¿Cuál es tu problema, Andrés?
Sergio Negrete Cárdenas
La lista potencial es numerosa, Andrés, porque puede estar afectando tu capacidad de gobernar con equilibrio y aciertos. De hecho, puede ser que ese problema (o problemas) expliquen tu pésimo desempeño y la fallida visión de país que ha caracterizado a tu administración desde 2018 a la fecha.
Es posible que se trate de un mesianismo, esto es, que consideres que eres una persona absolutamente excepcional, con conocimientos superiores que te permiten enfrentar, como pocos en la historia, los grandes problemas nacionales. Tienes la certeza de que todo es sencillo, que aquello que para otras personas es un imposible, para ti “no es ninguna ciencia”, es algo fácil.
Por tanto, Andrés, eres el campeón de las soluciones simples a las cuestiones más complejas, alguien que promete que, como por arte de magia, se solucionará todo aquello que ha derrotado a otros, como la inseguridad. Solo es cuestión de que se te otorgue el poder. Con un anuncio de tu parte, una firma, un decreto, será suficiente.
Además, ese complejo de sentirte como lo más importante puede conducir a que tus acciones lleven a colocarte como el centro de atención y mando. Un megalómano, pues. Por ejemplo, diciendo que tu persona es suficiente para que ya no exista corrupción en el país, y que por ello no se requiere de instituciones que contengan y combatan ese problema. Es la destrucción sistemática de estas instituciones, y de contrapesos a tu persona, una consecuencia directa de ese mesianismo.
De la misma manera, como no se requiere de instituciones, tampoco de expertos, sino de simples subordinados. No se necesita de personas que tengan conocimiento (puesto que dominas todo lo necesario) sino de individuos que sepan obedecer órdenes sin cuestionarte. Donde antes se requería de funcionarios eficaces, ahora bastan floreros que repitan tus dichos.
O quizá el problema que te aqueja, Andrés, es ser preso de la paranoia, esto es, tener un patrón de desconfianza y recelos de las demás personas en forma sistemática y prolongada. Cuando ves ataques a tu persona en todo momento, en que consideras que toda crítica que se te dirige es producto de malas intenciones. Porque fuiste la víctima de impresionantes fraudes electorales orquestados por una mafia en el poder, según repites. Tienes, por ello, el impulso constante de atacar, cuestionar y polarizar.
O puede ser algo más complejo, como una esquizofrenia, que incluya ese delirio de persecución. La esquizofrenia puede provocar una combinación de alucinaciones, delirios y trastornos graves en pensamiento y comportamiento. Por ello, puede implicar severos problemas cognitivos. Entre los síntomas está tener fantasías, alucinaciones y un pensamiento desorganizado que se refleja en un habla igualmente desordenada.
Puede ser, por supuesto, una combinación con elementos de mesianismo y esquizofrenia. Por ejemplo, decretar un Instituto Nacional de Salud para el Bienestar, y decir que de inmediato será como tener un sistema de salud tipo escandinavo. Mantener esa fantasía o mentira contra viento y marea, e insistir que está funcionando perfectamente.
Porque entonces se tiene una esquizofrenia o un problema de mitomanía en grado extremo. Lo más grave sería lo primero, pero lo segundo es también preocupante. No es posible saber si se trata de alguien que vive en un mundo paralelo o de un cínico contumaz. Es lo mismo que ocurre cuando afirmas con absoluto aplomo que eres honesto y rodeado de familiares y colaboradores impolutos, todo en medio de las abundantes evidencias de numerosas raterías de tus cercanos.
Quizá se trate de algo diferente, como ser un sociópata. Esto es, una persona que carece de empatía hacia los demás al tiempo que se tiene un fuerte egocentrismo. El sociópata puede ser impulsivo, lo que incluso puede derivar en situaciones de violencia. Carece de sentimientos de culpa, vergüenza o arrepentimiento. El potencial de daño es enorme cuando se tiene poder, y es posible que las acciones que la persona ordene lleven a enfermedad o muerte en otros.
En el caso de ser un gobernante, la combinación del egocentrismo con la ausencia de culpa o arrepentimiento puede causar daño porque prevalece en la mente un “objetivo mayor” que hace que las afectaciones a incluso miles de personas no tengan la menor importancia. No es que se busque provocar dolor, o que ese dolor traiga placer, pero es visto como un precio que es necesario pagar con tal de alcanzar ciertas metas. Por ejemplo, la muerte de miles de personas (destacadamente niños) por la falta de medicamentos oncológicos.
Lo terrorífico sería, por supuesto, Andrés, que en diversos grados te aquejen todos estos problemas, y que resulte que el presidente de México al que las urnas le entregaron un inmenso poder es un mesiánico, paranoico, por ende con delirios de grandeza y persecución, esquizofrénico, mitómano y sociópata.
*Imagen de Mario Delgado Si
Sergio Negrete Cárdenas. Profesor de Tiempo Completo en la Escuela de Negocios del ITESO. Trabajó en el Fondo Monetario Internacional. Profesor en varias universidades de España y México, destacadamente la Universidad Pompeu Fabra y la Escuela Superior de Comercio Internacional, en Barcelona, la UNAM y la Escuela de Periodismo Carlos Septién en la Ciudad de México. Doctor en Economía y Maestría en Economía Internacional por la Universidad de Essex. Diplomado en Política Exterior de Estados Unidos por la Universidad de Maryland. Licenciado en Economía por el ITAM y en Ciencias de la Comunicación por la UNAM. Twitter: @econokafka
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Posted: September 20, 2021 at 9:14 pm
El curriculun impresionante del Dr. Negrete, casi tan extenso como su artículo, no corresponde con el contenido tan confuso y ofuscado, y tan mal redactado. Realmente, un preparatoriano pudo ser el autor, y le hubiera dado más frescura, objetividad y emoción.
Detallado en lo que se refiere a la conducta del sujeto en mención y que para quienes leemos el artículo, nos sirve para afianzar nuestra idea de lo irracional del actuar del individuo de Palacio.
Me invita a pensar un poco más acerca de quién es el responsable de la caída del País en todos los sectores nacionales e internacionales por la falta de aplicación de las mínimas medidas de previsión en economía, en seguridad y en credibilidad dentro y fuera de México.
Muy bien expuesto, muy entendible y al final, comprensible que el deterioro mental de López, sea la causa de muerte por la falta de atención a los otros enfermos que pudieron salvarse, ya que él no quiere hacerlo, pues parecer que también eso lo ignora para desgracia nuestra.
Es evidente que hay doctorados que no curan un sólo resfriado. El Dr. Negrete escribe con la rabia de las vísceras y no con la inteligencia de alguien con tanta academia. Su artículo se resume en tres palabras: Falacia ad hominem. Juzgar los toros desde la barrera es muy fácil y más fácil injuriar a un hombre que en un país lleno de inmundicia politiquera y de costumbres dudosas y traicioneras, ha llevado a cabo una meritoria carrera política buscando el bienestar de nuestro país empobrecido y convertido en ratonera. Habla del problema de inseguridad y de otros tantos problemas y su voz se refiere casi casi como si nuestro páis hubiera nacido apenas en el 2018. Porque olvida la hitoria el Dr. Negrete con suma facilidad y dispendio que esa impresión nos causa a sus lectores. Más respeto, Doctor a ese hombre de la tercera edad que ha enfrentado lo inimaginable para poder llegar a donde está y poner la muestra de que la política no es politiquería; para el hombre que se levanta a trabajar para el bien de los mexicanos a las 5:00 de la mañana y se acuesta trabajando hasta las 12: 00 de la noche. Porque el respeto se gana, no se impone y el Licenciado Andrés Manuel López Obrador, al igual que Usted, merecen respeto. No quiera que lo traten con esa misma vara injusta con la que está midiendo al que ahora es Presidente de la República.
Recordando los textos de Geoege Streinet en “ la tristeza del pensamiento “ nuestra taxonomía, notablemente en el actual clima político y social, tiende hacia lo igualitario no es una manera de disimular y de falsificar una jerarquía evidente que apenas si se reconoce, y ello no sin molestia,
que mecanismo sórdido pero comprensible de pánico atávico, tienen los que se consideró elite de los medios de comunicación, arte y cultura, científica y politica.
Por los medios de comunicación de los de abajo, que los han exhibido y ridiculizado hasta las palabras mismas de intelectuales, escritores, periodistas, científicos, políticos.
Hoy se enfrentan ante su realidad, deshonestidad, defraudadores, cómplices de la corrupción.
De ahí el ardor y coraje, las élites han perdido la batalla, no es solo de partidos, es de la sociedad contra el amalgama con y en la corrupción de las elites