Essay
Muerte e improbable resurrección del catolicismo
COLUMN/COLUMNA

Muerte e improbable resurrección del catolicismo

Andrés Ortiz Moyano

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El pueril e infantiloide prisma actual tiene como acusación recurrente hacia la iglesia católica notable torpeza respecto a las oportunidades del marketing y el uso de los nuevos canales de comunicación. En otras palabras, que es incapaz de transmitir su mensaje en la era digital. Como si la salvación eterna, el amor fraterno o las bondades de una filosofía humanista no fueran per se suficientes para acumular likes en Tiktok.

No es cuestión tampoco, pues no sería cristiano, ensañarse con estos pobres de espíritu. Y en este sentido, valga como acto de discernimiento útil el, en efecto, reconocer faltas graves en el proceso de venta católico. En algunos casos, seguramente por falta de convicción o a fuer de una metodología proselitista ya caduca, resulta incomprensible que los católicos no tremolemos algunos conceptos que son, precisamente, gloria bendita.

De las muchas opciones me centraré en una que me resulta inexplicable: en el relato católico colocamos a la resurrección de la carne en un injustísimo segundo plano. No, hombre, no. Mal.

La resurrección, vivir en el reino de los cielos, es el premio gordo de los cristianos. Nada de reencarnarte en un gusano, una cucaracha o en una comadreja ciega según te hayas comportado antes. La propuesta del más allá supera incluso al plan de las 72 huríes, que pinta la mar de bien pero que a la hora de la verdad, usted y yo sabemos que aquello acabaría regular tirando a mal por toda la eternidad.

Hagamos una prueba: díganme si no cuál es la fiesta católica más celebrada. Vale, la Navidad no está mal y la Pasión de Cristo tiene un empaque poderoso; pero, oigan, la Pascua de Resurrección es la auténtica bomba. No me nieguen que es la certeza del renacimiento lo que hace firmar al cliente en el marketplace de las religiones. ¿Se celebra igual la Pascua que las anteriores? Venga ya, no engañen, que además es pecado. La propia lectura del evangelio de San Juan el Domingo de Ramos termina justo cuando el viernes santo Jesucristo yace muerto. ¡Error!, justo en el momento clave, sólo había que seguir leyendo un poco más.

Sí, de acuerdo, el Domingo de Resurrección se lee todo con detalle pero ese día los feligreses ya tienen sobredosis de Pasión y ese finde suelen estar a otros menesteres.

La resurrección se vende, además, sola; es alegre, amable, transparente, está limpia. Embiste de frente por su propia naturaleza el bajonazo del telón final y da siempre una segunda oportunidad al despistado moral. En este punto me acuerdo del semidesconocido concepto de la parusía. Esto consiste en esencia en que, tranquilo, que al final Jesús te lo va a perdonar… Sí, eso también… y aquello, por supuesto. Tampoco creo que sea un libre albedrío y que Pol Pot esté sentado a la derecha del Padre. Seguro que tiene su letra pequeña pero, oiga, ¿qué otra religión mejora eso? Insisto, es la necesidad de abrir los ojos y apostar por la luz en vez de la oscuridad, la condenación eterna, el pecado indisoluble.

Más aún cuando, precisamente, al catolicismo (no a todo el cristianismo), le llueven palos por cada rincón, colocándolo, escuchen bien, al borde de una posible extinción. No exagero, créanme, que les traigo unos datos ciertamente escalofriantes.

Según la ONG religiosa Open Doors, la persecución de cristianos a nivel mundial ha alcanzado niveles terribles. En 2023 más de 365 millones de cristianos, lo que representa aproximadamente uno de cada siete, se han visto perseguidos violentamente por su fe.

Los ataques a iglesias han alcanzado los 14.700 entre templos y propiedades cristianas, como escuelas y hospitales, lo que representa un aumento de seis veces en comparación con 2022. China, ese por quien algunos imbéciles o malvados suspiran como alternativa a Occidente, y la India fueron particularmente notables por el cierre de iglesias y la violencia contra las propiedades cristianas.

La presión gubernamental de países como, ¡anda, China otra vez! es asfixiante. En el Dragón Rojo al menos 10.000 iglesias fueron cerradas. Esta tendencia es un denominador común en países y regímenes autocráticos. En Argelia, a quien le compramos el gas a espuertas desde España, de 47 iglesias protestantes, sólo quedan ya cuatro abiertas y no hay que ser el oráculo de Delfos para vaticinar su inminente desaparición.

Esta persecución se apoya en el impacto de la tecnología y la vigilancia sobre los critianos. Especialmente esepaísgigantedeAsiaqueustedyyosabemos ha incrementado sin pudor la represión contra los cristianos. De hecho, Pekín ha ordenado que los cristianos deben registrarse en una aplicación controlada por el estado antes de asistir a los servicios religiosos.

De media en el mundo, trece cristianos son asesinados cada día por su fe, con un total de 4.998 cristianos asesinados durante el año en 2023. La mayoría de estos se cometieron en Nigeria.

Un poco más arriba, en el Sahel, ese agujero negro que nos engullirá a todos más pronto que tarde, la inestabilidad política, la guerra y el extremismo del África Subsahariana han creado una situación extremadamente peligrosa para los cristianos. Grupos yihadistas como Al Qaeda y Boko Haram han prosperado en medio de la anarquía, atacando comunidades e iglesias con impunidad y ensañamiento. Y mientras tanto, Rusia agitando el avispero tras la desbandada de los ejércitos de la Unión Europea.

Y como última pieza del dominó, y a modo de éxodo bíblico el número de cristianos desplazados debido a la persecución religiosa se duplicó con respecto al año anterior, afectando a 295.120 creyentes. Los conflictos, el extremismo y los desastres naturales han sido los principales impulsores de este desplazamiento, dejando a los cristianos en una situación de gran vulnerabilidad.

Bueno, pensarán los tristes y cobardes, siempre nos quedarán los países tradicionalmente cristianos. Pues no se confíe, viejo meapilas. Las estadísticas indican un porcentaje cada vez más bajo de creyentes en países desarrollados. Mientras que los primos evangelistas llevan décadas medrando a costa de la Iglesia Católica.

Especialmente en Latinoamérica, esta situación es particularmente clara. Siendo justos, por demérito y complacencia de los propios católicos. Escándalos, desconexión con los feligreses y demasiada rigidez en algunas doctrinas han contribuido a que muchos se pongan la camiseta del otro equipo. Las iglesias evangélicas han demostrado una gran capacidad de adaptación a las realidades locales, adoptando formas de culto y organización que se adaptan mejor a las expectativas de las comunidades a las que sirven. A su vez, esto ha llevado a muchos a encontrar en las iglesias evangélicas un espacio más acogedor y adaptado a sus vivencias y expectativas personales.

El riesgo de extinción es, por tanto, alto y grave. Estos tiempos posmodernos nos han enseñado que lo que puede salir mal, sale realmente peor, y quizás las oraciones por la iglesia católica tengan que centrarse en su salvación. Y, ¿qué mejor que empezar por, precisamente, la propia salvación?

 

Foto de Akira Hojo en Unsplash

 

Andrés Ortiz Moyano, periodista y escritor. Autor de Los falsos profetasClaves de la propaganda yihadista; #YIHAD. Cómo el Estado Islámico ha conquistado internet y los medios de comunicación; Yo, Shepard y Adalides del Este: Creación. Twitter: @andresortmoy

 

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Posted: July 17, 2024 at 11:34 pm

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