King Pleasure. Una visión a la vez familiar y distante de Jean-Michel Basquiat
Naief Yehya
Jean-Michel Basquiat describió el proverbial arco del artista romántico que vive con intensidad y muere demasiado temprano, dejando una obra fascinante, abundante y exitosa comercialmente. La exposición King Pleasure, que se exhibe en la planta baja del edificio Starrett-Lehigh, en el barrio neoyorquino de Chelsea, es una oportunidad singular para acercarse al proceso de maduración de un artista excepcional y entender un poco más su estética y el contenido político de su obra. Esta exposición es distinta a las muchas otras que ha habido de su trabajo porque fue organizada por las responsables del patrimonio Basquiat, las hermanas del artista, Jeanine Heriveaux y Lisane Basquiat, con la ayuda de su madrastra Nora Fitzpatrick, quienes presentan un acervo de alrededor de 200 obras y artículos, 177 de ellos nunca antes exhibidos, del artista que nació en Brooklyn en 1960. Además la muestra es una mirada oportuna al mundo del arte en la década de los 80, precisamente cuando el mercado cambió y los precios de las obras de algunos artistas explotaron a niveles delirantes, dando lugar a niveles de especulación sin precedentes.
A diferencia de la mayoría de las retrospectivas de artistas consumados, que aíslan a la obra del creador, como menciona el galerista Jeffrey Deitch, la intención aquí es mostrar la cara familiar de Jean-Michel, lo cual va desde sus lugares favoritos, películas de la infancia, dibujos tempranos, breves testimonios de parientes, galeristas y amigos hasta algunas obras mayores. Lisane explica: “Quisimos presentar el trabajo y la personalidad [de Jean-Michel], de una manera que solo nosotros podemos, para que las personas tengan una experiencia inmersiva. Queremos que esto sea una celebración experiencial y multidimensional de la vida de Jean-Michel”. Para esto se incluye una fiel reproducción del comedor y la sala de su hogar, una recreación de su estudio en la calle Great Jones y una muestra de su colección de objetos africanos. No obstante, esta exposición diseñada por el arquitecto David Adjaye, no intenta afortunadamente reducir la obra a momentos instagramables, como los tumultuosos shows recientes de Van Gogh y Yayoi Kusama entre otros. Ahora bien, fuera de algunos parpadeos de la intimidad familiar, el artista permanece como un misterio, ajeno, distante, impenetrable. Los objetos, imágenes, espacios domésticos, documentos y escritos ofrecen pocas revelaciones de la personalidad de Jean-Michel. Vemos su pasión e intensidad al acercarse a los materiales y apropiarse de las superficies, así mismo se nos habla de su gusto por vestir bien, su generosidad con los amigos y desconocidos, pero eso ilumina de forma muy limitada su personalidad.
La exposición es un acercamiento vivencial, anti didáctico, anti académico y anticrítico que está dividida en siete temas que comienzan con ”Introducción 1960”, la cual nos sitúa, con la ayuda de un mapa de la ciudad de Nueva York, sus puntos de referencia, desde escuelas y restaurantes, hasta los clubes en que se volvió regular cuando adulto y en ocasiones hacía de DJ (Dansetería, Palladium, Mudd). Aunque no se menciona su breve romance con Madona ni su intensa vida social. Se incluyen bosquejos, garabatos de la infancia, notas y proyectos en los que el artista está en busca de su identidad. Sigue “Kings County”, que muestra la infancia y a la familia en Brooklyn y luego en Puerto Rico. El tercer tema es “World Famous”, sobre sus primeros pasos en el mundo del arte internacional. “Ideal” está consagrado al estudio que tuvo en la calle Great Jones, que era propiedad de Andy Warhol y donde pasó los últimos cinco años de su vida. “Art Gallery” comprende una selección espléndida de alrededor de 100 obras dividas temáticamente. “Palladium” es una recreación del salón VIP Mike Todd en el club de ese nombre, para el que hizo un par de pinturas ahora desaparecidas y la parte final es un tributo: “Place Jean-Michel Basquiat”.
Jean-Michel era hijo de Gerard Basquiat, un inmigrante haitiano, y de la artista de origen puertorriqueña, nacida en Brooklyn, Matilde Andrades. A los siete años Jean-Michel tuvo un grave accidente cuando lo atropelló un auto que viaja con exceso de velocidad. Durante su convalecencia su madre le regaló el libro Anatomía de Grey, el cual se convirtió en una obsesión que lo acompañó por muchos años, inspiró parte de sus obra y cuando fundó una banda de art noise la llamó Grey (de la cual el actor y director Vincent Gallo fue miembro). Jean-Michel no era particularmente respetuoso de la autoridad así que pasó la infancia y adolescencia cambiando de escuelas. Desde muy joven tuvo fuertes fricciones con su padre, quien era contador y un hombre autoritario que estaba convencido de la necesidad de que sus hijos tuvieran una educación formal. La primera vez que Jean-Michel huyó del hogar apenas tenía 14 años. La violencia doméstica parece haber sido común en casa de los Basquiat, Jean Michel comentó en muchas ocasiones que su padre lo golpeaba y que su madre también lo hacía. En particular Phoebe Hobam cuenta una anécdota de que Matilde lo reprendió y le pegó severamente por usar sus calzoncillos al revés ya que ella interpretó que eso era una señal de homosexualidad. Gerard desconfiaba del mundo del arte como una opción para sobrevivir por lo que cuando su hijo abandonó la preparatoria antes de graduarse estaba furioso. Jean-Michel contó que en una pelea su padre le metió una cuchillada en el trasero. En 1978 se escapó de casa definitivamente. Durante los años que vivió sin domicilio tuvo que ganarse la vida pidiendo dinero, dependiendo de la generosidad de amigos y desconocidos, así como vendiendo camisetas y tarjetas dibujadas a mano. De hecho así conoció a Andy Warhol, cuando se atrevió a abordarlo mientras comía en un restaurante para ofrecerle sus tarjetas. Con el tiempo se volvió uno de los amigos cercanos de Warhol y su amistad realmente era de gran valor para él, ya que aparte era una influencia y un mentor. Colaboraron en varios proyectos y Warhol hizo varios retratos de la familia Basquiat. A la muerte de Warhol en 1987, Jean-Michel quedó devastado y su perdida contribuyó en arrastrarlo al abandono y al consumo excesivo de drogas que un año más tarde lo llevo a la muerte de una sobredosis.
Las influencias de Basquiat que inevitablemente se mencionan son Jean Dubuffet, Cy Twombly y Willem De Kooning. Así mismo está la mirada que él dirige al Picasso que se apropia de las formas y estilo del arte africano. Basquiat empleaba toda clase de materiales encontrados para convertirlos en obras, cartones, vidrios, vallas, refrigeradores e incluso muebles de las casas donde le daban asilo temporal en los años que vivió sin dirección fija, eso le costó más de una vez ser corrido por sus anfitriones que no intuían que tenían en sus manos una obra de arte que valdría una fortuna. En general él no hacía esculturas ni ready mades en la tradición de Marcel Duchamp, sino que pintaba sobre todo tipo de objetos a los que convertía en superficies para sus obras. El trabajo de Basquiat reúne de manera prodigiosa composiciones visualmente apabullantes, comentarios irónicos y mordaces, crítica social y denuncia. Mientras trabajaba le gustaba someterse a un continuo diluvio de información y ruido televisivo que contrastaba en una constante cacofonía con la música. La exposición tiene sonido ambiental con música que escuchaba Jean-Michel, desde Diana Ross hasta Pink Floyd pasando por los Carpenters.
Basquiat comenzó como un artista de la calle, en un tiempo en que el grafiti ya había alcanzado cierto respeto cultural (varios grafiteros exponían y vendían obras en galerías) pero seguía siendo objeto de persecución policial. Jean-Michel y el artista Al Díaz formaron SAMO© (que venía de Same Old Shit o la misma mierda de siempre), un dueto que se dedicó a decorar con mensajes extraños y crípticos la zona de SoHo y el Village en Manhattan. Obviamente la tradición rebelde y la influencia del grafiti es esencial en su obra, en particular porque siempre fue un artista que dio gran relevancia a las palabras, de manera en que textos de todo tipo de orígenes aparecen en las distintas fases de su obra. Construyó un vocabulario de imágenes y palabras que reflejaban sus intereses pero también las experiencias de la calle. Sin embargo, no se puede encontrar una lógica formal a sus palabras o letras sino más bien asociaciones, construcciones fonéticas y poesía. Basquiat tenía un conocimiento amplio del mundo del arte y la cultura, por lo que su trabajo es una aspiradora voraz y así como utilizaba referencias a los clásicos griegos, también inundaba sus piezas con evocaciones a artistas y corrientes de diferentes épocas, desde dadaísmo y surrealismo hasta el neoexpresionismo, todo aglomerado entorno a elementos de la cultura popular. La estética de Basquiat a lo largo de su obra va de imágenes delicadas a composiciones abstractas y un simbolismo frenético y sin embargo tiene un sello de identidad muy característico. El hecho de que tenía una producción compulsiva ha tenido como efecto la aparición de numerosas copias, al punto que algunas colecciones han tenido que reconocer que desconocen la autenticidad de las obras que han adquirido.
Basquiat fue un lector voraz, interesado en una variedad de temas y cuando comenzó a escuchar jazz descubrió a algunos de sus héroes musicales: Nat King Cole, Charlie Parker, Miles Davis y Thelonius Monk entre otros. De manera similar en el mundo de los deportes reconoció a otros héroes que admiraba y con los que se identificaba como Jackie Robinson, Hank Aaron, Jesse Owens y por supuesto Muhammad Ali. Veía en ellos a mártires y reyes, seres que habían sobrevivido a la adversidad y a generaciones de opresión y odio para destacar y ser los mejores en sus disciplinas. En su trabajo se funde la calle con el jazz, el box y el beisbol. El muy repetido símbolo de la corona de tres picos que pintaba por todas partes era una referencia a la realeza, heroísmo y la calle que llevaban sus héroes deportivos y artísticos. En su panteón personal destaca Grace Jones que en sí misma ocupa una categoría especial.
La relevancia de un artista como Basquiat es incuestionable, su influencia está presente por donde quiera. Tanto en vida como ahora este artista ha sido objeto de admiración, devoción y explotación. Uno de sus cuadros alcanzó hace cinco años el precio más alto para una pintura estadounidense en la casa de subastas Sotheby’s (110.5 millones de dólares). La imagen de Basquiat como creador romántico que murió a los proverbiales 27 años es icónica y a eso se suma la inmensa carga racial de ser el único artista negro de esa generación que alcanzó el éxito meteórico y el reconocimiento del mundo del arte, en particular de las grandes galerías, denominadas (“sin ironía”, como escribió Mark Dery): Cajas blancas. El éxito que alcanzó internacionalmente lo convirtió en una leyenda que trasciende fronteras y generaciones, no obstante padeció en vida de una muy pobre valoración crítica de su obra, a menudo su carisma, personalidad, fama y círculo de amigos impedía la crítica objetiva de su trabajo, de acuerdo con Jordana Moore Sagesse. A pesar de su éxito Basquiat usaba una bicicleta para transportarse porque como es bien sabido en Nueva York los taxis no se detenían recoger hombres negros, algo que ha cambiado un poco desde que se impusieron multas por discriminación y con la aparición de Uber y otros apps de transporte público.
Tras la muerte de Jean-Michel en 1988, su padre decidió ocuparse y preservar la obra. No quiso vender nada, lo cual es una tentación muy grande debido a los precios estratosféricos que comenzaban a ofrecerse por sus cuadros y objetos. A la muerte de Gerard, en 2013 las hermanas tomaron la dirección del legado y decidieron organizar esta exposición. Ahora bien, el precio de entrada general a King Pleasure es de 45 dólares, lo cual parece particularmente alto, así mismo el visitante se ve obligado a salir por una tienda de recuerdos, donde se ofrece una gran variedad de productos con el nombre del artista o imágenes de la obra. Esto puede entenderse como un recurso para poder preservar la obra sin venderla pero es innegable que implica una manera de excluir a buena parte del público además de validar la mercantilización voraz de este trabajo. Es lamentable que la imagen de un artista transgresor como él esté ahora más relacionada con la explotación megamillonaria del mundo del arte y la mercancía desechable (que no barata) que con su relevancia como un rebelde. El underground se volvió un territorio atractivo para el consumo y un artista que no hubiera tenido un lugar en la mesa de los coleccionistas se volvió un objeto de deseo y validación.
King Pleasure es un tributo, cargado de amor filial, reverencia y nostalgia. Es una oportunidad fabulosa para acercarse a una obra rabiosa, irónica, palpitante y vital, que se mantiene políticamente actual (a pesar de que Basquiat murió en 1988). Las hermanas del artista coinciden en señalar que esperan que esta muestra sirva de inspiración para que los visitantes se atrevan a llevar a cabo sus sueños, lo cual es un ideal un tanto paradójico cuando se expone arte y más viniendo de alguien que vivió experiencias extremas que lo llevaron a una muerte temprana.
Por supuesto que en una exposición así se extraña cierta crítica, así como una conversación más franca acera de la adicción. Hacia el final de sus días llegó a presumir que consumía hasta 100 dosis de heroína. Ni una vez se habla de la causa de su muerte ni de su obsesión con la misma, lo cual está presente en las diferentes fases de su obra. Tampoco hay mención alguna de su vida romántica y se omite toda mención a los años de adolescencia donde él mismo dijo haberse prostituido para sobrevivir. Así que en efecto se trata de un retrato íntimo que incluye recuerdos de la infancia, su gusto por Mary Poppins o su orgullo por ser negro, pero que está estratégicamente depurado de cualquier carga de controversia.
-Foto de Tullio Saba
Naief Yehya es narrador, periodista y crítico cultural. Es autor, entre otros títulos, de Pornocultura, el espectro de la violencia sexualizada en los medios (Planeta, 2013) y de la colección de cuentos Rebanadas (DGP-Conaculta, 2012). Es columnista de Literal y de La Jornada Semanal. Twitter: @nyehya
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Posted: September 21, 2022 at 7:38 pm