Nos vemos más tarde…o tal vez no
Gilberto Pérez
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Nos vemos más tarde, o tal vez no…
—¿Ya estás en camino? —preguntó con la respiración entrecortada.
—Sí, mi amor.
—Al llegar quiero que te quites el sujetador.
—Pero mi blusa es muy ajustada y transparente.
—No importa, quítatelo y lo dejas en el auto. Avísame cuando llegues.
En el bar, la tenue iluminación era aún más débil sobre la pista de baile, en donde un grupo de músicos alistaban sus instrumentos. Angelina se sentó en una de las pocas mesas disponibles, miró a su alrededor acomodándose el cabello, abrió su bolso y sacó su teléfono móvil.
—Ya estoy aquí, ¿qué quieres que haga mi amor?
—¿Te quitaste el suje?
—Sí.
—¿Se te quedan viendo? ¿Te excita que te vean?
—Acabo de llegar, no creo que nadie me haya visto.
—Eso crees tú, mira a tu alrededor. Bájate el escote.
—Ya lo tengo muy abajo, la blusa es escotada.
—Bájatelo más, camina al baño y tómate una foto y me la envías.
—…
—…
—¿Te llegó?
—Sí, bájatelo más.
—Ya no se puede, se me va a ver todo.
—Que se te vea todo. ¿Traes los jeans que te dije?
—Sí, los bajitos a la cadera.
—Sácate un poco los hilitos de las bragas, muy sutil, como me gusta.
—Ya.
—Ahora sal y camina hacia tu mesa. ¿Te ven? —Sí, sí me ven.
—¿Y te excita?
—Me excita que te excites tú.
—¿Ya llegaste a la mesa? Vas a ver cómo todos quieren pasar por tu lado. Quiero que te inclines hacia adelante, que se te vea el escote. ¿Te ven?
—Sí, muchísimo.
—¿Y te excita?
—Me incomoda un poco.
—¿Te excita o no?
—Sí.
—¿Estás mojada?
—¡Alberto!
—¿Estás mojada o no?
—Sí, un poquito.
—Camina hacia el bar y pide un trago inclinándote lo más que puedas sobre la barra.
—¿Qué pido?
—Lo que quieras. Pide una cuba, es lo que te gusta.
—Pero ya sabes cómo me pone el ron.
—Mejor, así quiero que te pongas. ¿Ya estás caminando?
—Sí, voy a pedir el trago.
—Dime cuántos te ven.
—Todos me ven.
—Inclínate más sobre la barra y mira al cantinero a los ojos. Luego cuando tengas tu bebida regrésate a la mesa. Camina despacio.
—Caminaré muy despacito y como te gusta.
—¿Ya va a empezar la música?
—Sí, ya empezó.
—Ya no te escucho bien. Te van a sacar a bailar, ya verás. Diles a todos que sí. Voy por ti en una hora —dijo jadeando y colgó.
Cuando Alberto llegó al bar, Angelina bailaba con dos hombres, ambos más jóvenes que ella y ambos pegados a su cuerpo. Con los ojos cerrados, ella se contoneaba dentro del reducido espacio que los hombres le dejaban. Uno, el de enfrente, le besaba la boca, el cuello, el hombro, y acariciaba uno de sus senos. El otro, en complicidad con el ritmo de la música, la tomaba por las caderas acercándola hacia él.
Alberto se abrió paso hacia el trío que estaba ya rodeado por una multitud excitada. Cuando Angelina abrió los ojos, su esposo tenía la mano extendida hacia ella. Sin quitarle la mirada a su marido, ella continuó bailando. Alzó los brazos, invitando a que los dos hombres se le pegaran al cuerpo aún más.
Absorto y excitado, Alberto contempló la escena, dio media vuelta y caminó apurado hacia su vehículo.
*Este cuento es parte del libro Entre dos pulgares (Literal Publishing).
Gilberto Pérez es autor de Entre dos pulgares (Literal Publishing). Sus cuentos han sido incluidos en diversas antologías de Nueva York y el resto de Estados Unidos.
Posted: August 20, 2024 at 8:58 pm