Octavio y Gabo
Jaime Perales Contreras
“Si no ha leído a Gabriel García Márquez debe de leerlo”, recomendaba Octavio Paz a sus amigos sobre la célebre obra del novelista colombiano Cien años de soledad durante la década de 1960. Y es que García Márquez, junto con Carlos Fuentes, Pere Gimferrer, Carlos Barral y una tribu bizarra de latinoamericanos, como él le comentó al poeta Lysander Kemp, lo recibieron calurosamente en Barcelona, cuando Paz renunció como Embajador de México ante la India después del episodio de la matanza del dos de octubre de 1968.
Ambos escritores se admiraron mutuamente. No es del todo exacto afirmar que Octavio Paz no tuvo en algún momento adhesión por la obra de García Márquez. Y es que, de hecho, el crítico norteamericano, Gregory Price, en una conversación le había indicado a Paz que la novela Cien años de soledad de Gabriel García Márquez estaba influida por El laberinto de la soledad:
Gregory Price: En el primer ensayo de El laberinto de la soledad hay un párrafo donde describe al mexicano como alguien alienado y desalentado frente a su entorno natural. Comienza hablando de la soledad y termina el párrafo proponiendo que esta soledad es la razón por la que los mexicanos son como son. Dicen por eso, el mexicano grita o calla, lucha, ora o duerme durante cien años. García Márquez ha hecho referencia a este párrafo en el título Cien años de soledad.
Octavio Paz: ¿Ha hecho una referencia?
G.P: Bueno es sólo mi interpretación, basada en el hecho de que el párrafo comienza hablando de la soledad y termina hablando acerca de un sueño de cien años. El párrafo se refiere a una raza cerrada sobre sí misma, alienada, que es uno de los temas principales de la novela.
O.P: Como dice, es una interpretación. No quisiera comentarla. Pero si fuese cierta sería otro ejemplo de cómo la literatura es una red de relaciones.
Es verdad, aunque Paz no quiso en esa ocasión comentar la interpretación de Price, tampoco la descartó completamente. La entrevista se efectuó durante la década de 1960, cuando todavía no ocurría el llamado Caso Padilla, en el que el poeta cubano Heberto Padilla fue encarcelado por el gobierno de Fidel Castro por haber escrito su libro de poemas titulado Fuera del juego, el poemario fue catalogado como antirrevolucionario y el poeta acusado de ser un agente de la CIA. Como se sabe, este incidente, que se inició como un complejo juego de intrigas y chismes literarios, se transformó en una situación política desconcertante que ha dado pie a varias interpretaciones del suceso. Esto hizo que muchos escritores dividieran su opinión sobre la naturaleza democrática de la Revolución Cubana de ese momento, entre ellos el propio Octavio Paz, mientras que García Márquez mantuvo su apoyo al gobierno de Fidel Castro.
En Sólo a dos voces, libro de conversaciones con Julián Ríos, se publicó al poco tiempo del Caso Padilla y en ese grupo de confidencias culturales salió a colación la opinión de Octavio Paz sobre García Márquez, la cual ha sido referente de varios libros y artículos sobre la obra de ambos autores. En esa entrevista, Paz enalteció la obra del español Ramón Gómez de la Serna, inventor de las célebres greguerías, y disminuyó los méritos literarios de García Márquez. Es muy probable que la opinión de Octavio Paz sobre García Márquez estuvo influida en ese momento por el Caso Padilla:
Gómez de la Serna está presente en nuestra literatura. Por ejemplo, es uno de los antecedentes de García Márquez. El mismo amor a la imagen descomunal y absurda, no el humor negro sino la fascinación, muy hispánica, por lo grotesco y lo monstruoso, por los extremos y los colmos. Por supuesto, hay una diferencia radical entre Gómez de la Serna es el lenguaje de la explosión: con el comienza la obra en español. La prosa del escritor colombiano, esencialmente académica, es un compromiso entre periodismo y fantasía. Poesía aguada, García Márquez es un continuador de una doble corriente latinoamericana: la épica rural y la novela fantástica. No carece de habilidad pero es un divulgador o, como llamaba Pound a este tipo de fabricantes, un diluter…
También Paz ya había tenido sus pequeñas diferencias personales con García Márquez sobre la fundación de una revista de vida efímera llamada Libre, que fue un antecedente de la revista Plural de Paz. Octavio Paz quería que fuera Secretario de Redacción de la revista el poeta español Tomás Segovia, mientras que García Márquez tenía como candidato a Plinio Apuleyo Mendoza, el célebre palabrista, autor de El olor de la guayaba.
No obstante sus diferencias personales, cuando Paz fundó la revista Plural, a principios de la década de 1970, tuvo la intención de publicar un texto de Gabriel García Márquez (El golpe y los gringos) que había aparecido primero en francés sobre la situación que imperaba en Chile durante la dictadura de Pinochet. Se contactó con su agente literaria Carmen Balcells y se le pidió permiso para publicar el texto en el número de abril de 1974 de Plural. Sin embargo, un periódico mexicano se adelantó traduciéndolo del francés, sin el permiso de Balcells, y el artículo de García Márquez finalmente no se publicó en Plural. Años más tarde, nuevamente se intentó dar a conocer en la revista Vuelta una conversación del escritor uruguayo Danubio Torres Fierro con Gabriel García Márquez; pero Paz encontró que el texto había aparecido en un diario español y decidió no divulgarlo en su revista debido a que la novedad se había desvanecido.
Mucho también se ha comentado que una persona que intentó regular las diferencias políticas de ambos escritores fue el poeta colombiano Álvaro Mutis, quien pudo reunirlos a ambos, al menos una vez, en Cuernavaca a fines de los años 1970, en los que pasaron ocho días Mutis, García Márquez, Paz y sus respectivas esposas. Así se lo comentó al poeta Donald Sutherland:
Sí, absurdo. ¡Pensar que tú estabas en México mientras yo estaba en Cuernavaca con Marie-José! Pasé ocho días con unos amigos. Nada me hubiera sido más fácil que llamarte por teléfono. Yo hubiera podido ir a la ciudad o quizás a ti te habría gustado pasar unos días con nosotros y conocer –ellos también se habían escapado de la ciudad– a García Márquez, Álvaro Mutis (el poeta colombiano) y a sus mujeres. ¡Qué lástima!
Como se sabe, como polemista que era, Paz no resistía la tentación de criticar la postura política de García Márquez. Lo hizo en diversas ocasiones, como ocurrió con el caso de la dictadura de Velasco Alvarado, en Perú, en el que el gobierno del militar peruano expropió a la prensa a mediados de la década de 1970. Paz comentó en Plural una declaración de García Márquez que realizó en un hotel de Lisboa, en el que habló sobre la libertad de prensa en Perú. El novelista colombiano estaba de acuerdo con la expropiación pues tenía el mismo sentido, dentro de un proceso revolucionario, que expropiar el petróleo. Paz contestó que mientras García Márquez aplaudía cómodamente en un hotel de Lisboa, los intelectuales peruanos, cerca de 50, entre los que se encontraba Mario Vargas Llosa, protestaron por la medida de expropiación con un manifiesto, en el que concluyó “que no se privilegiaba la libertad de expresión e información por otros problemas que tenía en ese momento el país, pero se sabía que sin libertad de información todos los demás problemas no podían discutirse ni resolverse”. También en otro momento de la conversación con el periodista portugués, dijo García Márquez que no creía en la libertad de prensa burguesa, que en último análisis representaba la libertad para la burguesía. Paz criticó a García Márquez de tener un simplismo conmovedor en sus opiniones políticas sobre Perú. Contestó que no se podían comparar las palabras con el petróleo, porque para Paz la cosificación de las ideas era el primer paso en el proceso de cosificación de los hombres. A Octavio Paz tampoco le producía entusiasmo, al igual que García Márquez, la libertad burguesa de prensa, sometida a los monopolios del dinero y a los intereses de los poderosos, pero el remedio no consistía en suprimirla sino en sustituirla por una libertad de prensa socialista. Lo que proponía García Márquez, según Paz, “era el viejo remedio del general Aspirina. Es decir, no había nada más eficaz para el dolor de cabeza que cortar la cabeza. A condición de que fuera la cabeza del otro”.
Más tarde, cuando a principios de la década de 1980 surgió el movimiento Solidaridad –cuyo líder fue Lech Walesa–, Paz también criticó también las declaraciones de García Márquez, expresadas públicamente durante un evento con François Miterrand. Al salir de la ceremonia un periodista lo interrogó sobre las consecuencias que tendrían los sucesos de Polonia para la izquierda latinoamericana, a lo que García Márquez respondió que los problemas primordiales eran los de América Latina y que no se debía mezclar con problemas ajenos. Según el mismo diario, García Márquez pertenecía a un Comité Internacional de Homenaje al Pueblo Polaco, que había organizado un acto de solidaridad con los obreros de Polonia. Ante la pregunta del periodista, García Márquez enfatizó que se había adherido a un acto de apoyo al pueblo polaco, pero no a un acto antisoviético y anticomunista. Paz comentó que era curiosa su actitud de rendir homenaje a las víctimas sin condenar a sus verdugos. Para el poeta mexicano, el comportamiento de García Márquez hacia Polonia era como el de las marquesas y duquesas del siglo XVIII, quienes tenían a “sus pobres”. Para Octavio Paz, tanto García Márquez como Julio Cortázar (con respecto a Cuba) eran “unos marqueses que tenían a sus víctimas”.
En el encuentro La experiencia de la libertad, que Octavio Paz organizó a principios de la década 1990, junto con diversos intelectuales de distintas partes del mundo, en el que se discutió la caída de la Unión Soviética, el periodista Andrés Oppenheimer le preguntó sobre el apoyo de García Márquez a Fidel Castro. Paz contestó: “No sé. No soy patólogo. Éste es un caso de patología ideológica. Quizá tenga que ver algo con la fascinación con el poder. Algunos escritores se sienten fascinados por el poder y los poderosos también se sienten fascinados por los escritores”. Por su parte, García Márquez contestó a la opinión sobre las declaraciones del escritor mexicano: “Es un error de diagnóstico, simplemente a Octavio Paz lo admiro como el gran escritor que es, pero no como médico”.
En 1992 se realizó El Coloquio de invierno y en él participaron varios escritores e intelectuales que no coincidían con las ideas de Octavio Paz, entre ellos Gabriel García Márquez. Como se sabe, Paz se quejó de que fue invitado al Coloquio tardíamente, junto con Enrique Krauze, por tener diferencias de opinión muy marcadas con los participantes. Paz consideró el hecho como una grave falta de cortesía, sobre todo porque la revista Vuelta había invitado antes a varios de los participantes del Coloquio de invierno, en el encuentro La experiencia de la libertad, celebrado un par de años atrás por Octavio Paz. También se criticó el uso de fondos gubernamentales para la organización del Coloquio, lo que, para Paz, convertía las disputas personales entre los grupos culturales de las revistas Vuelta y Nexos en “complicidad burocrática”. A García Márquez se le preguntó su opinión sobre la polémica de El Coloquio de invierno y el escritor colombiano contestó lo siguiente: “Si Paz cometió un error, no esperen que yo cometa otro”. En fin, también la prensa rumoró que cuando Octavio Paz y Gabriel García Márquez se encontraban en eventos públicos, no se saludaban.
La amistad entre Octavio Paz y Gabriel García Márquez se fue disolviendo por motivos de naturaleza política. Sin embargo, cuando Paz falleció en 1998, Gabriel García Márquez escribió un pequeño texto que se reprodujo en varios medios informativos, incluyendo la revista Vuelta:
Cualquier elogio es superfluo a estas alturas de su gloria. Lamento, tanto como su muerte, la interrupción irreparable de un torrente de belleza, reflexión y análisis, que saturó de extremo a extremo, el siglo XX y cuya onda expansiva ha de sobrevivirnos por mucho tiempo.
Se sabe que García Márquez no rompió su amistad con Fidel Castro después del Caso Padilla. Y como ocurrió con otros de sus grandes colegas, como Louis Aragon, Ezra Pound, Jean-Paul Sartre o el poeta Pablo Neruda, Paz juzgó severamente la postura política de Gabriel García Márquez. Esa actitud que Paz llamó como “la tendencia partidaria de la crítica, en el que a veces se es más amigo de las ideas que de los amigos”, fue la que al parecer perduró y la que hizo que ambos escritores se fueran distanciando con el tiempo.
Imagenes de Ricardo Salazar
Jaime Perales Contreras. Autor de Octavio Paz y su círculo intelectual (Ediciones Coyoacán/ITAM, 2013). Su libro más reciente es un volumen de relatos titulado El gallo que fingió ser Jorge Luis Borges (Fontamara (2015))
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Posted: March 15, 2017 at 9:53 pm