La importancia de llamarse Charlie Watts
David Dorantes
Can I Get a Witness
Sumérjanse en la noche londinense. Viajemos en el tiempo. Es el 17 de marzo de 1962 y hace frío. Vamos rumbo al vecindario de Ealing en el este de Londres. Estamos en el Ealing Club, 42ª The Broadway, un garito metido como a la fuerza entre edificios victorianos de dos pisos y ladrillos rojos. Dicen que hay buena música. Hoy atestiguaremos la tocada de la Alexis Korner’s Blues Incorporated. La primera banda de blues eléctrico de Inglaterra. El piso de madera retumba con los lentos acordes de I Got My Brand On You de Willie Nixon. La chaviza se sacude y aulla. La chavos del público tienen nombres propios. Míralos con atención. Jimmy Page, John Paul Jones, Rod Stewart, Mick Jagger, Brian Jones. La tropa que cambiará la historia. Ahí están azorados siguiendo con atención el ritmo que les marca un impávido baterista. Charlie Watts hace alucinantes texturas sobre el hi-hat tan sólo con ligeras variaciones de la muñeca de su mano derecha. Sírvanse un whisky, o lo que sea que les caliente el alma, la noche será larga.
Aren’t You Glad You’re You?
La Luftwaffe está empeñada en que el Támesis quede sepultado. En medio de la Blitzkrieg un tal Charles Roberts Watts se hace presente en el mundo el 2 de junio de 1941. Las sirenas que alertaban de los bombardeos disimularon su llanto. De chamaco se hace amigo de Dave Green con quien descubre el jazz del saxofonista estadounidense Gerry Mulligan y en especial el disco Gerry Mulligan Quartet Volume 1 (1953). Sin embargo, no es Mulligan el que atrapa la atención del adolescente enjuto de manos huesudas, sino el baterista. Chico Hamilton con un mínimo de recursos hacía un universo de improvisaciones, acentos y reverberaciones sobre una batería que, de tan poquita cosa, parecía de broma. El flemático Sr. Watts, conductor de camiones para los British Railways, zurumbático escuchó un día a su escuálido hijo adolescente pedirle con parsimonia que por favor le comprara una batería. Una Gretsch si no fuera mucha molestia, como la de Chico Hamilton, para que retiemble en su centro la tierra.
Time Is On My Side
El lunes 15 de julio del 2019 el huracán Barry está por azotar la vieja Nueva Orleans. Los grupos cancelan sus conciertos y actuaciones por órdenes de la autoridad. Unos veteranos ingleses llamados The Rolling Stones deciden posponer 24 horas su concierto en la ciudad y esperar a que escampe el temporal. Sólo un anciano de 78 años se atreve a desafiar a la naturaleza. Los historiadores del New Orleans Jazz Museum reciben la petición de Charlie Watts para visitar la exhibición Drumsville dedicada a los legendarios bateristas de la ciudad. Como niño con juguete nuevo el más reservado de las piedras rodantes gira por entre las galerías preguntándolo todo durante horas. Las autoridades del museo saben que no se las ven con un diletante. Un hombre, que a los 17 años viajó desde Londres hasta París tan sólo para ver a Kenny Clarke tocar la batería junto al pianista Bud Powell, no iba a perderse esa gran oportunidad. Llegó caminando sin guardias y sin séquito. Tan sólo con su técnico de batería Don McAulay, su cómplice y amigo.
You Can’t Catch Me
Charlie Watts es el rayo discreto, el trueno sereno, la ola apacible. Su oficio como baterista no se basa en la ostentación y el desenfreno a lo John Bonham. Watts sabe que su arte está en sostenerlo todo para que los otros se luzcan. Su mano izquierda, siempre con técnica jazzística para coger la baqueta, sostiene sobre el snare-drum (tarola) el tiempo perfecto para marcar el pulso que permita la vida de la canción. Lo que el resto del grupo haga sobre su ritmo ya es asunto de ellos. Ser preciso es su virtud. Nunca, jamás, se descuadra. Le ayuda mucho su flemática y pragmática aproximación a la batería. Sus redobles son sólo acentos y no alardes. Sus descargas sobre los platillos, usualmente sólo usaba cuatro, son empujones al viento para que el personal se espabile. Hay quien se rinde ante los dotes atléticos del cantante de The Rolling Stones. Pero el verdadero atleta era el caballero de mirada ausente que sentado a la batería y en dos horas de concierto cada noche no dejaba que se descuadrara ni una sola canción. Ahí hay arte.
Heart of Stone
Hablando de arte, Charlie Watts no sólo fue preciso y eficiente baterista de jazz, blues y rock and roll. También fue un apasionado dibujante y diseñador. Mientras sus compañeros de estrellato se entretenían destruyendo las habitantes de los hoteles durante las giras, Watts las recreaba en cientos de sus libretas de viajes. Se gradúo como diseñador en la Harrow Art School y, cuando era baterista de la Alexis Korner’s Blues Incorporated en las noches, de día ya se ganaba la vida en la firma de diseño gráfico y publicidad Charlie Daniels Studios. Seguía viviendo en casa de sus padres. En la banda de Alexis Korner conoció a Brian Jones, el primer guitarrista The Rolling Stones. Sin embargo, según Bill Wyman el bajista de la banda en su autobiografía Bill Wyman, Stone Alone (1990), el rock y el pop no era algo que le llamara atención a Watts y prefería seguir su camino por el jazz y el blues. “El gran atractivo de Charlie… era el de ser un baterista sólido como una roca” rememora Wyman y dice que su amigo siempre prefirió la compañía y charla con jazzistas.
Connection
Lewis Brianm Hopkins Jones, Brian Jones para los cuates, formó The Rolling Stones por su pasión por el blues de Estados Unidos y que, de manera paradójica, era casi desconocido en su propio país de origen. El primer baterista de la banda era Tony Chapman un músico más orientado a los patrones del rock and roll básico. En abril de 1962, un mes después del histórico concierto en el Ealing Club, Jones armó a la banda. El nombre era un homenaje al tema Rolling Stone (1950) del blusero Muddy Waters. Jones aprendió tarde a tocar la guitarra, hasta los 17 años, pero era un obsesivo melómano y muy disciplinado con el instrumento. Cuando escuchó a Alexis Korner, Jones alucinó y se empeñó en ser parte de la banda pese a ser un don nadie. Un don nadie, cierto, pero que trabajaba en una tienda de discos y por lo tanto estaba al tanto de las últimas novedades del blues y el jazz. Jones ya tocaba el slide, esa técnica de deslizar un tubo sobre las cuerdas, cuando el resto de los incipientes guitarristas de blues en Inglaterra ni conocían ese término.
You Can Make It If You Try
Charlie Watts, antes siquiera de pensar en la música de manera profesional, jugaba fútbol como lateral derecho. Sus padres no le compraron la batería Gretsch, como la de Chico Hamilton, sino una de segunda mano por 12 libras y hecha con retazos de otras baterías. Watts también vendía discos ocasionalmente y por eso conocía al obsesivo e intenso de Brian Jones. En su casa escuchaba jazz y practicaba sobre los temas tratando de imitar a sus ídolos de be-bop y cool. Los vecinos se desgarraban a gritos para callarlo. En la agencia de diseño y publicidad era un chico pulcro hasta la santidad. Incapaz de llegar mal vestido. Por supuesto su tema favorito de conversación era el jazz. Tenía una novia rubia que era enfermera. Cuando ganó confianza en su batería de retazos consiguió trabajo en una banda de bodas para judíos y dos veces a la semana tocaba en cafeterías beatnik con un trío del que nadie recuerda el nombre. Alexis Korner lo conoció tocando en el Troubadour Club y lo invitó a unirse a su banda. Pero Watts se asustó tanto que se fue a Dinamarca.
I Just Want To Make Love To You
El introvertido Charlie Watts en Dinamarca acompañó al saxofonista estadounidense Don Byas, uno de los maestros del sax tenor a tiempo de swing, y luego volvió a casa. En enero de 1962 se volvió a encontrar de manera casual con Alexis Korner (¡Londres debía ser un rancho!) quien lo invitó otra vez tocar a su banda de blues eléctrico. Al principio todo fue un fiasco. Cyril Davis tocaba la armónica mientras el sorprendido Watts lo miraba desde la batería tratando de adivinar en dónde iban los acentos de la base rítmica y cuántos compases llevaba el blues del estilo Chicago como el que pedía Korner. En uno de aquellos conciertos llegó al Ealing Club una estudiante de escultura que atrapó el ojo del baterista. Shirley Anne Sheperd escuchó cómo el pulcro lateral derecho, diseñador y baterista, de manera tímida la invitaba a una cita. Estuvieron juntos 59 años y procrearon una hija. No sabemos qué pasó con la rubia enfermera. Hasta abril de 1962, Brian Jones pudo por fin subir al escenario con la Alexis Korner’s Blues Incorporated como músico invitado.
Tell Me (You’re Coming Back)
La tropa que cambió la historia encontró en el Ealing Club el cuartel perfecto para sus conspiraciones. Mick Jagger volvió a ese lugar, ya no como mero espectador, espoleado por Brian Jones para que se subiera a cantar. Jagger logró hacerse de un lugar permanente en la banda y cantaba tres veces a la semana. Jones armó al grupo de valor y poco a poco llegaron los otros. La invitación para Watts estaba abierta para unirse a The Rolling Stones. Con Tony Chapman estaban insatisfechos porque aceleraba o retrasaba el ritmo y nunca parecía terminar a tiempo una canción. Charlie Watts los desdeñaba. Keith Richards también llegó al Ealing Club atraído por el blues. Se hizo amigo íntimo de Brian Jones y comenzaron a vivir juntos. Las primeras grabaciones de The Rolling Stones las hicieron con Chapman en la batería. Entonces se enteraron, en diciembre de 1962, que Charlie Watts se había salido de Alexis Korner’s Blues Incorporated por decisión propia. Pensó que no era lo suficientemente bueno. Su remplazo fue Ginger Baker.
You Better Move On
Al principio para Charlie Watts The Rolling Stones eran tan sólo una banda más para ganarse unas libras. Brian Jones, Mick Jagger y Keith Richards hablaron con Tony Chapman y lo despidieron. Chapman lo tomó por el lado amable porque sabía lo bueno que era Watts. Bill Wyman desde diciembre de 1962 ya se había sumado como bajista con el argumento de que tenía un buen amplificador. Watts pensó que sólo iba a estar en la banda por tres meses y, varios años después, decidió dejar de contar el tiempo que ya llevaba en el grupo de manera temporal. Al principio aborrecía la fama, a las muchachas persiguiéndolo por la calle y gritando enloquecidas. Todo eso le parecía horrible al tímido baterista de jazz que, fiel a sus ídolos Chico Hamilton y Elvin Jones, prefería tocar con la menor cantidad de recursos posible. Si Watts no se hubiera formado como baterista de jazz The Rolling Stones nunca hubieran tenido la paleta musical tan amplia y más allá de los patrones básicos del rock and roll Ni siquiera la mayoría de los aficionados a la banda a veces calibram su aporte tan discreto pero tan efectivo en los veinticinco discos de estudio del grupo.
Can’t You Hear Me Knocking
Charlie Watts era el corazón de The Rollings Stones. Nunca falló a un concierto sino hasta éste año cuando su salud comenzaba a resquebrajarse. Cuando los acordes de guitarra en Gimme Shelter abren con sosiego es la batería de Watts la que arremete con vértigo en el high-tom a contra tiempo del güiro para crear ese efecto prestissimo bailable. Toda la fuerza del tema la sostiene la batería llevándola al clímax eufórico que la ha convertido en un clásico. En Paint it Black la banda repite el truco. Primero los guitarra y compases más adelante la fuerza del hi-hat en el redoble de entrada que marca la fuerza de la canción. Los acentos que van al final de cada frase son de una precisión y elegancia que casi pasan inadvertidos pero cargan todo el peso dramático de la obra maestra. La elección de los platillos, en los momentos melodramáticos de la voz de Jagger, acentúan ese efecto. El moderato aspasionado de Sympathy For The Devil es cortesía de Charlie Watts quien la transformó de su forma original como balada folk a la samba rock sazonada con el shekere africano.
Take It or Leave It
Sin embargo, en donde resuena toda la fuerza artística de Charlie Watts es en su trabajo como líder de varias agrupaciones de jazz. Hay dos discos en particular que son su mejor testamento. Watts At Scotts (2004) con quince temas standars de jazz, clásicos. En Body and Soul la suavidad y tersura con la que sacude las escobetillas sobre la batería, casi con timidez, crea un efecto detrás del piano como de arena meciéndose por el viento. Parece que no quisiera ser notado y sin embargo está ahí para mantener el tiempo de la balada mientras el pianista Brian Lemon despliega todo el romanticismo de la línea melódica. El segundo disco, From One Charlie (1991) es un libro/disco con ilustraciones del propio Watts, en tono de libro infantil, para rendir un homenaje al saxofonista estadounidense de jazz Charlie Parker. El trabajo matemático en el tema Relaxing At Camarillo marcando con fuerza y contundencia los cambios de compases para que los otros instrumentos muestren sus solos evidencia su grandeza como creador de atmosferas a la percusión.
Salt of the Earth
El martes 24 de agosto del 2021 Charlie Watts murió en Londres, Inglaterra. Falleció de manera discreta como fue su vida junto a su esposa e hija. Alejado del sainete que caracterizó a sus compañeros en The Rolling Stones. Keith Richards dijo alguna vez que el grupo continuaría mientras Charlie Watts quisiera tocar. Ahora ya no puede. Sin embargo, los voceros de la banda ya anunciaron que su gira No Filter Tour 2021/2022 continúa con el baterista estadounidense Steve Jordan como remplazo de Watts. Jordan es el baterista de X-Pensive Winos la banda paralela de Richards y también ha tocado con Eric Clapton, Bob Dylan y Billy Joel. El primer concierto de The Rolling Stones sin Watts será el próximo domingo 26 de septiembre en St. Louis, Missouri. Hay que cumplir los contratos, se entiende, hay mucho dinero en juego y muchos empleos. Sin embargo, sin Watts ya no son los rolinestons. El baterista es irremplazable. Nadie más puede tocar con el bombo un tiempo atrás de la base rítmica, que nada se descuadre, y que nadie lo note. Es la importancia de llamarse Charlie Watts. Sírvanse un whisky, o lo que sea que les caliente el alma, es demasiada la ausencia.
*Imagen de The ABC & D of Boogie Woogie (Herisau, 13. Januar 2010)
David Dorantes (Guadalajara, México) periodista y escritor. Ha sido reportero de cultura, deportes, crimen e investigaciones especiales para los diarios Siglo 21, Público-Milenio y Houston Chronicle, además de columnista de música en los semanarios Primera Plana y Cambio. Tomó el taller de Crónica Periodística con Gabriel García Márquez invitado por la Fundación para un Nuevo Periodismo Ibericamericano 2000 y ganó el Premio Emisario de Periodismo de la Universidad de Guadalajara 2000. Uno de sus cuentos apareció en la antología Dime si no has querido. Antología de cuentos desterrados (Literal Publishing, 2018), la primera de autores Latinoamericanos en Houston. Actualmente es periodista free-lance para varias publicaciones en Estados Unidos, México y España. Su Twitter es @HDaviddorantes
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Posted: August 26, 2021 at 10:30 pm