Essex. Diplomado en Política Exterior de Estados Unidos por la Universidad de Maryland. Licenciado en Economía por el ITAM y en Ciencias de la Comunicación por la UNAM. Twitter: @econokafka
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Posted: May 22, 2024 at 8:57 pm