La ciudadana Rankine
Gerardo Cárdenas
De forma peligrosa, la sociedad y las autoridades estadounidenses postergan e intentan ignorar un debate amplio sobre el tema del racismo. El problema viene de mucho antes: la mitología nacionalista de Estados Unidos asumió a la Guerra Civil y al posterior periodo de Reconstrucción como la panacea para el tema de la esclavitud de los afroamericanos. En realidad, la Reconstrucción fue una cesión de soberanía judicial y legislativa a los estados del Sur para que promulgaran y preservaran leyes que mantendrían segregada a la población negra.
Un mayor problema fue que ese estado de cosas no se limitó al Sur, sino que se reprodujo rápidamente en el resto del país. La nación pretendió ignorar la situación hasta que ésta estalló en su cara en los años 50 y 60 del siglo XX y llevó, bajo el liderazgo de Martin Luther King, a la promulgación del Acta de Derechos Civiles. De nuevo, la mitología nacional entró en juego y asumió que el problema quedaba resuelto.
Nunca ha estado resuelto. La población negra –y secundariamente la inmigrante– sigue sujeta a una segregación y discriminación que abarca a todos los aspectos de la vida cotidiana.
Desde 2014, el tema ha vuelto a la atención nacional: Jefferson (Missouri), Cleveland, Baltimore, Chicago, Nueva York y otras ciudades han sido el escenario de fuertes protestas debido a la brutalidad de la acción policial dirigida contra residentes afroamericanos.
La paranoia nacional que siguió al 11 de septiembre de 2001 también ha contribuido al estado de cosas: el otro, y eso incluye a los afroamericanos, se vuelve sujeto de sospecha y rechazo; y la policía actúa con extrema dureza y solapamiento de parte de las autoridades. La policía y la sociedad han olvidado el diálogo y responden a golpes.
Es de notar, entonces, que un libro de poesía nos ponga en el centro del tema y use el lenguaje, la palabra, para golpear las conciencias, para llevarnos aunque sea a empellones al diálogo, para explorar qué tan “interiorizado” está en todos nosotros el racismo, el temor/odio al otro.
Me refiero a Citizen: An American Lyric, de Claudia Rankine (Graywolf Press, 2014). Ubicarlo exclusivamente en el género de poesía es ser, tal vez, un poco injusto con la autora. En sus 170 páginas caben la poesía, la prosa poética, el ensayo, el aforismo y la crítica de arte.
Rankine busca explorar distintos aspectos del lenguaje para revelar qué tanto el racismo se ha fundido a la psique contemporánea. Astuta, su reflexión abarca inclusive al deporte, mirando desde el ensayo y la poesía a la tenista Venus Williams y al ex futbolista francés Zinedine Zidane.
La autora no acude al panfleto ni al manifiesto. Le basta con desnudar las palabras, revelar el monstruo detrás del significante.
“Not long ago you are in a room when someone asks the philosopher Judith Butler what makes language hurtful. You can feel everyone lean in. Our very being exposes us to the address of another, she answers. We suffer from the condition of being addressable. Our emotional openness, she adds, is carried by our addressability. Language navigates this” (p. 49).
“Perhaps the most insidious and least understood form of segregation is that of the word” (p. 122).
Rankine no pretende suavizar el camino, no busca ofrecer consuelo, no quiere ser diplomática. No le interesa. Si el racismo actúa con la violencia de los hechos, ella desnuda el lenguaje racista, lo expone, lo humilla y, a golpe de verso, nos lleva a una crítica del lenguaje, de la palabra. Es del lector la responsabilidad de convertir esto en acción.
Cover image by John Lucas
©John Lucas
Gerardo Cárdenas, escritor y periodista mexicano, reside en Chicago. Ha publicado relatos, poesía y teatro. Su obra de teatro Blind Spot, publicada por Literal Publishing, ganó en 2015 el premio Nuevas Voces de Repertorio Español. Twitter @el gerrychicago
Posted: February 8, 2016 at 9:38 pm