Breve historia de Rafael Lemus
Naief Yehya
*Breve historia de nuestro neoliberalismo. Poder y cultura en México, de Rafael Lemus
Editorial Debate, México 2021
Pp. 231
Durante décadas imaginábamos al neoliberalismo como una fuerza invisible, casi innombrable. El neoliberalismo es mucho más que una estrategia económica, se trata de una doctrina política y social tan contundente que afecta todos los ámbitos. Sus mecanismos visibles son empujar a la eliminación de toda regulación de los mercados, al desmantelamiento de las instituciones que protegen a la economía, al ahorro y a los trabajadores, la imposición de restricciones al gasto público mediante programas de austeridad (al cortar presupuestos fundamentalmente a la salud, la educación, la cultura, la tecnología y la ciencia) y dar vuelo a malbaratar las empresas paraestatales. Lejos de sembrar bienestar ha privatizado e impuesto criterios económicos y mercantiles a todos los dominios de la vida. El origen del neoliberalismo es materia de debate pero lo cierto es que pasó en los últimos años de ser ignorado a convertirse en el villano predilecto de una variedad de políticos, tanto progresistas como conservadores. De esta manera en México y otros países se ha vuelto en fechas recientes una auténtica fuerza del mal evocada, invocada y exorcizada rutinariamente por el gobierno en turno que, sin definirlo claramente, emplea el término como sinónimo de corrupción corporativa y estatal.
En su nuevo libro Breve historia de nuestro neoliberalismo, el crítico y ensayista Rafael Lemus se enfoca en dar visibilidad y exponer los discursos culturales con que se presentó y vendió al público esta doctrina que eventualmente se enquistó en el poder en México. Para esto nos ofrece un mapa de las corrientes intelectuales y algunos acontecimientos culturales determinantes a partir de la década de los ochenta que ayudaron a la naturalización y normalización de una razón económica que habría de reemplazar a la política en vigor y hacer una tabula rasa de los valores del Estado e incluso el discurso nacionalista posrevolucionario. Como indica en el subtítulo, Lemus se concentra en la relación del poder y la cultura, específicamente en los principales grupos intelectuales del país y la manera en que transformaron su discurso para justificar y acercarse al poder a partir del régimen de Miguel de la Madrid (1982-1988) y con mayor determinación durante el período de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994).
El neoliberalismo tiene la ambición de reducir a las naciones a nodos financieros en un gran mapa especulativo. Imponer esta brutal transformación a una sociedad requiere de una poderosa maquinaria propagandista corporativa y estatal para manufacturar la ilusión de que esta doctrina no sólo es la única opción razonable y realista, sino que no existe alternativa alguna. Esta era la advertencia que hacía Mark Fisher (quien se quitó la vida en 2017) en su libro visionario Realismo capitalista ¿No hay alternativa? (2009), donde proponía que era más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo.
Lemus apunta: “Si antes el Estado vigilaba —con más o menos celo— el funcionamiento del mercado ahora el mercado vigila el funcionamiento del Estado mediante recursos y criterios como las ‘certificaciones de calidad’ o las siempre parciales exigencias de ‘accountability’ y ‘transparencia’”. El neoliberalismo, cuya “…razón aspira a diluirse como sentido común en la vida diaria”, en palabras de Lemus, se presenta como una fuerza modernizadora que requiere de plena libertad para operar, de ahí que demande la eliminación de obstáculos para la circulación libre y caprichosa de los capitales por el planeta. Mientras tanto pinta una imagen de la izquierda como emisaria del pasado y los viejos progresistas son señalados como los nuevos reaccionarios.
Tras décadas de aplicación de estas políticas Lemus concluye que tuvieron pavorosos resultados en el mundo entero y en particular en México causaron un estancamiento de los salarios, disminución de beneficios, un inmenso ensanchamiento de la brecha entre pobres y ricos, y un nulo abatimiento de la pobreza. Las políticas neoliberales son la causa de la catástrofe económica mundial de 2008, de la precarización de trabajo y la destrucción de la red de seguridad social, entre muchas catástrofes políticas, sociales, económicas y ecológicas. La ideología engendrada por Hayek, Friedman, Popper, Stigler y von Mises (los miembros fundadores más reconocibles de la Mont Pelerin Society), entre otros gurús del laissez faire, delira con el poder de la mano invisible del mercado pero en realidad depende del autoritarismo de los gobiernos y de la muy visible mano de la política para operar. Estas imposiciones no podrían tener lugar sin el apoyo entusiasta y cómplice de los gobiernos.
Si bien después de la matanza de 1968 los intelectuales estaban prácticamente todos reunidos en una izquierda amplia. Eso cambió con la fundación de las que serían las dos revistas más importantes del país. Lemus describe la rivalidad entre ellas, Vuelta (1976-1998) inclinada por una literatura elitista y difícil, y Nexos (1978 hasta la fecha) por una popular y accesible. Nexos seguía una línea más cercana a la academia y al marxismo, mientras que Vuelta se consagraba al liberalismo anticomunista. No obstante ambas se acercan al gobierno, por un lado Aguilar Camín, “presume de ser consejero y amigo personal del presidente [Salinas]”, escribe Lemus, y Paz llega a declarar acerca de ese mismo mandatario: “Muchos han aplaudido su política y yo he sido uno de los primeros”. Lemus señala algo evidente pero a menudo silenciado, que Paz usó su prestigio y enorme capital simbólico para “celebrar la reinvención neoliberal de México”. Como director de una de las revistas más influyentes de la lengua hispana no dudó en jugar un papel político, aunque nunca logró “resolver la contradicción entre apoyar las iniciativas económicas y políticas del proyecto neoliberal y condenar los efectos ‘espirituales’ que ese proyecto arrastra consigo”, como apunta Lemus.
La contraparte de la aceptación y asimilación del neoliberalismo por parte de esos dos grupos intelectuales es representada aquí por Carlos Monsiváis, pero Lemus muestra como el escurridizo autor de Entrada libre, utilizaba diestramente su “estilo indirecto libre” para evitar comprometerse de lleno con una ideología. Monsiváis fue una figura polémica, un autor irónico y mordaz que defendía el nacionalismo y se burlaba sistemáticamente de las bondades del mercado libre, el estado ligero y el individualismo. Con el derrumbe de la Unión Soviética y el distanciamiento intelectual con Cuba, Monsiváis pasó de la izquierda al liberalismo que él definió como: implantar la tolerancia, proclamar los derechos del hombre, el derecho a la educación, las libertades de expresión y de reunión, el derecho al trabajo. En lugar de enarbolar una ideología optó por recuperar la idea de la sociedad civil. Fue al mismo tiempo pop star que no faltaba a marcha, mitin o evento, e icono cercano al poder, incluso aceptando ser miembro del grupo San Ángel.
Un ejemplo particular en la argumentación de Lemus es la magna exposición, México: Esplendor de treinta siglos, que se inaugura el 10 de octubre de 1990 en el museo Metropolitano de Nueva York, la cual iba mucho más allá de ser una simple muestra del arte y la cultura del país ya que era en cierta forma una estrategia para reconfigurar el discurso histórico de México como nación ante el extranjero, ofreciéndose como un país milenario, estable, pacífico (las guerras de “Conquista y la Independencia, la Reforma y la Revolución son sistemáticamente disminuidas” así como las invasiones extranjeras), acogedor y nada controvertido. México era reimaginado como fascinante paraíso artístico, vacacional y abierto para la inversión. En esta muestra que después viajó por varias ciudades, el eje narrativo de la historia se había desplazado del imperio azteca (con apenas 17 piezas) al sureste al tiempo en que comienza el desarrollo frenético de la Riviera Maya como atractivo turístico internacional. Así mismo, el arte colonial, comienza a ser llamado con el término despolitizado de arte virreinal. Al reivindicar el período de la Nueva España, como “la parte más moderna de lo nacional —como lo mestizo, lo cosmopolita, lo multicultural”, se contradecía el discurso nacionalista revolucionario.
La ilusión de lanzar a la escena a un nuevo México se desplomó con la irrupción del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, que aparece el mismo día en que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá. Lemus dedica parte del libro a hacer una valoración minuciosa de algunos de los comunicados y declaraciones del EZLN, la vitalidad de su propuesta y a la vez las contradicciones de sus demandas, las cuales son esenciales para pensar de otra manera la política. Así mismo, expone la incertidumbre que le provoca a Octavio Paz el movimiento zapatista y eventualmente su rechazo y descalificación, con innegables toques de racismo. También muestra como tanto la revista Vuelta como Nexos, que en principio se situaban en lados opuestos del debate ideológico, terminaron acercándose al poder priísta para justificar su adopción de esta doctrina. Ahí comenzó la desaparición de la izquierda mexicana como tal, al quedar en una especie de orfandad intelectual y ser incapaz de generar un discurso alternativo más allá de simples eslóganes intercambiables y oportunistas.
Lemus plantea el desarrollo de “nuestro” neoliberalismo como un proceso de tres partes. La primera, del “neoliberalismo hegemónico” que va del 82 al 94, donde los cambios traen la promesa de cierta prosperidad; la segunda marca la fractura de las políticas al enfrentarse con el alzamiento del EZLN, los asesinatos del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio y del secretario general del PRI, José Francisco Ruiz Massieu, y una grave crisis económica; y la tercera es aquella en que el neoliberalismo ha sido declarado muerto y erradicado mientras en realidad se invisibiliza e incrusta aún más en la economía. Lemus señala que desde el gobierno de Ernesto Zedillo hasta el de Enrique Peña Nieto el neoliberalismo siguió aplicándose pero ya despojado de un discurso validador, sino más bien sosteniéndose torvamente por la imposición y la mentira. Luego los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón gobernaron neciamente y a contracorriente sin mitos propios, arrastrando de mala gana y desangeladamente los mitos nacionalistas. Un notable ejemplo es la lamentable elección de la “Estela de luz” como monumento calderonista al bicentenario. Por su parte Peña Nieto no hizo más que poner en evidencia la imposibilidad de restaurar lo destruido.
En vez de un México de primer mundo, rico y pacífico, el balance de lo que el neoliberalismo nos ha dejado es la destrucción deliberada e irreparable de las “estructuras, corporaciones y arreglos del México posrevolucionario”. La ironía es que el neoliberalismo en realidad es ahora una doctrina económica zombi, incapaz de convencer, desprestigiada y puesta en evidencia universalmente por sus fracasos, sin embargo imposible de detener o de eliminar sin de paso destruir la economía. Es cierto que esta ideología detuvo hasta cierto punto la inflación y la devaluación de la moneda pero paradójicamente también es responsable de la pérdida del poder adquisitivo y no en poca medida de la explosión de la narcoviolencia. La ilusión neoliberal consiste, como apunta Lemus, en hacernos creer que mágicamente la reforma económica y el adelgazamiento del estado trajeron una intensa reforma política que “casi por carambola dio lugar a la democratización de la sociedad civil”. Es cierto que desde el año 2000 contamos con una alternancia del poder pero esto se debe “a reformas institucionales, movilizaciones sociales y al imparable proceso de digitalización que sacudió a la esfera pública”.
El trabajo de Lemus es fundamental en este momento que tenemos un gobierno que se declara antineoliberal y que sin embargo está firmemente establecido sobre los mismos valores e instituciones que el México neoliberal, con tan sólo un énfasis mayor en el combate a la corrupción y el asistencialismo a los pobres. El problema es que el neoliberalismo no se puede abolir por decreto y menos ignorar su carácter supranacional. De acuerdo con Lemus, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador se encuentra ahora ante este dilema: “En el mejor de los casos [sea] una restauración del aparato de protección social devastado por los gobierno tecnócratas recientes y en el peor una reactivación de las formas autoritarias presidencialistas del viejo priismo”. No solamente Breve historia de nuestro neoliberalismo es contundente y por momentos apasionante, sino que además es ameno y pone en evidencia la necesidad de ampliar esta reflexión más allá de esos grupos culturales para entender el papel que jugaron los medios de comunicación, las corporaciones y otros sectores de la sociedad en la transformación neoliberal por la que seguiremos pagando por décadas.
Naief Yehya es narrador, periodista y crítico cultural. Es autor, entre otros títulos, de Pornocultura, el espectro de la violencia sexualizada en los medios (Planeta, 2013) y de la colección de cuentos Rebanadas (DGP-Conaculta, 2012). Es columnista de Literal y de La Jornada Semanal. Twitter: @nyehya
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Posted: July 14, 2021 at 8:57 pm