Lyndon B. Johnson: leal amigo de México
Ramón Cota Meza
Cuando el presidente Lyndon B. Johnson visitó México en 1966, dijo: “Toda mi vida, los mexicanos han sido mis amigos y compañeros de juegos, mis aliados más cercanos y confiables y mis apoyadores más leales. Han sido intimidados, criticados [y] a veces llevados a la Corte por votar por mí, pero ellos siempre han estado ahí.”
Antonio Carrillo Flores, embajador en Washington del gobierno de Adolfo López Mateos, secretario de relaciones exteriores en el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz y amigo muy querido de Johnson, dijo que éste estuvo “más interesado en México que ningún otro presidente en la historia de Estados Unidos. Y la razón es clara: él es de un estado fronterizo. Conoce los problemas de nuestra gente.”
En el Día del Presidente en la Casa Blanca en 1967, Johnson pidió la lista de invitados y preguntó: “¿Y Cantinflas?” Cantinflas estaba convaleciente en Houston después de una cirugía. Un avión de la Air Force llegó por él y lo llevó a Washington. Como todas las recámaras de la Casa Blanca estaban ocupadas por invitados, Johnson instruyó a su hija Linda: “Esta noche dormirás en la recámara de tu madre porque Cantinflas dormirá en la tuya.”
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Aunque suene cursi, parece cierto que Johnson llevaba a México en el corazón. Él quería que la relación entre ambos países fuera el escaparate de su buena voluntad hacia América Latina en el contexto de la Alianza para el Progreso y la contención del comunismo. También es cierto que su larga y estrecha relación política con mexicanos en el suroeste de Texas fue la base de su larga carrera política, muy favorable para las minorías raciales y los pobres en general.
Johnson (1908-1973) fue maestro rural en una escuela primaria de mexicanos en Cotulla, Texas, cerca de la frontera con México, en la década de 1930, la época de la Gran Depresión. “Ahí fue donde empecé a acariciar el sueño de una América igualitaria”, dijo. No aprendió a hablar español pero lo entendía bien. Fue elegido representante de Texas en el Capitolio en 1937 en pleno New Deal con el voto decisivo de mexicanos. En 1947 fue electo senador y a partir de 1953 fue jefe del bloque demócrata en el senado hasta 1960, cuando pasó a ser vicepresidente de John F. Kennedy.
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La historia del voto mexicano en Texas y otras partes del suroeste y el oeste de Estados Unidos es larga y controvertida. Los políticos descubrieron su importancia cuando los mexicanos inclinaron la balanza por la secesión de Texas en 1861. Ellos sumaban más de la mitad del voto en el sur y suroeste de Texas. Esta historia está bien documentada como uno de los capítulos más exóticos y turbios de la democracia de Estados Unidos. “Sin los inmigrantes, el city boss y su maquinaria no habrían llegado a ser lo que fueron” (Alexander B. Callow, The City Boss in America). “La compra de votos se aceptaba como práctica común” y los mexicanos eran “un gran recurso político en tiempos electorales” (Mario T. García, Desert Immigrants).
Debido a que la mayoría de los mexicanos era pobre y analfabeta, su voto fue siempre objeto de manipulación, compra y fraude. Y como su status de ciudadanía no estaba bien definido, podían votar los residentes, los temporales y hasta mexicanos al sur de la frontera, quienes eran trasladados desde México para votar.
Hay testimonios judiciales y periodísticos de transporte de votantes en diligencias desde Reynosa, Tamaulipas, compra de votos y robo de urnas desde 1866. Los votos se pagaban de uno a cinco dólares más la comida, dependiendo de la cantidad de votantes mexicanos en los distritos. El escribano mexicano Manuel Flores fue acusado de emitir papeles de naturalización falsos a mexicanos para votar en 1882. El cura mexicano Antonio Borrajo fue señalado como organizador de concentraciones de votantes en El Paso. El Partido Republicano denunció en 1893 que en el distrito Chihuahuita de El Paso “habían votado los muertos.”
La organización que manejaba este voto fue conocida como “The Ring”, que llegó a controlar la mayor parte de los puestos de elección popular en la región. Mexicanos refugiados del Porfiriato y la Revolución Mexicana participaron en ella. Los magonistas Víctor L. Ochoa y Lauro Aguirre dirigieron la parte mexicana de la organización. El primer gobernador de Nuevo México nacido en México, A. O. Larrazolo, y la primera mujer gobernadora de Texas, Ma Ferguson, fueron apoyados por “The Ring” (o lo que quedaba de él) en 1918 y 1922, respectivamente. Ferguson fue defensora de los hermanos Flores Magón cuando estuvieron presos en Estados Unidos.
Con todo y sus triquiñuelas, estos políticos luchaban por los pobres, por servicios y obras públicas y contra los monopolios y las oligarquías basadas en Nueva York. No todos eran tramposos. El padre de Lyndon B. Johnson, Sam Ealy Johnson Jr., fue uno de ellos. Representante del Partido del Pueblo (“los populistas”) y luego del Partido Demócrata en el Congreso de Texas tres periodos entre 1892 y 1923, encabezó la lucha por la jornada de ocho horas para los trabajadores ferrocarrileros y por impuestos a las grandes corporaciones, principalmente las petroleras. Su honestidad, generosidad y perseverancia lo hicieron héroe en la región. El condado de Johnson le debe su nombre.
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Esta es la ascendencia política que Lyndon B. Johnson tenía cuando empezó a participar en política hacia 1933, el año en que el presidente Franklin D. Roosevelt lanzó el programa New Deal. Johnson se caracterizó por un activismo electoral frenético y una gran habilidad para atraer fondos federales a Texas. De hecho, fue administrador del New Deal ahí. Las primeras casas financiadas por este programa fueron entregadas por Johnson a mexicanos del área de San Antonio.
Su biógrafo, el notable historiador y escritor Robert Caro, lo describe calzando huaraches oaxaqueños. Fue muy mencionada su relación con la vedette mexicana Ema Tenayuca, muy popular entre los mexicanos de la región. Johnson patrocinó shows de esta mujer y la acompañó del brazo en el estrado ante audiencias masivas. Un hombre testificó ante la Corte de Texas que vio a Johnson repartir dinero a mexicanos y que le escuchó decir: “Los quiero bien comprados”. Se rumoró también que Johnson recibía dinero de industriales de Monterrey, Nuevo León, a donde viajaba con frecuencia. Ninguna de estas acusaciones fue comprobada. Después de casarse en 1937, pasó su luna de miel en México.
“The Ring” era entonces sólo un recuerdo, pero varios miembros y sus descendientes aún estaban activos. Cuando Johnson dice que amigos mexicanos suyos fueron llevados a la Corte por votar por él, parece referirse al juicio contra George Pharr y varios mexicanos en 1948, acusados de robo de urnas en la elección para senadores de 1947 en Duval County. George Pharr no era mexicano pero se consideraba como tal. Cuando el juez lo increpó con insinuaciones racistas, hizo una vívida y orgullosa defensa de su pertenencia cultural mexicana. George Pharr era hijo de Archer Pharr, otrora líder de “The Ring” en el bajo río Grande, aliado de Clarence Martin, abogado y mentor político del padre de Lyndon.
Para entonces “The Ring” se había disuelto en el ala izquierda del Partido Demócrata, convertida ahora en maquinaria electoral nacional, encabezada por texanos como los hermanos Tom y John Connally, Lloyd Bentsen y, desde luego, Lyndon B. Johnson, todos ellos senadores o secretarios de gabinete por varios periodos. John Connally y Lloyd Bentsen fueron secretarios del Tesoro. La prominencia de estos políticos en el Partido Demócrata y la política nacional se explica por su capacidad de atraer votos y su habilidad para distribuir fondos federales en obras públicas en sus regiones de influencia.
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Johnson y Antonio Carrillo Flores se conocieron en 1958, cuando este último era embajador de México en Washington. Carrillo Flores se dirigió a Johnson para solicitarle que resolviera un problema administrativo de cruce fronterizo en El Paso, cosa que Johnson gestionó inmediatamente. Ambos iniciaron una amistad muy estrecha que continuó hasta la muerte de Johnson en 1973. Lady Bird, esposa de Johnson, cuenta que éste se deleitaba platicando con “Tony”, a quien consideraba mejor interlocutor que los arrogantes políticos egresados de Harvard, como los Kennedy.
A petición de Johnson, Carrillo Flores organizó en 1958 una reunión con el gabinete de López Mateos en la casa de Miguel Alemán en Acapulco. Johnson, entonces líder del bloque demócrata en el senado y aspirante a la candidatura por la presidencia de Estados Unidos, viajó en secreto a Acapulco pero un reportero de The New York Times se enteró y se sentó a esperarlo en el aeropuerto de Washington. Johnson le respondió: “Lo único que puedo decir es que no había conocido políticos cuya trayectoria fuera tan parecida a la mía.” Luego se retractó ante insinuaciones malévolas de que había ido a México a fraguar su “destape” para la presidencia de Estados Unidos.
Durante el tiempo que fue presidente de Estados Unidos, primero como sustituto de Kennedy en 1963 y luego electo por un periodo, Johnson se reunió dos veces con López Mateos y cinco veces con Díaz Ordaz. Todos los problemas de la relación bilateral que le fueron planteados por los presidentes mexicanos los resolvió o sentó las bases para resolverlos, entre otros la devolución de El Chamizal, el inicio de las obras para disminuir la salinidad del Río Colorado ―contra la opinión de los técnicos―, la creación de la Comisión México-Estados Unidos para el Desarrollo de la Zona Fronteriza ―bajo cuyos auspicios se establecieron las primeras maquiladoras― el aumento de las exportaciones mexicanas de algodón y sulfuro, los primeros créditos del Eximbank para Pemex, rompiendo así el veto contra la empresa mexicana, la creación del Programa de Becas para Estudiantes Lincoln-Juárez y ayuda de emergencia en desastres naturales.
Johnson creía que los artistas mexicanos podrían ayudar mucho a los mexicanos de Estados Unidos, mostrándoles sus raíces y su capacidad de liderato. “Estoy pensando en artistas como Cantinflas”, dijo a Díaz Ordaz en Los Pinos. De regreso al aeropuerto, la comitiva de Johnson hizo una parada fuera de programa en la casa de Cantinflas, donde hubo una fiesta de dos horas.
Fuentes:
Alexander B. Callow, The City Boss in America.
Robert Caro, The Years of Lyndon Johnson: The Path to Power.
Lady Bird, The White House Diaries.
T. R. Fehrenbach, Lone Star. A History of Texas and the Texans.
Mario T. García, Desert Immigrants.
E, V. Niemeyer Jr. “Personal Diplomacy: Lyndon B. Johnson and Mexico, 1963-1968”, The Southwestern Historical Quarterly, Vol. 90. No. 2, Oct. 1988.
Dirk Raat, Los revoltosos: revolucionarios mexicanos en Estados Unidos, 1903-1923.
Wikipedia y otros sitios de internet.
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Ramón Cota Meza (Santa Rosalía, Baja California Sur, 1950). Ha sido articulista de los diarios El Universal y Milenio y de las revistas Letras Libres y Nexos, entre otras publicaciones. Twitter: @cota_meza
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Posted: May 23, 2022 at 9:47 pm