Essay
Las palabras y los átomos se parecen
COLUMN/COLUMNA

Las palabras y los átomos se parecen

Angelina Muñiz-Huberman

Pues sí. Las palabras y los átomos se parecen. Nos rodea un mundo de átomos invisibles. Pero también un mundo de palabras invisibles guardadas en el silencio. Sacamos unas cuantas palabras para comunicarnos, para explicar, para cantar. Pero se quedan a la espera o dando vueltas en el cerebro el resto, sin ser vistas ni, mucho menos, oídas. Y el resto es infinito. Llevamos por dentro un diccionario. Más que un diccionario: las raíces para que las palabras sigan creciendo y creciendo, multiplicándose, en trasparencia con los átomos. Podría agregar la similitud con el universo y las estrellas que vemos, junto a todo lo que no vemos. Los hoyos negros.

El cerebro es otro hoyo negro.

Tal vez lo oscuro sea más importante que lo claro.

Por todo lo que desconocemos.

Las palabras danzan como los átomos. Se cogen de las manos y dan vueltas y vueltas. Se escabullen. Saltan cuando quieren. ¿Dónde están? Se esconden y, de pronto, ya están aquí. A veces hay que llamarlas. Se han ido lejos. Como los átomos, que hay que buscarlos e imaginarlos.

Son tantas las teorías atomistas. Desde las antiguas Grecia e India y hasta Fenicia. Desde Leucipo, Demócrito, Epicuro, Mosco de Sidón, Kanada hasta John Dalton, Thomas Thomson, Ernest Rutherford, Albert Einstein, Niels Bohr y una larga lista. A esta agregamos: los protones, los neutrones, los isótopos. La física y la química cuánticas, el principio de incertidumbre de Werner Heisenberg, la ecuación de Erwin Schrödinger. Cada investigador aportando lo suyo y añadiendo o matizando lo anterior.

¿Y las palabras? No tanto, no tanto, pero con sus letras y hasta con los espacios en blanco plenos de significados ocultos, según los cabalistas. Lo que pudo haber dicho el poeta, lo que sugirió, lo que calló. Tantos elementos presentes en el habla, en el tono, en la intención, en la sugerencia, en el sobrentendido, en el énfasis, en la ironía, y aun en lo escrito. Los mensajes subrepticios, los acrósticos, la lectura entre líneas. Las teorías literarias desde Aristóteles hasta nuestros días, la retórica, la estilística, el modernismo, el posmodernismo, el formalismo, la hermenéutica, la estética, el estructuralismo, el posestructuralismo, la teoría de la recepción, la semiótica, el comparatismo, la écfrasis, los agregados a los prefijos “meta” y “trans”, ahora de moda. Y todo lo que puede surgir, en torno a la política, la sicología, la sociología, la conciencia.

Si Demócrito dijo con palabras que todas las cosas son átomos, entonces desmenuzando las palabras son las letras como átomos o casi.

Entramos en el terreno del entrelazamiento de razón y misterio. De pregunta que todavía no tiene respuesta. De la indagación sin fin. De la imaginación antes de la realidad. Leonardo da Vinci pensando en aviones, helicópteros, submarinos. Julio Verne imaginando lo que aún no sucedía, salvo en su mente y la de los lectores: viajes a la luna, al centro de la tierra, a lugares inaccesibles. La literatura fantástica. Nuestra época con la revolución cibernética.

De lo mínimo o invisible a lo grandioso.

Como siempre, estar entre micro y macro.

Entre vida y muerte.

Pleno y vacío.

Ese misterio último, ese no saber, ese principio de incertidumbre es lo que nos mantiene al día. Nos hace rememorar y olvidar. Siempre al borde de un abismo y sin saber si dar el paso adelante.

Pensar o no pensar.

Apartar.

La conciencia que surge y pide sus fueros, mientras los átomos nos envuelven sin saberlo. Creer sólo en lo que se ve: gran ignorancia. El mundo material no es nada. La necesidad de los cinco sentidos, cuando el sexto es el auténtico. Lo no comprobable, pero insinuante. La búsqueda, siempre la búsqueda.

La necesidad de la palabra. ¿Qué haríamos sin ella?

Poco, muy poco.

A pesar de sus inconvenientes.

¿Seguiríamos trepados en los árboles

y durmiendo en las cuevas?

¿Son ellas las que nos dominan

o nosotros a ella?

En cambio, de los átomos no somos responsables. Queramos o no, ahí están. Todopoderosos e infalibles.

No podemos empujarlos a un lado.

Palabras y átomos. ¿Se parecen o no? Sí y no. Avanzan. Crecen. Se reproducen. Con reglas o sin reglas. A la orden del día.

Los coloides como metáfora.

La niebla, el humo, el polvo.

Demos la bienvenida a palabras y átomos.

 

-Foto de Hal Gatewood en Unsplash

 

Angelina Muñiz Huberman es autora de más de 50 libros. Ha ganado el Premio Xavier Villaurrutia ,  el Premio Sor Juana Inés de la Cruz el Premio José Fuentes Mares, Magda Donato, Woman of Valor Award, Manuel Levinsky, Universidad Nacional de México, Protagonista de la Literatura Mexicana, Orden de Isabel la Católica, Premio Nacional de Lingüística y Literatura 2018, entre otros.

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Posted: July 16, 2023 at 10:25 pm

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