Flashback
Insomnio de Gutenberg

Insomnio de Gutenberg

Adolfo Castañón

Medio siglo de Los demasiados libros de Gabriel Zaid

I. El número de marzo de la edición mexicana de Letras Libres incluye los “Avatares de un libro”, de Gabriel Zaid.[1] Es la crónica y casi microhistoria de esa obra que publicó en Buenos Aires un editor holandés avecindado ahí, luego de haber viajado a México donde conoció al autor, según refiere éste en el presente artículo. Lohlé, quien había trabajado en un gran consorcio editorial, decidió renunciar a su puesto cuando descubrió que la matriz de la firma para la que trabajaba “publicó un libro imperdonable y costosísimo en demandas judiciales. Investigaron cómo pudo suceder, y descubrieron que ¡nadie lo había leído! Decidió entonces fundar una editorial que nunca publicara un libro no leído por él”. A Lohlé le interesaron las teorías entonces heterodoxas de Zaid acerca de que “los grandes tirajes no bajan el costo: lo aumentan, si se considera el costo de almacenar ejemplares no vendidos”. El editor holandés de Buenos Aires fue el primero en dar a la imprenta este feliz y poderoso ensayo.[2] Cuando se publicó, en 1972, el ensayista y poeta, ingeniero en mecánica y administración por el Instituto Tecnológico de Monterrey, tenía 38 años, todavía no era miembro de El Colegio Nacional ni de la Academia Mexicana de la Lengua, pero ya era conocido en el medio por sus escritos en prosa y verso tan sagaces como incisivos.

II. Yo compré mi ejemplar en la Librería Parroquial de la colonia Clavería, cerca del metro Tacuba, a fines de los años setenta. Junto al libro de Zaid, estaban títulos de León Bloy, Nikos Kazantzakis, Ernesto Cardenal y Gregory Bateson, publicados por Carlos Lohlé.

La obra tiene más de seis ediciones en español, once traducciones, una página en Wikipedia. A lo largo de su historia editorial, Los demasiados libros ha ido actualizándose y adaptándose, condensándose y ensanchándose sin perder sus atributos esenciales en términos de teoría de la edición y de política cultural y de atención al lector. No será sencillo para los lectores del futuro hacer una edición crítica de la obra. Por lo pronto, y aprovechando la efeméride de su aniversario cincuenta, se podría jugar con su título y proponer Los sin cuenta libros o más sintéticamente Libros sin cuenta. De todo eso se desprendería que la obra en sí resulta inasible y a la par concreta.

III. Los lectores más perspicaces apuntarían a que la obra trae una teoría de la comunicación y de la información. También que sus páginas encierran una parábola matemática —Zaid es ingeniero— en torno a los circuitos de la información —el autor llevó en Vuelta una columna titulada “Cinta de Moebius”, en alusión al matemático alemán de fines del Siglo XVIII y principios del XIX, que concibió la idea de una enigmática banda o cinta que solo tiene un lado.

IV. A medio siglo de su primera edición, la obra de referencia sobre la explosión bibliográfica, sus causas y consecuencias, ha dado la vuelta a medio mundo. Ha sido traducida a las principales lenguas europeas. Curiosamente no ha sido trasladada, hasta donde se sabe, ni al chino, ni al japonés, ni al hebreo, ni a ninguna lengua árabe, aunque sí al croata, al estonio y al esloveno.

V. Los demasiados libros está en el centro del proyecto crítico de Zaid, y podría pensarse que tanto la reunión de ensayos ¿Adivinos o libreros? (1986) como El secreto de la fama (2015), por poner dos ejemplos, tienen que ver con las ideas del poeta y ensayista mexicano nacido en la ciudad de Monterrey un 24 de enero de 1934.

Los demasiados libros no es una obra aislada, de hecho, se encuentra integrada en el tomo III de las obras de Gabriel Zaid publicadas por El Colegio Nacional, que llevan como título Crítica del mundo cultural. El ensayo también hace pensar en la labor del poeta regiomontano como crítico y autor de antologías, en particular, el Ómnibus de poesía mexicana que presentó, compiló y anotó en 1971, un año antes de haberse publicado el libro que hoy está a dos años de cumplir un ciclo completo del Calendario Azteca. Cosa que sucederá cuando cumpla 90 años.

VI. Curiosa o sintomáticamente, el mercurial e inclasificable libro es una obra de la que hay relativamente pocas tesis académicas, aunque lo tengan como libro de cabecera no pocos libreros, impresores, editores y escritores. Entre las tesis sobre Zaid se encuentran las de Ignacio Hernández Saldaña Sobre la figura autorial en la obra de Gabriel Zaid (UNAM, 2022), Victoria Adriana Navarro González Gabriel Zaid: Resistencia por la lectura (UAM, 2017), Mónica Quijano Velasco La importancia de la lectura en la obra de Gabriel Zaid (UNAM, 1999) y Juan Pablo Córdoba Elías La decadencia del metarrelato: un acercamiento crítico a la obra ensayística de Gabriel Zaid (UNAM, 1991). Podría decirse que Los demasiados libros es otra contribución para armar, parafraseando a Gregory Bateson, una nueva ecología de la mente humana.

VII. Detrás del escenario del razonamiento en torno a la expansión y explosión editorial, se dibuja una preocupación de índole bibliotecaria y archivista, pero también política y aun médica en torno a la gobernabilidad, por así decirlo, de la información y en torno al crecimiento patológico de la comunicación libresca y editorial que podría tal vez compararse a las propagaciones cancerígenas.

VIII. El poeta-ingeniero-pensador que es Gabriel Zaid también es el editor del imprescindible Ómnibus de la poesía mexicana, que podría decirse es como el contrapunto práctico, portátil de Los demasiados libros. Otro contrapunto editorial es el que resultó en el muy útil instrumento que organizó para la Academia con José Luis Martínez titulado Índice de mexicanismos,[3] en que reúnen todas las fuentes lexicográficas que incluyen mexicanismos registrados en 138 listas.

IX. Gabriel Zaid llamó a José Luis Martínez “curador de la literatura mexicana”. A partir de lo que podría llamarse una lectura política de Los demasiados libros a medio siglo de su publicación, pensaría que podría decirse que conviene llamarlo “curador” de la cultura del libro en el mundo moderno, en el primer sentido de esta voz de la persona que tiene a su cuidado alguna cosa. Ese cuidado o desvelo por el mundo del libro y por su supervivencia es lo que alimenta la vitalidad de esta obra proteica y acaso en secreto prometeica.

Curador es también sinónimo de salvador. No extraña que otra de las estribaciones culturales de esta obra se de en los ensayos titulados “Los libros al poder”, en los que se hace ver cómo el libro se transforma en un instrumento de la lucha política…

X. Los demasiados libros es una obra compuesta por varios artículos o piezas textuales que son calas o sondeos en cuestiones particulares como “Interrogantes sobre la difusión del libro”, “La superación tecnológica del libro” o “Quejarse de Babel”, entre otros. El haz textual ha sido reescrito una y otra vez. En ese sentido cabría decir que es un libro sin desperdicio, un libro sin cera, un libro sincero; es decir, depurado una y otra vez hasta llegar a la formulación que le permite al autor decir que “la medida de la lectura no debe ser el número de libros leídos sino el estado en que nos dejan. […] Lo que importa es cómo se anda, cómo se ve, cómo se actúa, después de leer… Si leer nos hace físicamente más reales”.[4]

XI. Si a lo largo de sus cincuenta años de vida editorial Los demasiados libros ha llegado a ser una de las obras literarias mexicanas más leídas en el mundo, junto con las de Octavio Paz, Juan Rulfo y Carlos Fuentes, se podría decir sin duda que es un libro representativo de la cultura crítica del México moderno.

XII. Los demasiados libros es y ha sido una obra proteica. Más que en otros casos, se puede decir que el volumen supone un caudal de innumerables lecturas y lectores a través de la historia y de las generaciones. Su vigencia es tan perdurable como la espiral babélica que la ha producido. Cincuenta años. Lecturas y libros sin cuenta.

XIII. El hecho de que este libro cumpla 50 años suscita también no pocas preguntas en torno a la cultura misma del libro y de lo que podría llamarse la sustentabilidad de la cultura del libro en el mundo. Me refiero a las bibliotecas públicas nacionales y a su organización. La muerte del libro —paralela a las anunciadas muertes de la novela, el teatro, la filosofía, la pintura realista o figurativa, incluso del hombre y la historia— se dibuja no tanto en las líneas de su extinción en la parrilla eléctrica o electrónica sino en el laberinto de organización de su ingeniería. Este razonamiento hace juego con otro. En la Antigüedad clásica, a los que fallecían se les saludaba con la frase “fuguit ad plures”, “se fue con los muchos”, pero en el mundo actual cuando el planeta cuenta con más habitantes de los que tuvo a lo largo de la historia, el que fallece forma parte de la minoría muerta y no del tumulto vivo. De ahí que la frase evangélica de “creced y multiplicaos” sea susceptible de una lectura crítica del amor. Esto tiene que ver a la larga con la lectura, con esa demasía que acusa el mapa vertiginoso de Gabriel Zaid.

 

NOTAS

[1] Gabriel Zaid, “Avatares de un libro”, Letras Libres, núm. 279, marzo 2022, pp. 49-51.

[2] Buenos Aires, Carlos Lohlé, 1972.

[3] México, Academia Mexicana de la Lengua, 1997.

[4] Gabriel Zaid, Los demasiados libros, México, Océano, 1996, p. 21.

 

Adolfo Castañón. Poeta, traductor y ensayista. Es autor de más de 30 volúmenes. Los más recientes de ellos son Tránsito de Octavio Paz (2014) y Por el país de Montaigne (2015), ambos publicados por El Colegio de México. Premio Xavier Villaurrutia 2008, Premio Alfonso Reyes 2018 y Premio Nacional de Artes y Literatura 2020. Creador Emérito perteneciente al SNCA. Twitter: @avecesprosa

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Posted: April 5, 2022 at 10:03 pm

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