Film
Harvey Keitel: “Hoy no podríamos filmar Taxi Driver”

Harvey Keitel: “Hoy no podríamos filmar Taxi Driver”

Rodrigo Carrizo Couto

El Festival de Locarno es el segundo más antiguo de Europa, tras el de Venecia, y el principal evento cinéfilo de Suiza. Esta importante cita cultural premia desde hace 69 años a las películas más arriesgadas y al cine de autor. También tiene la costumbre de recompensar las carreras de actores, directores o profesionales que han marcado la historia del Séptimo Arte. En la edición que acaba de terminar, dicho honor recayó en la figura de Harvey Keitel.

Nacido en Brooklyn en 1939, este inmenso intérprete nos deja un legado de excepción que pasa por películas míticas como Taxi Driver, Mean Streets o The Piano, pasando por su composición del inolvidable Mister Wolf en Pulp Fiction, el corrupto “Bad Lieutenant” de Abel Ferrara, o su más reciente creación junto a Sir Michael Caine en Youth, de Paolo Sorrentino. Actualmente copresidente del mítico Actor’s Studio, junto a su colega Al Pacino, Keitel se presta a esta charla en un lujoso hotel una mañana soleada que sobrevuela el Lago Maggiore al día siguiente de recibir el Leopardo de Oro al conjunto de su carrera.

Se presenta con unas gafas ahumadas y sin mayores protocolos establece el tono del encuentro preguntando al cronista: “Hijo, ¿estás realmente despierto a las nueve de la mañana de un domingo? Yo confieso que sigo dormido, pero hago ver que estoy despierto”. Tras las risas, este actor genial (que nunca ha ganado un Oscar) se presta a la extensa charla con interés y un espíritu abierto. Única condición que impone su agente de prensa: no hablar de las próximas elecciones presidenciales en los Estados Unidos. Poca cosa al lado del privilegio de poder escuchar a lo largo de una hora a esta leyenda viviente del cine.

* * *

P: ¿Se siente cómodo en su papel de estrella de Hollywood?

R: Mire…usted me habla porque aparezco en películas, pero en el fondo no somos tan distintos. Estoy seguro que si la entrevista fuera a la inversa también usted tendría muchas cosas interesantes que contarme. No creo en la separación entre actores y público. Creo en las grandes historias que compartimos y en el cine. Es por ello que estoy aquí, en este festival. Porque todos tenemos una historia que contar, y todas pueden ser interesantes. Lo más importante no es que me den un premio, aunque los premios son importantes pues muestran el camino para nuestros hijos.

P: ¿O sea que no se lleva bien con la fama?

R: ¿Fama? ¿Qué es la fama? Yo crecí con muchos tipos que eran muy famosos en Brooklyn. En su calle o su esquina. Tan famosos como cualquier estrella que vemos en Locarno. Y su fama era tan significativa como la de una estrella de Hollywood. O incluso un poco más. (risas)

P: Una primera pregunta curiosa para un hombre de cine. ¿Hay algún libro que le haya marcado especialmente?

R: Pues sí. Un libro que tiene un enorme significado para mí es Irrational Man, de William Barrett. Ya antes que me pregunte por las razones, le sugiero que abra el libro y busque las respuestas en su interior. Es un libro que abarca muchos temas de manera muy profunda, desde el existencialismo al arte o al hecho de “ser”. Me gustaría invitar a sus lectores a que lo lean, a pesar de que muchos de ellos deben tener una mejor educación que la que tuve yo. Significa tanto para mí que reservo un ejemplar dedicado para cuando mi hijo cumpla 12 años la semana que viene.

P: A menudo se le identifica con personajes de “tipos duros”.

R: ¿Hijo, qué entiendes por tipos duros?

P: Dígamelo usted. (risas)

R: Yo le haría otra pregunta. ¿Qué es un tipo duro? ¿Aquel que golpea a otra persona o el que tiene el valor de aguantar los golpes?

P: Hablando de tipos duros, usted ha pasado tres años en el US Marine Corps.

R: En efecto. Allí encontré cantidad de hombres y mujeres duros, pero también sensibles y capaces de una profunda empatía. En los Marines aprendí lecciones esenciales para mi vida, no solo como actor sino también como persona.

P: Usted es uno de los actores americanos más queridos por el público y los directores europeos. ¿Cómo es su relación con Europa?

R: Cuando empecé a venir a Europa el primer director que se interesó en mi trabajo fue Bertrand Tavernier, a quien siguió Ettore Scola. Tuve una suerte increíble al poder trabajar con esta gente, capaz de mirar con profundidad a nuestro viaje como seres humanos. De hecho, en Europa los directores se hacen famosos por su mirada sobre el alma humana, penetran muy profundo y nos permiten aprender algo acerca de nosotros mismos. He aprendido mucho de Europa. Como dijo Hemingway: “París era una fiesta”. (risas)

P: Usted entró en la leyenda del cine gracias a películas como Mean Streets,Taxi Driver o Bad Lieutenant. ¿Películas así serían posibles hoy en día?

R: Cuando menciona Bad Lieutenant me hace hablar de una película que es parte de mi corazón. Al igual que Taxi Driver. Tanto Abel Ferrara como Martin Scorsese son dos talentos extraordinarios que forman parte esencial de mi vida. Son dos hermanos del alma que me han acompañado en mi camino para ser un actor. Compartimos similares deseos, miedos y alegrías. Y volviendo a las películas, por ejemplo, Mean Streets fue hecha de forma completamente independiente. No teníamos dinero. Ahora usted me pregunta si estas películas se podrían hacer hoy. Creo que no. Hoy no podríamos filmar Taxi Driver pues parece que el apetito por contar buenas historias ha disminuido. A ello se suman cambios de valores y realidades como internet, que modifican todas las reglas del juego.

P: Usted nació en el seno de una familia judía de Europa del Este, como tantos de sus colegas de Hollywood. ¿Qué le queda hoy de esa cultura y de sus padres?

R: Todo. ¿Quién no lleva la vida de sus padres consigo? Crecí rodeado de las tradiciones judías del Este. Piense que Brighton Beach era entonces, y en parte sigue siendo, un barrio judío. Pero este es un tema que hace que me ponga sentimental. Yo vivía en Brighton Beach e iba al colegio en Coney Island, que era a la vez el lugar donde jugábamos. A lo largo del paseo marítimo podías ver a todas las gentes y culturas que hacen la América de hoy. A medida que caminabas podías ver a los diferentes grupos, algunos bailando o cantando la música de sus países de origen. Esa fue una maravillosa educación en la inmigración, que nos permitía conocer a otros pueblos de primera mano. Pero lo hermoso del Brooklyn de mi infancia era la mezcla, el famoso “melting pot”. Brighton Beach era judía. Coney Island era italiana e irlandesa. Luego llegaron los latinos. Todas estas culturas estaban unidas y nos  llevábamos bien. Por supuesto que había peleas entre los diferentes grupos, pero considero que esas peleas también tuvieron un importante rol educativo en mi vida.

P: ¿La situación que vemos en el mundo hoy hace que vuelva la mirada hacia su pasado de inmigrante?

R: Claro. Lo que ocurre nos golpea cada día desde la pantalla. Aún recuerdo el impacto que me causó ver a un soldado griego llevando el cuerpo de un bebé sirio muerto. Lamento que carezcamos de un liderazgo capaz de proponernos algo distinto, con más significado. Algo profundo. Me preocupa ver cómo se abusa de gente en situación de necesidad…pero también me preocupa mucho ver que hay ciertos grupos que creen tener la obligación de imponer sus creencias religiosas a los demás. Gente incapaz de demostrar tolerancia hacia las creencias del resto de la comunidad. En mi experiencia, debo decirle que esta no me parece una actitud inteligente para ir por la vida. Quiero decir que yo estaría incluso dispuesto a bailar alrededor del fuego para mostrar respeto por las creencias de otra persona, pues creo que todos vivimos bajo el mismo cielo. Pero me gustaría que alguien me invite alguna vez a una mezquita, y me explique aquello que buscan y en lo que realmente creen. Me gustaría poder rezar con ellos. Pero de momento nadie me ha invitado.

P: ¿En su extensa carrera hay alguna película que el público no haya apreciado pero que usted crea que hubiera merecido mayor atención?

R: En efecto. Hay una. Se llama The Grey Zone, dirigida por Tim Blake Nelson. La he protagonizado junto a Steve Buscemi y Mira Sorvino. Es una película muy dura, que narra el cotidiano de los prisioneros encargados de vaciar las cámaras de gas y llevar los cuerpos a los crematorios en Auschwitz. Explora los límites de lo que somos capaces de hacer con tal de sobrevivir.

P: Es una película extraordinaria. Posiblemente, la mejor que nunca he visto sobre el tema del Holocausto. ¿Qué pasó con The Grey Zone?

R: Muy simple. Los distribuidores pensaron que no ganarían dinero con esta película y la abandonaron. No hicieron ningún esfuerzo para promocionarla y prefirieron dedicar su dinero a otros proyectos. Pero lo cierto es que el público salía hipnotizado de la proyección. Tim Blake Nelson fue el autor de la pieza, que primero fue una obra teatral en Broadway, y luego se transformó en largometraje. Fue una apuesta muy valiente del productor Avi Lerner, quien aún hoy me dice que es la mejor película que jamás ha producido.

P: ¿Cómo hizo para interpretar al oficial SS siendo usted judío?

R: Fue un trabajo realmente muy difícil. Tim Blake Nelson quiso que yo fuera uno de los “kapos” prisioneros, pero yo dije que como judío que soy, me interesaba encarnar al oficial SS. Y es que aún hoy intento comprender lo que pasó en esos tiempos. No puedo decir que no entiendo racionalmente cómo se llegó a eso, y las circunstancias sociales que lo hicieron posible, pero The Grey Zone explora esa zona baja, increíblemente baja, a la que algunos hombres llegaron para poder vivir un día más. Además, no olvide usted que yo me he criado en Brooklyn con cantidad de personas que aún llevaban los tatuajes de los campos en el antebrazo. Es en homenaje a ellos que decidimos realmente darlo todo en el rodaje de esa película.

P: Usted participó del debut de Ridley Scott. Con The Duelists ganaron la Palme d’Or en Cannes en 1977. ¿Cómo fue su relación?

R: Le cuento algo gracioso al respecto. Cuando mi agente de la época me vino con la propuesta, tuve grandes dudas. En aquellos tiempos, alguien con mis antecedentes artísticos no podía aceptar trabajar con gente que venía de la publicidad. Lo comercial era anatema. Algo que estaba prohibido. Mi agente en Hollywood me dijo: “Hay un director de publicidad inglés que te quiere en su primera película”. Mi respuesta fue: “Ni hablar” (risas). Mi agente insistió para que mirara su trabajo hasta que me molesté y le pedí que dejara de recordármelo. Al final me convencieron para que viera un tráiler con algunas de sus producciones comerciales. Mientras llegaba al estudio sufría pensando en las burlas de mis colegas porque aceptaba hablar con un publicista. Pero cuando vi su trabajo descubrí que eran pequeñas joyas. Películas maravillosas de un minuto. Desde luego, ese día aprendí una gran lección. Quedé como un tonto… pero por suerte acepté participar en la película. El resto es historia… (risas).

P: ¿Cómo fue su primer encuentro con Quentin Tarantino?

R: Vaya pregunta (risas). Hay mucha historia previa que contar a nuestro primer encuentro. Pero vamos a resumir. Una mujer que colaboraba con el Actor’s Studio me había dado un guión diciendo: “creo que deberías leer esto… te va a gustar”. Naturalmente, era el guión de Reservoir Dogs. Y ahora adelantemos un poco hasta el real encuentro, que tuvo lugar en mi casa de la época en Hollywood. Quentin tocó a la puerta y preguntó: “¿Señor Kítel?” y yo le precisé: “Se pronunca Kaitél”. Esas fueron nuestras primeras palabras, y aún hoy me sigue llamando como le da la gana. O sea que para Quentin, yo soy el Señor Kítel (risas).

P: ¿Y cómo era Tarantino?

R: Entonces era un joven lleno de energía y ganas de hacer cosas. Alguien muy divertido. Tras leer el guión asumí que había crecido en barrios duros y que había visto criminales de cerca, pero él me aclaró que había crecido más bien en una familia de clase media en los suburbios de Hollywood. Entonces le pregunté: “¿Has conocido a tipos duros? ¿Has estado cerca de tipos duros?” A lo que respondió: “No”. Asombrado le pregunté: “¿Entonces cómo haces para crear tan bien a personajes de criminales y gánsteres?” “Muy simple”, me respondió: “los he visto en películas”. Y es que, como sabemos ahora, toda su formación cinematográfica proviene de haber sido empleado de un vídeo club y haber visto películas. Al momento de iniciar el rodaje de Reservoir Dogs no había dirigido jamás nada ni a nadie. Sin duda, es un talento descomunal. Es una de nuestras grandes esperanzas, y lo único que deseo es que siga haciendo las enormes películas a las que nos ha acostumbrado.

P: ¿Cuál es su relación con la “democratización” del cine gracias al vídeo digital y las series? Pienso en el auge de la “Era Netflix”.

R: Creo que es positivo, porque Netflix está produciendo muchas películas y de esa manera está creando puestos de trabajo y abriendo la puerta a nuevos talentos. Creo que los jóvenes deberían aprovechar esta oportunidad y no ser tan perezosos. Cuando yo comencé en este negocio no teníamos vídeo. Todo lo tuvimos que aprender del teatro, mientras que usted puede hacer una película con esta cámara que tiene sobre la mesa, subirla a Internet y dejar que el mundo entero la vea. Al fin y al cabo, lo más importante es la calidad de las historias que contamos.

P: ¿Qué consejo le daría a un aspirante a realizador?

R: Que no esperen ser descubiertos por Hollywood. Que se pongan a crear, porque el talento termina triunfando y Hollywood seguirá buscando a los creadores capaces de producir nuestras Mean Streets de hoy. Sólo estos jóvenes pueden cambiar Hollywood porque, de hecho, ellos son el Hollywood del futuro. No se trata de “destruir” a Hollywood sino de unirse al sistema para cambiarlo desde dentro siguiendo tus criterios. Los realizadores deberían estar contando sus propias historias que nos hablen de las “malas calles” de hoy… en vez de hacer remakes. Y hablando de remakes, podríamos hablar de Bad Lieutenant, Port of New Orleans. Pero prefiero dejar el tema (risas).

P: Antes ha mencionado el teatro. ¿Lo echa de menos?

R: Sí. Mucho. Y es que el teatro es maravilloso. Le debo todo, en el teatro aprendí y crecí como actor. Aunque la idea de hacer ocho representaciones teatrales por semana es realmente muy duro. No tienes vida personal, es complicado mantener una pareja, y no tienes un solo día libre a la semana. Y este ritmo de trabajo demencial en Broadway es responsabilidad de los productores que quieren sacar el máximo beneficio posible. Algunos colegas me dicen que debería estar agradecido incluso de poder hacer doce representaciones por semana, pero yo no estoy de acuerdo. Aunque al mismo tiempo quisiera volver al escenario, o sea que si alguien lee esto y tiene alguna propuesta interesante que hacerme, le escucharé con gran interés (risas).

P: ¿A esta altura de su vida, hay proyectos que aún le gustaría hacer? ¿Explorar alguna faceta de su arte que aún no haya explorado?

R: Hay muchos directores geniales con los que me gustaría trabajar. Por ejemplo, aquí en Locarno está Isabelle Huppert, quien está trabajando en un nuevo proyecto de Michael Hanneke. Ese es un director con quien me encantaría trabajar. Otro que me resulta muy interesante es Noah Baumbach. Pero hay tantas historias que me gustaría contar acerca de lo que está pasando hoy, delante de nuestros ojos. Sólo hay que saber mirar.

P: ¿Qué le mueve a seguir adelante?

R: La aventura. El placer de conocer gente. Descubrir el mundo.

P: ¿En qué trabaja actualmente?

R: Estoy filmando en París. Se trata de una película de Amanda Sthers, quien es una escritora de enorme talento. Esta es su segunda película. Se llama “Madame” y en ella comparto el cartel con Toni Collette y Rossy de Palma.

P: ¿Hay alguna pregunta que le gustaría que le hagan y nunca nadie le hace?

R: Pues sí. Me encantaría que alguien me pregunte si duermo desnudo o en pijama.

P: ¿Y cuál es la respuesta?

R: Se lo diré un poco más tarde (risas).

Locarno, Suiza

Imágenes: Copyright: Rodrigo Carrizo Couto 2016

RCCOUTO (11) MINI OKRodrigo Carrizo Couto. Radica en Suiza y escribe para el diario El País y la SRG SSR Swiss Broadcasting. Ha colaborado regularmente con los diarios Clarín, La Nación de Buenos Aires y la revista suiza L’Hebdo, entre otros medios.

©Literal Publishing. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación. Toda forma de utilización no autorizada será perseguida con lo establecido en la ley federal del derecho de autor.


Posted: August 22, 2016 at 9:37 pm

There is 1 comment for this article

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *