Autocracia: señas de identidad
José Antonio Aguilar Rivera
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¿Existen las condiciones necesarias para la autocracia en México? En la discusión sobre el fin de la democracia es frecuente que se considere que el proceso de erosión democrática ha concluido cuando los gobernantes han cambiado la constitución para poder reelegirse, como en el caso de Hugo Chávez en Venezuela. Es la culminación de un proceso político de destrucción interna de la democracia. Los autócratas transforman las condiciones institucionales bajo las cuales llegaron al poder para permanecer en él. La erosión democrática ocurre porque los autócratas utilizan argumentos supuestamente democráticos para perpetuarse; por ejemplo, la idea de que los límites a la reelección indefinida son antidemocráticos pues limitan la voluntad del pueblo.
En el caso de México, algunos piensan que para que sea declarada muerta la democracia el INE debe desaparecer o el régimen electoral modificado para disminuir drásticamente el financiamiento a los partidos políticos. Como en otras experiencias de autocratización, las formas de la democracia han sido instrumentalizadas para destruir el régimen democrático. Es el caso de la extinción de la independencia del poder judicial al volverlo electivo. El gobierno anterior también pretendía –y puede volver a intentarlo– someter a elección a los consejeros electorales. Otros creen que la línea roja es la transformación de la representación popular: se cruzaría al desaparecer a los diputados y senadores plurinominales.
Lo cierto es que estas son lecturas muy optimistas. En México la condición habilitadora de la autocracia se ha cumplido ya: es la destrucción de la independencia del poder judicial. Si bien en otros países la reelección de los ejecutivos es la señal más clara de que el régimen se ha transformado, ese no es nuestro caso. En parte porque la experiencia mexicana con la autocracia es de larga data. Desde el siglo XIX los mexicanos han reconocido la estrecha relación entre la reelección de los ejecutivos y la dictadura. Las continuas reelecciones del presidente Juárez llevaron a que el grito de batalla de Porfirio Díaz en la rebelión de la Noria de 1871 fuera “No reelección”. Por ello, después del triunfo de la rebelión de Tuxtepec en 1876 el caudillo cuidó las formas y no se reeligió de inmediato. Sin embargo, Díaz acabó por romper el tabú y en 1890 modificó la constitución de 1857 para reelegirse indefinidamente. Una vez más en 1910 el lema de combate de Madero fue “sufragio efectivo, no reelección”. El último caudillo que osó cambiar las reglas constitucionales para quedarse en el poder fue Álvaro Obregón y lo pagó con la vida. Por esta razón el régimen posrevolucionario evitó la reelección de los ejecutivos y se convirtió en lo que el historiador Daniel Cosío Villegas llamó una “monarquía sexenal”. Era, con todo, una autocracia de pleno derecho. De ahí que para que el país vuelva a ser un régimen autoritario después del interludio democrático (2000-2018) no es necesario que los presidentes se reelijan (al menos formalmente).
La democracia en México no sólo se basaba en el INE sino en el control que ejercía el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Era una mancuerna institucional que funcionó con sus tensiones naturales durante más de veinte años. La constitucionalidad de las decisiones estaba garantizada por ese tribunal especializado. La captura primero del TEPJF y después la destrucción del poder judicial en su conjunto acabaron con la salvaguarda de la democracia. La condición habilitante de la democracia era la independencia del poder judicial. La separación de poderes ha vuelto a ser una ficción legal, como ocurrió durante casi toda la historia política del país. Ciertamente, una parte de la estructura electoral anterior puede mantenerse en un régimen autoritario. Y si los autócratas son inteligentes harán lo posible por mantener una fachada de continuidad. Sin embargo, la autoridad ya no será capaz de garantizar elecciones libres y justas ni existirá la posibilidad de que el órgano jurisdiccional de certeza a las decisiones en materia electoral. Como señala Adam Przeworski, la democracia es un régimen en el cual los partidos pierden elecciones. Cuando esa posibilidad desaparece o se reduce drásticamente, la democracia se extingue.
México es parte de una ola de autocratización que ha durado ya 25 años en el mundo. Así lo reconoce el proyecto V-Dem con sede en la Universidad de Gotenburgo, Suecia. Es necesario hacer una aclaración sobre esa empresa colaborativa. Los informes de V-Dem se elaboran a partir de una base de datos que se actualiza periódicamente con las evaluaciones de expertos de distintos países del mundo. Especialistas responden encuestas sobre los diversos componentes de la democracia que integran el proyecto. Por lo general cada país es codificado por cinco expertos que cambian de tanto en tanto. Su identidad es confidencial, (salvo en el caso de quienes codifican aspectos históricos, si así lo desean). La base de datos con los scores es pública y se puede consultar aquí: https://www.v-dem.net/data/the-v-dem-dataset/ . Esta aclaración viene al caso porque recientemente Viridiana Ríos, en un artículo publicado en el diario Milenio, afirmó refiriéndose a los niveles de corrupción en México: “…las fuentes que dicen que la corrupción disminuyó son aquellas lideradas por académicos como […] José Antonio Aguilar del CIDE”. [1] Ríos se refiere a la base de datos de V-Dem (no a un informe). Sin embargo, la atribución es equivocada. Primero, porque la identidad de los codificadores de cada país es deliberadamente confidencial (aunque puedo afirmar que no fui uno de ellos), y segundo, porque no “lidero” V-dem en México. Soy solamente, como aparece en el sitio del Centro regional de América Latina, un research fellow con conocimientos sobre México.[2] Aunque se le pidió a la autora la aclaración no se ha hecho.
Lo que sí es público es el último informe del equipo de V-Dem sobre el estado de la democracia en el mundo: 25 Years of Autocratization–Democracy Trumped? redactado por Marina Nord, David Altman, Fabio Angiolillo, Tiago Fernandes, Ana Good God, y Staffan I. Lindberg. [3] El informe es pesimista respecto al futuro de la democracia en el mundo. Hay ahora más autocracias que democracias: 91 vs 88. Tres de cada cuatro personas en el mundo viven en regímenes autocráticos. México ocupa una zona gris en la clasificación. Si bien aparece como una “democracia electoral”, está muy cerca de las autocracias electorales. Su score está dentro del margen de error entre ambas categorías. El informe reconoce que en la actualidad México se mueve en dirección de la autocracia. Es posible que la codificación ocurriese antes de que en septiembre de 2024 se promulgara la reforma al poder judicial. No es claro si los expertos concluyeron su trabajo antes o después de esta reforma. Lo cierto es que desde 2019 México ha sufrido un marcado deterioro en el índice de Democracia Liberal. A partir de 2018 se han deteriorado también los índices de “Rendición de cuentas horizontal”, “Respeto de los ejecutivos a la Constitución”, “Represión de Organizaciones de la Sociedad Civil” y “Persecución de Periodistas”. Así, no sería ninguna sorpresa que en la próxima codificación México sea ya considerado una “autocracia electoral” plena.
NOTAS
[1] Viridiana Rios, “¿Más corruptos?”, Milenio, 10 de marzo 2025. https://www.milenio.com/opinion/viri-rios/no-es-normal/mas-corruptos
[2] https://v-dem.net/about/regional-centers/latin-america/
[3] https://www.v-dem.net/documents/54/v-dem_dr_2025_lowres_v1.pdf en marzo de 2024 se publicó un informe regional: Informe sobre la democracia 2024. La democracia gana y pierde en las urnas, Vdem, 2024 autoreado por: Marina Nord, Martin Lundstedt, David Altman, Fabio Angiolillo, Cecilia Borella, Tiago Fernandes, Lisa Gastaldi, Ana Good god, Natalia Natiska, y Steffan Lindberg. Cuando este informe se publicó no se sabía el resultado de las elecciones de junio de esa año ni había ocurrido la reforma al poder judicial.
https://www.v-dem.net/documents/43/v-dem_dr2024_lowres.pdf
José Antonio Aguilar Rivera (Ph.D. Ciencia Política, Universidad de Chicago) es profesor de Ciencia Política en la División de Estudios Políticos del CIDE. Es autor, entre otros libros, de El sonido y la furia. La persuasión multicultural en México y Estados Unidos (Taurus, 2004) y La geometría y el mito. Un ensayo sobre la libertad y el liberalismo en México, 1821-1970 (FCE, 2010). Publica regularmente sus columnas Panóptico, en Nexos, y Amicus Curiae en Literal Magazine. Twitter: @jaaguila1
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Posted: March 30, 2025 at 6:48 pm