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De ángeles y santos
COLUMN/COLUMNA

De ángeles y santos

Adolfo Castañón

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Antonio Rubial:  El sexo de los ángeles y de los santos. Género y violencia en la construcción de la cultura occidental, Siglo XXI Editores, 349 pp.

Autor de más de quince títulos como La plaza, el palacio y el convento. La Ciudad de México en el siglo XVII, 1998; La santidad controvertida, 1999; Monjas, cortesanos y plebeyos. La vida cotidiana en la vida de Sor Juana, 2005; El paraíso de los elegidos. Una lectura de la historia cultural de Nueva España, 1521-1804, 2010; La justicia de Dios. La violencia física y simbólica de los santos en la historia del cristianismo, 2011; Ciudad anfibia. México Tenochtitlan en el siglo XVI, en colaboración con Jessica Ramírez, 2023; Fortalezas de fe, pozos de esperanza. Una historia urbana de la Nueva España a partir de sus santuarios, 2024, entre otros muchos. Antonio Rubial (México, 1949) no es una figura desconocida. A quienes hayan seguido la trayectoria de este investigador e historiador, nacido en México un 31 de marzo, como Octavio Paz, bajo el signo Aries y en el horóscopo chino bajo el signo del Buey, no les habrá pasado inadvertida la fidelidad que imanta y armoniza su quehacer, que parece como guiado hacia la reconstrucción de una visión de la cultura colonial y virreinal mexicanas, atenta, a no pasar por alto los datos inmediatos que lo rodean. Sus títulos suelen tener dos enunciados, como es el uso en muchas publicaciones académicas. Los cinco ensayos que componen este volumen –al igual que las cinco notas de una partitura musical– repasan la escala que ascienden y descienden estas páginas.

I. La retórica del sufrimiento y de la sangre derramada
II. La teología del amor o la feminización de la sabiduría
III. Matrimonio, virginidad y roles genéricos
IV. Honor, violencia, justicia. Los santos varones poderosos
V.El sexo de los ángeles y de los demonios. El triunfo del bien y del mal

A esos cinco capítulos los complementan un “Prólogo”, un “Epílogo”, unas “Referencias” y agradecimientos. Cada capítulo va ilustrado por imágenes alusivas al texto.

Puedo decir que, en cierto modo, ya conocía algunos de los materiales aquí retrabajados, pues soy desde hace años lector de la revista Relatos e historias (que tiene más de 17 años de fundada), de la cual es colaborador habitual el autor en su sección “Santoral insólito”: “Santos lactantes”, “Felipe de Jesús, el primer santo mexicano”, “San Eduardo y San Luis. Los reyes confesores y las luchas anglo-francesas”, “Los santos inquisidores, contra herejes, idólatras y brujas”, “El beato Juan de Palafox, y la manipulación de su figura histórica”, “La odisea de Estebanico. Una extraordinaria travesía a través de las fronteras de la lengua y de la fe”, “Santa Gertrudis. Abogada del Purgatorio”, “Las desgracias de la madre Lorravaquio”, “Santa Catalina y la sabiduría femenina: de Hipatia a Sor Juana”, “El Apóstol Santo Tomás. Viajero del espacio y del tiempo”, “Una santidad cuestionada. El ermitaño Gregorio López”, “Los santos vengados: Los martirios colectivos. De San Mauricio a la Guerra Cristera”, “San Mercurio, San Demetrio y San Martín y la caballería celestial”, “Juan Diego y los santuarios guadalupanos de Nueva España”, “Los siete durmientes de Éfeso o el regreso del futuro”, “San Antonio Abad el ermitaño”, para solo mencionar algunos que tengo a la vista.

Sólo en cierto modo, pues ahí no es posible advertir la amplitud de horizontes y complejidad de visión que tiene el autor. Una de las cosas que más he disfrutado de esta lectura es el gusto y la pasión eruditas que se advierten en la composición de la obra. No sólo se limita al universo cristiano. Está consciente de que detrás de esta religión corren las energías del paganismo helénico, romano o celta. Uno de los “puertos” o querencias del autor es el escritor y hagiógrafo medieval de Santiago de la Vorágine (1230-1298), cuya “Leyenda dorada” podría decirse que subyace como una tapicería a la construcción del noble historiador mexicano.[1]

Ni a Octavio Paz ni a Juan José Arreola no les hubiese disgustado esta obra. El otro polo que subrayo es la inclinación a no cerrar los ojos al presente y a la realidad mexicana que lo lleva a hablar lo mismo de la genealogía andrógina del “Ángel de la Independencia”, que de los jesuitas asesinados hace poco tiempo en la Sierra Tarahumara o de la “Santa Muerte”, esa cifra ominosa con que cierra su libro. El libro del historiador es ejemplo de una historia fluida en la que la metamorfosis humana hacia la santidad se desdobla en devenires de los masculino hacia lo femenino, en las figuras de doncellas que se transforman en guerreras, en mujeres a las que les crecen barbas o en santos delicados que se deslizan hacia lo femenino. La historia de esas santidades parece siempre filtrada por las redes del poder y del manejo político. De ahí que tan importantes como lo santos y mártires mismos sean los hagiógrafos capaces de “canonizarlos”.

El libro es varias cosas más. Una historia o contrahistoria de la cultura occidental y una limpia muestra de la elegancia y dominio que tiene el autor del “tesoro” de su memoria. No escribo en balde esta palabra.

Podría decirse que este Thesaurus es una guía para armar y desarmar el atlas cultural e histórico de México y de Occidente a través de las figuras de los santos, la reconstrucción de sus santuarios e itinerarios, temas que domina ampliamente el autor. Por supuesto, se despliega un haz de historias de poder y se advierte cómo la manipulación de la información forma parte de la intangible santidad que va desde la antigüedad clásica, pasa por la Edad Media y alcanza nuestros días. Véase, por ejemplo, el capítulo “La monarquización del cielo: los coros angélicos”.

Rubial nunca pierde de vista ni la dimensión política y terrenal de su materia ni sus horizontes éticos y estéticos. Tampoco se le escapan algunos rasgos humorísticos relacionados con la exposición.

Si alguna vez la obra se vuelve a editar o incluso a traducir, sugeriría que fuese acompañada por un índice de nombres para no perderse en el bosque de los santos, místicas, santas, mártires, dioses, padres de la Iglesia, libros sagrados, papas, personajes bíblicos, enfermedades, hechos históricos, encíclicas, obispos, entre otros.

 

Nota:

[1] Santiago de la Vorágine, La leyenda dorada, vol. I y II. Traducción del latín de Fray José Manuel Macias, Alianza Forma, 1a ed. 1982, 6a reimpr. 1994.

 

Adolfo Castañón es poeta, traductor y ensayista. Es autor de más de 30 volúmenes. Los más recientes de ellos son Tránsito de Octavio Paz (2014) y Por el país de Montaigne (2015), ambos publicados por El Colegio de México. Premio Xavier Villaurrutia 2008, Premio Alfonso Reyes 2018 y Premio Nacional de Artes y Literatura 2020. Creador Emérito perteneciente al SNCA. Twitter: @avecesprosa

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Posted: September 24, 2024 at 9:10 pm

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