Para dejarnos mecer
Lolita Bosch
Necesitamos que el lector se deje mecer por el ritmo de la escritura que lo va situando a la distancia en la que lo necesita para ser comprendido. Es un recurso que utilizan todas las religiones del mundo: el practicante entiende lo que va a pasar porque orar, en cualquiera de sus versiones, es una repetición que nos permite entrar en un espacio letárgico que nos hace sentir a salvo porque nos produce la sensación de poder predecir qué sigue. Esa es la misma razón por la que un lector se queda en una novela: porque el ritmo le permite predecir no sólo qué se va a decir sino con qué cadencia. Y sin saberlo, él, como nosotros, en el lenguaje se siente a salvo.
Y la máxima expresión del lenguaje es, por supuesto, la literatura.
Usemos otro elemento literario como ejemplo: el tema. ¿Qué debemos hacer para que el lector se plantee, conmigo escritora, un tema? ¿Cómo logramos que tenga la sensación de pensar y entender qué es el amor o la pérdida? No sólo sembrando incógnitas, que es como –sin pensarlo demasiado– trataríamos de generar interés con las historias, sino mediante una tensión constante entre la duda y la certeza para que el lector tenga la sensación de estar preguntándose y resolviendo las cosas por sí mismo. Es decir, entendiéndolo a medida que lo construye.
Porque de nuevo, y como siempre, la novela tiene que ocurrirle a él.
Escribir es, desde luego, el acto a través del cual el lenguaje se vacía.
Escribir es vaciar.
Cristina Rivera Garza
En esta sistematización del proceso de escritura que he destilado tras observar el proceso natural de aprendizaje en cientos de alumnos y alumnas, pero también en mi propio trabajo creativo y el de muchos otros escritores y escritoras, he podido concluir que la escritura tiene, en esencia, tres momentos: el momento de pensar en el escritor, el momento de pensar en el texto y el momento de pensar en el lector. Pero estos tres momentos, a efectos prácticos podrían pensarse de otro modo. Así: 1. Un primer momento inasible y concreto que ocurre en el pensamiento y tiene que ver con los aspectos literarios que sí se pueden decidir. Un segundo momento de voz y de escritura, que es cuando buscamos lo que se puede construir. Y finalmente, un tercer momento de edición, relectura y corrección, que es cuando corregimos –literariamente– lo que se puede corregir para dejar entrar al lector a nuestros textos para que los hagan suyos.
Y he hablado de esta sistematización literaria, porque podemos pensar en el proceso de la escritura literaria como si fuera un videojuego. De tal modo que resulte fácil comprender que las estrategias que nos permiten subir de nivel y pasar a la siguiente pantalla no tienen por qué servirnos para resolverla. Sino que cada uno de los momentos de la creación se pueden ordenar pensando que al hacerlo nos permitirá pasar al elemento siguiente y, de este modo, podremos pensar una novela a gajos. Como una mandarina.
Traten de hacerlo con este simple ejercicio: 1. Hagan una lista de todos los elementos que creen que necesitan para escribir una novela. Esto no significa que tengan que entenderlos ni ser capaces de pensarlos todos, pero sí que sean capaces de reconocerlos. Y 2. Traten de ordenar todos estos elementos que se les han ocurrido tomando en cuanta cómo creen que se plantean, consciente o inconscientemente, durante el proceso creativo. Es decir, traten de pensar qué elemento necesitan resolver para plantearse el siguiente y, así, poder ordenar todos los elementos que hayan elegido en punto uno. Pregúntense, si todo no ocurre solo y súbitamente, ¿en qué momento pondrían cada uno de los elementos que han pensado? ¿En qué orden, ahora que ya sabemos que la historia no es el eje fundamental de una novela –y que por lo tanto no podemos hacer este ejercicio como si lo fuera?
Imagen de Martyna Zoltaszek
Lolita Bosch nació en Barcelona en 1970, pero vivió mucho tiempo en Albons (Baix Empordà). También ha vivido en Estados Unidos, India y, durante diez años, en la Ciudad de México. Ha publicado, entre otras novelas, Tres historias europeas, La persona que fuimos, La familia de mi padre o Esto que ves es un rostro, así como su antología personal de literatura mexicana Hecho en México y el ensayo narrativo Ahora, escribo. Su Twitter: @LolitaBosch
Posted: October 22, 2017 at 10:22 pm