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Tras la máscara del emperador

Tras la máscara del emperador

Eduardo Cerdán

Luego de ocho años, la narradora y ensayista Anamari Gomís vuelve a aparecer en la lista de novedades editoriales con su novela La vida por un imperio, recién publicada por Ediciones B. Sépase que tanto el título como el subtítulo, ¿Realmente hubo un pacto entre Maximiliano y Juárez?, fueron ideas de los editores. Originalmente se llamaba El emperador se va, un bonito octosílabo que le iba perfecto a la historia. Lo del supuesto pacto no se acerca siquiera al corazón de la novela, cuya protagonista es Fernanda, una joven naïve que, como acompañante de su profesor Sigifredo Altamirano: excéntrico y abusivo historiador homosexual, viaja a Centroamérica para investigar sobre la leyenda según la cual el Archiduque de Austria no murió fusilado en el Cerro de las Campanas, sino que se fugó hacia El Salvador bajo el seudónimo de Justo Armas quien, según los registros históricos, sí existió: era un aristócrata vienés que andaba siempre descalzo porque decía haber sobrevivido a «un naufragio».

La vida por un imperio, dice Anamari Gomís, es una «falsa novela histórica». Por supuesto que hay mucha investigación previa a la urdimbre de este divertido proyecto, pero el objetivo de Anamari, narradora fóbica a la academia pura y dura, fue escribir una historia. Period. La Historia con mayúscula, aunque tiene un peso evidente, es un instrumento para lo que realmente le importa: narrar.

La anécdota y los personajes son totalmente novelescos, fruto de la invención. Hay muchos datos históricos, eso sí; pero no aparece jamás un Maximiliano o una Carlota al modo de Fernando del Paso, por ejemplo. Los nombres aparecen como eso: letras en papel, figuras inasibles para los personajes de la novela que quieren develar qué pasó en 1867. La misma Fernanda lee el manuscrito de Noticias del Imperio por órdenes de su maestro, quien se aprovecha de ella de todas las maneras posibles –salvo físicamente, y eso porque a Altamirano sólo le interesan los penes, tanto que, durante el viaje, asiste a un certamen de «pingas», para decirlo en cubano.

La vacilación y la duda rondan la mente de Fernanda, que por acompañar a su profesor deja en México un matrimonio conflictivo y es quien lleva la voz cantante en toda la novela. Que Anamari se alejara por completo de la tercera persona narrativa, en la que se notaba ya muy cómoda, es algo que aprecié enormemente. Si se compara esta nueva novela con sus dos anteriores: Ya sabes mi paradero (2002) y Sellado con un beso (2005), se notará que Gomís trabajó de manera especial la verosimilitud dialógica. La trama se desarrolla en los ochenta y Anamari se las ingenia tanto para recrear el periodo como para representar los varios giros lingüísticos de los lugares que visitan ambos historiadores: Cuba, Costa Rica y El Salvador.

Algo que el lector disfrutará de La vida por un imperio es el fino pulso estilístico de Anamari para narrar el viaje –lo que, por cierto, le agradaba a Rulfo, quien fue tutor suyo en el Centro Mexicano de Escritores, donde Anamari escribió una primera novela que nunca publicó. Si desde entonces, en los setenta, ya contaba con una habilidad para hacer que el lector viaje con sus personajes, es lógico que en su madurez narrativa Anamari ostente esto como una gran virtud.

En el universo de la novela la figura de Maximiliano parece engullir a los otros personajes e, incluso, se refleja en ellos, artificio estupendamente planeado por Gomís. Fernanda es hija de un espía húngaro desaparecido en una carretera, se enamora en Cuba de Edmundo: médico importante para el castrismo, conoce a un bibliófilo millonario en Costa Rica y, más adelante, se entera del fusilamiento de uno de los dirigentes del Frente Farabundo Martí en San Salvador. Las coincidencias entre los agonistas y Maximiliano no son azarosas, desde luego.

La vida por un imperio es una novela cargada de humor, algo que hace mucha falta en la narrativa mexicana contemporánea, a veces demasiado cursi y solemne. Igual que Sergio Pitol, maestro suyo, Anamari Gomís tiene una fascinación evidente por el carnaval, por las situaciones rabelesianas y por los personajes risibles. A través del texto, por su factura y el cuidado de las formas, rezuma el conocimiento que sobre el arte de narrar tiene Anamari, fan declarada de Thomas Mann, James Joyce, Philip Roth y, por supuesto, Cervantes, entre muchos otros. La vida por un imperio es una novela de viaje, de aprendizaje amoroso y personal cuyo motor es la búsqueda de la supuesta máscara del Segundo Emperador de México, lo que dota al libro de una “muy bien lograda” tensión que, como versan las malas reseñas, atrapa al lector desde el inicio.

«Justo Armas, ¿quién eras?».

CerdanEduardo Cerdán (Xalapa, 1995), narrador y ensayista, es profesor adjunto en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ha sido premiado en concursos nacionales de relato y ha participado en varias antologías de cuentos mexicanos e hispanoamericanos, así como de ensayos sobre literatura hispánica. Ha colaborado en publicaciones periódicas como la Revista de la Universidad de México, La Jornada Semanal, Crítica, La Palabra y el Hombre y Cuadrivio. Su libro infantil Los días del extranjero está por publicarse en la Editora de Gobierno de Veracruz.


Posted: September 26, 2016 at 9:56 pm

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