El siguiente libro
Antonio Ramos Revillas
Getting your Trinity Audio player ready...
|
Como a muchos, en ocasiones me preocupa mi muerte. No suelo entrar en una etapa de desconsuelo o tristeza cuando eso ocurre, puesto que no tengo ninguna duda de que sucederá; pero lo que sí me sucede es que me preocupo por no dejar demasiados pendientes, al menos no tantos como para que mis familiares tengan que, además del dolor, lidiar con el peso de administrar una vida que ya es.
Entonces suelo pasar la mirada por mi biblioteca, pero también por los otros enseres que componen el ajuar de mi vida: mi ropa, los bibelots que atesoro, el gusto por la pintura que se ha materializado en algunos cuadros que penden de las paredes de mi casa o bien, reunidas en un par de carpetas que protegen el papel del polvo y el sol.
Es demasiado, me contesto, con la nostalgia de quien ha tenido demasiadas mudanzas en vida y sabe que las cajas se multiplican con los años y al parecer, no dejan de hacerlo conforme pasan los años. Debo aligerar mi peso, me digo. Y así empiezo a ordenar mis enseres, a deshacerme de ropa vieja que ya no me queda, de libros que nunca voy a leer, de recuerdos que ya cumplieron su función.
No suelo detenerme demasiado, pero, cuando eso ocurre, recuerdo el hermosísimo libro de El arte sueco de ordenar antes de morir de Margareta Magnusson quien, acaso por la misma preocupación que me sucede en ocasiones y ante la dificultad que supone desprenderse en vida de lo que nos ha rodeado, de ese menaje inmaterial al que le damos forma con nuestros objetos, pues se dio a la tarea de escribir un libro que facilite ese proceso.
El arte sueco de ordenar antes de morir pasa por distintas facetas, pero su mantra inicial es contundente: ordenar antes de morir no es triste, o como lo resume la palabra sueca: döstädning, se refiere más bien a cumplir con una limpieza, a mantener cierto orden para los días finales o, presumiblemente finales de nuestro paso por la tierra.
Ordenar antes de morir es tomar decisiones y es, acaso el gran trabajo final, como las últimas órdenes que dispondremos sobre nuestra memoria. Quién queremos que se quede con nuestras piezas más emblemáticas, con nuestros libros, con nuestros objetos personales y qué, definitivamente, es solo basura emocional que cargamos con ella, es nuestra responsabilidad.
En nuestra cultura latinoamericana es muy común utilizar esta sentencia: ¿para qué te preocupas de tu velorio y tus cosas, que tu familia se encargue! Claro, queremos que se encarguen del fastidio que también da el amor. Salvo el caso de una mujer que, al morir, le dijo a sus sobrinos que antes de vaciar su casa, revisaran bien sus libros, entre cuyas páginas había dejado alrededor de 100 mil dólares regados entre libros de poesía, narrativa y manuales de autoayuda, no veo el caso a endilgarle a los demás el destino de mis libros favoritos y la limpieza general de mis enseres.
Tal vez me falte mucho para preocuparme por estas cosas, pero por si las dudas, si usted cree que ya no le falta tanto, tal vez es el momento de que lea El arte sueco de ordenar antes de morir. Será un gran viaje hacia la nostalgia, pero cuando crea que la nostalgia no lo deja continuar, siga adelante o de perdido, lea todo el libro para ver si encuentra algo que la revele que sí, vamos de paso, todo lo que dejamos es basura.
*Foto de Paul Melki en Unsplash
Posted: March 5, 2024 at 8:27 pm