El responsable

Es la frase que en mucho resume lo que será su sexenio: es responsable, pero no culpable. Retrata a Andrés Manuel López Obrador como lo que siempre fue: un político ávido de poder, pero indispuesto a los resultados de gobernar. Lo suyo son los reflectores, no enfrentar las consecuencias de sus actos.

Recuerda a José López Portillo al final de otro sexenio igualmente desastroso: “soy responsable del timón, pero no de la tormenta”. El López que ahora gobierna ni siquiera busca adjudicar el desastre a un elemento externo, simplemente no es culpable, porque así lo declara. Es responsable de la pistola, pero no de lo muertos. Muestra el paroxismo del demagogo: lo positivo, los éxitos, los usurpa y los presume como suyos. Los problemas o desastres pertenecen a otros o simplemente a ninguno.

En el gobierno lopista pasan desastres, pero no son culpa de nadie, o en todo caso de nadie en el gobierno lopista. Los niños o adultos mueren de cáncer por falta de medicamentos oncológicos. Esto porque se desarticuló la compra y distribución de esas medicinas, con el presidente argumentando que estaba combatiendo esquemas corruptos. Si hay culpables, son las empresas deshonestas del pasado, y los funcionarios públicos que medraban con ellas, que llevaron a esas necesarias acciones por su parte. Si había chanchullos al comprar medicinas, puede argumentarse que estos desaparecieron al dejar de adquirirlas.

Las muertes subsecuentes son llanamente ignoradas, no son su culpa. AMLO ha oscilado entre negar que el problema existe, a ofrecer que lo resolverá en cuestión de días, a exigir que se arregle ya (mencionando al titular de Salud), para luego disculparse (igual con el titular de Salud, no con los niños o sus padres) porque dijo que lo habían agarrado de mal humor.

El caso más reciente, y que trajo la frase de “responsable pero no culpable”, fue sobre los 14 muertos en un hospital del IMSS que se inundó en Tula. El agua provocó la pérdida de energía eléctrica, lo que llevó a la muerte de pacientes que sufrían de Covid y estaban con respiradores.

¿Es el inquilino de Palacio Nacional responsable y culpable de ello? Ni siquiera lo primero, a menos que se le quieran adjudicar todas las acciones que ocurren en el ámbito del Gobierno Federal. Pero esas muertes ocurrieron en la primera semana de septiembre. El problema es la falta de un diagnóstico de lo sucedido, las personas en la cadena de mando, y las posibles responsabilidades por acciones u omisiones. Ciertamente, a ello pueden seguir responsabilidades civiles o penales, pero lo primero es saber qué ocurrió, sobre todo para evitar que vuelva a suceder.

En cambio, no se sabe nada, y en ello sí es responsable, y culpable, López Obrador. Porque es el capitán y timonel, pero no exige cuentas a su tripulación de lo que ocurre. Su escape favorito es prometer que se va a investigar, que es importante no hacer juicios sumarios ni exigir respuestas elaboradas sobre las rodillas. Lo mismo cuando se evidencia a sus parientes o colaboradores como corruptos: promete que se investigará, pero tampoco pasa nada.

Apuesta, muchas veces con éxito, al olvido. Ya habrá nuevos escándalos mañana que taparan lo sucedido hoy. Si no es por el cuestionamiento de un reportero en la mañanera, los 14 muertos de Tula se hubieran unido en el olvido a tantas otras víctimas que han fallecido en este sexenio, desde la explosión de Tlahuelilpan hasta aquellos que viajaban en la Línea 12 del Metro, y por supuesto sumando todas las víctimas de Covid que hubieran vivido si hubiera habido más respiradores, camas de hospital y vacunas.

Nunca es culpable, y tampoco lo son aquellos que lo rodean. Claudia Sheinbaum no es al parecer siquiera responsable de lo que ocurrió en el Metro, ni tampoco Marcelo Ebrard. Al contrario, son los que AMLO ha declarado punteros para sucederlo. Después de largo tiempo, y presión, renunció la Directora General del Metro. Si hay culpables, ya se sabe, fueron los pernos.

La respuesta habitual de López ante los desastres es señalar a un culpable genérico: el periodo neoliberal y los corruptos del pasado, con la frase añadida de “eso ya se acabó, nosotros no somos así”. Como no podía hacerlo en el caso de Tula, su escapatoria fue espetarle al reportero que su medio había recibido dinero de Estados Unidos. Otra táctica habitual del tabasqueño: evadir el mensaje y cuestionar al mensajero. Y entonces viene el “soy el presidente más atacado desde Francisco I. Madero”.

Responsable, no culpable, cabeza de un gobierno inmensamente corrupto, con su familia en primer lugar, pero que lucha contra la corrupción. El peor presidente del México contemporáneo que cree que está haciendo historia como el mejor. Así seguirá, usando la pistola mientras proclama que los muertos no son suyos.

Sergio Negrete Cárdenas. Profesor de Tiempo Completo en la Escuela de Negocios del ITESO. Trabajó en el Fondo Monetario Internacional. Profesor en varias universidades de España y México, destacadamente la Universidad Pompeu Fabra y la Escuela Superior de Comercio Internacional, en Barcelona, la UNAM y la Escuela de Periodismo Carlos Septién en la Ciudad de México. Doctor en Economía y Maestría en Economía Internacional por la Universidad de Essex. Diplomado en Política Exterior de Estados Unidos por la Universidad de Maryland. Licenciado en Economía por el ITAM y en Ciencias de la Comunicación por la UNAM. Twitter: @econokafka

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Posted: November 16, 2021 at 8:49 pm