El último trapecio de Larry Levis
Gerardo Cárdenas
The Self sounds like a guy raking leaves
Off his walk. It sounds like the scrape of the rake.
The soul is just a story the scraping tells.
LARRY LEVIS, The Darkening Trapeze
Rebuscar entre los papeles de un escritor muerto es correr un peligro: el de encontrarse con trozos, fragmentos y aproximaciones de lo que pudieron ser una o muchas obras, y pensar que ese material es suficiente para cerrar o completar el ciclo de ese autor. La obsesión de cerrar las cosas, de no dejar cabos sueltos, nos persigue: ahí está, por ejemplo, la continua persecución de la obra inacabada de Roberto Bolaño que ha vuelto un negocio la transformación de fragmentos narrativos en libros, algo así como un Frankenstein editorial.
Lo mismo pudo haber ocurrido con los poemas del estadounidense Larry Levis (1946-1996). Muerto hace 20 años, Levis había publicado cinco poemarios y ganado algunos premios. Tras su muerte, aparecieron dos poemarios póstumos: Elegy, cuyos poemas fueron recopilados por familiares y amigos a manera de despedida; y The Selected Levis, que es una antología de lo publicado en vida.
Desde su muerte, Levis ha ido creciendo en el imaginario de la poesía estadounidense y hoy está considerado un poeta de culto. Su lucha a muerte con la psicología y la fe religiosa, su estilo extremo, la contundencia de sus imágenes (el alma como la historia que cuenta un rastrillo que recoge hojas muertas), así como la brevedad de su vida, lo colocan en ese nicho de casi perfección en que quedan muchos autores que mueren cuando aún son considerados jóvenes, o cuando se encontrarían a la mitad de su trayectoria creativa. Es uno de muchos poetas estadounidenses que merecen un mayor número de traducciones, empezando por el español.
La fuerza de los poemas de Levis crecía con el tiempo. De ahí, tal vez, la tentación que uno de sus mejores amigos, el también poeta David St. John, sintió por buscar qué otros trabajos de Levis que no hubieran sido publicados en Elegy podrían quedar aún en las cajas que había acumulado y que contenían borradores enviados por Levis a sus amigos.
St. John fue poco a poco encontrando poemas que estaban suficientemente trabajados para no ser considerados borradores, pero que habían sido ignorados previamente, o que no entraban en el tema y tono de Elegy. En poco tiempo, St. John se dio cuenta que tenía un nuevo libro en manos.
The Darkening Trapeze (Graywolf Press, 2016) es, a decir de St. John, el Duino Elegies, el Book of Nightmares es Levis y es también donde el poeta revela de forma incontestable su profunda relación con el cine, la fotografía y la pintura, en especial con la fotografía del checo Josef Koudelka y con la pintura del inglés Francis Bacon.
……Who
would have ever thought
The body could be poured? Like anything else?
Who would have supposed
The body pouring out the body in the stench
Of resurrection?
De: The Space
Es imposible saber si Levis presentía el final de su vida: muchos de los poemas contenidos en The Darkening Trapeze anuncian un cansancio avasallador, mecido entre una continua rebeldía y un triste sarcasmo. El título del volumen se refiere, por un lado, a uno de sus poemas –Elegy with a Darkening Trapeze Inside it– y por otro lado nos remite a Tryptich, un cuadro de Francis Bacon.
The only surviving son of Jesus Christ was Karl Marx.
You can tell by the last letter of his name,
Which has the shape & frail balance of an overturned cross.
….
The only surviving son of Jesus Christ survives now
Mostly in English departments & untended graves
De: Elegy with a Darkening Trapeze Inside it
St. John quiso dar a The Darkening Trapeze un tono especialmente póstumo, aún si Elegy había precedido a este volumen por varios años. Su continua búsqueda de más poemas de Levis lo llevó a toparse con God is Always Seventeen, un poema que Levis escribió para su hijo Nick, y que St. John editó con base en notas dejadas a mano por el poeta. Levis, al contrario de lo que normalmente hacía, no circuló el borrador con muchas amistades. Es un poema más íntimo y que si bien no rompe el tono del libro, está colocado al final como precisamente eso: un cierre, porque nuestra naturaleza aborrece los cabos sueltos.
Gerardo Cárdenas, escritor y periodista mexicano, reside en Chicago. Es autor del volumen de relatos A veces llovía en Chicago (2011), del poemario En el país del silencio (2015) y de la obra de teatro Blind Spot (201), publicada por Literal Publishing. En 2015 obtuvo el premio Nuevas Voces de Repertorio Español. Es editor de la antología de relato breve en español de Estados Unidos Diáspora, de próxima publicación. Twitter: @el gerrychicago
Posted: April 5, 2016 at 9:29 pm