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El Premio José Donoso para Mariana Enriquez
COLUMN/COLUMNA

El Premio José Donoso para Mariana Enriquez

Adriana Pacheco

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El viernes 6 de septiembre en las instalaciones de la Universidad de Talca en Santiago de Chile, la investigadora Macarena Areco, presidenta del jurado, y Claire Mercier, coordinadora y directora del Premio José Donoso, anunciaron que Mariana Enriquez —así sin acento, como a ella le gusta escribirlo— era la ganadora de este premio en su emisión 2024 que celebra además los 100 años del nacimiento del importante escritor chileno.

Yo estuve ahí, para ser testigo de la expectativa de quien sería la ganadora o el ganador, de la emoción del anuncio y de la seriedad y profesionalismo de este premio que es, sin lugar a duda, uno de los más importantes de las letras hispánicas. Lo viví como parte del jurado que, durante una semana, y ya desde mucho antes en los preparativos, se dio a tarea de llegar a un nombre que reuniera los requisitos que cumpliera con los principios con los que fue creado, y tuviera las cualidades que honrarían la memoria de un escritor fundamental.

Presididos por Macarena Areco, catedrática de la Universidad Católica Pontificia y con una amplia experiencia como estudiosa de la literatura contemporánea, los miembros del jurado, Ana Casas, gran especialista en literatura fantástica; Victoria Torres, estudiosa de literatura e historia argentina; y Henri Billard, investigador de narrativa, gozamos del placer de viajar a una ciudad tan vibrante como lo es Santiago en Chile, para hablar de literatura. Las estimulantes conversaciones que tuvimos revisando la trayectoria de escritores y escritoras, nos recordó que, si hay algo que está sucediendo en la literatura hoy, este algo viene de los países de habla hispana en donde un universo creativo comprende a voces valientes y comprometidas, con una escritura que se nutre del momento histórico que están viviendo.

La literatura de las últimas décadas ha dado muchos vuelcos. Son nuevos temas o nuevas visiones a viejos temas, es la exploración de otros géneros literarios, es reescribir el quehacer literario. Pero es también el lugar conflictivo en el que se ha puesto a la lectura, a la crítica y a la cultura en general desde la que se le cuestiona su utilidad en un mundo consumista y acelerado en donde hay tiempo de todo menos de leer. Es la época en la que vemos una explosión de escritores y escritoras, de libros y de editoriales, de una tecnología que cruza fronteras y achica el mundo. De ahí la importancia que toman los premios, que, si bien sirven para reconocer una trayectoria de alguien, su esfuerzo y sobrevivencia a lo largo de los años, o reconocen voces que no se han atendido, o acortan distancias continentales y mundiales que han sido insalvables; lo son también para refrendar la carrera de aquellos que han tomado el ritmo del tiempo contemporáneo, de las historias nacionales y los íconos que plagan el imaginario de una sociedad que no se detiene.

La obra de la escritora bonaerense Mariana Enriquez ha hecho esto y más, tanto en su idioma original, español, como en los más de 20 idiomas a los que ha sido traducida. En ella se aglutinan tiempos, lugares, hechos, personajes que traducen mucho de lo incomprensible del día a día. La manera en que se entromete en temas tan diversos, la hace una escritora bisagra que une el pasado con el presente, acercando a más y diversos lectores a la literatura que desde Argentina escribe el mundo. Escribir el mundo, eso es lo que hace, como lo ha dicho Erica Durante en la entrevista que le hace para Revista Iberoamericana, de una manera que provoca la lectura, para cuestionarnos la realidad y el poder, movernos al límite de la vida y la muerte o mostrar el doble filo de las apariencias. Así lo hizo Donoso en libros como El lugar sin límites, El obsceno pájaro de la noche o Donde van a morir los elefantes, no quedarse conforme con lo que se ve y se dice, sino darle la vuelta a todo para cuestionarlo desde ahí.

Enriquez lo hace desde el horror y el terror, desde ese que imagina sentada en una banca del cementerio de la Recoleta, un lugar que visito cada vez que voy a Buenos Aires y donde la imagino ahí pensando la muerte, o desde el de Staglieno en Génova Italia, donde dice en Alguien camina sobre tu tumba que la “la tapa del disco Closer y otra la del single Love Will Tear Us Apart” de Joy Divison fueron inspiradas en ese lugar, y que cuando lo leí el libro me emocionó pensar en yo misma he oído esos discos mil veces tocados por mis hijos, así como la banda británica Suede, a quien hace tributo en Porque demasiado no es suficiente. Mi historia de amor con Suede, música con la que mi hermana menor en los 90s llenó a todo volumen nuestra casa.

Es la forma en que escribe desde lo inquietante que nos sumerge a historias como las de sus libros de cuentos Los peligros de fumar en la cama, Alguien camina sobre mi tumba o su más reciente publicación, Un lugar sombreado para gente sombría. Es ahí en donde se apropia de un momento que a todos nos atañe: en el que perdimos la inocencia y dejamos de ser niños para entrar en lo complicado que puede ser la adolescencia. Imposible no perturbarse al leerla y mostrarnos que los desaparecidos que regresan no siempre son bien recibidos; perturbarse ya con la idea de que existan desaparecidos y que los siga habiendo hoy. Cómo olvidar las historias donde fantasmas regresan cada noche a tocar nuestras puertas para recordarnos que no estuvimos ahí como sociedad para salvarlos de la violencia y del asesinato.

Para mí, nacida en los 60s, leer a Mariana Enriquez cuando habla de John Lennon, Kurt Cobain, Jim Morrison, o Brian Jones, en Este es el mar, me lleva a otro lugar de mi memoria en donde recuerdo las noticias de sus muertes, pero nunca antes me había preguntado ¿por qué estaban solos y no hubo nadie que las impidiera? Y es que con ella sucede lo que Joan Didion ha dicho que “Ciertos lugares existen porque alguien ha escrito sobre ellos”. Es difícil no pensar en Enriquez cuando vienen a nuestra mente nombres, lugares, o eventos terribles como la violencia de las dictaduras, el sentido de palabras como “milicos” o las formas cómo la violencia enciende los estómagos de algunos, o imágenes como que las flores son chicas muertas, como en Nuestra parte de noche.

Mariana Enriquez nos acerca también a sus propias fascinaciones. Nos invita a compartirlas con ella y aprender cosas que no sabíamos. Silvina Ocampo, por ejemplo, tomo sentido y humanidad ante mí en esa joven precoz en su sexualidad, que veladamente habló de abusos y que un día se casó para convertirse en “los Bioy”. Nos ayuda a cuestionar si en realidad fue “oscurecida, empequeñecida por su hermana Victoria, su marido el escritor Adolfo Bioy Casares y el mejor amigo de su marido, Jorge Luis Borges”. Pero el volumen nos emociona cuando rescata el genio de una artista brillante y suspicaz, una de las mujeres más importes del siglo XX argentino y latinoamericano.

Hablar del genio de Mariana Enriquez nos tomaría varios libros, como seguramente los va a haber, pues aún nos falta tanto que decir de sus otros libros, así como de su gran contribución desde el periodismo como parte de la revista Página12. Sería importante también hablar de su generosidad, atributo que he llegado a admirar enormemente después de tantas entrevistas a lo largo de los años, para también honrar la calidez de una figura que, a pesar de ser tan reconocida, tiene los pies en la tierra y se mantiene cerca del público que la sigue y la admira.

Durante los días que estuvimos como jurado de ese maravilloso Premio que es el José Donoso. Mariana Enriquez hizo su debut en teatro en Santiago con la obra “No traiga flores” en el Teatro Nescafé de las Artes. Las localidades se agotaron muchos días antes de la función, que dicen fue una cosa suprema en donde la “Reina del terror latinoamericano”, como la han llamado muchas veces, mezcló en un espectáculo literatura, música e imágenes. Nosotros, que aún no sabíamos que ella ganaría el Premio, nos hubiera encantado ir para juntos ver una cara más de su talento, del talento que viene de un gran país como es Argentina, del talento de una generación de escritoras que nos está marcando a todos. Creo yo que a José Donoso le hubiera encantado también estar ahí.

Los premios reconocen muchas cosas de una escritora, pero además nos recuerdan a nosotros mismos cómo y dónde está el talento. Larga vida a la trayectoria de Mariana Enriquez y larga vida al Premio Iberoamericano José Donoso.

 

Adriana Pacheco, PhD. es investigadora y es escritora. Fundadora del Proyecto Escritoras Mexicanas Contemporáneas y la fundadora y conductora de la página web y podcast Hablemos, Escritoras. Es coordinadora de los libros Romper con la palabra, violencia y género en la obra de escritoras mexicanas contemporáneas y Rompiendo de otras maneras, cineastas, periodistas, dramaturgas y performers. Es investigadora afiliada de LLILAS, University of Texas, Austin, miembro de Advisory Board del Texas Book Festival y fue miembro y chair del International Board of Advisors en la Universidad de Texas, Austin. Su Twiter es @adrianaXIX_XXI

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Posted: September 12, 2024 at 9:31 pm

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