Historias en erupción
María Paz Amaro
FOTO México: Eunice Adorno y Maya Goded
Somos el magma latente de la efervescencia social.
Somos la materia que permanecía oculta en la penumbra
y un día –este día– es expulsada a la superficie
para hacer un cuerpo con la multitud.
Manifiesta Fantasma, Vivian Abenshushan
Este año, FOTO México dedicó sus exhibiciones en varios museos de la ciudad a las mujeres fotógrafas. Recomiendo ampliamente visitar todas, nadie debería dejar de admirar el envolvente loop de mas de setecientas fotografías de Nan Goldin, ni tampoco las imágenes de Susan Meiselas a la par de todas las mujeres fotógrafas, artistas y coleccionistas que permitieron la exhibición de tan importante acervo alojadas en el Centro de la Imagen hasta el 23 de febrero de 2020. Son tiempos complejos en lo que toca a las actuales problemáticas de género manifestadas en todo el mundo, pero más aquí, donde la cifra ha ido en aumento de forma apabullante: diez mujeres asesinadas cada día en México. Con todo y lo desalentador de esta cifra, desearía escribir alrededor del trabajo exhibido de las siguientes dos fotógrafas como un tributo a las mujeres, sin que éste pierda su fuerza crítica.
Comienzo por la más joven, Eunice Adorno, que muestra un proyecto sui generis en el Museo de la Ciudad de México titulado Desandar, a exhibirse hasta el 6 de enero de 2020. Conocí por primera vez su trabajo fotográfico hace poco más de ocho años, con su espléndido proyecto que se volvió libro sobre las mujeres menonitas que viven en el norte de nuestro país. Casual fue que éste coincidiera más o menos con las fechas en las que Carlos Reygadas filmara su afamada y, a mi gusto, mejor película: Luz silenciosa (2007). El año pasado, Adorno fue de las fotógrafas exhibidas en la pasada bienal de fotografía (2018) con un proyecto que contempló la apropiación del archivo de una mujer mítica, anarquista y revolucionaria. De ahí se desprende una suerte de Work in Progress que exhibe ahora en su siguiente fase.
Tal y como se lee en la presentación de la expo, Desandar propone una mirada distinta al archivo conformado por fragmentos y huellas de las mujeres revolucionarias del Partido Liberal Mexicano a principios del siglo XX. A partir de lo que Adorno fue encontrando en su paso, desde cartas e imágenes hasta libros recientes que hacen el recuento del anarquismo, como el que Claudio Lomnitz hiciera sobre los Flores Magón y en donde Adorno resalta la falta de precisión en aquellas mujeres, como María Talavera Brousse, compañera sentimental de Ricardo Flores Magón quien, a diferencia de Emma Goldman, sólo son señaladas por los historiadores, teóricos y escritores, como las “amantes” de los ilustres hombres, cuando en realidad, fueron igualmente luchadoras incansables, teóricas y artífices de los procesos históricos, las cuales perdieron igual o más que aquellos que encabezaban dichos movimientos: también pasaron por la cárcel, sufrieron la pérdida de relaciones significativas, la muerte de sus seres queridos, fueron condenadas al ostracismo, su equilibrio mental fue vulnerado y a pesar de todo lo anterior, la Historia escrita con letras mayúsculas las sigue negando. Hasta donde recuerdo, en lo que fue el edificio de la antigua Cámara del Senado aparecían los nombres en relieve dorado de los Flores Magón. Salvo por Leona Vicario y La Corregidora, que aparecen profusamente en los libros de texto, ¿cuánto tiempo más habrá que esperar para que los nombres de las mujeres restantes aparezcan también? Es así como Adorno presenta a estas mujeres revolucionarias y anarquistas a veces sustraídas, borrosas o ausentes en algunas de las imágenes. La desintegración del tiempo en la imagen análoga es doblemente enfatizada por Adorno en un efecto que recuerda las fotos fúnebres del siglo XIX al igual que las máscaras mortuorias más célebres o la desintegración del Papa Inocencio X inmortalizado por Velázquez y vuelto a reinterpretar por Francis Bacon en un trono que bien semeja una silla eléctrica. Sabemos que en la historia, hay de fantasmas a fantasmas.
La investigación reúne documentos e imágenes de mujeres como Andrea Villarreal, Margarita Ortega, Sara Estela Ramírez, Elisa Acuña, Juana Belén Gutiérrez, la propia María Talavera Brousse, Lucia Norman, Elizabeth Trowbridge y Ethel Duffy. Hijas borradas de la historia oficial representadas en retratos que se disuelven en las cajas de luz, collages que resignifican la ausencia en el archivo y que intentan re-trazar, hacer visible esas partes de la Historia. En palabras de Eunice que se leen a muro: “Estos rastros-fantasma pertenecen a sus figuras rebeldes colmadas de utopías e ideales que, en estos tiempos, son necesarios para nuestra propia historia feminista en México”. Una de las piezas susceptibles de reactivarse en esta exposición junto a otras que seguramente se harán itinerantes en el futuro, es una instalación que simula una tienda de campaña pero también una casa emergente, bordada en su exterior para enfatizar algunos de los pasajes célebres de la vida de estas mujeres. Blanca por fuera, al interior quedan los dos colores patrios como remanentes, con mayor profusión en el rojo, el color de la vida y también de la sangre. Al fondo del interior se alcanza a apreciar el retrato fúnebre de la hija de María Talavera Brousse. La forma inscrita en esta pieza me recordó, por un lado, a la pieza Mother as mountain de Anish Kapoor. Es la abertura que da paso a la vida, un símil de vagina que me recuerda también a la serie Volcán de Ana Mendieta, en cuyos registros performáticos, Mendieta provocó su erupción para dejar como resultado el rastro de una silueta.
Por su parte, Maya Goded, de quien ya podríamos afirmar se trata de una veterana de la fotografía en México, no por su edad sino por su gran consistencia y solidez, exhibe en otro formato un proyecto anteriormente exhibido: Welcome to Lipstick. Mejor conocida por su proyecto de largo aliento en torno al registro de las trabajadoras sexuales de La Merced, Goded incursionó en la fotografía desde muy joven al trabajar para la agencia Magnum. Goded concretará su primer proyecto en la Costa Chica de Guerrero, Tierra Negra, gracias a una beca del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Desde entonces se atisba lo que sería el futuro estilo característico de esta fotógrafa, en la que existe un claro enfoque de género. Goded abandonará pronto la línea etnográfica y a la par de otros proyectos, mantendrá una relación personal y fotográfica con el grupo de mujeres de la Merced por más de veinte años, misma que culmina en su documental Plaza de la Soledad estrenado en 2016.
Welcome to Lipstick, pieza ahora exhibida en el Centro de la Imagen, fue posible gracias a la invitación del otrora documentalista austriaco Michael Glawogger quien invitó a Goded a visitar, previo acuerdo con los carteles del Golfo y los Zetas, la zona de tolerancia en Reynosa, Tamaulipas, a fines de 2009. Fue ahí que Goded tuvo la oportunidad de escenificar los espacios en los que no solo las prostitutas, sino un cúmulo de hombres y mujeres, parecen expiar sus culpas en una cárcel intermitente rodeada de fosas clandestinas. Fotos y videos revelan las prácticas interiorizadas de la violencia, la presencia de hombres y mujeres sin nexos familiares, con pasados misteriosos, a veces demasiado cercanos a los círculos de los carteles del narco contrarios, razón por la que viven escondidos en esos tugurios; hombres y mujeres que han sido forzados a trabajar de polleros; prostitutas que se ven obligadas a entregar a sus bebés recién nacidos a la mafia; adictos que escapan de la cárcel, personas que pagan una deuda eterna, ex prostitutas avejentadas que no han hecho otra cosa en su vida y ahora se dedican a darles de comer al resto o a cuidar a sus ex clientes; prostitutas sin escapatoria porque han visto y conocen demasiado, cuyos clientes son tanto miembros de carteles como policías antinarcóticos. Anteriormente, esta serie se sintetizó en una videoinstalación de imágenes fijas que se presentó en Arlés, Francia, y ahora es que vuelven a cobrar vida en dos formatos distintos por medio de otros videos y fotografías.
El trabajo de Goded siempre se ha caracterizado por la eliminación de la distancia. En ese sentido, es equiparable al de Nan Goldin, en tanto la intimidad se vuelve tangible. La única forma de lograrlo es en complicidad con aquellos retratados que cuentan su historia mientras Goded los fotografía. La fotógrafa en cuestión se aleja de la representación pulcra para dar lugar, en sustitución, a la perspectiva personal y subjetiva. Arriesga y se adentra en sus vidas al pasar tiempo con ellos en un intercambio honesto que dignifica a los que retrata. El vínculo que Goded forja es visible en los años de relación que mantiene con seres ahora cercanos, inmanentes en su vida personal. En esta serie descarnada se desborda la desigualdad, el cruel destino, la transgresión y el cuerpo, el amor y el desamor. Como ella bien ha afirmado: “los secretos y los significados que se encierran en el cuerpo de las mujeres”.
Aunque disímiles en apariencia, ambos proyectos desandan la historia pasada y presente a través del recinto y la cárcel, las protagonistas ausentes de la historia oficial y, a la vez, a todas aquellas mujeres que siguen siendo las heroínas anónimas de la historia de un país sangrante, y que, como Vivian Abenshushan declara en su Manifiesta Fantasma: “Llegará el día en que regresemos menos como fantasmas que como sujetos históricos, vertebradas y complejas, ya no invocadas sino presentes. Por ahora fluimos con ustedes, las mujeres de las luchas en curso, a través de su pulso”.
*Imagen de portada: Welcome to Lipstick, Reynosa, Tamaulipas,
diciembre de 2009
María Paz Amaro (Santiago de Chile, 1971) madre, profesora, historiadora del arte y escritora (en orden indistinto). Su Twitter es @mariaenpaz
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Posted: December 19, 2019 at 11:41 am