Essay
Clásicos de la lengua
COLUMN/COLUMNA

Clásicos de la lengua

Adolfo Castañón

(Fragmento).

I. En el Libro de los Macabeos, que sufrieron graves torturas por confesar la religión de Moisés, se encuentra una declaración asombrosa que identifica la soberanía con la lectura. Así responden los Macabeos a quienes les habían propuesto una alianza armada: “Pero nosotros no necesitamos de vuestra intervención armada porque nos basta y nos sobra con nuestros libros santos que hojeamos de noche y de día y son nuestro sostén y nuestra esperanza…” Esta legendaria declaración fue recordada por Ignacio Montes de Oca, humanista, notable escritor religioso y obispo de San Luis Potosí, en el tercer aniversario secular de la publicación del Quijote, en 1905, hace más de 90 años.1

Las palabras de Montes de Oca se ajustan limpiamente para saludar la aparición de la Colección Clásicos de la Lengua Española, publicada por la Academia Mexicana de la Lengua. Se trata de una iniciativa singular emprendida por la corporación dirigida por Jaime Labastida. La forman títulos canónicos de la literatura española, como el Cantar del Mío Cid, la Celestina, Don Quijote de la Mancha, La vida del Buscón, la Gramática sobre la lengua castellana, y textos de referencia necesaria para la cultura mexicana como la Historia verdadera de la Conquista de México y Grandeza mexicana de Bernardo de Balbuena. Los títulos españoles provienen de la Biblioteca clásica de la Real Academia Española (RAE). A ese caudal español debidamente presentado por autores mexicanos, se añaden las aportaciones nacionales, la edición crítica de El águila y la serpiente de Martín Luis Guzmán y la antología Visión de México de Alfonso Reyes. Los textos españoles trasterrados y trasplantados a México, gracias al buen acuerdo entre la RAE y la AML, vienen todos acompañados de los escritos de los estudiosos mexicanos y miembros de la Academia. Así, Margit Frenk es la anfitriona editorial de Cantar del Mío Cid y de Don Quijote de la Mancha; Miguel León Portilla de la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España de Bernal Díaz del Castillo; Ascensión Hernández Triviño de León Portilla de la Gramática sobre la lengua castellana de Antonio de Nebrija; Joaquín García Icazbalceta, Francisco Monterde, José Rojas Garcidueñas y José Pascual Buxó de Grandeza Mexicana de Bernardo de Balbuena; Aurelio González de La Celestina de Fernando de Rojas y de La Vida del Buscón de Francisco de Quevedo.

La publicación de la novela El águila y la serpiente de Martín Luis Guzmán en la edición realizada por Susana Quintanilla es un acontecimiento editorial por diversos motivos. Recoge el material de las casi 60 entregas de la novela publicada originalmente en el periódico El Universal. Las ilustraciones impresas en los periódicos y en otras publicaciones mexicanas y españolas. Reúne cuatro textos complementarios de Guzmán sobre el núcleo temático de la novela y a eso se añade la cosecha de treinta y cinco estudios sobre Guzmán y El águila y la serpiente publicados desde la aparición hasta la fecha, además de algunos textos encomendados expresamente para esta edición, presenta con rigor las variantes y anota oportunamente el texto para su mejor inteligencia. Reúne, en fin, un cuadro con las traducciones a otros idiomas. Ese bagaje respaldará el estudio de Susana Quintanilla “El águila y la serpiente por entregas (1916-1929)”. Todo esto lleva a aumentar e intensificar el placer del texto y de la lectura.

II. Los títulos reunidos en apariencia por el azar traducen una profunda armonía de la cultura hispánica. Entre la épica del Cantar del Mio Cid y la de don Quijote, Bernal y Guzmán, entre las visiones expuestas por Quevedo y Rojas y las explayadas por Guzmán, el impulso edificante de Balbuena, la idea de unidad cultural que recorre al texto de Nebrija y a los ensayos de Reyes forman una línea de continuidad que hacen de este tramo de la colección un panóptico sintomático de la cultura española en América y en particular en México…

III. A lo largo de los lustros que supuso esta tarea de acomodo, anotación, cotejo, revisión, contraste, se dieron fallecimientos (por ejemplo, el de mi asistente Lourdes Borbolla o el de José Luis Martínez, que fue uno de los interlocutores tácitos de esta obra), ires y venires, vaivenes, copias y más copias y, desde luego, percances y accidentes. Cuento uno: hacia el año de 2001 cuando trabajaba yo todavía en el Fondo de Cultura Económica, tenía yo la costumbre de trabajar por las tardes y noches en este proyecto con la mencionada asistente. Diario transportaba yo las dos maletas en las que se encontraba alojado el material de lo que sería Visión de México; diario los bajaba del coche y los volvía a subir a la oficina. En cierta ocasión, una lluvia torrencial nos aisló en la torre de la falsa inclinación hasta más allá de las once de la noche. Cuando por fin pudimos salir, sacamos los documentos y los pusimos en la cajuela (un Ford Fairmont color negro), salimos tranquilamente por la avenida Picacho-Ajusco todavía con el agua corriendo. Al llegar al puente que cruza Periférico con Picacho, decidí tomar por la calle lateral. Error. No me di cuenta de que estaba completamente inundada y de que mi vehículo no era una lancha. Fuimos rescatados por los bomberos, quienes nos ayudaron a salir del auto por las ventanas y nos cargaron a mi secretaria y a mí. Ya que estábamos a salvo me di cuenta de que tenía que regresar imperativamente a buscar los manuscritos que se habían quedado en la cajuela y que quizás se habían mojado. Rogué a los bomberos que me devolvieran al auto. Logré rescatar las dos maletas que no se habían mojado. Llegamos temblando a la casa a donde tenía que quedarse a dormir mi secretaria pues a esa hora ya no había transporte. Esa noche no dormí. En parte pensando en el accidente y sus consecuencias; en parte imaginando el destino del coche que se había quedado abandonado en la orilla del camino y que tenía que rescatar a primera hora al día siguiente, en parte agradeciendo al destino la felicidad de que los papeles de Reyes se hubiesen salvado del naufragio.

IV. Esta colección es una colección armónica: los nueve títulos juegan entre sí, dialogan, establecen vínculos y contrastes. La colección es un bosque. En el centro del bosque, un árbol poderoso: la novela de don Miguel de Cervantes El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha que aquí se presenta en dos volúmenes. En el primero se aloja la novela, las notas al texto y parte de los comentarios; en el segundo tomo se encuentran los 10 estudios sobre el Quijote que hacen especialistas y estudiosos de diversos países como: Jean Canavaggio, Anthony Close, Antonio Domínguez Ortiz, Sylvia Roubaud, Edward C. Riley, Gonzalo Pontón, Fernando Lázaro Carreter, Domingo Ródenas de Moya y Francisco Rico. El Quijote está en el centro no sólo de esta colección sino de la cultura hispánica en un sentido amplio. Los conquistadores fueron lectores del Quijote, el imperio español se desarrolló a través del tiempo y del espacio llevando la buena nueva del ideal cristiano, el ideal caballeresco y la lengua española por todo el orbe. En las antiguas colonias se desarrolló una poderosa cultura artística, urbanística y literaria en torno a esos valores. El relato cultural iniciado o inaugurado por las letras del Cantar del Mío Cid donde se contraponen la autoridad y la disidencia, el poder político y la autoridad moral en diversos modos se va a declinar y matizar en la novela de Cervantes, las historias de los conquistadores como Bernal Díaz del Castillo, las aventuras de los desventurados que buscan acomodarse y sobrevivir en el imperio como la Celestina y el Buscón, el pulso mismo de la organización lingüística que acompañará al imperio con la gramática de Nebrija y las vidas mismas de los guerreros y guerrilleros, políticos y mediadores de todo orden que atraviesan la novela de Martín Luis Guzmán El águila y la serpiente, para no hablar de las múltiples variedades de la experiencia de la historia y de la cultura que recoge en Visión de México Alfonso Reyes.

V. En Visión de México de Alfonso Reyes el editor, o sea quien esto escribe, intentó organizar el material disperso del autor regiomontano en función de núcleos temáticos. También trató de hacer dialogar a Alfonso Reyes consigo mismo, con sus contemporáneos y con la historia de México. La antología se presenta por ello acorazada por un caudal de notas que van tejiendo un sentido, el sentido de la memoria en torno a los escritos de Reyes. En algún momento dado pensé que el propósito último de esta antología sería el de que, si México llegara a desaparecer completamente, la selección anotada por mí de los escritos de Reyes podrían dar al visitante una idea de lo que había sido este país.

NOTA

D. Ignacio Montes de Oca, obispo de San Luis Potosí, “Elogio fúnebre de Miguel de Cervantes…” en Obras pastorales y oratorias, t. VII, México, Imprenta de Ignacio Escalante, 1908, pp. 227-228. [Citado en AC Trópicos de Gutenberg, 2011].

Adolfo Castañón. Poeta, traductor y ensayista. Es autor de más de 30 volúmenes. Los más recientes de ellos son Tránsito de Octavio Paz (2014) y Por el país de Montaigne (2015), ambos publicados por El Colegio de México.  Twitter:@avecesprosa

 

 

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Posted: August 16, 2017 at 10:18 pm

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