Realismo Dialéctico
Pedro M. Domene
José María Merino,
La sima,
Seix-Barral,
Barcelona, 2009, 414 pp.
José María Merino forma parte de esa raza de escritores que, desde sus inicios, vuelve al relato como el auténtico arte de contar, superando tesituras que oscilan entre los conceptos históricamente esgrimidos como realismo e idealismo, y que incluyen nociones de formalismo y de contenido, es decir, un proceso de escritura puro o una literatura de firme compromiso. La ficción de Merino plantea dualidades con acciones que se interfieren continuamente y desembocan en el denominado concepto de metanovela, e incorporan un auténtico proceso de documentación que se concreta en abundantes miradas racionales sobre el ser y el estar del hombre contemporáneo que, sin condicionamientos, convierte a sus historias en ámbitos de libertad con apariencia de auténticos laberintos y muestra su extraordinaria capacidad para la imaginación o para demostrar la verdad de un extraordinario mediador.
La sima (2009) ofrece una especie de síntesis que recopila, de alguna manera, muchos de los fundamentos desarrollados en su dilatada trayectoria hasta el momento, iniciada con Novela de Andrés Choz (1976), continuada con las crónicas mestizas: El oro de los sueños (1986), La tierra del tiempo perdido (1987) y Las lágrimas del sol (1989), o sus entregas más recientes, El heredero (2003), una historia que se extenderá a lo largo del todo el siglo XX, y El lugar sin culpa (2007): una bióloga, pretende alejarse de un doloroso drama familiar y elige como destino profesional un laboratorio situado en una isla casi deshabitada, un espacio protegido, donde el transcurrir del tiempo se ajusta mucho más al ritmo de la naturaleza que al de los pocos seres humanos que habitan en ella, y donde parece posible que la memoria personal pueda ser anulada. La llegada a la isla de un barco con el cuerpo ahogado de una joven devolverá a la protagonista la conciencia de la realidad humana y del tiempo, conceptos a los que, a pesar de todo, ella pertenece y de los que no puede desprenderse. En La sima se muestra la influencia del pasado, justifi ca el proceso de formación de la personalidad del protagonista o marca las relaciones entre historia y fi cción, con abundantes elementos conexos que se irán añadiendo a los acontecimientos y que en la novela se convierten en esos diferentes planos signifi cativos que proporcionan a la historia contada esa calculada densidad narrativa necesaria. Fidel trabaja en una tesis doctoral sobre la primera guerra carlista, regresa a la soledad del pueblo de su niñez, en la montaña leonesa, durante los últimos días de 2005 y permanece allí hasta el día de Reyes, con el propósito de seguir avanzando en su estudio, aunque pronto surgirán las difi cultades objetivas de esta labor de investigación, y cuando, como telón de fondo, se prepara la exhumación de quienes en plena guerra civil española murieron ejecutados en la zona, precisamente en la sima de Montiecho: una historia familiar protagonizada por su abuelo, una oscura leyenda conocida por todo el mundo. Durante ese breve espacio de tiempo, el narradorprotagonista, mientras cuenta y hace balance de su pasado, apela en una tonalidad expresiva en forma de diario a tres interlocutores que asistirán, alternativamente, al flujo de los recuerdos, de las sensaciones, de los sentimientos que, por cierto, sirven de auténtico testimonio y de autoexplicación y de buena parte de sus relaciones familiares, además de la justificación del carácter de su personalidad, en la que como iremos sabiendo predomina un profundo sentimiento de orfandad, de desamparo, de profunda tristeza, condiciones que han marcado su existencia hasta el presente de una forma indeleble.
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Posted: April 19, 2012 at 5:07 pm