Basura (Fragmento)
Sylvia Aguilar Zéleny
Me dice la Serena que quieres trabajar con nosotras, que ya tienes experiencia y toda la cosa, ¿es cierto? Deja te miro. Ay, chula, no sé, tienes pinta de que eres nueva-nuevita en el negocio. Ah, taloneabas en tu pueblo. Pero bien poquito, ¿verdad? ¿Que cómo sé? Pues se te nota en la cara. Te leo el miedo. Así que mientras se te lea el miedo en la cara tú sigues siendo de las nuevas. Pero es natural, aunque ya hayas trabajado en esto antes, es más aunque hayas trabajado toda la vida en esto, el miedo no se va. Además iniciar en un nuevo lugar, estar con un nuevo sindicato, pos da como miedo. Yo digo que nunca se va del todo, como que te haces a vivir con él. La Serena, por ejemplo, se caga de miedo con los clientes nuevos, ella prefiere sus habituales. No la culpo, se ve cada cosa por estos lares. ¿Cómo es el negocio en tu pueblo? ¿Dónde queda? Uy, chula, con razón te viniste para acá. Yo no sé qué está pasando, como que de todos lados está saliendo mucha mugre. ¿No se supo por allá lo que pasó en Chihuahua con…? Ajá. eso mero. Pero mira, más que andarse con miedo, hay que ser precavida. Porque el miedo es muy culero, te detiene. Yo antes les tenía mucho miedo a tantas cosas. A mi familia, al qué dirán, a la vida, al amor. A admitir que soy lo que soy. Uy no, si yo te contara, mi vida es una telenovela, chula. Para llegar a donde estoy ahorita tuve que pasar por tanta pinche miseria. Yo soy así, ¿eh?, muy abierta. Ay, pero ni me presenté, yo soy Reyna, Reyna Grande y si te quedas con nosotras yo seré tu jefa. Hablo mucho, como te darás cuenta, y mis historias nunca tienen final feliz pero sí muchas enseñanzas, así que toma nota. Todo lo que yo digo es parte de tu introducción a la putería en esta empresa. Mira, ya te hice reír, se ve que eres ligerita, a la última que capacité, una no le sacaba ni el buenos días. Era guapita, grandota como tú y llena de tips de belleza. ¿Ves mis cejas qué delineaditas? Ella me enseñó a hacérmelas. No, ya no está con nosotras, es más, tu habitación era de ella antes. Buena pregunta. ¿Por qué se fue? Ahorita te cuento, pero sígueme, te voy a enseñar tu esquina.
¿Cuántos años tienes?
Y ya en confianza, ya deveritas, ¿cuántos años tienes?
Buena respuesta, ni yo misma hubiera pensado en algo así. Los que tú quieras, así voy a decir ahora en adelante, te voy a copiar. Ya me estás cayendo bien, te ves con miedito pero eres segura de ti misma. Eso es básico en la vida y en esta carrera, a mí me costó entenderlo. Porque tú me ves muy segura de mí, pero la verdad me tardé en florecer. De chico, por ejemplo, a veces me ponía la ropa de mis hermanas, así nomás a ratitos y a escondidas. Y cuando me cacharon, úfale, ya más nunca se me ocurrió siquiera pensar en volverlo a hacer. Estaba yo en la secun y ha de haber estado muy buena la cachetiza que me puso mi mamá porque de veras, te lo juro, no volví siquiera a contemplarlo. En primer lugar, por miedo. Fue muchos años después que comencé a ponerme la ropa de una novia que yo tenía. Bueno, no sé si era novia-novia, nomás cogíamos de vez en cuando. Yo fui su primero. Ella fue mi única. Yo digo que comenzó a salir conmigo nomás para ver qué se sentía. Para ella no cabía nada más que trabajo, trabajo, trabajo. Yo espero que tú seas igual, ¿eh? Porque flojear aquí no cabe. Así decía ella, fíjate, mi novia. Yo era su asistente legal y ella la abogada estrella del despacho donde trabajábamos. No me daba ni un respiro, Raymundo esto, Raymundo lo otro. Raymundo, flojear aquí no cabe. Cogíamos sólo cuando ella no tenía de veras nada más qué hacer. Me llevaba a su depa, pasaba la noche con ella, entre haciendo cosas y platicando. Ella tenía muchos sueños y aspiraciones. Yo, pues la escuchaba seguro de que iba a lograr todo lo que deseaba: su propio despacho, una casa gigante. Creo que por eso me gustaba estar con ella, por eso y porque así no tenía que ir y venir de Juárez a El Paso a diario. Ah, porque yo trabajaba allá, pero vivía acá. Un día, lo recuerdo como si hubiera sido ayer, nomás de puro ocio abrí su clóset. Ése era el clóset de una mujer con goles en la vida, definida, disciplinada. Olvídate de colores o texturas, de escotes o coqueterías, pero qué feliz fui abotonándome una blusa de seda con botones aperlados, una falda tipo sastre. Ay, yo era finalmente yo. Mi transición tardó, pero ocurrió por ella o a pesar de ella.
Y mírame ahora. Pues sí, supongo que debo agradecérselo, es cierto, de lo malo siempre viene algo bueno. Tú sí que eres profunda, ya me estás cayendo bien. Oye, pero te dije mírame a mí. Sí, a mí, no a mis tetas, ¿qué, quieres tocarlas? No, cuál disculparse, te lo digo en serio. ¿Cómo me va a molestar si ya estoy acostumbrada? De veras, ¿las quieres tocar? Sin pena, de veras. Estas dos me han metido en problemas, no te miento. La confusión es la madre de todos los vicios. Hay a quienes les gusta y hay a quienes nomás no. Hace años, cuando yo circulaba y no era la gerente, tenía una frecuente. Un mujerón que en mí encontraba teta dulce y la quijada dura, que era lo suyo. Cogíamos de misionero nomás para que ella me pudiera ver las destas. Me hablaba quedito, me decía cosas bonitas. Nos veíamos un par de veces al mes. Pero un día, un día nomás dejó de venir. Y mejor porque yo estaba así de enamorarme de ella. Soy una enamoradiza.
Sí, me gustan las mujeres.
Los hombres también.
Yo te bateo para todos lados. Mi teoría es que el mundo sería mejor si todos hiciéramos lo mismo, o sea probar un poquito de todo. A fin de cuentas el amor es amor, chula. A mí me gusta el amor, me gusta amar y ser amada. Mamar y ser mamada, jajajaa. De veras que tú sí sabes reírte porque ay la Larousse qué seca era.
Bueno, ésta que ves aquí será tu esquina y tienes que cuidarla, que nadie te la gane. Por aquí a veces caen unas viejas bien abusivas. Vienen por épocas, depende del revés económico, nos verás sólo a nosotras o verás otras de otros barrios que ya saben que hay más dinero acá. Hace mucho que no las veo. Vivirás con nosotras en ese edificio de allá, ése donde están construyendo. Me estoy haciendo un loft, ¿tú sabes lo que es un loft? Ah, mira, qué bueno que me entiendes porque aquí cae cada niña que parece que la escuela les pasó de noche. ¿Mujeres? Pues no muchas y ahora, a como están las cosas en la ciudad, cada vez son menos. Yo digo que les da miedo salir y que les agarre la noche en la calle. Si vienen, vienen acompañadas, ya sabes parejitas curiosas. Pero mujeres solas, ya es muy raro. Te diré que son las mejores clientas, ¿eh? Además de pagar bien, dejan buena propina. Como que comprenden lo duro de esta profesión o entienden que por mujeres como nosotras ellas pueden ocupar lugares en la sociedad. Me refiero a que si las mujeres son activas y creciendo en sus empleos es porque tienen a mujeres de clase trabajadora haciéndoles la chamba, en su casa, cuidándole los niños, lavándoles la ropa, cogiéndose a sus maridos para que ellas no se distraigan, ¿sabes cómo? Ay, soy una cínica, ya sé.
A lo que voy es que hay menos clientas y más clientes hombres. Y de esos pues hay todo, generosos, codos, re-codos, culeros, pero a todos se les da servicio de primera, así que al cliente lo que pida. Velo así, chula, el cliente es el que te da para comer, beber, vivir y para algunas de nosotras es el que da para las tetas. Digamos que las tetas te las dan los clientes. Mis niñas fueron el trabajo de dos años. Están bonitas, ¿no? Se nota que te gustaron. Te pusiste roja, ja, ja. Y tú quieres preguntarme otra cosa, ¿verdad? A leguas se nota que te mueres por saber si tengo o no pistolita de agua aquí entre las piernas. Flash news, chula, sí tengo pero está bien guardadito, lo reservo para ciertas ocasiones.
Una vez pensé en quitármelo, quitármelo a la chingada para no andar regando hijos como cualquier puto cabrón que anda por ahí. Yo fui un puto cabrón, yo la regué por ahí, dejé embarazada a mi novia. Ésa, de la que te contaba. La embaracé y me fui. Ese capítulo de mi vida mejor cerrarlo con candado y tirar la llave al basurero. No es algo de lo que me sienta orgullosa. Así que ya te imaginarás que aquí llegué huyendo y aquí me vine quedando. Como todas, sí, tienes razón. Todas huimos de algo, sí. Ay, se me hace que tú y yo vamos a ser buenas amigas. Ay pero veme, ni te he explicado nada de tus responsabilidades en esta chamba y estoy más hocicona que nunca. Mira, mejor vámonos enque el Javier, un clamatito me enfoca y te explico a fondo cómo trabajamos nosotras. El Javier es… ah, pos si él te recomendó, ¿de dónde lo conoces? Uuuy sí, ese Javier es bien popular, todo mundo lo conoce; aparte claro que tiene exes en todos lados. Oye ¿y tú tienes novio o novia? Te pregunto solamente para saber si tu pareja sabe y está de acuerdo con lo que tú haces. Porque eso fue lo que le pasó a la anterior, tenía un noviecito que era bien celoso y se la pasaba llámele y llámele. Pero a ver, ¿por qué no la sacó de esta chamba si tanto la quería? Los clientes empezaron a quejarse y con justa razón oye, si no pagan para verte hablar con otro hombre.
Javieeeer, un clamatito. ¿Qué te tomas, chula? Yo invito el primero.
- Basura. Novela. Editorial Nitro/Press – Secretaría de Cultura, CDMX, 2018. Se realizó con apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes a través del Programa de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales 2017. Este libro es un adelanto de la editorial NitroPress.
Sylvia Aguilar Zéleny. Autora de los libros de cuento Gente menuda (Voces del Desierto, 1999), No son gente como uno (ISC, 2004), Nenitas (Premio Regional de Cuento Ciudad de La Paz, Nitro/Press, 2013), Señorita Ansiedad y otras manías (Kodama Cartonera 2014), así como de las novelas Una no habla de esto (Tierra Adentro, 2008), Todo eso es yo (Premio Nacional de Novela Tamaulipas, ITCA, 2015), El Libro de Aisha (Enjambre Literario, 2018), y de la serie juvenil Coming Out (Epic Press, 2014). Reside en Estados Unidos desde 2010 donde coordina CasaOctavia, una residencia para escritoras en El Paso, Texas. Tiene un Barbudo, un hijo, un hijistro y dos gatos.
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Posted: September 6, 2018 at 9:59 pm
Me enganché a la lectura con las novelas del Oeste y las Mil mejores poesías de la lengua castellana. De las novelas me encantaba la posibilidad de habitar en otro mundo durante unas horas, y de la poesía, la magia de las palabras y del ritmo, o lo que es lo mismo: la belleza.