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Cuba: Piezas de dominó sobre una mesa vacía

Cuba: Piezas de dominó sobre una mesa vacía

Dainerys Machado Vento

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En su novela Tres tristes tigres, publicada en 1967, Guillermo Cabrera Infante presentaba una y otra vez las luces de La Habana como elementos de quiebre en sus historias. Aunque mucho se ha elogiado la casi histérica y siempre certera forma en que capturó “las distintas formas” de hablar en cubano, o sobre todo “el habla de los habaneros”, también valdría la pena pensar un día en toda la poesía y el humor que deposita en esas luces. Las luces y sus colores entran y salen del caos de sus escenas, casi como personajes que marcan las horas en una obra que se debe, sobre todo, a la noche urbana.

La iluminación de las calles de La Habana, las de sus cines, los flashes de las cámaras de los fotoperiodistas, los carteles de neón a la entrada de los locales, la bombilla sobre la mesa de un bar y otro bar, atraviesan toda la novela. Aparecen desde las primeras páginas, con el llamado del presentador de Tropicana a encender las luces del salón (“Las luces, ¿por favor?”); son el origen de la confusión de dos personajes que pasean por el Malecón y creen que hablan del atardecer y de los faros de un auto convertible, cuando en realidad hablan de dos rubias que caminan por la calle, en una alteración de sentidos que solo el estilo de Cabrera Infante podría convertir en carcajada. Las luces también están en el beso inexplicable de dos amantes que se cruzan en un cabaret y llegan —como suele suceder en una ciudad contemporánea— hasta la descripción de la poesía más íntima de La Habana, esa que los personajes recorren y descubren cada noche: “… y su menú inglés y su menú afuera y sus letras chinas en neón para confundir a Confucio, y Las Cibeles y El Colmao y el Hotel Flamingo y el Flamingo Club y al pasar por la calle Ene y 25 veo bajo el bombillo, afuera, en la calle cuatro viejos jugando al dominó en camiseta y me sonrío y me río y Alex me pregunta de qué me río y yo le digo, Nada, de nada y él me dice, Sí yo sé de que te ríes y le pregunto, De qué y me dice, De la poesía de ese grupo…”

Un grupo de viejos en camiseta que, bajo un bombillo, juega dominó en una de las calles más céntricas de La Habana resume la lírica de la ciudad de Tres Tristes Tigres, La Habana de los años cincuenta del siglo XX, que tenía espacio para la fiesta y el sexo, para el arte y la bohemia, para el racismo y el sueño y el amor. Porque, aunque se haya leído casi siempre en clave de juguetona rumba, la novela es tan monstruosamente compleja, crítica y lúdica como la ciudad que homenajea.

Cuando cuarenta y cinco años después, Karla Suárez publicó su Habana año cero, los carteles de neón de la misma ciudad se habían apagado. En el imaginario de la narración no hay espacio para bares, ni calles alumbradas, ni autos convertibles con faros encendidos. Al contrario, el dominó se juega bajo las velas, por las puras ganas de no enfrentar a solas la precariedad. El personaje de Leonardo, un poeta bicicletero, invita a la narradora protagonista al cuarto donde vive: “Generalmente se reunía con algunos amigos cuando se iba la luz y así pasaban juntos el apagón leyendo textos, bebiendo, jugando dominó y hablando mal del gobierno…”

Aunque la historia que imagina la novela de Suárez transcurre en la década de 1990, específicamente en los peores años de la crisis económica conocida en Cuba como Período Especial, es un hecho que el país ni se ha recuperado completamente de la Caída del Campo Socialista; ni ha logrado gestionar una mejora sostenida de la vida; ni mucho menos ha salido de la crisis económica en la que se sumió durante la pandemia del covid19 en 2020, en parte por la crisis económica global, en gran parte porque el gobierno decidió que era buen momento para reestructurar la moneda y el sistema cambiario. Como resultado, los últimos años se han vuelto el fiel espejo del Período Especial de los noventa. Solo que ahora además de menos comida hay menos esperanzas de que un cambio sea posible.

La poesía que los personajes de Cabrera Infante presenciaban bajo un bombillo en las calles del Vedado habanero, se habían vuelto oscuridad y comunidad en la obra de Suárez. Pero la comunidad también ha desaparecido paulatinamente ante la miseria sostenida que ha propulsado una emigración sin precedentes. Estudios indican que la población cubana ha decrecido cerca de un 17% y que alrededor de un millón de cubanos debe haber emigrado en los últimos tres años. Aunque tampoco hay datos oficiales al respecto, porque el gobierno cubano nunca ha ofrecido transparencia en sus cifras, en “Cuba. Una rápida mirada a la emigración y la población”, Juan Carlos Albizu-Campos hace un análisis de las estadísticas que permiten llegar a estas conclusiones. El académico ha adoptado el popular término de “estampida” para hablar de la marcadísima emigración cubana en los últimos tiempos. O sea, que aquella poesía del grupo que jugaba dominó bajo un bombillo, que se volvió con los años la estampa de la supervivencia de un grupo que jugaba dominó en la oscuridad, se ha tornado al final en empolvadas piezas de dominó sobre una mesa vacía.

A veces, es difícil escribir sobre Cuba porque parecería que no hay nada nuevo que contar. Y de alguna manera, no hay nada nuevo que contar más allá que la degradación de un país que ha estado mal por décadas. El jueves 17 de octubre, el gobierno cubano declaró emergencia energética por falta de combustible para generar electricidad. Decretó el cierre de escuelas y centros de trabajo. El viernes 18 de octubre, un apagón general afectó toda la isla por más de 24 horas y alcanzó los titulares de medios internacionales como The New York Times, BBC News, The Guardian, entre otros. Aunque los servicios eléctricos se han ido restaurando paulatina e inestablemente, la emergencia energética se ha extendido por más de una semana, y escuelas y centros de trabajo continúan cerrados.

En los medios de prensa cubanos, el oficialismo se apresura a poner en el primer párrafo de sus notas que la culpa es del bloqueo de Estados Unidos. Pero lo cierto es que hace muchísimos días, semanas (años), en la zona centro y oriente del país, las personas estaban viviendo de nuevo de “alumbrones”. Así llaman los días en que la electricidad llega durante pocas horas, sin suministro constante, porque son días tan comunes que hasta merecen tener nombre.

Es difícil escribir sobre Cuba, porque parecería que no hay nada nuevo que contar. Y de alguna manera, no hay nada nuevo que contar. Hace años la crisis energética solo se agrava. Los suministros de agua se vuelven cada vez menos potable. Los hospitales muestran el deterioro ante la falta de reparaciones y los laboratorios son tan antiguos que es difícil que en ellos se pronostique con certeza una enfermedad.

Como todo en la isla, alguna vez la independencia energética fue parte de un proyecto político, y también tuvo su nombre: La Revolución Energética. Grupos electrógenos fueron colocados en sitios “estratégicos” para sostener a la red nacional, cuando esta colapsara. Pero a esos grupos electrógenos luego no se les pudo pagar el mantenimiento, ni las piezas de repuesto, y terminaron volviéndose una deuda más para un Estado ineficiente que siempre encontrará un mejor culpable que su falta de acción, su descuido y su afán por hacer de cada suceso una campaña política. En la literatura cubana se encuentra, hace mucho, el rastro de esta pérdida, del apagón constante que sume al país en una oscuridad cada vez más absoluta, la mesa de dominó que se queda primero sin luz y después sin jugadores.

 

 

Dainerys Machado Vento (La Habana, 1986) es doctora en estudios literarios, lingüísticos y culturales por la Universidad de Miami. Tiene una maestría en literatura hispanoamericana por El Colegio de San Luis, A.C., México. Es autora de los libros de cuentos Las noventa Habanas (Katakana, 2019) y Retratos de la orilla (Aristas Martínez y Palíndroma, 2022). En 2021, la revista Granta la incluyó en su segunda lista de “Los mejores narradores jóvenes en español”. Ha colaborado con revistas como Letras LibresCuadernos HispanoamericanosCasapaísLa Gaceta de Cuba, entre otras. Su Twitter: @Dainerys_MV

 

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Posted: October 30, 2024 at 8:37 pm

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