AMLO: otra cumbre desperdiciada
Sergio Negrete Cárdenas
La superioridad moral que siente sobre los “conservadores” de México la proyecta a otras naciones y sus líderes. Por eso cree que puede pontificar impunemente, que sus reclamos deben ser bien recibidos, atendidos y hasta aplaudidos, sea por Biden, Felipe VI o al nuevo gobierno del Perú.
Para Andrés Manuel López Obrador todo micrófono es la oportunidad de ofrecer un sermón, dar rienda suelta a la imaginación, y la lengua, ante un auditorio cautivo que no tiene más remedio que escucharlo. En días recientes sus desafortunados comparsas fueron Joseph Biden y Justin Trudeau, Presidente de Estados Unidos y Primer Ministro de Canadá. Como periodistas atrapados en una mañanera, tuvieron que aguantar las interminables y huecas palabras de su homólogo.
La mejor política exterior es la fantasía
Como tantas veces, el tabasqueño disfraza su carencia de ideas y propuestas con frases sin sustento que no se cansa de repetir. Su falta de interés en el ámbito internacional se encapsula en su dicho que la mejor política exterior es la interior. Esto es, un gobierno exitoso será respetado por otros gobernantes. El inquilino de Palacio Nacional no se cansa de machacar en sus fantasías, desde que no hay corrupción en su administración, hasta que el aeropuerto Felipe Ángeles es el mejor de América Latina, o que ya muy pronto habrá un sistema de salud pública como en Dinamarca. Encabeza un gobierno histórico y transformacional. Muestra toda la convicción de aquellos que se engañan a sí mismos.
Por ello se siente que puede pontificar desde México, sin necesidad de engorrosos viajes. AMLO muestra su falta de curiosidad, al tiempo que una peculiar soberbia intelectual, en su rechazo a salir del país. Ve al mundo a través de una mente aldeana, con sus referencias históricas limitadas por un patrioterismo ramplón, destilado de esas historias que se resumían en monografías que se vendían en las papelerías. Es el blanco y negro, de héroes y villanos, en que se mueve la mente obradorista.
La superioridad moral que siente sobre los “conservadores” de México la proyecta a otras naciones y sus líderes. Por eso cree que puede pontificar impunemente, que sus reclamos deben ser bien recibidos, atendidos y hasta aplaudidos, sea por Biden, Felipe VI o al nuevo gobierno del Perú. Sin rubor alguno, a renglón seguido niega que sus demandas impliquen intervenir en los asuntos internos de otras naciones.
La historia de monografía… de Estados Unidos
El maniqueísmo histórico de López Obrador no se limita a México. El presidente estadounidense tuvo que escuchar una andanada por parte de su anfitrión en que le espetó que Estados Unidos trataba con olvido y desdén a América Latina desde hace más de medio siglo. La historia, según AMLO, es que desde la “Alianza para el Progreso” de John F. Kennedy, que se anunció en 1961, los gobiernos estadounidenses han desdeñado a las naciones del continente americano.
“Caray, gracias, AMLO, debo ser como Roosevelt y Kennedy y la verdad no me había dado cuenta de que mi gobierno era despectivo con América Latina, nos vamos a poner a darles mucho dinero de inmediato para que pase a la historia como otro gran Presidente”.
En esa versión monográfica del vecino norteño, el tabasqueño tiene cuatro héroes: George Washington, Abraham Lincoln, Franklin D. Roosevelt y John F. Kennedy. El segundo lo citaba con Trump, por ser ambos del Partido Republicano; a los dos demócratas, por supuesto, con Biden. Parece creer que deslumbrará a su interlocutor con su conocimiento, con sus paralelismos históricos, que lo avergonzará al grado de hacerle cambiar su política. “Caray, gracias, AMLO, debo ser como Roosevelt y Kennedy y la verdad no me había dado cuenta de que mi gobierno era despectivo con América Latina, nos vamos a poner a darles mucho dinero de inmediato para que pase a la historia como otro gran Presidente”.
El otro elemento de la peculiar estrategia obradorista de exhibir-avergonzar es hacer referencia a la Estatua de la Libertad. Si ese país es digno de tener tal monumento, entonces debe hace esto o aquello. Hace unos meses era liberar a Julián Assange, y en el caso de la reciente cumbre que se legalice a millones de indocumentados. Otra vez, AMLO le insistió a Biden que debe empujarlo en su Congreso, como si fueran legisladores obedientes de Morena.
López Obrador muchas veces contempla el futuro como un retorno al pasado que le es cómodo y familiar. Un elemento es el petróleo, otro es regresar a la sustitución de importaciones que caracterizó el Desarrollo Estabilizador. Una vez más lo reiteró ante Biden y Trudeau: que América del Norte busque prescindir de Asia, del resto del mundo excepto América Latina, y se lance en esa estrategia de “producir lo que consumimos”. Una vez más, la respuesta ante tal insensatez fue un prudente silencio.
Otra Cumbre desperdiciada
El Presidente de México no se cansa de machacar sus ideas, quizá creyendo que insistiendo va a lograr algo, si no por convencimiento, aunque sea por cansancio. Mientras tanto, ha desperdiciado lastimosamente otra reunión con los líderes de Estados Unidos y Canadá. Ciertamente es, después de todo, la política exterior como reflejo de la interior: palabrería y ocurrencias que López Obrador confunde con gobernar.
Sergio Negrete Cárdenas. Profesor de Tiempo Completo en la Escuela de Negocios del ITESO. Trabajó en el Fondo Monetario Internacional. Profesor en varias universidades de España y México, destacadamente la Universidad Pompeu Fabra y la Escuela Superior de Comercio Internacional, en Barcelona, la UNAM y la Escuela de Periodismo Carlos Septién en la Ciudad de México. Doctor en Economía y Maestría en Economía Internacional por la Universidad de Essex. Diplomado en Política Exterior de Estados Unidos por la Universidad de Maryland. Licenciado en Economía por el ITAM y en Ciencias de la Comunicación por la UNAM. Twitter: @econokafka
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Posted: January 16, 2023 at 12:36 pm