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Imágenes críticas que regresan

Imágenes críticas que regresan

Christina Soto van der Plas

• José Ramón Ruisánchez Serra,

Historias que regresan. 

Topología y renarración en la segunda mitad del siglo xx mexicano, FCE/ Universidad Iberoamericana, México, 2012.

 Debajo de la capa gris permanente que rodea la Ciudad de México es que me incluí en la topología de Historias que regresan, libro de ensayos de crítica literaria que renarra, partiendo de una serie de coordenadas espaciales, precisamente a mi ciudad desde el punto de vista de siete obras de la segunda mitad del siglo xx mexicano. Si algo hay que aprender de esta apuesta crítica es la inclusión del sujeto que describe o narra en la lógica de lectura que privilegia José Ramón Ruisánchez, la de la topología, contra el estatismo de un mapa o cartografía, que sólo puede concebirse desde un afuera fijo. En este sentido es que la inclusión de la voz crítica, sobre todo mediante el placer y una lectura que nos ayuda a volver a encontrar en la literatura las preguntas e inquietudes que le dio lugar, estos ensayos producen imágenes críticas que profundizan en las maneras de narrar los acontecimientos que cifraron a una generación.

La propuesta central es la relectura de una serie de obras que pueden parecer heterogéneas y discontinuas entre sí, pero que están vinculadas por una lógica que lleva al lector a aceptar “la responsabilidad de la renarrativa al formar parte esencial del espacio topológico propuesto por la ficción”. Este salto al interior de la cartografía es el paso inicial para poder trazar una suerte de grafo del deseo crítico que sigue un recorrido cronológico desde la obra más contemporánea, El disparo de Argón de Juan Villoro, pasando por las crónicas del terremoto de 1985 de Monsiváis, El principio del placer de José Emilio Pacheco, La noche de Tlatelolco de Elena Poniatowska, De perfil de José Agustín hasta llegar a La muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes. Como fantasma que asedia desde el pasado, el corazón del libro se sitúa en el capítulo final que es un lúcido análisis de Pedro Páramo. Lo que el resto de las obras analizadas hacen es repetir y diferir los fantasmas de Comala, otorgándole a la obra de Rulfo su valor ulterior mediante este desplazamiento. El corazón de la exploración es, entonces, la ausencia deseada que no produce una síntesis entre la cartografía y la topología, sino un manojo de imágenes que resisten la inclusión en una lectura totalizadora. Al contrario, la apuesta le da a Pedro Páramo, dentro de esta genealogía, “un lugar en lo simbólico creando siempre de manera retroactiva un origen ficcional” de la imposibilidad misma que funda la grieta de la narrativa mexicana posterior.

Para el autor hay un acontecimiento desde el que se puede releer hacia el futuro y hacia el pasado una serie de obras literarias mexicanas recientes y ese momento es el cambio de paradigma que cifró el movimiento estudiantil de 1968. Por ello, el análisis de La noche de Tlatelolco y los testimonios marginales es el presente hipotético desde el que se mira. Hacia el futuro, coloca El principio del placer como recuperación del momento en el que se descubre la lógica del deseo, las crónicas de construcción de la ciudadanía activa en un posible espacio nacional en las crónicas de Monsiváis y El disparo de Argón, la obra más contemporánea donde, paradójicamente, el pasado que descentra la ciudad y la renarra es lo más importante. Hacia el pasado ubica De perfil y la cristalización de lo que vendría en el futuro, abriendo el espacio simbólico para el 68 y La muerte de Artemio Cruz, que articula el hecho histórico en tanto productor de consecuencias que no se agotan sólo en el momento del acontecimiento, abriendo así también un camino hacia el futuro. Este reacomodo del pasado y del futuro “no es sin consecuencias”, como dice el propio autor. Y es que en la construcción tanto de la memoria nacional como del canon literario se juega, sobre todo, la inclusión de los sujetos en los acontecimientos y la medida en que le son fieles a estos momentos clave, lo que permitiría la construcción de una realidad distinta a la anterior.

Las críticas más perspicaces, probablemente por lo que implican, son el análisis de El principio del placer de José Emilio Pacheco y la relectura central de Pedro Páramo. Estos dos capítulos, estoy segura, serán medulares en cualquier relectura de la obra de ambos autores canónicos en tanto generan un vocabulario crítico que da en el blanco de lo que se intuye, pero no se dice, en ambos libros. A nivel de análisis de las estructuras y cruces de las obras literarias, la crítica que hace Ruisánchez es muy precisa y genera una serie de preguntas que vale la pena indagar a fondo, no obstante y acaso por la misma razón, las conclusiones de los ensayos son frecuentemente anasibles y no acaban de amarrar lo que se va planteando a lo largo de los capítulos. La adjetivación que se encuentra en el libro es también un tanto grandilocuente y, en ocasiones, entorpece la lectura, junto con el ensamblaje entre la teoría y la literatura que, si bien aporta considerablemente al planteamiento de cierta lógica de lectura, a veces resulta calzada y no acaba de operar dentro del análisis más allá de una equivalencia o la elección entre uno y otro término de la dialéctica que se plantea como eje de la mirada crítica, la topología y la cartografía.

Como fantasmas habitantes de la topología de cada uno de nuestros espacios, los invito a aventurarse en la particular y productiva topología crítica que propone Ruisánchez en Historias que regresan, pues así, renarrando nuestras historias literarias medulares, podamos ver con más claridad la capa gris que rodea la Ciudad de México que en verdad es parte de nuestra constitución más íntima.


Posted: April 28, 2013 at 1:07 am

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