LA VERDAD DE LA INGLATERRA SINCERA: MARTIN AMIS Y JONATHAN GLAZER
Mónica Maristain
La noticia fue como un golpe en la cara. Los mismos que daba y recibía Lionel Hasbo, una de las mejores novelas que escribió Martin Amis (1949-2023), el que hoy es citado como “el reinventor de la narrativa británica”.
No sé si ha tenido esa luz para detectar lo nuevo, lo transformable, pero lo que es cierto es que muchos lectores cayeron en sus manos como verdaderos esclavos de sus historias.
No importa el mercado, la fama, la promoción, a los que Martin ha dado ríos de pluma falsa, sobre todo porque a la hora de su muerte, no hubo ningún escritor que uno amara.
Lo citaban como el gran hijo de Kingsley Amis (1922-1995), hablaban de su rotura de dientes, de la amistad con Christopher Hitchens (1949-2011) y de que falleció a causa de un cáncer similar al de su amigo, al que le dedicó su último libro Desde adentro, una especie de continuación de Experiencia, ambas editadas por Anagrama, una editorial que jamás abandonó.
Leí Experiencia cuando cambiamos de siglo y su lectura, ya en México, sirvió exclusivamente para un placer literario pocas veces experimentado. No sé si fue la prosa –inigualable-, aún con la traducción de Anagrama, sino fundamentalmente el “sentido de una verdad”.
Admiro mucho a Martin Amis porque siempre dice la verdad, es honesto con su propia ficción, auténtico con sus mentiras.
Me pasa lo mismo con Roberto Bolaño, lo mismo con Marguerite Yourcenar. Es decir, la autora escribió sobre Zenón, una personalidad que nos ayuda a observar a Europa, que va y viene desde la Edad Media hasta el Renacimiento, pero hay en ella un espacio donde sin mencionarlo, salen su pensamiento, sus ideas, sus motivaciones.
“Jamás me agarré a una idea por temor al desamparo en que caería sin ella. Nunca aliñé un hecho verdadero con la salsa de la mentira, para hacerme la digestión más fácil. Nunca deformé el parecer del adversario para llevar la razón más fácilmente… He soñado mis sueños; no pretendo que sean más que sueños. Me guardé muy bien de hacer de la verdad un ídolo, prefiriendo dejarle su nombre más humilde de exactitud. Mis triunfos y mis riesgos no son los que se cree; existen glorias distintas de la gloria y hogueras distintas de la hoguera. He llegado casi a desconfiar de las palabras. Moriré un poco menos necio de lo que nací.” El texto es parte del monólogo de Alexis en Opus Nigrum y funciona en la vida de muchos lectores como una verdadera guía de supervivencia y al mismo tiempo de una aspiración: ¿Moriremos menos necio de lo que nacimos?
En Roberto Bolaño (me río porque una amiga me dijo la semana pasada que “no todo en la literatura es Bolaño”) sucede exactamente lo mismo. No quiero que me cuentes una historia de Sherlock Holmes, sino el saber cómo me situaré frente a esa situación imaginaria o no. Es decir, no quiero saber si la autobiografía o la autoficción es precisamente una mirada al destino del escritor (porque siempre habrá ficción incluso al contarles mi historia familiar), sino el cómo explorar y el cómo encontrar al autor en el texto.
Bolaño es sí mismo en por ejemplo Los detectives salvajes o Estrella distante. Construye el destino político de los latinoamericanos a partir de una derrota de la izquierda. También edifica una moral: No hablo de los crímenes de la izquierda, porque ellos no han tenido tiempo de matar. Han sido víctimas de la derecha. Claro que aquí, Bolaño hace una gran omisión a Josep Stalin, toda vez que ve las fuerzas de la izquierda y de la derecha actuando en el continente. En cambio, Martin Amis, dedica Koba, el temible, a Josep Stalin, diciendo cosas como: “El hambre era un hambre impuesta: se quitaba la comida a los campesinos. El 11 de junio de 1933, el periódico ucraniano Visti felicitó a un “despierto” agente de la policía política por desenmascarar y detener a un “saboteador fascista” que había escondido pan en un agujero tapado con un puñado de tréboles. La palabra fascista. Ciento sesenta vidas”.
El texto no me cuenta de la rotura de dientes de Martin, pero me desentraña un pensamiento nuevo, que va a prender en mí como una margarita fresca y va a tratar de entender algo, por ejemplo, en la actual guerra entre Rusia y Ucrania.
“El arte en general tiene ese poder catártico. La literatura de algún modo una forma de disimulada confesión personal, porque nunca cuentas realmente quién eres, sino que cuentas de los mundos sobre los que te interesa investigar. Son formas de comprensión de la condición humana y formas de la propia condición”, decía Tomás Eloy Martínez hablando precisamente de la apreciación de Amis: “Toda la literatura contemporánea que vale la pena es la autobiográfica…”
Ahora bien, hay un texto que me cuenta de la rotura de dientes de Martin y esa es Experiencia, una autobiografía hecha a temprana edad (no tendría más de 40 años, creo) y donde además de los hechos personales que mucho han dado a la prensa amarilla inglesa, que cuenta sin ningún prejuicio ni juicio, Martin habla de sus procesos creativos que han convertido a este libro en uno para la mesa de luz.
“David fue uno de los grandes amores de mi niñez. Hoy, en nuestra pesada forma adulta, nos vemos raras veces, pero los lazos siguen siendo más fuertes que entre simples primos. Mi hermano es, por supuesto, irremplazable, al igual que mi medio hermano Jaime. Pero durante gran parte de mi niñez deseé vehementemente que David fuera mi hermano. Él lo quería también, y nuestra afinidad continúa. Cuando estaba escribiendo la novela Campos de Londres encaré la tarea menor de pensar en un nombre para el hermano del narrador: me llevó apenas un segundo dar con el nombre de David (el personaje era judío, y –reparo ahora en ello– moría muy joven…)”, cuenta Martin, en un contexto donde hacer una novela es un trabajo y donde la novela se mete entre las actividades cotidianas del autor.
Martin Amis no sé si reinventó la narrativa británica, pero sí me formó como lector, en un sentido global y concentrado. No se trata de ver horizontalmente cómo se desarrolló la novela, sino de construir un entramado vertical por dónde pasa toda la obra del autor y recae finalmente en su nueva novela.
No hablo de Martin Amis sólo de Lionel Hasbo (una mirada humorística, pesimista y ya sin remedio de lo que es Inglaterra entre los hooligans y los perros pitbull), sino que se yergue sobre un mar de palabras dispuestas a desafiar a mi inteligencia, a mi memoria, a mi comprensión.
Es para mí, un escritor nato, que apoyó el culo en la silla para escribir 15 libros e innumerables notas y reportajes, donde habló de la adolescencia en El libro de Rachel (su primer trabajo), con el que ganó el premio Sommerset Vaughan y donde escribió Dinero: carta de un suicida, en 1984, cuando el mundo comenzaba a cambiar hacia ese capitalismo salvaje en el que estamos ahora inmersos.
Martin Amis jugó con su autobiografía desde su primera ficción, porque la literatura y la vida son lo mismo y como tal construyó la verdad de un inglés sincero, aunque mienta.
Cuánto lo extraño. Sobre todo ahora que Zona de interés, así llamado uno de sus libros, se convirtió en película en manos de Jonathan Glazer, un cineasta nacido en 1965, en Londres y que no se ha basado en su historia para hacer el filme. Bueno, sí, se ha basado en Zona de Interés, pero no tiene escenas del libro ni se ha ceñido a todo lo que quiere contar Martin Amis.
Pero tiene su esencia, tanto así que Glazer le dedica la película. Cuando recibió el Premio Oscar a la Mejor Película extranjera, el cineasta expresó:
“Nuestra película muestra cómo la deshumanización nos lleva a hacer lo peor. Esto moldeó nuestro pasado y nuestro presente. Actualmente, nos paramos aquí como personas que rechazan su judaísmo y secuestran el Holocausto con una ocupación que ha ocasionado un conflicto para muchas personas inocentes, ya sea para las víctimas del ataque del 7 de octubre en Israel o el ataque en curso contra Gaza, todas víctimas de esta deshumanización. ¿Cómo resistimos?”.
“Lo que resta es silencio”, diría Hamlet.
Mónica Maristain (Concepción de Uruguay, Argentina). Editora, periodista y escritora. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales como Clarín, Página 12, La Nación y la revista Playboy. Ha sido colaboradora en las agencias EFE y DPA. En 2010 publicó “La última entrevista a Roberto Bolaño y otras charlas con grandes autores” . En n 2011, coordinó la antología El último árbol. Cuentos de navidad. El hijo de Míster Playa fue publicado originalmente por Almadía en 2012. Su título más reciente es Antes, poema largo editado por Literal Publishing en 2017.
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Posted: April 29, 2024 at 7:40 pm